El primer hippie de la historia… y el más llorón

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El mito más antiguo de las culturas mediterráneas es el de un héroe que se pasó la vida trotando mundo, declamando poesía y tocando la lira en favor del amor y la paz, y que a la muerte de su mujer lloró tanto, ¡pero tanto!, que hasta los mismísimos dioses del Olimpo, garganta hecha nudo ‒y otros para quitárselo de encima‒, le dieron la excepcional oportunidad hasta entonces jamás otorgada de que fuera por su amada a las profundidades del inframundo, llamado Hades (una especie de Jardines del Recuerdo sin esmog), para traerla de regreso al mundo de los vivos.

Se trata de Orfeo, el primer músico y poeta de la historia, inventor de la lira y la cítara, cuya labor de llevar amor y armonía a toda criaturita del orbe lo convierte en el primer hippie de la historia, pero también en el primer hombre en demostrar que llorar por una mujer vale la pena… a veces.

Históricamente a Orfeo se le sitúa en el siglo XIV a.C., en Tracia, región de los Balcanes (entre Bulgaria, Turquía y Grecia), zona ruda que no podías pasar sin salir con un peinado de hachas. En efecto, las tribus tracias y macedonias nunca absorbieron la cultura griega, optando por el cogotazo como un mejor medio de comunicación.

Orfeo y la lira
“Orfeo”, George de Forest Bush.

Por un lado, la tradición oral dice que Orfeo fue un regalito que Apolo (después de Zeus el más importante en la genealogía olímpica) y Calíope (patrona de la poesía épica) recibieron por andar ligeros de ropas jugueteando tras los arbustos. Por el lado histórico Orfeo era hijo de un jefe tribal de Tracia.

Al crecer el muchacho le dio por arreglar peleas vecinales por medio del diálogo y la fraternidad. Tachado de irresponsable y presionado por su padre para que tomara la espada, Orfeo prefirió irse a vivir a Samotracia, una especie de Zipolite, Oaxaca, pero en isla. Ahí la vida era más sabrosa, y entre noches de fogata y “rolar el toque” conoció a una serie de revoltosos que más tarde lo invitaron a formar parte de una de las aventuras más psicodélicas de toda mitología griega y la historia de la literatura: las andanzas de Jasón y sus Argonautas en búsqueda del Vellocino de Oro. Gracias a las canciones de Orfeo la expedición de Jasón pudo vencer graves dificultades durante su azarosa travesía, como por ejemplo aplacar el embrutecedor y tóxico canto de las sirenas.

Para entonces Orfeo era la personificación de la belleza juvenil y con su frondosa y rizada cabellera dorada sacudida al viento gritaba libertad. Tocaba su lira con maestría excepcional y sus melodías apaciguaban bestias de mal aliento, paraban el cauce de un arroyo, que se detenía a escucharlo, movían flores, árboles y rocas a ritmo de chachachá y, por supuesto, hacía desmayar a las damiselas. Sí, Orfeo fue también el primer verdadero rock star.

mito de amor Orfeo y Eurídice
Fuente: Pinterest.

Orfeo siempre estaba viajando: “Después de tan ricas y profundas experiencias, pleno de sabiduría, poseedor de los secretos de las cinco religiones y maestro en los efectos de la armonía musical en el alma humana, había dejado en todas partes recuerdo indeleble de su espiritualidad, de su cultura y arte”, comenta el escritor Claudio Magris.

Entonces conoció a Eurídice, lindura que por razones desconocidas era perseguida por una tribu de pelafustanes. Amor a primera vista: enamoradísimos se casaron de inmediato. Ahora bien, tómese en cuenta que en la historia del hombre rara vez el amor fue considerado como la razón principal para casarse. Los griegos consideraban que el “mal de amores” era una variante de la locura y algunos filósofos decían incluso que un hombre que amara a su esposa con excesivo ardor era un “adúltero”. En la antigua India, enamorarse antes de casarse era una conducta juzgada como rebelde y antisocial. En China el amor excesivo entre esposo y esposa se consideró una amenaza a la solidaridad de la familia. En muchas culturas la exhibición pública del amor entre marido y mujer se tachaba de indecorosa. Un romano fue expulsado del Senado por haber besado a su esposa en presencia de la hija de ambos. Plutarco concedía que el castigo había sido algo excesivo, pero indicaba que todos sabían que era “indecente” besar a la propia esposa ante los demás. En resumidas cuentas, las parejas no podían poner sus sentimientos personales por delante de otros compromisos más importantes, como el vínculo con sus padres, hermanos, parientes o Dios mismo. Aun en sociedades que valoraron el amor entre esposos, la regla siempre fue que éstos lo mantuvieran bajo estricto control. Pero no Orfeo y Eurídice, quienes contracorriente se amaron como amantes bandidos y lo enseñaron al mundo con pelos y señas.

Orfeo y Eurídice
“Orfeo y Eurídice”, Catherine Sparks.

Sin embargo, la pareja no conoció por mucho tiempo la felicidad, pues mientras Orfeo andaba en su Peace & Love Tour, un pastor libidinoso de nombre Aristeo, de los que no hacen diferencia entre mujer u oveja, comenzó a acosarla a sol y sombra. En una de esas Eurídice escapó, pero en el intento tropezó con una piedra y cayó arriba de una serpiente. ¡Ups!

Sintiendo que no podía vivir si ella, Orfeo quiso quitarse la vida. Pero como odiaba la sangre prefirió hacer de sus Lamentos su misión. Entonces el dolido hippie vagó por el mundo cantando su amargura y desesperación a todo pulmón y volumen: “… a sus lastimeros ecos lloraban y se inclinaban los sauces, se entristecían las fieras y se desgajaban las rocas”.

Su vagancia lamentosa lo llevó a la Tesprótida, donde las muchas cavernas daban camino al siniestro inframundo. A cada criatura que se encontraba en el camino Orfeo le lloraba y le contaba su pena en forma de canción. Con su sollozo musical Orfeo llegó a tranquilizar la infernal furia del mismísimo perro Cerbero, cabronazo de tres cabezas, guardián de la entrada al inframundo, que aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no entraran. Todavía moqueando, Cerbero dejó pasar al hippie gimoteador.

(Lamento de Orfeo, de la obra Orfeo Chaman, de Christina Pluhar).

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Una vez que Orfeo llegó al Hades entonó su mejor canción ante la presencia de Perséfone y Plutón, soberanos del inframundo; les lagrimeó de tal manera que le dejaron llevarse a Eurídice, con la condición de que él fuera adelante y ella atrás y por ningún motivo volteara a verla hasta que les diera el sol a los dos.

Esto no sucedió, pues nuestro famoso lloricas no se aguantó las ganas, y al salir de la cueva volteó a verla cuando ella tenía la mitad de su cuerpo todavía en la sombra. Entonces Orfeo vio cómo su amada se desvanecía frente a él para siempre.

mito de Orfeo
“Orfeo y Eurídice”, Sir Edward John Poynter (Fuente: El centro del laberinto).

No hace falta decir que el bardo continuó llorando, hasta que un día colmó el plato de las Bacantes, un grupo de mujeres-rockeras-sacerdotisas dedicadas al reventón orgiástico en honor a Baco, quienes no les interesó la política de amor y paz del quejoso. Así que lo apedrearon sin misericordia y después lo descuartizaron. Virgilio cuenta que la cabeza de Orfeo la tiraron al río Ebro y que, aún desprovista de cuerpo, la cabeza seguía llorando y clamando el nombre de su amada: “¡Eurídice, Eurídice…!”. Fin de fiesta.

El tema de Orfeo y Eurídice ha sido muy explotado en la pintura, literatura, música, cine y el teatro. Por ejemplo, La fábula de Orfeo (1607), de Claudio Monteverdi, es considerada una de las primeras óperas en la historia. En 1959 el director francés Marcel Camus estrenó su película Orfeo Negro, que ganó la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a la mejor película extranjera. La banda sonora, con canciones de Antonio Carlos Jobim, sirvió para que el mundo conociera por primera vez un diferente estilo de Samba que se llamaría Bossa Nova.

El célebre actor Anthony Hopkins, que a su vez es un gran compositor, tiene una obra dedicada a Orfeo:

Con todo y moco suelto, Orfeo es el símbolo del poder del amor, que acompañado del poder de la música y la poesía vencen obstáculos, aunque al final el ser humano debe reconocer sus limitaciones.

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Alex Medina

Que desenfadado estilo de narrativa el tuyo. Ameno y super chido.

Gerardo Australia

Mil gracias por leer, Alex, y tomar de tu preciado tiempo un minuto para escribirme, de verdad lo aprecio mucho…
Un saludos cordial!!

Miguel Noyola

Excelente y ameno artículo, felicidades señor!!

Gerardo Australia

Muchas gracias don Miguel por tomarse el tiempo de leer y escribirme…Reciba un cordial abrazo!

Guillermo

Gerardo, un gran artículo. Uno llega a conocer el desenfado y la tristeza de Orfeo. Felicidades

Gerardo Australia

Mil gracias por leer, estimado Guillermo

Salvador Segura Levy

Gerardo, siempre con esa fluidez sabrosa y enriquecedora.

Gerardo Australia

Gracias, Chava, y más gracias por leerme!!!

Oscar Gabilondo

Simplemente extraordinaria narración!!
Gracias Gerardo
Adoptaré los usos y costumbres Indo Chinas …

Gerardo Australia

Mil gracias Oscar, sobre todo por tomarte el tiempo de leerme y escribirme!!!!

Excelente relato.
Así que Aristeo, considerado el primer apicultor, les echó a perder la vida a Orfeo y a Eurídice…
Muy buena historia como siempre! No me las pierdo.
Muchas gracias

Gerardo Australia

¡WoW!, eso no lo sabía…¿Así que el viejo Aristeo es el primer apicultor?, un aguijonero sin duda, jaja
Mil gracias por compartir Luis Enrique, pero sobre todo por tomarte el tiempo de compartir tu comentario
Un gran abrazo!

Daniel Gutiérrez

¡Muy interesante, Gerardo! desde ahora sigo tus escritos muy bien elaborados y amenos.

Te “conocí” de una manera muy curiosa, investigando quién era el autor de la canción de Alcanzar una Estrella que me gusta mucho, y di con tu biografía en la SACM. ¡Eres todo un polímata! Mereces más reconocimiento.

Ojalá te animaras a sacar una cuenta en twitter para seguir ahí todas tus creaciones.

Saludos cordiales

Gerardo Australia

¡Ah, Daniel!, vaya sorpresa y lo que es la vida!!!!, jajaja
Aprecio mucho tu comentario y te agradezco me leas y te tomes el tiempo de escribirme
Recibe un abrazo

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