Con el fin de reivindicar la nacionalidad mexicana de los grandes apaches, el grupo étnico del noroeste del país que nunca se dejó dominar, el artista Roberto Carretas realizó, con apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artísticos, la novela gráfica Los grandes jefes apaches en Sonora.
Ciudad de México.- La idea de este proyecto, señaló el dibujante y escultor en entrevista con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, surgió cuando vio que en libros y películas estadounidenses se ubica el nacimiento de personajes como Gerónimo o Mangas Coloradas en el vecino país del norte.
Sin embargo, dijo, “ellos eran de aquí, de Sonora. Me puse a investigar y sí hay muchas cosas que hablan sobre su nacimiento en este lado de la frontera, aunque realmente en ese tiempo no había frontera. Nuevo México y Chihuahua, Sonora y Arizona, eran lo mismo y movieron algunas millas su nacimiento hacia allá (…) Cuando ves una película o libros americanos te los cambian a Nuevo México o Arizona”.
La historia de la novela gráfica Los grandes jefes apaches en Sonora abarca 81 años a lo largo del siglo XIX, aunque las guerras apaches iniciaron años atrás, desde 1600 y 1700.
“Ellos fueron unos fieros guerreros; no pudieron jamás dominarlos, los tuvieron que erradicar del mapa de México, porque ya no hay ni una sola familia, ni una tribu ni una sola persona que pertenezca a su rama, los exterminaron y se fueron a Estados Unidos, porque les ofrecieron las llamadas reservaciones y allí se quedaron”, destacó el autor.
Roberto Carretas precisó que la novela arranca en 1798 con la historia de Mangas Coloradas, un hechicero que empieza la gran rebelión, cuando en una fiesta con el jefe de otra tribu, soldados americanos y mexicanos, abren fuego y le cortan la cabellera a su anfitrión, por la cual ofrecían unas monedas de recompensa.
Los llamados apaches, aunque se trata de un término peyorativo, ya que viene del zuñi apachu, que significa “enemigo“, ya que ellos se denominaban ndee que quiere decir “la gente”, ocuparon la región de desiertos y montañas de lo que hoy es el noroeste de Chihuahua, el noreste de Sonora, el sureste de Arizona y el suroeste de Nuevo México.
Tras la muerte de Mangas Coloradas, a quien los estadounidenses le cortaron la cabeza, Cochise, el esposo de su hija, asume el liderazgo de la etnia, peleando en Sonora, junto a Victorio que lo hacía en la zona de Chihuahua. A este último, señaló Roberto Carretas, lo matan a traición, como a Zapata y Villa; en este caso fue un tarahumara quien le dispara con un rifle que le había regalado el gobierno de Chihuahua.
Finalmente, la novela habla de Gerónimo, quien cansado de esta guerra hace su propio movimiento, cuyas incursiones y correrías son para “robar la Wells Fargo, las carretas de los pobladores, las vacas, los caballos, las mujeres y los niños; es una historia muy cruenta y fuerte”, aseguró.
Cansado de pelear, Gerónimo decide firmar la paz con México, pero fue interceptado por los soldados estadounidenses, quienes lo convencieron de firmar la paz con su país, tras lo cual fue enviado a una reservación en Oklahoma, donde murió, se dice que de una pulmonía y quedó recluido durante 27 años, pues jamás lo dejaron salir.
La novela gráfica Los grandes jefes apaches en Sonora cuenta con 25 capítulos y 38 ilustraciones, entre viñetas, dibujos y grabados, acompañados de textos cortos, descriptivos, ya que, apuntó Roberto Carretas, “como no soy buen escritor quise reforzar la historia con dibujos”.
Este proyecto, que inició en febrero de 2013, el dibujante lo pudo realizar gracias al apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) del Conaculta. Para la creación de Los grandes jefes apaches en Sonora, Roberto Carretas consultó libros y documentos que datan de más de 70 años.
Actualmente el dommy de Los grandes jefes apaches en Sonora, con dibujos originales del autor, en 40 hojas tamaño pliego, se encuentra en exhibición en el Centro de las Artes de la Universidad de Sonora. Ahora Roberto Carretas busca la edición de esta novela gráfica a fin de que no sólo los sonorenses, sino todos los mexicanos, conozcan y disfruten la historia de estos apaches.
