De Qué Se Trata

Facebook y Google van a pagar “a su manera”

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Las plataformas tecnológicas operan supranacionalmente y tienen un poderío económico frecuentemente comparable al de países completos. Gozan, asimismo, de una gran flexibilidad porque se mueven en una franja global muy pobremente regulada y los países en general carecen de un marco legal expreso para ordenar su operación. Con esta gran libertad, una de las cosas que más irrita a estos gigantes es que les traten de controlar nacionalmente, por ejemplo, mediante cobro de impuestos locales o políticas anti-monopolio. Pero las circunstancias están cambiando….

Australia ha sido el primer país (otros están en camino) que ha pasado una disposición legal, un Código de Conducta Mandatorio, con el fin de “equilibrar” el poder de negociación entre las plataformas digitales, específicamente Facebook y Google (pero podrían agregarse otras plataformas en el futuro) y los medios periodísticos. Las primeras utilizan gratuitamente las noticias que producen los segundos y, a la vez, reciben cuantiosos ingresos por los anuncios publicitarios que acompañan la retransmisión de noticias. Todo ello con el agravante de que la publicidad ha tendido a desplazarse desde los medios noticiosos a las plataformas digitales, lo que ha llevado a los medios a perder importantes ingresos que anteriormente obtenían por esta vía. A fines de 2019, se estimaba que el 70% de los ingresos generados por la publicidad digital en Estados Unidos eran captados por solo tres grandes compañías tecnológicas (Google, Facebook y Amazon). Para Australia, la agencia de competencia registraba que el 47% de todos los ingresos de publicidad en línea iban a Google y el 21% lo absorbía Facebook.

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Imagen: Times of India.

Australia decidió que estos fondos debían compartirse entre plataformas y agencias de noticias de manera de reducir el poder monopólico de ambos gigantes tecnológicos y compensar de esta manera al periodismo.

La nueva disposición requiere que Facebook y Google paguen por el contenido noticioso producido por terceros y que ellos retransmiten desde sus plataformas a las redes sociales y, aunque la negociación debe ser hecha directamente por los involucrados, se establece un sistema de arbitraje para dirimir posibles disputas. El gobierno designará al árbitro y con ello se espera eliminar el desbalance de poder de negociación entre plataformas y las agencias de noticias. En caso de que Facebook y Google no tengan acuerdos con los medios, el Tesoro de Australia puede “designarlos” para que paguen su acceso a los contenidos de noticias.

La amenaza de promulgar el Código de Negociación con los Medios de Noticias suscitó una batalla entre Facebook y el gobierno de Australia antes de ser aprobado. Facebook mostró su inconformidad ejerciendo por primera vez todo su poder monopólico para forzar al gobierno de ese país a revisar la disposición: interrumpió la transmisión de todos los contenidos informativos dentro de Australia y de este país hacia el resto del mundo durante casi una semana. Google no reaccionó del mismo modo porque no tiene la fuerza monopólica de Facebook ya que los usuarios pueden fácilmente cambiar de buscador prácticamente sin costo. De todas formas, esta compañía amenazó con salirse del mercado australiano, pero inmediatamente después cambió de estrategia y comenzó a negociar con las diversas compañías noticiosas y alcanzó varios acuerdos en forma bastante rápida (por ejemplo, con News Corp, Nine Fairfax, Seven West Media, The Guardian y la compañía de noticias ACM).

Hay que notar que esta nueva disposición de Australia, que se venía gestando desde inicios de 2020, período en que otros países también han estado discutiendo este tema, no tomó por sorpresa a estos gigantes tecnológicos. Ya la venían venir. Por ello han adoptado medidas propias para compensar “a su manera” a las industrias periodísticas sin tener que someterse a reglas establecidas por los gobiernos. A fines de 2020 Google lanzó una iniciativa para distribuir mil millones de dólares a lo largo de tres años entre las compañías del sector de noticias en el mundo (News Showcase). Facebook adoptó una política similar el mes pasado (News Tab). A mediados de febrero de 2021, Google ya había llegado a acuerdos con alrededor de 450 agencias de noticias en diversos países para pagarles mensualmente una determinada cantidad con el fin de acceder al contenido de sus noticias.

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Imagen: Sam Whitney.

Pero la resistencia de las plataformas a seguir reglas impuestas por los países es enorme. A través de su “huelga”, Facebook logró doblegar a las autoridades australianas para que modificaran varios aspectos de la propuesta que estaba prácticamente lista para someterse al Parlamento en la segunda semana de febrero de este año. Las más importantes son, primero, que las compañías digitales tendrán que ser informadas con un mes de anticipación que serán sometidas al “Código”, lo que les dará tiempo extra para negociar con las empresas periodísticas; segundo, si hay una disputa, se extiende el período de negociación voluntaria por dos meses para alcanzar un acuerdo, antes de tener que someterse a un arbitraje; tercero, tendrá que tomarse en cuenta si la empresa de noticias en cuestión ya ha sido beneficiada por un acuerdo comercial con la plataforma de la que se trate o por los programas que ésta haya lanzado para pagar contenidos noticiosos por su propia iniciativa (News Showcase de Google, News Tab de Facebook, por ejemplo); cuarto, el arbitraje se considera un recurso de última instancia.

Después de la batalla entre gobierno y Facebook, tras la publicación de la nueva ley (el 25 de febrero) todos se declararon ganadores, y de alguna forma lo son: Australia por ser el primer país que hace obligatoria una contribución de las plataformas a los medios de comunicación; las compañías periodísticas que firmen acuerdos comerciales con las plataformas; y Facebook (y de paso, Google) por haber logrado mediante un verdadero berrinche que la propuesta inicial se modificara, a manera de tener mucho mejores condiciones para evitar tener que enfrentar el arbitraje del gobierno.

Si bien Australia ha hecho historia con la ley mencionada, desde bastante tiempo antes la Unión Europea había dado pasos similares a los mencionados para el caso de Australia, aunque algo más débiles (no incluye la figura de arbitraje). En 2019, la Unión Europea modificó sus leyes de derechos de autor, que incluyen derechos conexos (neighboring rights) y, entre otras cosas, permite a las agencias de noticias exigir a las plataformas digitales que les paguen por usar sus contenidos, además requieren a las plataformas contar con una licencia para hacer uso de tal información. Francia fue el primer país europeo en implementar esta directiva, agregando para ello un capítulo a su Código de Protección a la Propiedad Intelectual a mediados de 2019.

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Imagen: Seyyed dela Llata.

No es coincidencia, por tanto, que para fines de enero de 2021, Google alcanzara un acuerdo con una importante asociación de agencias de noticias francesa (Alliance de la presse d’information générale) para pagarles fragmentos de sus contenidos. Inicialmente Google se resistió a pagar a las agencias de noticias en ese país y planeaba no retransmitir noticias provenientes de esas fuentes, pero la autoridad de competencia francesa (FCA) estimó esta acción como injusta y perjudicial para el sector de la prensa y un posible abuso de poder de mercado por parte de esa plataforma, de manera que finalmente tuvieron que negociar el pago de noticias.

Canadá, por su parte, se encuentra activamente elaborando una legislación que va en el mismo camino que Australia y Francia. El Ministro del Patrimonio (Heritage) del país, Steven Guilbeault, dijo a periodistas a mediados de febrero que “Canadá está al frente de esta batalla … estamos en el primer grupo de países en el mundo que está haciendo ésto”….“Sospecho que pronto tendremos cinco, diez, o quince países adoptando reglas similares … ¿Facebook cortaría sus lazos con Alemania o con Francia?” Esto sería, según él, “totalmente insostenible”. A ello agregó que Canadá no reaccionaría como Australia, debilitando su propuesta de ley inicial frente a un boicot por parte de Facebook, como el que llevó a cabo en Australia.

El país que no está satisfecho con la ley australiana es Estados Unidos. Este manifestó poco antes de la promulgación de la ley que “El Gobierno de Estados Unidos está preocupado que un intento, mediante una legislación, para regular las posiciones competitivas de actores específicos …. vaya en claro detrimento de dos compañías de ese país con resultados dañinos” (de la Oficina Ejecutiva del Presidente) (traducción propia). Es dudoso que Estados Unidos se embarque en promover una legislación similar a la de Australia o el Código de la UE pronto, pero si la práctica establecida se extiende a muchos otros países, incluyendo a su vecino del norte, quizás terminen por introducir estas disposiciones allí también (a menos que en Estados Unidos los aportes voluntarios que hagan las plataformas a los medios sean comparables a las que hacen en los países en que hay una ley como la descrita para Australia o Francia).

En todo caso, las nuevas reglas que fuerzan a las plataformas a pagar contenidos de las agencias de noticias es sólo un primer paso para redistribuir algo de la enorme ganancia que están haciendo estas grandes empresas a base de retransmitir contenidos o información que usualmente asimilan gratuitamente. ¿Cuál será el paso siguiente?


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La agenda tecnológica del presidente Joe Biden

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La agenda de gobierno del presidente Biden se enfoca principalmente en los retos de frenar el coronavirus, reducir las tensiones raciales, combatir el cambio climático, superar desigualdades sociales y mejorar sustancialmente la deficiente atención de salud a la población. Es dentro de esta agenda que hay que buscar la política de innovación tecnológica de la nueva administración pues está imbuida en ella.

En la campaña se mostró claramente la preocupación de Biden por el deficiente financiamiento a la I+D en Estados Unidos a lo largo de muchas décadas: en 1964 el apoyo a la I+D del gobierno federal a este rubro era de 2% del PIB, mientras que en 2020 llegaba sólo a 0.7% PIB. Por ello, durante su campaña, Biden se propuso aumentar la inversión en 300 mil millones de dólares a lo largo de cuatro años para impulsar, entre otras cosas, la I+D a nivel federal, y especialmente para tecnologías disruptivas (incluyendo tecnología para vehículos eléctricos, nuevos materiales, 5G e Inteligencia Artificial, entre otras) e instituciones estratégicas como el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). Pero la forma en que se canalizarán estos fondos estará estrechamente vinculada al resto de su programa de gobierno.

El Information Technology & Innovation Foundation (ITIF) hizo una muy completa incursión en los más diversos materiales, incluyendo los discursos de campaña de Biden, para dilucidar su agenda tecnológica y este artículo se basa mayormente en dicha fuente. Esta institución sostiene que el programa de tecnología e innovación de Biden significará “más gasto, más regulación, más multilateralismo”.

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Imagen: Ceba Sestaro.

El pronóstico de ITIF es que Biden probablemente se enfocará a incentivar la I+D, especialmente en el sector de energías limpias; a expandir la banda ancha en el sector rural y en las áreas necesarias para reducir la brecha digital; e impulsará la educación y la capacitación para adecuar el capital humano a los nuevos requerimientos de la tecnología. En contraste, es muy posible que la nueva administración reduzca su apoyo al desarrollo de la tecnología vinculada a defensa.

Junto con las iniciativas en las áreas mencionadas, el nuevo gobierno tiene intenciones (y la necesidad) de hacer más extensivas las regulaciones que atañen a la tecnología en áreas como privacidad, Inteligencia Artificial (IA), automatización, plataformas de Internet, banda ancha, leyes antimonopolios, entre otras. Les es de especial preocupación la privacidad de los datos personales en las plataformas digitales y Biden ha mencionado más de una vez que Estados Unidos debería adoptar políticas semejantes a las europeas –que son más rigurosas– en este terreno. El esfuerzo de modernización de la legislación probablemente incluiría una revisión de la Electronic Communications Privacy Act (ECPA) de 1986 que tiene aspectos obsoletos. Ello no obsta para que se siga una política de datos abiertos para permitir, por ejemplo, tener resultados positivos en salud, como la lucha contra el cáncer.

Asimismo, la administración de Biden pretende reestablecer la neutralidad en las redes originalmente introducida por el expresidente Obama y que el gobierno de Trump descartó. La neutralidad en la red permite igual acceso a los proveedores sin discriminar por contenidos, origen ni tipos de datos. Los operadores de Internet no pueden negociar con los usuarios la calidad del servicio que reciben a cambio de un pago. No pueden proveer un acceso a mejor o peor conexión, a velocidades diferenciadas, es decir, se trata de proveer terreno parejo para todos los usuarios.

En el sector manufacturero de tecnología avanzada, el gobierno de Biden tienen intenciones de impulsar a varios sectores no sólo con los 300 mil millones de dólares mencionados para I+D, sino también con otros 400 mil millones de dólares en compras federales (que ahora más que antes se enfocaría en comprar lo fabricado en Estados Unidos).

El sector farmacéutico es uno de ellos. Aunque Estados Unidos es líder en innovación en ciencias de la vida, su papel como productor manufacturero en esta área se ha rezagado. Entre 2009 y 2018, por ejemplo, el valor agregado en farmacéuticos cayó cerca de una tercera parte mientras que el resto de las manufacturas aumentaba en 23%. La intención del nuevo gobierno es respaldar más I+D mediante el apoyo a la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado de Biomédicas (BARDA, por sus siglas en inglés) para generar nuevos medicamentos y retomar el liderazgo en esta actividad, con especial atención a los fármacos y vacunas contra el COVID-19.

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Imagen: Ben Kirchner.

Otra de sus metas en manufactura avanzada es expandir la producción de semiconductores en Estados Unidos para lo cual se introdujo una propuesta de Ley a mediados de 2020, llamada la “Chips Act”, que ayudaría considerablemente a esta industria. Si bien Estados Unidos sigue liderando tecnológicamente este rubro a nivel internacional, sufre una fuerte competencia de otros países y ahora sólo provee el 12% del total de la oferta mundial de semiconductores. Es muy probable que Biden apoye esta línea para proteger la competitividad de este sector y compensar de alguna manera los enormes apoyos que reciben los investigadores y productores de este rubro en China, por ejemplo.

La industria de energía limpia está entre las más altas prioridades de Joe Biden. El financiamiento a la I+D de la energía limpia está considerado dentro de los 300 mil millones de dólares para I+D ya mencionados. Sin embargo, tiene pensado invertir, además, dos billones de dólares en energía limpia y en infraestructura verde en sus primeros cuatro años de gobierno (40% de lo cual iría a beneficiar a comunidades más atrasadas). La meta establecida por el nuevo gobierno es llegar a 2050 con cero emisiones y descarbonizar su red eléctrica para 2035, incluyendo la captura de carbono, su utilización y su almacenamiento. Más aún, la administración entrante había propuesto en campaña crear una Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados en temas de Cambio Climático (el existente –ARPA– se centra en temas de defensa) para generar tecnologías nuevas y disruptivas en este campo (ITIF).

En concordancia con el programa de energías limpias, el gobierno de Joe Biden respaldará fuertemente al sector productor de automóviles eléctricos. Para ello no sólo usará el programa de compras públicas, sino que facilitará la operación de la industria y las condiciones para los usuarios de estos vehículos. Entre otras medidas, pretende reincorporar una reducción al impuesto a la compra de automóviles eléctricos como incentivo a la demanda. También habrá apoyo a la I+D para desarrollar tecnología en baterías y almacenamiento de energía y, junto con el sector privado, las Estados y otros actores, tiene pensada la construcción de 500,000 estaciones para la carga de electricidad, de manera que para el 2030 se pueda transitar por todo el territorio con un auto eléctrico.

Entre sus planes, Biden también quiere generar un apoyo de 10 mil millones de dólares de capital de riesgo para pequeñas empresas a nivel estatal, con especial énfasis en empresas cuyos dueños pertenezcan a minorías étnicas y/o a mujeres.

agenda tecnologica de biden
Imagen: Axios.

Todo lo anterior iría acompañado de un esfuerzo por mejorar la educación y la capacitación de la población de manera que pueda asimilar y operar las nuevas tecnologías. Para ello, aumentarían las materias de ciencias en computación en las escuelas, particularmente en los últimos seis años e invertiría 20 mil millones de dólares en la construcción de laboratorios, y otra infraestructura necesaria para estos propósitos. A la vez que se tiene la intención de mejorar la educación, especialmente en áreas científicas en el país, la tónica de los apoyos del gobierno es de inclusión. Así, por ejemplo, se tiene el propósito de eximir a estudiantes de familias con ingresos menores a 125,000 dólares anuales de pagar matrícula, al mismo tiempo que se reducirá el costo de los préstamos para poder estudiar.

El nuevo gobierno pondría especial empeño en las instituciones de enseñanza superior con estudiantes mayormente afroamericanos y otras minorías (HBCU, por sus siglas en inglés) para hacerlas más accesibles, mejor equipadas e innovativas. Los Community Colleges de orientación más técnica y cuyos estudiantes provienen de familias de menores ingresos, se harían gratuitos con el respaldo del gobierno federal y de los estados. También se haría un interesante esfuerzo por vincular la formación en los Community Colleges con las empresas de manera que estén en mayor sintonía respecto del tipo de empleados que se necesita en el sector productivo.

Un tema importante en la campaña de Biden fue el de ciberseguridad, y adquirió mucha más relevancia cuando en diciembre de 2020 se descubrió el más grande y prolongado ataque de ciberespionaje hasta entonces registrado en contra de instituciones públicas estratégicas de Estados Unidos. Las medidas que se adoptarán en este tema no se han definido aún.

El enorme reto del presidente Biden será conciliar las necesidades inmediatas de combatir el COVID-19 mediante vacunaciones masivas y respaldar la recuperación económica de ese país con la necesidad impulsar la tecnología para mantener su rol de liderazgo en este terreno a nivel mundial… Nada fácil si se considera que Estados Unidos registró un déficit presupuestario federal de 3.3 billones (trillion) de dólares en el año fiscal de 2020, más del triple que en el año fiscal 2019. Este déficit como porcentaje del PIB es el mayor que se haya registrado desde 1945.

No obstante, si estas políticas del presidente Biden tienen éxito, Estados Unidos podría cerrar el cuatrienio encaminado hacia una nueva etapa de florecimiento de la I+D y ofrecerá un paisaje diferente en un entorno mundial donde se azuza al fantasma de la declinación norteamericana frente a China.


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Ciberataques: la otra plaga

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 “Los atacantes fueron exitosos en tomar por sorpresa al gobierno federal, que estaba desprevenido y no preparado”… “La verdad es ésta: la administración Trump ha fallado en priorizar la ciberseguridad” (traducción propia) (Biden, martes 22 de diciembre, 2020).

En los últimos días se ha descubierto el ataque de ciberespionaje más grave y probablemente más prolongado (lleva entre seis y nueve meses operando y no parece haberse detenido del todo) que hasta ahora se haya registrado en contra del gobierno estadounidense, aunque todavía no se sabe la dimensión completa de esta irrupción. El Departamento de Energía (DOE) y la Administración de Seguridad Nuclear Nacional (NNSA), esta última encargada de las reservas nucleares de Estados Unidos, fueron blanco de una ataque cibernético por hackers internacionales que pudieron haber extraído muy valiosa información de las bases de datos de estas agencias. Pero el daño es mucho más extenso, pues se calcula que alrededor de 18,000 organizaciones descargaron la engañosa actualización del software de una empresa administradora de redes (SolarWinds) incluyendo muchas dependencias gubernamentales, además de 85% de las 500 empresas listadas en Fortune. Entre estas últimas está Microsoft, que difícilmente uno hubiera imaginado vulnerable a estos ataques.

Es paradójico que el hackeo se haya hecho a través de la plataforma Orion de la empresa SolarWinds que administra redes –supervisa su desempeño, analiza el tráfico de información, monitorea el almacenaje de información, entre otras varias funciones–, lo que debería contribuir a mejorar la seguridad de dichas redes en lugar de debilitarlas. Más irónico aún es que los piratas informáticos hayan utilizado las mismas armas cibernéticas de esa compañía para penetrar los sistemas de las empresas o gobiernos que contratan sus servicios. “Los atacantes lograron acceso al software de SolarWinds antes de que hubiera una versión actualizada para sus usuarios. Sin sospecharlo, éstos bajaron una versión alterada del software, que incluía una puerta trasera que daba acceso a los piratas a la red de la víctima” (NYT, traducción propia).

ciberataques en estados unidos
Imagen: Science Photo Library.

La gravedad del asunto se refleja, por ejemplo, en que el 16 de diciembre tres agencias federales estadounidenses –Federal Bureau of Investigation (FBI), Agencia de Ciberseguridad e Infraestructura Security (CISA) y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI)– hicieron una declaración conjunta sobre el hackeo que se ha descubierto y que sigue aún su curso y formaron un Ciber Grupo de Coordinación Unificado (UCG) para enfrentar la situación.

Detrás del ciberataque descrito está, aparentemente, el grupo Cozy Bear (APT29), que normalmente está respaldado por la agencia de inteligencia rusa, de manera que las consecuencias de la irrupción pueden ser una sorpresa nada agradable.

Como bien se sabe, el ciberataque para el que se utilizó SolarWinds no es un hecho aislado. Los ataques de este tipo constituyen el nicho de mayor crecimiento dentro del total de crímenes en Estados Unidos y, a nivel global, se espera que el costo de estos actos llegue a 6 billones (trillions) de dólares en 2021 (el doble de lo que se registró en 2015). Los ciberataques son una amenaza cada vez mayor para las empresas, las dependencias gubernamentales y las personas. 

Hay un creciente uso de lo que se llama la “red oscura”. En realidad ésta consiste en una red de comunicaciones que va superpuesta al Internet y que permite la comunicación sin que se revele la identidad de los usuarios y mantiene en secreto la información que viaja por esta red. La creación de este tipo de red (Tor, por sus siglas en inglés) fue financiada originalmente por el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos, y como muchos avances tecnológicos, tenía como propósito facilitar la comunicación en temas de defensa sin estar expuestos al escrutinio público. El proyecto Tor está manejado por una organización sin fines de lucro del mismo nombre y se dedica a la investigación y la educación.

No obstante, la darkweb o red oscura ha estado convirtiéndose en un floreciente mercado para el crimen organizado desde la cual se lanzan sendos ataques cibernéticos. Incluso se ha simplificado para los delincuentes el uso de esta vía para realizar sus trasgresiones. Originalmente se necesitaban destrezas especiales para efectuar un ataque, pero se ha estandarizado la tecnología y facilitado el acceso a las herramientas tecnológicas que ahora se pueden conseguir como un “servicio”. Así, se puede acceder al software malicioso como un servicio para llevar a cabo actos delictivos de muy diverso tipo.

dark web
Imagen: Julyan Bayes.

En su informe reciente –Data Breach Investigations Report 2020– Verizon muestra los resultados de la investigación sobre más de 32,000 incidentes cibernéticos registrados en 2019, de los cuales más del 10% fueron ataques delictivos exitosos. La cobertura de este informe se concentra en Estados Unidos y Canadá, pero casi la mitad de los casos son del resto del mundo. Entre las trasgresiones destacan el ataque de denegación de servicio (DoS por sus siglas en inglés), que consiste en un ataque que copa la capacidad de un servidor, una red, o una computadora por lo que se vuelve inaccesible para los usuarios. Muy común es también el Phishing que son técnicas por las que un delincuente engaña a un usuario a través de una identidad falsa, induciéndolo a proveer información confidencial y a realizar acciones que le son perjudiciales. También está el ransomware o rapto digital de un sistema computacional, no tan frecuente, pero de efectos potencialmente devastadores; es la infección de un servidor que requiere el pago de un rescate para ser liberado por los secuestradores. Los botnets, por su parte, son un conjunto de robots informáticos o bots, que se ejecutan de manera autónoma y automática, mismos que pueden infectar computadoras o servidores y controlarlos de manera remota. Sólo para mencionar algunos de los mecanismos usados en ciberataques.

Cerca de la mitad de los casos analizados por Verizon fueron provocados por el crimen organizado y alrededor del 10% fueron autoría de Estados-Naciones, o afiliados de éstos. En 2019, 86% de los ciberataques estaban enfocados al robo financiero. Pero es difícil saber qué ciberataques son peores que otros y el número de ellos a veces no devela su importancia. Por ejemplo, no sabemos si el magno ciberataque reciente en Estados Unidos realizado a través de SolarWinds pueda tener un impacto político o bélico mucho mayor, quizá, que cualquier ciberataque financiero. Es muy difícil juzgar o poner en una balanza los efectos de distintas trasgresiones digitales.

En el período de pandemia del COVID-19, los delincuentes cibernéticos no se han tentado el corazón. A la vez que se ha expandido enormemente el uso del Internet debido al comercio digital, el trabajo a distancia y la provisión de una serie de servicios por esa vía, los ciberataques y el ciberespionaje han encontrado terreno fértil para operar. Hubo acusaciones de Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá en julio de este año contra los servicios secretos de Rusia por tratar de robarles a través de la web información para la generación de la vacuna contra el COVID-19. Asimismo, estafadores han utilizado como fachada la OMS para, a través de correos electrónicos u otros medios de comunicación digital, solicitar al público donaciones a fondos ficticios para supuestamente apoyar la lucha contra la pandemia. En períodos álgidos de la pandemia ha habido una ola de secuestros de los servidores hospitalarios, interrumpiendo la operación normal de esos nosocomios y poniendo en peligro las vidas de pacientes en ellos.

ciberataque y delincuencia
Imagen: Uno Cero.

La dinámica de la innovación tecnológica en el campo digital es extraordinaria y el avance de la delincuencia va pisándole los talones. Éste es el caso, por ejemplo, del uso creciente del Internet en la nube. Es sumamente atractivo trasladar todas las operaciones computacionales a la nube, pues es más eficiente, más rápida y más económica. Sin embargo, no existe suficiente experticia sobre ciberseguridad en la nube ni en los sistemas híbridos de seguridad en equipos y en la nube. 

Los sistemas de seguridad contra los ciberataques son más débiles en las regiones en desarrollo, como América Latina, si se les compara con los países desarrollados. Estos países suelen tener un marco legal y regulaciones más débiles, las empresas tardan en actualizar los programas de seguridad, falta una conciencia de los usuarios y las empresas del peligro en las redes, y hay menos profesionistas especializados en seguridad digital. En el caso de México, el país es blanco de un gran número de ciberataques. Según la empresa de seguridad Kapersky, 22.8% del total de los ciberataques dirigidos a negocios en América Latina entre enero y septiembre de 2020 se enfocaron en empresas mexicanas, es decir, ocupó el segundo lugar en esa región, después de Brasil. En México los mayores delitos digitales ocurren en el sector financiero y han ido “modernizándose” al compás de la innovación de la ciberdelincuencia mundial. Aunque México cuenta con una Estrategia Nacional de Ciberseguridad (2017), se necesita reforzar mucho las políticas, y la aplicación de las que existen respecto a la protección de datos personales para personas físicas y morales. El país cuenta con una Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares (LFPDPPP, 2010) y el Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI), pero este marco legal-institucional es considerado más débil que aquel que tienen Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Brasil. Además, es necesario crear una mayor conciencia de la importancia de este tema entre los ciudadanos y empresas y, a la vez, capacitar un mayor número de técnicos e ingenieros en seguridad digital, de lo contrario todos estamos expuestos crecientemente a la extorsión, el engaño y el robo virtual.


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Elon Musk: empresario del año, una vez más (Fortune, 2020)

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En un artículo mío reciente exponía cómo se ha ido desplazando la iniciativa y financiamiento de la investigación y desarrollo (I+D) hacia el sector privado y, si hay un ejemplo notable de ello, es lo que encarna el genial Elon Musk.

Elon Musk se convirtió a fines de noviembre del presente año en la segunda persona más rica del mundo después de Jeff Bezos (CEO de Amazon). Entre los empresarios más acaudalados e innovadores, Elon Musk es de los más osados, imaginativos y perseverantes y está ayudando a ampliar el conocimiento y la innovación en varias áreas medulares para la humanidad. Éstas se centran en actividades que pueden ayudar a mitigar los problemas de las emisiones efecto invernadero, proyectar a los seres humanos hacia la conquista del espacio y desarrollar una Inteligencia Artificial (IA) que él llama “amigable” (DW).

En el ámbito del combate al cambio climático, Elon Musk ha impulsado Tesla Motors (o Tesla Inc. en su versión actual), SolarCity y The Boring Company que contribuyen a acelerar la transición a la electricidad limpia y al transporte eléctrico. Tesla, la compañía que produce automóviles eléctricos y que controla aproximadamente un tercio del mercado de vehículos de este tipo actualmente, quintuplica el valor conjunto de General Motors y Ford (Fortune).

Musk, junto con otros socios, comenzaron a desarrollar la idea de producir un coche eléctrico en 2003, justo cuando General Motors abandonaba la idea de hacerlo debido a todas las dificultades y limitaciones que presentaban los automóviles basados en esta tecnología hasta ese momento (insuficiente autonomía, baterías con capacidad limitada, baja velocidad, falta de infraestructura, entre otros). Elon Musk entró a esta actividad justo cuando parecían inviables los coches impulsados por energía renovable. Además, con una visión mucho más amplia de los retos energéticos, simultáneamente se propuso desarrollar baterías significativamente mejores para el almacenamiento de energía renovable de amplio uso.

tesla
Foto: Actualidad.

Los objetivos de Tesla Motors eran muy ambiciosos: elaborar un vehículo eléctrico que pudiera competir con los mejores automóviles deportivos de gasolina, empezando con un modelo de lujo muy caro para luego, en etapas posteriores, fabricar coches eléctricos mucho más accesibles y así irlos popularizando (nótese que aún no llega a esta meta pues el más económico de ellos sigue siendo bastante caro, 36,000 USD). Este emprendimiento era carísimo, tardado y muy complejo, considerando toda la I+D y las inversiones que se debían hacer. Si bien Elon Musk y en menor medida otros socios del sector privado aportaron enormes cantidades de dinero para llevar a término este proyecto, de no haber sido por fondos públicos de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA) en 2008, y un importante préstamo en 2009 como parte del Advanced Technology Vehicles Manufacturing Loan Program (ATVM), la empresa hubiera quebrado. Aún así, y habiendo logrado aumentar su producción año con año, durante la década de los 2010 y hasta 2019, registró pérdidas. Entre 2019 y 2020 Tesla por primera vez logró tener ganancias. La venta de créditos de emisiones de CO2 a otras automotrices fue lo que más le ayudó.

La fabricación de los vehículos y los demás productos elaborados por Tesla tienen detrás una enorme cantidad de I+D e invenciones cuya utilidad irá mucho más allá de Tesla misma. Según un abogado especialista en patentes, Tesla tenía más de 900 solicitudes de patentes ya aprobadas o en proceso en 2020 (desde 2014 se supone que hay libre acceso a las patentes de Tesla). Como muchos procesos de invención y, luego, innovación, los emprendimientos de Elon Musk han enfrentado innumerables obstáculos, demoras y fracasos, pero en suma, ha sido una historia de éxito.

Elon Musk prevée que al transitar enteramente a una flota de automóviles eléctricos el consumo de electricidad se duplicará. Por eso se necesitará poder almacenar energía de generación intermitente como la eólica y la solar con baterías especiales para ello. Desde 2015, Tesla ya produce dos sistemas de almacenamiento de energía renovable que podrían llegar a abastecer mucha de la actividad eléctrica en la economía. En 2016, Tesla se fusionó con SolarCity, que se especializa en la instalación de paneles solares fotovoltaicos y creó el proyecto Solar Roof para fabricar tejas de vidrio que absorben los rayos solares para producir electricidad, pero con una tecnología diferente de la de los paneles solares. Estos proyectos tampoco han estado libres de problemas técnicos y financieros.

The Boring Company fundada por Musk responde a su preocupación por el inmanejable nivel de tráfico que se ha generado en las ciudades (se inspiró en un embotellamiento que le tocó en Los Ángeles). La compañía tiene el propósito de construir túneles subterráneos en forma eficiente para que en ellos se puedan instalar los tubos para el sistema HyperLoop, que revolucionaría los medios de transporte. En ellos podrían trasladarse cápsulas o vagones con 28 pasajeros a una velocidad casi supersónica de 1200 km por hora aproximadamente, por lo que un viaje de Los Ángeles a San Francisco se haría en media hora, por ejemplo. Esta velocidad sería posible de alcanzar porque los tubos casi carecerían de aire, lo que reduciría al mínimo la fricción de los vehículos, además de que éstos flotarían. El sistema funcionaría con energía eléctrica generada por paneles solares y el costo del transporte sería menor al del tren, el avión o el automóvil actualmente. Indudablemente, si se hace realidad esta gran innovación, habría un gran beneficio para el medio ambiente y para las personas. Las primeras pruebas de esta vía de transporte ya se están realizando.

hyperloop
Imagen: LZone.

El otro gran emprendimiento de Elon Musk es la conquista del espacio, facilitando los viajes a esa dimensión y teniendo como meta final la colonización de la Luna y de Marte. Por lo pronto, desde 2002 este empresario ha desarrollado la compañía Space Exploration Technologies Corp., conocida como SpaceX, que provee servicios de transporte espacial. La empresa ha revolucionado la industria espacial al inventar un cohete que puede re-utilizarse, regresando a la tierra una vez cumplida su misión y pudiendo emprender nuevos viajes al espacio, lo que además, abarata el transporte extraterrestre. SpaceX ha completado más de cien viajes al espacio y recientemente hizo su primer traslado de astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional, lo cual no tiene precedentes, pues anteriormente no había habido una colaboración público-privada espacial de este calibre.

En el campo de la investigación de la Inteligencia Artificial, Elon Musk en asociación con otros emprendedores creó la empresa sin fines de lucro OpenAI (2015), cuyo objetivo es “avanzar en el campo de la inteligencia digital de una manera en que sea posible beneficiar a la humanidad como un todo, sin las limitaciones de tener que generar retornos financieros” (traducción propia). La empresa ofrece acceso gratuito a sus resultados de investigación de IA y además de los avances propios en este terreno espera contribuir a la seguridad de dicha IA y evitar que grupos poderosos la monopolicen.

El fin último de esta compañía no está del todo claro porque es una tecnología en marcha, que avanza a pasos agigantados y a lo que contribuirá la empresa. Pero cuando la IA supere la inteligencia humana, OpenAI quiere asegurarse que esa inteligencia se usará con buenos propósitos. Más recientemente (2020), OpenAI ha comercializado una Interfaz de Programación de Aplicaciones (o API, por sus siglas en inglés), que son un conjunto de funciones y procedimientos que pueden ser usados por otro software. Con ello la empresa deja de ser puramente altruista y logrará así tener fondos para financiar la I+D de OpenAI.

No menos importante es la incursión que está haciendo Elon Musk en el desarrollo de interfaces cerebro-computadora, para lo cual fundó la empresa Neuralink Corporation (en 2016). Acerca de sus actividades, se puede leer en su página web: “Estamos creando el futuro de las interfaces cerebrales: estamos construyendo dispositivos que ayudarán a personas con parálisis y estamos inventando nuevas tecnologías que expandirán nuestras habilidades, nuestra comunidad, y nuestro mundo”. La idea es que puedan tratarse problemas neurológicos estimulando el cerebro en forma directa. Están diseñando el primer implante neuronal que permitirá a las personas controlar los aparatos digitales y la computadora desde el cerebro con sólo pensar qué quieren hacer.

Viendo la impresionante capacidad de Elon Musk de empujar la frontera del conocimiento en tantas direcciones diferentes y cruciales, no sorprende que desde 2006 haya recibido más de 25 reconocimientos de los más diversos organismos: ambientales, aeronáuticas, aeroespaciales, exploradores, entre muchos otros. Hay que agregar a los logros tecnológicos de Elon Musk que muchas de sus innovaciones las ha compartido, pues al ser de fuente abierta, quedan a disposición del público para emplearlas de diversas formas y para que otros también puedan realizar avances adicionales a partir de esos nuevos conocimientos. Por último, también es necesario reconocer que la motivación de muchos de sus inventos tienen que ver con resolver algunos problemas importantes que enfrenta la humanidad como el cambio climático, la contaminación, y las limitaciones que enfrentan muchas personas con problemas físicos que les impide usar los medios digitales, entre otros.

elon musk
Imagen: Compote.

Dicho esto, retomemos el tema de quienes desarrollan la innovación actualmente. Es el sector privado en los países desarrollados el que realiza la mayor parte de la I+D (los países emergentes con la gran excepción de China, no contribuyen mayormente a ello). Las empresas privadas asumen el 60% de tal esfuerzo en Singapur, el 78% en República de Corea, y 72% en Estados Unidos. El sector público en realidad tiene más importancia de la que parece porque provee buena parte del apoyo de investigación básica, la educación y la infraestructura que se necesita. La pregunta, entonces, es: ¿debería continuar esta tendencia o debería el sector público asumir un rol más activo en orientar el avance de la tecnología para que ésta realmente responda a las mayores necesidades de la humanidad?

En el caso de Elon Musk, varios de sus inventos e innovaciones responden a prioridades sociales y otros innovadores también han hecho importantes contribuciones, pero los retos son enormes y no se puede esperar que la iniciativa privada responda a todos ellos espontáneamente. Los gobiernos que tienen una visión de conjunto de los grandes problemas de la sociedad necesitan tomar más responsabilidad.

Algunas personas como Arati Prabhakar, nada menos que ex Directora de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada en Defensa (o DARCA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, y que ahora dirige una ONG –Actuate– que se enfoca en ubicar las innovaciones que pueden resolver los mayores problemas sociales, considera que la I+D e innovación debería poder responder adecuadamente a cuatro retos fundamentales: generar datos e información confiable; una verdaderamente buena salud para toda la población; oportunidades para cada persona (superar la desigualdad); y mitigar el cambio climático.

Se necesita un ecosistema de innovación que ayude a enfrentar estos retos sociales y los genios tecnológicos como Elon Musk deberían ser parte de un esfuerzo colectivo para resolver los problemas más apremiantes de la humanidad. Pero los gobiernos también deberían asumir un mayor rol para que la tecnología que producen los actores privados se orienten más a resolver los problemas urgentes de la sociedad. Y, por cierto, si no lo hacen por falta de recursos sería hora de cobrar, para este fin, los impuestos necesarios a los grandes gigantes tecnológicos que han producido multibillonarios.


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La tecnología de la información: herramienta esencial para enfrentar la pandemia

Lectura: 7 minutos

Graciela Moguillansky* y Claudia Schatan.

1. Las TICS son una gran ayuda para hacer frente a la pandemia

El contar con un sistema sanitario digitalizado que permita prevenir, diagnosticar, tratar y hacer seguimiento de las enfermedades, se constituyó a nivel mundial, en una de las claves a la hora de frenar y tratar la COVID-19. Esta tecnología que recibe el nombre de eHealth o eSalud, venía desarrollándose con anterioridad sobre todo en los países de más altos ingresos, incorporando la Inteligencia Artificial (IA), incrementando el uso de la telemedicina o sacándole el máximo provecho al Big Data para el tratamiento y procesamiento de miles de datos.

En una breve reseña de las herramientas más desarrolladas durante la pandemia, destacan las Apps de pre-diagnóstico, y aquellas diseñadas para controlar la expansión del virus a través de datos de localización. Las primeras han suplido la falta de realización de test masivos a la población, permitiendo orientar al usuario sobre las posibilidades de estar contagiado y cómo deben actuar en estos casos. Por su parte, las Apps de localización han permitido trazar la ruta del virus, monitoreando a aquellas personas contagiadas, o posiblemente contagiadas, e indicando a la población qué lugares suponían un mayor riesgo de contagio. Si bien esta herramienta ha sido extremadamente útil en Corea del Sur, el principal escollo de su implantación en el resto de los países se encuentra directamente relacionado con la regulación del derecho a la privacidad y la protección de datos, ya que estas Apps se basan en la información de geolocalización de los usuarios.

Los chatbots han sido otro tipo de aplicaciones que han ayudado a transmitir información de manera más natural por medio de la conversación, llevando a cabo una función preventiva esencial. Muchos han sido los países que han apostado por esta forma de comunicación con la población para asesorar sobre la posibilidad de estar o no contagiado y sugerir recomendaciones sobre las medidas a tomar. 

Inteligencia Artificial, algoritmos
Imagen: PMFarma México.

Por su parte, el uso de la telemedicina fue potenciada ante el colapso de los hospitales y el temor al contagio, funcionando a través de consultas telefónicas, videollamadas o plataformas web. Sin embargo, el grado de eficacia de esta herramienta ha dependido de la madurez de la interoperabilidad del sistema, idealmente permitiendo la conexión con la historia clínica previa del paciente, y la incorporación posterior al registro clínico habitual del mismo.

Por último, la tecnología 3D ha coadyuvado a suplir algunas carencias de material médico y de protección a las personas, como las pantallas de protección y respiradores o partes de ellos, entre otros elementos.

2. El estado de avance de la eSalud en América Latina y el Caribe (ALC) al momento de la pandemia

Ha habido disposiciones sobre la eSalud, por ejemplo, del Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), instando a sus Estados Miembros a generar las condiciones para que las TIC se incorporen en los sistemas nacionales de salud, pero a inicios del 2020 se había avanzado poco en esta materia.

De hecho, el desarrollo del ecosistema digital de ALC alcanza un nivel intermedio en el mundo, muy por debajo del logrado por Estados Unidos o Europa Occidental, aunque tiene mejores indicadores que los de Asia-Pacífico y África. A la vez, la tasa anual de expansión de la digitalización en ALC es menor a la de otras regiones a nivel internacional. Esta relativa lentitud dificulta el manejo y el análisis de la enorme cantidad de información proveniente del ámbito sanitario que, además, está fragmentada y almacenada en múltiples silos con datos no integrados.

chatbots
Imagen: Canales TI.

Un aspecto fundamental para lograr esta integración de la información médica es la interoperabilidad de los sistemas que dan soporte al proceso asistencial. Dicho intercambio efectivo de información entre los actores y sistemas se logra por medio de la utilización de estándares comunes, siendo su adopción uno de los obstáculos para el avance de la interoperabilidad y con ello el desarrollo de la eSalud.

En la práctica, el avance en eSalud en ALC es muy heterogéneo, como lo señala la Oficina Regional de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Los datos disponibles al año 2015, mostraban que si bien el 61% de los países contaba con una estrategia nacional de eSalud, muchos aún debían pasar de la fase de la formulación de políticas y estrategias a la de implementación, estando más rezagados aquellos países de menores ingresos per cápita. Lo anterior se revela, por ejemplo, en que sólo un 26.3% de los países del continente americano cuenta con una legislación que apoya el uso de la tecnología de la información en los sistemas nacionales de salud. Al mismo tiempo, el 73.7% de esos países atribuían su incapacidad de crear historiales electrónicos de salud de los pacientes a la falta de financiamiento.

El estudio de la UIT destaca como otros retos a superar, además de la falta de interoperabilidad de los sistemas informáticos y el pobre financiamiento, la carencia de identificación electrónica (firma electrónica del ciudadano), escasez de profesionales con las aptitudes y la experiencia apropiadas para elaborar y ejecutar proyectos en torno a la eSalud, las deficiencias en la infraestructura tecnológica y la falta de compromiso político, indispensable para movilizar los recursos jurídicos, financieros, humanos y de infraestructura cruciales para adoptar y poner en marcha los servicios de eSalud. A lo anterior se debe agregar las diferencias lingüísticas, en particular en países con importante población indígena. De esta manera, la incorporación de la tecnología de la información en salud es aún un gran desafío para la región.

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Imagen: El Diario Vasco.

3. ¿Está aprovechando ALC las nuevas tecnologías digitales para enfrentar el COVID-19?  

Existe una marcada disparidad en la disponibilidad de infraestructura digital entre y dentro de los países de ALC, lo cual ha sido un obstáculo para ofrecer servicios de salud digitales adecuados durante la presente pandemia. A ello hay que agregar que, especialmente durante los primeros meses del COVID-19, las redes digitales fueron sometidas a un fuerte estrés debido al aumento de las comunicaciones virtuales, con el correspondiente incremento del tráfico de información. Por ejemplo, en Argentina y Brasil aumentó este tráfico entre febrero y fines de abril de 2020, entre un 30% y 50%. Ello causó una disminución de la velocidad de descarga de las redes y entorpeció las comunicaciones digitales justo en el momento en que más se necesitaban.

Ante los problemas enfrentados, los países latinoamericanos reaccionaron de distintas formas. Entre las medidas específicas tomadas por los gobiernos para superar las limitaciones de acceso a Internet durante la pandemia se pueden mencionar: la negociación de algunos gobiernos con los operadores de redes de Internet para congelar las tarifas (Argentina); ofrecer más tiempo a los usuarios en forma gratuita (México) y evitar la interrupción de los servicios de telefonía Internet y TV por falta de pagos (Ecuador), todas iniciativas que ayudaron a mitigar algo las desigualdades de acceso. A la vez, varios países han buscado la forma de ampliar el espectro de manera temporal para mejorar la capacidad de transmisión de datos. Perú, por ejemplo, asignó espectro adicional durante un periodo de seis meses a los operadores con el propósito de garantizar la continuidad y la calidad del servicio de Internet. Asimismo, se ha apostado por aumentar la velocidad y estabilidad de las comunicaciones digitales al incorporar un mayor número de Puntos de Intercambio de Tráfico (IXP, por sus siglas en inglés). Este tipo de plataforma permite a los proveedores locales de Internet canjear su tráfico de datos sin solicitar a compañías foráneas que realicen la interconexión. En Costa Rica, por ejemplo, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), ha podido aumentar la velocidad de Internet con el ingreso a un circuito nacional de intercambio de datos, activando un IXP.

Nótese que a pesar de las medidas tomadas, de acuerdo a un estudio de CEPAL, en junio de 2020, sólo el 44% de los países de la región contaba con suficiente velocidad de descarga para permitir el desarrollo de varias actividades simultáneas en línea.

No obstante las dificultades mencionadas, prácticamente todos los países desarrollaron sitios web y/o aplicaciones descargables fácilmente desde un teléfono inteligente, a través de los cuales las autoridades nacionales de salud entregaron información actualizada de la situación de la pandemia e informaron sobre las medidas adoptadas por el sector público al respecto. Muchos proveen mecanismos para que las personas puedan hacerse un autodiagnóstico respecto a la enfermedad; proveen información sobre la ubicación de hospitales o clínicas a las cuales la población puede acudir si necesita atenderse; pueden incluso conseguir una cita virtual para atención médica; y en un par de países (Uruguay y Perú) existe el rastreo de pacientes con COVID-19 para su confinamiento y alertar a las personas con las cuales estuvieron en contacto (CEPAL).

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Imagen: El Espectador.

En cuanto a la interoperabilidad, Uruguay es el país que más éxito ha tenido para crear un sistema de este tipo (Sistema Nacional Integrado de Salud), pues se encuentran digitalizados los datos clínicos del 95% de la población. Esta información, además, está protegida a través de un dictamen de protección de datos personales en una ley de telemedicina. Con la ayuda de la Inteligencia Artificial (IA), este sistema clasifica a las personas según su riesgo clínico y los médicos pueden así determinar el grado de emergencia que puede tener el tratar cada caso. Costa Rica, por su parte, también ha avanzado en concentrar la información médica de la población y el Expediente Digital Único en Salud (EDUS) cubre alrededor del 30% de la población. Los recursos digitales descritos para Uruguay y Costa Rica muy probablemente jugaron un rol importante en el control bastante efectivo de la pandemia en ambos países. Los demás países de la región están lejos de contar con una interoperabilidad semejante.

Hay otros avances muy importantes en eSalud en ALC y que están en la frontera tecnológica. Se han desarrollado plataformas sofisticadas para ofrecer otros servicios de salud que pueden ser muy útiles especialmente durante la pandemia, pero cuya aportación seguirá siendo muy valiosa en el futuro. Tal es el caso de la plataforma mexicana desarrollada por técnicos y médicos Teeb.Health, mediante sistemas operativos iOS y Android para la atención médica digital que utiliza la tecnología Blockchain. Con esta plataforma los médicos, pacientes, hospitales y farmacias, podrán contar con la expedición virtual de recetas médicas, acceder a expedientes clínicos y realizar consultas virtuales, al mismo tiempo que se protege la privacidad de los datos del paciente. Se necesitaría contar con este tipo de plataformas en forma más generalizada en los países de ALC.

Es indudable que la pandemia ha acelerado la incorporación de la tecnología de la información y la comunicación en los sistemas nacionales de salud de ALC. Sin embargo, la pandemia también deja en evidencia el atraso de la tecnología en la mayor parte de la región respecto a la de las naciones desarrolladas, así como la desigualdad en el acceso. La inclusión de eSalud, a la luz de la presente emergencia, se ve como una prioridad para poder atender un derecho esencial de la población.


*Graciela Moguillansky es economista graduada de la Universidad de Chile, consultora internacional, especialista en desarrollo productivo e innovación, fue funcionaria de CEPAL, Naciones Unidas.


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Pandemia y Educación: Drásticas Lecciones

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Graciela Moguillansky* y Claudia Schatan.

Se estima que 1.5 mil millones de estudiantes en el mundo estaban privados de asistir a sus escuelas en el momento más álgido del confinamiento experimentado hasta ahora. De este universo, casi un tercio – 463 millones– no tenía acceso a una educación remota desde su casa, mientras que en América Latina la pandemia de coronavirus provocó el cierre temporal de miles de colegios, afectando a 160 millones de estudiantes, al tiempo que un porcentaje no despreciable pertenece a centros educativos sin herramientas tecnológicas a su alcance (UNICEF).

Es por ello que, para continuar la instrucción a todo nivel, la incorporación de la digitalización en los sistemas de educación es de suma urgencia. Pero mientras que ajustarse a una enseñanza remota desde casa vía Internet u otro medio de comunicación no significa un desafío demasiado grande para muchos estudiantes y maestros, ello es todo un reto o, de plano, una imposibilidad para otro sector grande de la población.

En la práctica, estamos al borde de dos puntos de inflexión en sentidos opuestos: para aquellos maestros y alumnos más preparados no sólo en el manejo de medios digitales, sino de sistemas educativos innovadores, la pandemia podría ser incluso un estímulo para incorporar métodos de última generación de aprendizaje; pero para los sectores inmersos aún en sistemas más tradicionales de educación, lo que es común en estratos socio-económicos más desfavorecidos, la presente situación podría significar un gran retroceso en el proceso de aprendizaje.

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Imagen: Connectas.

1.Sistemas prometedores de enseñanza antes y durante la pandemia

Existen escuelas, especialmente en los países desarrollados, pero también algunas exclusivas en los países en desarrollo, donde se habían introducido nuevas formas de aprendizaje, que ya incluían el trabajo digital intensivo de maestros y estudiantes mucho antes de la pandemia y que preparan a los alumnos a ser bastante independientes en su instrucción. Estos son los que menos problemas estarían teniendo para adaptarse a las circunstancias actuales.

La revolución tecnológica por la que atravesamos desde hace años ha estado demandando un capital humano muy diferente al que se forma en sistemas tradicionales de enseñanza. Se necesitan niños y luego jóvenes que tengan mayor capacidad de reflexión, flexibilidad y creatividad y que puedan insertarse en sistemas productivos tecnológicamente cambiantes y de creciente complejidad. Los sistemas digitales han servido para que los estudiantes aprendan por su cuenta una parte importante del currículum académico mientras las clases presenciales se dedican a los aspectos más analíticos de la enseñanza.

Si la educación tradicional, como muestra la Taxonomía de Bloom, consiste en seis pasos: recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear, las cuales mayormente deben realizarse en clase, con el enfoque más moderno de enseñanza, la idea es que los primeros tres pasos se lleven a cabo antes de la clase presencial (para lo cual puede accederse a los materiales de forma virtual con anticipación). El sistema más socorrido dentro de este nuevo enfoque es lo que se llama The Flipped Classroom (o de “aula invertida”, en español) que es “un modelo pedagógico que transfiere el trabajo de determinados procesos de aprendizaje fuera del aula y utiliza el tiempo de clase, junto con la experiencia del docente, para facilitar y potenciar otros procesos de adquisición y práctica de conocimientos dentro del aula”. Ello libera tiempo de clase y los estudiantes se enfocan más al aprendizaje activo a través de preguntas y discusiones que estimulan la exploración y la generación de ideas. A través de este modelo, los alumnos tienen una participación mucho más activa en su aprendizaje, y los maestros tienen un rol de guía en lugar de transmitir el conocimiento en clase a un conjunto de estudiantes que reciben en forma pasiva los contenidos del programa de estudios.

The Flipped Classroom
Imagen: The Flipped Classroom.

Nótese que la capacidad misma de innovación o de adaptación de nuevas tecnologías es actualmente fundamental para el avance de los países en la revolución tecnológica 4.0, por lo que una enseñanza que incentive el talento creativo entre los estudiantes, es muy importante. El profesor por tanto, crecientemente actúa como un facilitador del aprendizaje y ayuda a los alumnos a “enfocar-explorar-reflexionar-aplicar”.

A nivel de técnicos superiores y universitarios, también se han revolucionado los métodos tradicionales de educación en varios países. Un ejemplo es el sistema de aprendizaje basado en problemas (ABP) que requiere que el profesor sea sólo un guía en el proceso de aprendizaje, mientras los estudiantes aprenden a través del descubrimiento. Además, ante los problemas que se plantean en el ABP los estudiantes pueden encontrar múltiples soluciones, lo que estimula su capacidad creativa e innovadora.

En la práctica, los sistemas de educación descritos son aún una excepción en países en desarrollo y tienen acceso a ellos sólo una pequeña élite. Sin embargo, la expansión de las redes de Internet  han ayudado a la comunicación digital para la educación, sin que ello garantice un método de enseñanza avanzado. En un trabajo reciente (CEPAL- UNESCO) para siete países de América Latina, se muestra el tipo de tareas que entre el 50 y el 80 por ciento (dependiendo del nivel socioeconómico al que pertenecen) de los estudiantes de 15 años realizaban en 2018 utilizando medios digitales, entre otras: emplear sitios web de aprendizaje, realizar tareas escolares en una computadora; descargar o subir material en la página web de la escuela o navegar por ella; usar redes sociales para la comunicación con profesores y otros estudiantes sobre tareas escolares. Éste es un avance, pero la mayoría tiene mucho camino que recorrer aún.

taxonomia de bloom
Imagen: Compartir Palabra Maestra.

2. Esfuerzos realizados hacia estudiantes de hogares de bajos ingresos durante la pandemia

Los resultados de las pruebas Pisa anteriores a la pandemia, ya mostraban que los países de América Latina se ubicaban en los últimos puestos del ranking internacional de calidad educativa, fallando en altos porcentajes en los conocimientos y habilidades mínimas esperadas para su edad, para desenvolverse adecuadamente en la vida y en la academia y para enfrentar los retos del siglo XXI. El problema se agrava más con la suspensión de las clases presenciales en casi todos los países de la región, y sobre todo entre los estudiantes de familias de bajos ingresos.

De acuerdo a la especialista de educación del BID, Elena Arias, en América Latina menos del 30% de las familias más vulnerables tiene acceso a computadoras y este porcentaje baja aún más en países como Perú, México o República Dominicana donde menos del 15% tiene acceso a material tecnológico. Esto contrasta con los estudiantes de las clases más pudientes donde el porcentaje puede ser del 80% en todos los países de la región. Lo mismo pasa con Internet, que es esencial para conectarse a estas plataformas

En siete países de América Latina la población estudiantil imposibilitada de “conectarse”  no sólo a Internet, sino que a radio o TV para seguir su educación a distancia es del 9%, pero una proporción bastante mayor tiene limitaciones para hacerlo por falta de infraestructura comunicacional; no cuentan con los aparatos para conectarse; no tienen acceso a plataformas educativas; o porque ni profesores ni alumnos tienen la capacitación para aprovechar las formas de enseñanza más avanzadas.

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Imagen: Universidad de Chile.

Es por eso que se visualiza como altamente preocupante la situación a la que se enfrentará América Latina post-pandemia, en términos de brecha de aprendizaje entre estratos de ingresos altos y bajos y respecto de los países desarrollados. Para reducir esta brecha se pueden adoptar distintos caminos, los que en cierta forma dependerán del liderazgo estatal, plazo definido, instrumentos desarrollados y la disponibilidad del financiamiento requerido.

En el corto plazo para el estudiantado que carece de Internet se ha optado por rescatar viejas tecnologías, implementando estrategias mixtas, las que incluyen la televisión, la radio o materiales impresos. Sin embargo, esto no es suficiente dada la magnitud del desafío. Al respecto un par de datos iluminadores: en Chile, a pesar del potencial que tiene la TV para equiparar oportunidades de aprendizaje, sólo cerca de un 5% de los estudiantes entre los 4 y 12 años ha aprovechado la nueva señal que el Ministerio de Educación creó en el marco de la pandemia, por otra parte, luego de crearse una plataforma educativa especial con material para la etapa de confinamiento, sólo uno de cada cuatro docentes usó con frecuecia esta plataforma. Esto nos señala la importancia que en el corto plazo han seguido teniendo las actividades tradicionales como el envío de guías de trabajo e interacciones simples entre profesores y alumnos. Los medios que más frecuentemente se han utilizado para orientar el aprendizaje han sido los mensajes de whatsapp, los correos electrónicos y las llamadas telefónicas. Las clases virtuales estarían ocurriendo en pocos casos, con muchas dificultades para la interacción en línea. 

Simultáneamente el retorno a clases enfrentará a los docentes a la heterogeneidad de situaciones de aprendizaje, con alumnos que pudieron seguir el currículum, otros que durante la pandemia no pudieron ser conectados por sus profesores, y otros promovidos sin haber asimilado los textos, por lo que en las deliberaciones actuales se propone el rediseño de los planes de enseñanza. En algunos países los ministerios de educación promueven mesas de trabajo, que incluyen a docentes, apoderados y autoridades locales para en conjunto ir enfrentando los problemas, llamando a su vez  la atención sobre la necesidad de comunidades estrechas que valoran y cuidan a todos los miembros, para en conjunto encarar la reorganización de las escuelas, quizás de un modo muy diferente al habitual.

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Imagen: El Correo.

Si bien estas acciones serán de extrema utilidad en el corto plazo, para cerrar la brecha educativa profundizada durante la pandemia tendrán que rápidamente abordar el desarrollo tecnológico. Ello no será una tarea sencilla porque no sólo requiere de financiamiento, sino de la coordinación de políticas de telecomunicaciones, educación y desarrollo social, es decir, abordar el problema en forma sistémica, ejercicio poco usual en la región.

Como lo señala UNESCO, en  este  sentido resulta  prioritario  asegurar  el  acceso a Internet de calidad dentro y fuera de la escuela a estudiantes y profesores con  un  especial énfasis  en  la  población  de  niveles  socioeconómicos  más  bajos  y  los  que  habitan  en  sectores  rurales.  Sin embargo, el impacto de la tecnología en las escuelas depende del manejo que se haga de ellas, por lo que también se requiere la adecuada formación de los docentes y el establecimiento de estándares de calidad que guíen a los usuarios en la selección, uso y desarrollo de recursos educativos.

Al final de la pandemia, los países latinoamericanos necesitarán enfrentar y superar dos grandes brechas educacionales: por una parte la interna, entre sectores más y menos favorecidos en términos socioeconómicos, la cual se habrá profundizado por el cierre de los centros educacionales y la heterogenidad del acceso tecnológico y, por otra, la brecha que se venía ahondando entre las formas de aprendizaje innovativos mayormente adoptados en los países industrializados, consistentes con la revolución tecnológica existente, y los sistemas tradicionales y de baja calidad que dominan a nuestros países. La tecnología misma puede ayudar a superar estas grandes diferencias si hay un liderazgo estatal inteligente, apoyado por las comunidades y se destinan los recursos para lograrlo. Si no, los efectos serán la profundización del atraso de la región.


*Graciela Moguillansky es economista graduada de la Universidad de Chile, consultora internacional, especialista en desarrollo productivo e innovación, fue funcionaria de CEPAL, Naciones Unidas.


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Nuevos actores de la Innovación Tecnológica en el mundo occidental

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Los gigantes tecnológicos parecen estar asumiendo el liderazgo de la investigación y desarrollo (I+D) internacionalmente, con Amazon y Google a la cabeza. ¿Qué significa esto para la orientación de la innovación?

1. Relación estado sector privado en I+D en Estados Unidos

Estados Unidos fue el líder científico y tecnológico global indiscutible en el período de postguerra, lapso en el cual financiaba alrededor del 70% de la I+D mundial (entre 1950 y 1960). Buena parte de esta actividad de investigación estaba motivada por el sector de defensa de Estados Unidos, impulsada por la Guerra Fría y por la carrera por la conquista del espacio contra la Unión Soviética. De ahí provino la base para el desarrollo en computadoras y electrónica, comunicaciones satelitales, avances aeroespaciales y más adelante incluyeron a la farmacéutica. La contribución de Estados Unidos en I+D se había reducido a un 28% del total mundial en 2017, no tanto porque esa nación hubiera disminuido su financiamiento en términos reales a este rubro, sino porque otros países aumentaron muy considerablemente su gasto en I+D. De hecho, este tipo de financiamiento creció a una tasa de 4.3% al año en Estados Unidos entre 2000 y 2017, pero esa expansión en China fue de 17% anual en el mismo lapso.

Los protagonistas del gasto en I+D en Estados Unidos también han cambiado, asumiendo una creciente presencia el sector privado, mismo que contribuía con el 70% del total del financiamiento de la I+D en 2018 (en comparación con el 50% a fines de los años 60), mientras disminuía comparativamente el aporte del sector público (Congressional Research Service, 2020).

tendencias digitales
Imagen: Pulso Social.

No obstante su menor participación, el rol del Gobierno Federal de Estados Unidos sigue siendo crucial, pues en 2018 financiaba el 41.8% de la investigación básica en ese país, que es la que da lugar posteriormente a la investigación aplicada y su desarrollo para ser aprovechado por el sector productivo (Congressional Research Service, 2020). Sin embargo, aquí también ha estado ocurriendo un cambio, pues la participación del sector empresarial también aumentó su participación en el financiamiento de este tipo de investigación durante las últimas dos décadas.

Dentro del sector empresarial estadounidense son las compañías más grandes –arriba de 10,000 trabajadores–  las que financiaban más de la mitad de toda la I+D en ese país en 2017 (de acuerdo a Science & Engineering Indicators, National Science Board). Y, desde esta perspectiva, es impresionante el protagonismo que están adquiriendo los gigantes tecnológicos en I+D. En 2018 las diez empresas más grandes de Estados Unidos, encabezadas por Amazon y Alfabet (la empresa “madre” de Google), invirtieron 122 mil millones de dólares en I+D, es decir, el 21% de toda la I+D realizada en Estados Unidos en ese año (580 mil millones de dólares). Nótese que las diez empresas norteamericanas más grandes –seis de las cuales son del sector de software, sistemas digitales, electrónica y computación– contribuyen con el equivalente del 85% del aporte de las diez empresas más grandes del mundo a I+D.

En síntesis, hay un desplazamiento del protagonismo en I+D hacia las grandes empresas que cada vez dominan más la economía occidental y, dentro de ellas, particularmente los gigantes tecnológicos de Estados Unidos y esta tendencia se profundizará.

La pandemia actual de COVID-19 está generando la peor depresión económica internacional desde 1932 y, a la vez, las grandes compañías del mundo digital han tenido enormes ganancias durante estos últimos meses, adicionales a las que ya estaban acumulando anteriormente. Como bien se sabe, los servicios provistos por estas grandes plataformas digitales se han vuelto indispensables en medio de las cuarentenas, encierros y distanciamiento social, por lo que probablemente su rol en el mundo, en muchos sentidos, pero también en la innovación se ampliará notablemente, dada la dificultad que los países están teniendo para financiar múltiples rubros, incluyendo los muy presionados sistemas de salud, el seguro de cesantía a millones y millones de nuevos desempleados, entre otros.

apps y desarrollo
Imagen: Digiday.
2. Dirección, contenido y propósito de la I+D bajo los nuevos líderes empresariales

Podemos decir que los gigantes tecnológicos han estado profundizando el mundo del conocimiento mediante la colección de enormes y crecientes cantidades de información y analizándola, entre otras formas, a través de la Inteligencia Artificial (IA), lo que ha generado cambios disruptivos en la tecnología.

Tómese el ejemplo de Amazon que lidera actualmente la actividad de I+D en el mundo y cuya presencia en esta función aumentó en proporción casi geométrica en los últimos años. Amazon desarrolla la experimentación en toda su compañía para “ayudar a sus clientes a tomar decisiones sobre qué comprar”. La innovación impulsada desde el lado del consumidor produjo un fuerte desarrollo del Internet, desencadenando otras innovaciones en la web. Como lo expresó Jeff Bezos, el CEO de Amazon, a los ejecutivos de su propia empresa en 2012: “Sobre todo, alineense con los clientes. Ganen cuando ellos ganen. Ganen sólo cuando ellos ganen” (traducción propia). Es decir, el consumo es el motor de la I+D de esta empresa y la información sobre sus clientes es su mina de oro. Amazon ha invertido sustancialmente en áreas extremadamente innovadoras como Servicios en la Web de Amazon (AWS, por sus siglas en inglés) que es la plataforma en la nube más usada y con más información en el mundo, lo que le permite ofrecer innumerables servicios de centros de datos; el muy conocido Kindle, cuya introducción fue un parteaguas en cómo lee la gente; Alexa (Amazon Echo), que responde a cualquier pregunta de un usuario en una enormidad de aspectos; y Amazon Go, que es el concepto más avanzado de comercio, la tecnología que permite hacer compras en la forma más avanzada imaginable.

Es inevitable preguntarse si la orientación de la I+D inspirada en los consumidores en diversos mercados es la mejor guía para generar un avance para la sociedad humana, considerando que esto excluye a una buena parte de ésta por estar en los márgenes del mercado debido a sus escuálidos ingresos e incluso incomunicados vía los medios digitales. Si observamos la misión de Google, no es muy diferente a la de Amazon, pero tiene un alcance más universal: “Organizar la información mundial y hacerla universalmente accesible y útil”, lo cual requiere innovaciones permanentes en casi todas las disciplinas de ciencias de la computación. Como se explica en un documento reciente relativo al enfoque de Google sobre la investigación, mucha de ésta se orienta a nuevas formas de procesar una enorme cantidad de datos, lo que significa “entender” el significado de documentos, realizar traducciones entre idiomas con cada vez más precisión, traducir imágenes en texto, entre una infinidad de operaciones.

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Imagen: Chema Gutiérrez.

Algunos de los destacados avances se aplican a la salud, lo que es invaluable para la humanidad. Google Salud (o Google Health) es un área de Google que sí aporta instrumentos extremadamente útiles para mejorar la salud de la población mundial, al menos para aquella que tiene acceso digital. A través de los instrumentos de Google se puede conocer la condición médica de las personas (medición de temperatura, presión arterial, condición física, etc…). Google Salud también está contribuyendo, mediante la IA, a diagnosticar cáncer y otras enfermedades, así como para dar seguimiento a la recuperación de los pacientes.

Sin duda, las plataformas que encarnan la revolución digital están prestando servicios importantísimos en la presente emergencia de la pandemia. Gracias a ellas hay canales de comunicación instantáneos para llevar a cabo una cooperación sin precedentes entre investigadores científicos en el mundo que estudian el virus y buscan su prevención o su cura mediante una nueva vacuna, medicamentos nuevos o ya existentes; facilitan el rastreo a través de teléfonos inteligentes de los afectados por el coronavirus y posibles contagios de personas en estrecho contacto con éstos (esfuerzo conjunto Google-Apple en Estados Unidos); ayudan al mantener distanciamiento social mediante teletrabajo y estudio a distancia.

Pero, los avances mencionados no han sido alcanzados por los gigantes tecnológicos por sí solos. Es importante en este punto traer a colación el trabajo de Mazzucato (2018), que estudió con detenimiento el caso de los iPhones de Apple y el vínculo entre la tecnología que se aprovechó para su desarrollo y el aporte tecnológico hecho por la propia empresa para alcanzar esta gran innovación (experiencia no muy distinta de la de otros gigantes tecnológicos). La autora muestra cómo todas las tecnologías esenciales para el iPhone provienen de la investigación básica que en su momento financió el gobierno de Estados Unidos, entre otros “… el GPS, Internet, comunicación celular, Siri, microchips, pantallas dactilares” (Mazzucato, 2018) y atribuye el verdadero genio de Steve Jobs, creador del iPhone, a la integración de estas tecnologías que fueron inventadas por otros y al diseño muy original de sus productos. Es decir que por sí solos no podrían haber logrado estas innovaciones.

A pesar de lo impresionante de los logros de la sociedad del conocimiento que en este momento nos está auxiliando ante la pandemia, cabe preguntarse si la ciencia y la tecnología y su aplicación están enfocándose a resolver los problemas más grandes del mundo actual, más allá de la pandemia, es decir, los problemas que aquejaban a la humanidad antes de ésta y que persisten o se agravan actualmente.

apple e innovacion
Imagen: Visual Scribing.

En este sentido es importante preguntarse si no debiera haber, como plantea Mazzucato en un artículo reciente (2018), políticas públicas con propósitos específicos (mission driven policies) para superar los grandes problemas de nuestra era. Ella propone que “la gran ciencia se aboque a resolver los grandes problemas”, que a su juicio son el cambio climático y la calidad ambiental, los cambios demográficos, la salud y el bienestar, problemas de movilidad, a lo que habría que agregar la pobreza y la desigualdad. La autora considera que los gobiernos tienen la oportunidad de influir sobre la orientación del crecimiento y de la innovación realizando inversiones estratégicas a lo largo de la cadena de innovaciones y en múltiples sectores. Entidades como el Instituto Nacional de Salud en Estados Unidos tiene como propósito “desarrollar conocimientos fundamentales sobre la naturaleza y el comportamiento de los sistemas vivientes y la aplicación de ese conocimiento para fortalecer la salud, alargar la vida y reducir las enfermedades y las discapacidades.” He ahí una institución que no genera ganancias pero merece todo el apoyo imaginable.

En la práctica, como se mencionó anteriormente, la I+D está trasladándose cada vez más al sector privado y dentro de éste a las grandes empresas tecnológicas, incluso este sector está tomando mayor responsabilidad en la investigación básica. Pero ¿podrán orientar el avance de la I+D hacia lo que se necesita? Ésa es la gran inquietud que surge.

Sin duda, la diversificación de los gigantes tecnológicos es cada vez mayor en materia de I+D y su aplicación. Elon Musk, la cuarta persona más rica del mundo y CEO de varias enormes empresas, está presente en la producción desde automóviles eléctricos (Tesla) hasta cohetes espaciales (SpaceX). Entre estos extremos Musk desarrolla está una serie de otras actividades con innovaciones disruptivas: en telecomunicaciones (Internet satelital masiva y económica); energía solar; infraestructura para el transporte, incluyendo nuevas formas de construir túneles; inteligencia artificial y robótica; tratamientos médicos y prótesis. Tiene proyectos extremadamente ambiciosos y casi fantasiosos como la interfase cerebro-máquina que conectaría el cerebro humano directamente a las computadoras. La presencia de Musk en todas estas esferas se llega a denominar el “ecosistema de Musk”. Algunas de estas innovaciones, además de ser extremadamente redituables seguramente favorecerán el progreso en el mundo, pero probablemente muchas de ellas dejarán intactos algunos de los problemas más apremiantes de nuestra era y que amenazan la existencia misma del planeta.

Algunas grandes empresas, y específicamente algunos CEO, son más sensibles a este tipo de responsabilidades que otros, como ha sido el caso de Bill Gates, co-fundador y CEO de Microsoft. Gates dejó la dirección de Microsoft en 2000 en parte para dedicarse a impulsar la Fundación Bill y Melinda Gates con un activo de 50 mil millones de dólares. Esta fundación respalda programas que abordan problemas globales como el de pobreza, mortalidad infantil, pandemias, y las restricciones al acceso de servicios de salud y educación. Pero los Gates son muy escasos en el mundo de los negocios. No se puede dejar exclusivamente en manos de los grandes empresarios, que buscan márgenes de ganancias sin límites y ponen a este servicio las innovaciones tecnológicas, el dominio creciente sobre la I+D. Sin una definición y financiamiento suficiente de ámbitos públicos en la I+D, ésta queda casi totalmente restringida a los impulsos del mercado.

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Plataformas tecnológicas y elecciones. ¿Se ha avanzado en eliminar la desinformación?

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Donald Trump dijo el 17 de agosto que sólo perderá las elecciones presidenciales este 3 de noviembre si hay un fraude electoral. ¿Cómo proteger la integridad de las elecciones si el propio presidente de Estados Unidos está sembrando dudas sobre sus resultados de antemano? Esto abre un gran hueco para la manipulación de la información y la publicidad falsa, generando inseguridad sobre el proceso electoral de Estados Unidos. Por supuesto, Trump no sería el primer instigador de esta manipulación de la información, pues desde hace años esto ya está ocurriendo por muchas vías en Internet, aunque cada vez con mayor sofisticación tecnológica y en forma más extensa.

Vivimos en una época en que nuestra opinión se forma de maneras muy diversas y estamos sometidos a un bombardeo diario de información, opiniones, publicidad, memes, bots, etcétera, mediante las redes sociales, que son más fáciles de usar para enviar mensajes falsos que los medios tradicionales de comunicación como periódicos impresos, la radio o la televisión. Las campañas de desinformación se están usando muy ampliamente por actores nacionales e internacionales para crear desconfianza y tensiones sociales.

Las visiones contrapuestas siempre han existido y expresarlas es parte de un sistema democrático, pero cuando prácticamente cada ciudadano que tiene acceso al Internet puede convertirse en un vocero de sus propias interpretaciones de la realidad e incluso puede difundir mentiras como si fueran ciertas, la capacidad de las personas comunes y corrientes para discernir qué está pasando y formarse una opinión informada se vuelve difícil. Todo ello se exacerba en este tiempo de pandemia en el cual, debido a la cuarentena y a la distancia social, dependemos más que nunca de nuestros artefactos digitales para interactuar y estar informados.

elecciones en pandemia
Imagen: Cottonbro.

Las enormes plataformas tecnológicas son el principal canal por el que se transmite la mayor parte de la información —verídica, manipulada o falsa—. De hecho, la opinión pública se está formando cada vez más a través de las redes sociales. En Estados Unidos el 95% de la población usaba Internet en 2019, mientras esa cifra era de 70.1% en México. Esto expone voluntaria o involuntariamente a esta población a asimilar información mediante las redes sociales.

Es por ello que Facebook, Google, Twitter y Microsoft y otras plataformas como Wikimedia se han estado reuniendo regularmente con funcionarios del F.B.I., de la Dirección de Inteligencia Nacional y del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos desde septiembre de 2019 en Silicon Valley con el fin de discutir cómo podrían tales plataformas ayudar a que las elecciones de noviembre de este año en ese país se lleven a cabo sin la interferencia externa que sufrieron en 2016, especialmente por parte de Rusia. Sin embargo, a pesar de la bondad de esta intención, estas negociaciones entre empresas y gobierno de Estados Unidos para limitar los efectos perniciosos de la diseminación de información distorsionada, antes de las próximas elecciones sólo tratan de llenar el gran vacío legal que existe sobre la materia.

¿Qué ha cambiado desde las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos para que haya más transparencia, menos interferencia de publicidad falsa en las redes y menos información alterada, en general? Hay un gran rezago en ese país en cuanto a la regulación sobre el manejo de la información y se ha avanzado muy lentamente respecto a lo que se tenía en 2016. Existen iniciativas de ley en el Congreso que son muy importantes, pero aún no están aprobadas. Una de éstas atañe al vacío que hay en la legislación que regula el financiamiento de la publicidad política en Estados Unidos que ha permitido a extranjeros usar el Internet para promover publicidad falsa sobre las elecciones en ese país. La ley mencionada sólo involucra a la radio y la televisión y no a las campañas vía Internet. De acuerdo al Honest Ads Act (o propuesta de ley sobre publicidad honesta) presentado en mayo de 2019, la publicidad política en línea requerirá, al igual que en el caso de los medios tradicionales mencionados, que aquellos que quieran comprar anuncios políticos por ese medio revelen su identidad y el lugar geográfico donde se encuentran, así como la identidad de quién pagó por ella. De aprobarse, esta nueva disposición tendrá que ser acatada por las grandes plataformas electrónicas como Facebook, Twitter, y Google, las cuales serán responsables de reunir y publicar la información sobre los que compran cualquier anuncio político que valga más de 500 dólares. En general, las plataformas han estado de acuerdo con estas disposiciones. De hecho, Facebook ha asumido estas nuevas normas desde mayo de 2018.

elecciones a traves de redes sociales
Imagen: The Tech Journal.

Existen otras iniciativas recientemente presentadas al Congreso de Estados Unidos que también tienen la intención de regular mejor el uso de la información manejada en línea. Entre éstas está el Algorithmic Accountability Act (2019) que pretende evitar que grandes compañías tecnológicas discriminen en forma automática, a través de la Inteligencia Artificial, a las personas que pueden observar cierto tipo de información o de anuncios (por ejemplo, pueden discriminar a las mujeres o personas de una determinada raza). También figuran la Iniciativa de ley DETOUR (2019) que prohibiría el uso de trucos engañosos por parte de las plataformas tecnológicas para obtener los datos personales de sus usuarios, y la Do Not Track Act (2019), iniciativa que reforzaría el derecho que ya existe de los usuarios de Internet a no ser rastreados por terceros para enviarles publicidad personalizada. Todas estas iniciativas tendrán efectos también en aspectos electorales en Estados Unidos.

La Unión Europea ha sido más proactiva que Estados Unidos en abordar los problemas de desinformación a través de las plataformas digitales. Les preocupa enormemente el que las nuevas tecnologías pueden ser usadas, …a través de las redes sociales, para diseminar desinformación a una escala, a una velocidad, con una precisión y con una direccionalidad sin precedentes, creando esferas de información personalizadas y convirtiéndose en cámaras de resonancia poderosas para campañas de desinformación. (Comisión Europea, 2018) (traducción propia). La Comisión Europea estableció un Código de Conducta sobre Desinformación (2018) para evitar los problema de la desinformación en Europa. Esta iniciativa fue seguida por un Código de Práctica sobre desinformación (2018), de autoregulación voluntaria, al que se adhirieron varias plataformas digitales (Facebook, Google and Twitter, Mozilla y más recientemente Microsoft y TikTok) y compañías de publicidad, mismas que tienen que dar informes periódicos sobre su avance en el control de la desinformación. Sin duda, los esfuerzos de la Comisión Europea son más articulados y más sistemáticos que los de Estados Unidos, pero todavía se apoyan en gran medida en la buena voluntad de los gigantes tecnológicos para acatar las provisiones mencionadas. Las leyes propiamente tales para forzar a las plataformas digitales a eliminar la desinformación es aún muy incompleta y tentativa.

hackeo de elecciones
Imagen: Zero Hedge.

Las plataformas se resisten o bien no son capaces de aplicar una política verdaderamente efectiva para asegurar que la información transmitida a través de ellas sea verídica porque, primero, les cuesta dinero renunciar a considerables ingresos por publicidad engañosa, segundo, porque necesitan grandes y costosos contingentes de “censores” que revisen los millones de comunicados y anuncios hechos por estas redes, que en muchos casos no están preparados para hacerlo y, tercero, porque los algoritmos que tienen para hacer la censura tampoco pueden hacerlo bien porque la tecnología de Inteligencia Artificial aún no está perfeccionada, es decir, no tienen la “sensibilidad” necesaria para hacer bien la selección. El resultado es que muchas veces se prohíbe la difusión inofensiva de mensajes o anuncios mientras se dejan pasar unos que verdaderamente sí son ofensivos, distorsionantes o violentos.

México tendrá elecciones federales el próximo junio de 2021, por lo que no puede dejar de afrontar los problemas arriba tratados. En México el uso de las redes sociales es cada vez más importante para la información de la población de cara a las elecciones. Para tratar de evitar la distorsión de la opinión pública mediante el uso engañoso de información y propaganda a través de redes sociales, el Instituto Nacional Electoral (INE) ha acordado con Facebook y Twitter combatir las noticias falsas (o fake news) y hacer transparente la compra de propaganda en las campañas de 2021.

México se verá favorecido por los avances hechos sobre el código de conducta de las plataformas como los realizados por Facebook, ya mencionados, ya que ésa es la red social más usada en este país. El Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, ha dicho recientemente: Hemos logrado buena comunicación con las plataformas para poder conocer quién compra, a qué costo y con qué propósito (es decir, si se trata de propaganda política) para poder incorporar la información a los dictámenes de fiscalización. Debido a esto puede esperarse —aunque no haya certeza completa— que habrá más transparencia sobre el origen de los anuncios que se pongan en línea que en 2018. De todas formas, es necesario desarrollar una opinión pública más informada, con mayores posibilidades de discernir qué de lo que observan en la web es verdadero y qué es falso y no quitar el dedo del renglón de lo que transmiten las múltiples vías de Internet. 


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