Comunidad otomí-chichimeca festeja a la Santa Cruz

Lectura: 2 minutos

Esta ceremonia está inscrita como del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. La representación es realizada por una hilera de 50 hombres llamados “escaloneros”.

Ciudad de México.- El pueblo de Bernal, localizado en Querétaro, es será sede de la veneración a la Santa Cruz, una de las festividades más importantes de la cultura otomí-chichimeca.

Las tradiciones de los municipios de Tolimán, Cadereyta de Montes, Colón y Ezequiel Montes, han sido inscritas en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que esta celebración está inscrita en el apartado “Lugares de Memoria y Tradiciones Vivas de los Pueblos Otomí-Chichimecas de Tolimán”.

La celebración incluye la participación de una hilera de 50 hombres llamados “escaloneros”, quienes elevan la cruz de mano en mano.

Ellos permanecen parados, con los pies bien puestos sobre el peñasco, en los pequeños y escasos huecos que tiene la piel lisa de la roca volcánica.

Además, cargan con la fuerza de sus muñecas años de historia, toda su fe; las llevan consigo rumbo al cielo, a lo alto del cerro.

La cruz pesa 85 kilos, nada comparado con la consistencia de la identidad, y el día 4 de mayo la cargan 50 pares de manos, que arriba del tercer monolito más grande del mundo.

El valle de Tolimán, que se aprecia completo desde la altura del último descanso del ascenso, a donde llegan los peregrinos y la banda de música vestida de morado, es un enorme espacio sagrado.

En él confluyen distintos caminos de peregrinos que conducen a los cerros: el Frontón y el Zamorano, y a la Peña de Bernal, un triángulo simbólico dentro del cual los otomí-chichimecas viven, siembran, rezan y salen en procesión.

El 3 de mayo es el día más importante, pues durante la mañana llegan cientos de peregrinos con las cruces de rancherías, capillas, obras en construcción, pueblos y comunidades aledañas.

Por la tarde salió la Santa Cruz de la casa donde había estado desde el 1 de mayo, cuando la bajaron de la peña por las calles empinadas de Bernal.

En el camino se encontraba con las cruces de los peregrinos, entonces el Tenanche (segundo del mayordomo) las sahumeaba con copal a los cuatro puntos cardinales.

De acuerdo con la fuente, toda la mañana del 4 de mayo, los escaloneros preparan los bastones de la Santa Cruz: alisan 18 varas, muy delgadas, sacadas de una planta llamada “vara prieta”, y las cortan en tres tamaños: cuatro cuartas, tres cuartas y dos cuartas de dedo.

No obstante, sólo dos serán para la Santa Cruz de la peña, el resto se colocarán en otras cruces chicas, en capillas y en la puerta del panteón del pueblo que adornarán al día siguiente.

Crisantemos amarillos y claveles rojos son colocados en la punta de los bastones, con ramas de hinojo, de dulce olor parecido al anís.

Los bastones se presentan en el interior del templo antes de sacar la Santa Cruz de la capilla para llevarla a la peña.

Afuera, el sonido chirriante de las cuerdas de un violín conversan con el estruendo de los tambores prehispánicos evocando la conquista.

A un lado del atrio, niños y jóvenes vestidos de soldados y apaches ofrendaban danzas.

“Desde niños porque es la forma de empezar a transmitir la tradición, de involucrar a toda la comunidad”, afirma Rosalío, músico otomí-chichimeca de La Cañada, quien toca el violín tradicional y es compositor de la región del semidesierto.

El Semanario Sin Límites, con información de Notimex

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x