#ConLosTacosNo
La comprensión del pasado estriba en varios factores: primero, en que nunca estará allí como un objeto dado para acudir a verificarlo. Segundo: en que no deben desplazarse categorías y valores vigentes de una época a otras. El pasado 14 de marzo la senadora Jesusa Rodríguez hizo declaraciones vía Twitter referentes a la Conquista y a los tacos de carnitas. La respuesta en redes sociales no se hizo esperar (hubo comentarios muy agudos).
Jesusa manifestó que los españoles nos habían legado una dieta violenta: el problema es que abrió un abanico de temas a tratar. Doña Jesusa recurre a la fórmula del “nos”. Nos impusieron, nos obligaron, nos trajeron… nos conquistaron. Vale la pena revisar la idea, sobre todo considerando que la senadora está utilizando categorías presentes para juzgar un proceso cultural y social complejísimo que se solaza en llevar a un simplismo que pasma.
Para comenzar, ninguno de nosotros estaba en Tenochtitlán hacia los años 1519-1521, así que el “nos” no aplica. La inferencia de la “dieta violenta”, impuesta por “fanáticos y asesinos”, apunta a polarizaciones que también se alientan al mencionar que la lengua y la religión de los conquistadores fueron impuestas “a sangre y fuego”; doña Jesusa parece no estar al tanto de las crónicas generadas por las órdenes mendicantes, ni de los esfuerzos realizados por aprender las lenguas originarias de los pueblos a evangelizar, ni tampoco de los numerosos catecismos y vocabularios que se escribieron en lenguas vernáculas, sistemáticamente, hasta el siglo XVIII. Tampoco se enteró de la protección que supusieron muchos regulares para los indios explotados en encomienda, ni que su labor decantó en el pronunciamiento por el papa Paulo III de la bula Sublimis Deus en 1537.
Parece que la senadora nutre su conocimiento sobre la Conquista de lo que encontró en una monografía de papelería: lleva al extremo una posición de defensa de “lo nuestro” y condena prácticas culturales resultantes de una serie de acontecimientos y de la configuración historiográfica y tramática que se ha hecho de ellos, desde el momento en que se gestan. Tachar de “fanáticos y asesinos” a los conquistadores equivale a medirlos todos con la misma vara, ni a entender las motivaciones políticas que orientaron a la Corona de Castilla a favorecer la empresa propuesta por Colón ni a ponderar la brillante estrategia desarrollada por el extremeño Hernán Cortés. Hablar de “fanáticos y asesinos” y asimilar a esas categorías a un puñado de “españoles” es no entender en nada la conformación de los antiguos reinos ibéricos ni la idea de Derecho, Historia y Diplomacia que privaba hacia 1500. Seguramente se le olvidó a doña Jesusa que el proceso de Conquista no pudo haberse completado sin las alianzas que Cortés estableció con otros grupos indígenas, no sólo en el Altiplano…
Más allá de la gracia o enojo que produzca el video de Jesusa Rodríguez, está la capacidad de autocrítica en nosotros: ¿qué hace una artista dramática ejerciendo un papel como senadora al amparo de Morena? ¿Qué capacidad para elaborar e intervenir en iniciativas de ley le conferimos? La perorata sin fundamento terminó con la referencia a los tacos de carnitas: el cerdo lo pusieron “los españoles” y las tortillas “nosotros”. En este marasmo discursivo de profunda ignorancia, la senadora dio la pauta para que la audiencia zanjara, movida por sus filias gastronómicas, la peligrosa polarización que alentó. #ConLosTacosNo, fue la respuesta unánime. No necesitamos una “identidad” construida a partir de un inmanentismo del “nosotros”: necesitamos comprendernos en la deriva de los tiempos, en nuestra profunda diversidad presente y en la que nos precedió.
“Le conferimos” (?). Nadie le confirio ninguna capacidad. Al menos no de forma democratica.
Totalmente de acuerdo con tu perspectiva. Tal vez lo que deberiamos hacer es tener un enfoque de mas largo alcance y en lugar de rasgarnos las vestiduras por comentarios frivolos, deberiamos presionar para desaparecer practicas antidemocraticas como los diputados plurinominales y establecer que cuando un representante deje su puesto, su reemplazo se designe mediante una eleccion extraordinaria. De esa forma dejariamos de sufrir a los representantes improvisados.
Lo único que no estoy de acuerdo es con juzgar ocupaciones, oficios y profesiones como incompatibles con el trabajo de gobernar. Eso es una falacia. La ley contempla que cualquier ciudadano y ciudadana tiene el derecho de ser legislador, presidente o alcalde, independientemente de su ocupación. El desatino de la senadora no viene de su profesión, sino de sus valores radicalizados.
Solo una acotoación, Doña Jesusa era su mamá y es harina de otro costal.