Historia y origen del café, 2ª Parte

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¿Qué plan? ¿Nos tomamos un cafecito?

En la edición anterior, recorrimos hasta el continente europeo en la ruta del café, sin embargo, como bien sabemos, en función de la experiencia que tenemos cotidianamente, el café avanzó y, prácticamente conquistó el mundo. En ese camino de conquista, el siguiente territorio donde se expandió este grano fue el de Las Américas. He aquí la historia:

El primer registro de consumo de café en Norteamérica data de 1668, justo en la segunda mitad del siglo XVII, época en la que distintos establecimientos se inauguraron para su consumo: Nueva York, Filadelfia, Boston y algunas otras ciudades.  Una curiosa situación asociada al arraigo de estos locales para tomar café en los Estados Unidos es que fueron piedra angular para importantes instituciones financieras. Fíjate, el hoy distrito financiero de Wall Street está ubicado exactamente en la zona en que se encontraban los cafés, de hecho, un par de éstos sirvieron de sede de la entonces incipiente Bolsa de Valores Nueva York, así como del Banco de Nueva York.

Coffee shop.
Imagen: Savemoney.es.

Ahora bien, los datos anteriores corresponden al consumo del grano, evidentemente importado en los Estados Unidos. El cultivo de café en Las Américas está registrado hasta más de 30 años después. En el decenio de 1720, inicia quizá, el que para nosotros es el relato más romántico y fascinante en la historia del café:

Cuenta la leyenda que Gabriel-Mathieu Françoise de Clieu, oficial de la Marina francesa –que estando en servicio en Martinica, durante una solicitud de licencia–, en su viaje de vuelta de París, haciendo gala de su encanto personal y de manera más o menos clandestina, se agenció la ayuda de algunos miembros de la tripulación para llevar consigo un cafeto. El cafeto fue instalado en una caja de cristal y dejado en cubierta para mantener su temperatura y que no fuera dañado por el agua salada. El viaje, según De Clieu en su diario, estuvo lleno de incidentes: piratas tunecinos perseguían el buque, y enfrentaron una fuerte tormenta en la que el cafeto tuvo que ser amarrado a cubierta para que no saliera disparado al mar. Además, Gabriel- Mathieu se vio obligado a encarar a un envidioso que se convirtió en su enemigo a bordo y quien trató de sabotear el arbusto. Se dice que incluso, hubo una pelea violenta en la que una de las ramas del cafeto se quebró, no obstante, la planta logró sobrevivir.

La cadena de desgracias no terminó aquí, después de todos estos incidentes, el buque quedó inmóvil por falta de viento y fue necesario racionar el agua potable. Para De Clieu, que estaba claro qué lo más importante de todo era el cafeto, representó cederle a la planta la mayor parte del agua que le correspondía en el racionamiento con el propósito de asegurar su sobrevivencia.  Milagrosamente el cafeto logró sobrevivir y su dueño también. Finalmente, el buque llegó a Martinica y el cafeto fue replantado en Preebear, donde lo cercaron con un seto de espinas y fue cuidadosamente resguardado por esclavos.  Este cafeto creció y se multiplicó de tal manera que en 1726 se hizo la primera cosecha. Total, el registro indica que este primer cafeto fue sumamente prolífico, ya que en 1777 había entre 18 y 19 millones de cafetos en Martinica.

Gabriel-Mathieu Françoise de Clieu
Ilustración de Gabriel de Clieu (Tomada de Wikimedia),

Ésta fue la forma en que quedó establecido el modelo para un nuevo cultivo comercial que podía darse en el Nuevo Mundo. En fin, esta historia de Gabriel-Mathieu Françoise de Clieu puede ser la completa invención de una imaginación calenturienta, sin embargo, es hermosa y no quise perder la oportunidad de compartirla. Por supuesto tenía que ser un francés el protagonista, porque si volvemos a una narrativa más realista, los holandeses volvieron a escena como veremos a continuación.

¿Sí se acuerdan de que ellos fueron los primeros en sacar el café de Asia? Bueno pues en este caso, fueron ellos quienes empezaron a propagar el cafeto en América Central y del Sur estableciendo el territorio (donde hoy en día) el café reina, sin rival alguno, como el principal cultivo con fines comerciales del continente. Verás, desde éste lado, la historia dice que el café llegó primero a la colonia holandesa de Surinam en 1718, y después se plantaron cafetales en la Guayana francesa –el primero de muchos en Brasil–, en Pará. Por su parte, en 1730, los británicos entran a la jugada llevando el café a Jamaica, donde hoy en día, en las Blue Mountains, se cultiva uno de los cafés más famosos y caros del mundo.

Mientras tanto, el café fue siguiendo su ruta hasta llegar a México –desde las Antillas– por ahí del año 1790. Fueron muchas décadas para que entrara a territorio mexicano por Veracruz y comenzara a cultivarse, abriendo, hasta ahora y desde entonces, un gran mercado interno y de exportación que comenzó a florecer y se concretó en 1802 cuando Juan Antonio Gómez intensifica el cultivo en este estado.

Café mexicano.
Fotografía: am.com.

El café continuó simultáneamente su recorrido y, en esta ocasión, llegó por el sur, directamente desde Guatemala. Tan grande como es nuestro territorio, las rutas de acceso fueron diversas, así que el grano antillano llegó a Veracruz, mientras que por el sur llegaron las variedades que se instalaron en Chiapas, Michoacán, Jalisco, Nayarit y Colima.

Curiosamente, pasaron un par de décadas para que el café adquiriera fama en el país. En México el chocolate estaba profundamente arraigado en las costumbres de consumo de los mexicanos y, que compartiera su lugar de preferido, tomó su tiempo. Una vez que el gusto y el olfato educaron el paladar a los intensos sabores y matices del café, éste se instaló para siempre en los corazones de los consumidores nacionales y comenzaron a surgir las primeras cafeterías. El primer expendio de café del que se tiene registro, se abrió a finales del siglo XVIII en la calle de Tacuba, en el centro histórico de la Ciudad de México, convirtiéndose en uno de los puntos preferidos para las tertulias y reuniones de los ciudadanos y personajes de la aristocracia.

Así llegó el café hasta nuestros días y terminó por volverse producto de consumo cotidiano. Hay quien considera que su día no inicia hasta después de la primera taza, y hoy, existen centenares de versiones de preparaciones, cultivos, mezclas y marcas para consumo doméstico y comercial. Seguiremos el recorrido desde aquí hasta el presente y futuro del café, en la siguiente emisión del Ayer, Hoy y Mañana correspondiente. Mientras, ¿te ofrezco un cafecito? ¿Cómo lo tomas?

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