“La arquitectura también se escucha”: Jimena de Gortari

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La Arquitectura ha privilegiado hasta ahora la dimensión visual del espacio urbano y se ha olvidado que “la Arquitectura también se escucha”, señaló la doctora en Arquitectura Jimena de Gortari, al participar en el Coloquio Académico Cultura y Sonido, celebrado en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Ciudad de México.- La egresada del doctorado en Arquitectura de la Universidad de Catalunya y quien realizó posteriormente una estancia posdoctoral en el Departamento de Ciencias Sociales de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, sostuvo que los materiales y la configuración espacial de las ciudades “reflejan y estructuran los sonidos en modalidades específicas”.

De ahí la importancia de saber escuchar e inventar los medios técnicos y científicos de la escucha, así como de analizar “todos los sonidos que nos envuelven”.

La académica del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Iberoamericana advirtió que para diseñar el espacio, los arquitectos y urbanistas debieran incluir la sonoridad de ese espacio y tener en cuenta que “el sonido rebota, se absorbe, resuena”, entre otros factores que hace que suene de cierta manera.

En la actualidad, añadió, los sonidos de la ciudad únicamente se miden; es decir, se analizan los impactos de acuerdo con los decibeles que se tienen, pero no los efectos en la percepción de la gente.

Expuso que cuando el ruido de fondo como el que tiene lugar en cualquier calle donde pasan autos, transporte público, entre otras fuentes, rebasa los 60 decibeles, “es casi imposible tener una conversación normal, por lo que es muy raro que la gente platique en medio de una calle bulliciosa, y cuando lo hace, la comunicación se convierte en un intercambio de cortas frases hechas a gritos”.

Tras señalar que la ciudad de México tiene un “continuo sonoro” muy superior a los 60 decibeles, señaló que cuando el ruido de fondo es menor a esa intensidad y llega a 45 o 50 decibeles, es posible percibir el resto de sonidos, altos y bajos de las voces, los pasos, las canciones, entre otros.

Añadió que “el ritmo de vida actual nos está llevando a ser cada vez más insensibles a la información que recibimos a través del oído y nos ha hecho perder la capacidad de valorar la calidad sonora de los entornos”.

Jimena de Gortari sostuvo que “debemos empezar a detallar los elementos sonoros de los distintos espacios de la ciudad y trabajar con ellos”, porque hasta ahora, la única manera de hacer frente al dominio sonoro –el ruido– es a partir de disminuir los decibeles, cuando es necesario aprender a “diseñar el sonido”, que se ha limitado a la absorción o al aislamiento acústico a nivel arquitectónico.

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