Nuevos actores de la Innovación Tecnológica en el mundo occidental

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Los gigantes tecnológicos parecen estar asumiendo el liderazgo de la investigación y desarrollo (I+D) internacionalmente, con Amazon y Google a la cabeza. ¿Qué significa esto para la orientación de la innovación?

1. Relación estado sector privado en I+D en Estados Unidos

Estados Unidos fue el líder científico y tecnológico global indiscutible en el período de postguerra, lapso en el cual financiaba alrededor del 70% de la I+D mundial (entre 1950 y 1960). Buena parte de esta actividad de investigación estaba motivada por el sector de defensa de Estados Unidos, impulsada por la Guerra Fría y por la carrera por la conquista del espacio contra la Unión Soviética. De ahí provino la base para el desarrollo en computadoras y electrónica, comunicaciones satelitales, avances aeroespaciales y más adelante incluyeron a la farmacéutica. La contribución de Estados Unidos en I+D se había reducido a un 28% del total mundial en 2017, no tanto porque esa nación hubiera disminuido su financiamiento en términos reales a este rubro, sino porque otros países aumentaron muy considerablemente su gasto en I+D. De hecho, este tipo de financiamiento creció a una tasa de 4.3% al año en Estados Unidos entre 2000 y 2017, pero esa expansión en China fue de 17% anual en el mismo lapso.

Los protagonistas del gasto en I+D en Estados Unidos también han cambiado, asumiendo una creciente presencia el sector privado, mismo que contribuía con el 70% del total del financiamiento de la I+D en 2018 (en comparación con el 50% a fines de los años 60), mientras disminuía comparativamente el aporte del sector público (Congressional Research Service, 2020).

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Imagen: Pulso Social.

No obstante su menor participación, el rol del Gobierno Federal de Estados Unidos sigue siendo crucial, pues en 2018 financiaba el 41.8% de la investigación básica en ese país, que es la que da lugar posteriormente a la investigación aplicada y su desarrollo para ser aprovechado por el sector productivo (Congressional Research Service, 2020). Sin embargo, aquí también ha estado ocurriendo un cambio, pues la participación del sector empresarial también aumentó su participación en el financiamiento de este tipo de investigación durante las últimas dos décadas.

Dentro del sector empresarial estadounidense son las compañías más grandes –arriba de 10,000 trabajadores–  las que financiaban más de la mitad de toda la I+D en ese país en 2017 (de acuerdo a Science & Engineering Indicators, National Science Board). Y, desde esta perspectiva, es impresionante el protagonismo que están adquiriendo los gigantes tecnológicos en I+D. En 2018 las diez empresas más grandes de Estados Unidos, encabezadas por Amazon y Alfabet (la empresa “madre” de Google), invirtieron 122 mil millones de dólares en I+D, es decir, el 21% de toda la I+D realizada en Estados Unidos en ese año (580 mil millones de dólares). Nótese que las diez empresas norteamericanas más grandes –seis de las cuales son del sector de software, sistemas digitales, electrónica y computación– contribuyen con el equivalente del 85% del aporte de las diez empresas más grandes del mundo a I+D.

En síntesis, hay un desplazamiento del protagonismo en I+D hacia las grandes empresas que cada vez dominan más la economía occidental y, dentro de ellas, particularmente los gigantes tecnológicos de Estados Unidos y esta tendencia se profundizará.

La pandemia actual de COVID-19 está generando la peor depresión económica internacional desde 1932 y, a la vez, las grandes compañías del mundo digital han tenido enormes ganancias durante estos últimos meses, adicionales a las que ya estaban acumulando anteriormente. Como bien se sabe, los servicios provistos por estas grandes plataformas digitales se han vuelto indispensables en medio de las cuarentenas, encierros y distanciamiento social, por lo que probablemente su rol en el mundo, en muchos sentidos, pero también en la innovación se ampliará notablemente, dada la dificultad que los países están teniendo para financiar múltiples rubros, incluyendo los muy presionados sistemas de salud, el seguro de cesantía a millones y millones de nuevos desempleados, entre otros.

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Imagen: Digiday.
2. Dirección, contenido y propósito de la I+D bajo los nuevos líderes empresariales

Podemos decir que los gigantes tecnológicos han estado profundizando el mundo del conocimiento mediante la colección de enormes y crecientes cantidades de información y analizándola, entre otras formas, a través de la Inteligencia Artificial (IA), lo que ha generado cambios disruptivos en la tecnología.

Tómese el ejemplo de Amazon que lidera actualmente la actividad de I+D en el mundo y cuya presencia en esta función aumentó en proporción casi geométrica en los últimos años. Amazon desarrolla la experimentación en toda su compañía para “ayudar a sus clientes a tomar decisiones sobre qué comprar”. La innovación impulsada desde el lado del consumidor produjo un fuerte desarrollo del Internet, desencadenando otras innovaciones en la web. Como lo expresó Jeff Bezos, el CEO de Amazon, a los ejecutivos de su propia empresa en 2012: “Sobre todo, alineense con los clientes. Ganen cuando ellos ganen. Ganen sólo cuando ellos ganen” (traducción propia). Es decir, el consumo es el motor de la I+D de esta empresa y la información sobre sus clientes es su mina de oro. Amazon ha invertido sustancialmente en áreas extremadamente innovadoras como Servicios en la Web de Amazon (AWS, por sus siglas en inglés) que es la plataforma en la nube más usada y con más información en el mundo, lo que le permite ofrecer innumerables servicios de centros de datos; el muy conocido Kindle, cuya introducción fue un parteaguas en cómo lee la gente; Alexa (Amazon Echo), que responde a cualquier pregunta de un usuario en una enormidad de aspectos; y Amazon Go, que es el concepto más avanzado de comercio, la tecnología que permite hacer compras en la forma más avanzada imaginable.

Es inevitable preguntarse si la orientación de la I+D inspirada en los consumidores en diversos mercados es la mejor guía para generar un avance para la sociedad humana, considerando que esto excluye a una buena parte de ésta por estar en los márgenes del mercado debido a sus escuálidos ingresos e incluso incomunicados vía los medios digitales. Si observamos la misión de Google, no es muy diferente a la de Amazon, pero tiene un alcance más universal: “Organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil”, lo cual requiere innovaciones permanentes en casi todas las disciplinas de ciencias de la computación. Como se explica en un documento reciente relativo al enfoque de Google sobre la investigación, mucha de ésta se orienta a nuevas formas de procesar una enorme cantidad de datos, lo que significa “entender” el significado de documentos, realizar traducciones entre idiomas con cada vez más precisión, traducir imágenes en texto, entre una infinidad de operaciones.

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Imagen: Chema Gutiérrez.

Algunos de los destacados avances se aplican a la salud, lo que es invaluable para la humanidad. Google Salud (o Google Health) es un área de Google que sí aporta instrumentos extremadamente útiles para mejorar la salud de la población mundial, al menos para aquella que tiene acceso digital. A través de los instrumentos de Google se puede conocer la condición médica de las personas (medición de temperatura, presión arterial, condición física, etc…). Google Salud también está contribuyendo, mediante la IA, a diagnosticar cáncer y otras enfermedades, así como para dar seguimiento a la recuperación de los pacientes.

Sin duda, las plataformas que encarnan la revolución digital están prestando servicios importantísimos en la presente emergencia de la pandemia. Gracias a ellas hay canales de comunicación instantáneos para llevar a cabo una cooperación sin precedentes entre investigadores científicos en el mundo que estudian el virus y buscan su prevención o su cura mediante una nueva vacuna, medicamentos nuevos o ya existentes; facilitan el rastreo a través de teléfonos inteligentes de los afectados por el coronavirus y posibles contagios de personas en estrecho contacto con éstos (esfuerzo conjunto Google-Apple en Estados Unidos); ayudan al mantener distanciamiento social mediante teletrabajo y estudio a distancia.

Pero, los avances mencionados no han sido alcanzados por los gigantes tecnológicos por sí solos. Es importante en este punto traer a colación el trabajo de Mazzucato (2018), que estudió con detenimiento el caso de los iPhones de Apple y el vínculo entre la tecnología que se aprovechó para su desarrollo y el aporte tecnológico hecho por la propia empresa para alcanzar esta gran innovación (experiencia no muy distinta de la de otros gigantes tecnológicos). La autora muestra cómo todas las tecnologías esenciales para el iPhone provienen de la investigación básica que en su momento financió el gobierno de Estados Unidos, entre otros “… el GPS, Internet, comunicación celular, Siri, microchips, pantallas dactilares” (Mazzucato, 2018) y atribuye el verdadero genio de Steve Jobs, creador del iPhone, a la integración de estas tecnologías que fueron inventadas por otros y al diseño muy original de sus productos. Es decir que por sí solos no podrían haber logrado estas innovaciones.

A pesar de lo impresionante de los logros de la sociedad del conocimiento que en este momento nos está auxiliando ante la pandemia, cabe preguntarse si la ciencia y la tecnología y su aplicación están enfocándose a resolver los problemas más grandes del mundo actual, más allá de la pandemia, es decir, los problemas que aquejaban a la humanidad antes de ésta y que persisten o se agravan actualmente.

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Imagen: Visual Scribing.

En este sentido es importante preguntarse si no debiera haber, como plantea Mazzucato en un artículo reciente (2018), políticas públicas con propósitos específicos (mission driven policies) para superar los grandes problemas de nuestra era. Ella propone que “la gran ciencia se aboque a resolver los grandes problemas”, que a su juicio son el cambio climático y la calidad ambiental, los cambios demográficos, la salud y el bienestar, problemas de movilidad, a lo que habría que agregar la pobreza y la desigualdad. La autora considera que los gobiernos tienen la oportunidad de influir sobre la orientación del crecimiento y de la innovación realizando inversiones estratégicas a lo largo de la cadena de innovaciones y en múltiples sectores. Entidades como el Instituto Nacional de Salud en Estados Unidos tiene como propósito “desarrollar conocimientos fundamentales sobre la naturaleza y el comportamiento de los sistemas vivientes y la aplicación de ese conocimiento para fortalecer la salud, alargar la vida y reducir las enfermedades y las discapacidades.” He ahí una institución que no genera ganancias pero merece todo el apoyo imaginable.

En la práctica, como se mencionó anteriormente, la I+D está trasladándose cada vez más al sector privado y dentro de éste a las grandes empresas tecnológicas, incluso este sector está tomando mayor responsabilidad en la investigación básica. Pero ¿podrán orientar el avance de la I+D hacia lo que se necesita? Ésa es la gran inquietud que surge.

Sin duda, la diversificación de los gigantes tecnológicos es cada vez mayor en materia de I+D y su aplicación. Elon Musk, la cuarta persona más rica del mundo y CEO de varias enormes empresas, está presente en la producción desde automóviles eléctricos (Tesla) hasta cohetes espaciales (SpaceX). Entre estos extremos Musk desarrolla está una serie de otras actividades con innovaciones disruptivas: en telecomunicaciones (Internet satelital masiva y económica); energía solar; infraestructura para el transporte, incluyendo nuevas formas de construir túneles; inteligencia artificial y robótica; tratamientos médicos y prótesis. Tiene proyectos extremadamente ambiciosos y casi fantasiosos como la interfase cerebro-máquina que conectaría el cerebro humano directamente a las computadoras. La presencia de Musk en todas estas esferas se llega a denominar el “ecosistema de Musk”. Algunas de estas innovaciones, además de ser extremadamente redituables seguramente favorecerán el progreso en el mundo, pero probablemente muchas de ellas dejarán intactos algunos de los problemas más apremiantes de nuestra era y que amenazan la existencia misma del planeta.

Algunas grandes empresas, y específicamente algunos CEO, son más sensibles a este tipo de responsabilidades que otros, como ha sido el caso de Bill Gates, co-fundador y CEO de Microsoft. Gates dejó la dirección de Microsoft en 2000 en parte para dedicarse a impulsar la Fundación Bill y Melinda Gates con un activo de 50 mil millones de dólares. Esta fundación respalda programas que abordan problemas globales como el de pobreza, mortalidad infantil, pandemias, y las restricciones al acceso de servicios de salud y educación. Pero los Gates son muy escasos en el mundo de los negocios. No se puede dejar exclusivamente en manos de los grandes empresarios, que buscan márgenes de ganancias sin límites y ponen a este servicio las innovaciones tecnológicas, el dominio creciente sobre la I+D. Sin una definición y financiamiento suficiente de ámbitos públicos en la I+D, ésta queda casi totalmente restringida a los impulsos del mercado.

Versión en inglés:


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Dr. Graciano Calva Calva

Excelente razonamiento de como los lideres empresariales fagocitan, sin importar el origen, todas las innovaciones científicas y tecnológicas (ICT) que prometen ganancias ilimitadas. Quizá sea necesario pensar en estrategias que apoyen también el desarrollo de ICT, que sin ser muy lucrativas, son indispensables para mantener un equilibrio de vida y bienestar.

Teresa

Buenissimo

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