Nuestro país no tiene una historia económica con la que pueda presumir gran eficiencia en comparación con otras naciones; políticamente deja aún más que desear y la pobreza de 60 por ciento de la población no habla bien de un orden social que alguna vez haya sido ejemplar.
En lo que México puede tener ventajas es en la cosmovisión autóctona relacionada con el manejo del agua y del territorio. Ahí hay técnicas útiles para enfrentar lo ineludible: la emergencia climática que para muchos mexicanos pobres es también sanitaria y alimentaria.
Sucede que ayer 11 de marzo tuvo lugar el seminario “Hidrotecnologías ancestrales de América Latina y el Caribe como respuesta a la emergencia climática, sanitaria y alimentaria”, al que convocaron varias instituciones internacionales, entre ellas el Programa Hidrológico Intergubernamental de la UNESCO; México está representado en el evento por la asociación civil Alternativas y Procesos de Participación Social, que opera en la mixteca poblana y oaxaqueña desde Tehuacán.
La convocatoria de la UNESCO es para conocer experiencias de éxito en la exploración de tecnologías ancestrales basadas en la naturaleza, y su actualización a nuestra época, con la finalidad de encontrar soluciones de las que puedan apropiarse ciudades y poblaciones cuyo problema eje es la escasez de agua.
La mitad de la República mexicana la constituyen condiciones áridas y semiáridas, en las que la escasez de agua es el mayor problema de sus habitantes, y origen de otros como la mala alimentación, la falta de ocupación e ingresos, y la pobreza.
Ante esos problemas, de por sí graves, que el cambio climático tiende a empeorar para millones de personas en el planeta, en México hay experiencias replicables de acciones organizadas de la población para regenerar cuencas, mejorar la fertilidad de las parcelas y combinar cultivos para enfrentar la crisis alimentaria.
Alternativas y Procesos de Participación Social fue seleccionada por la UNESCO para presentar su narración de experiencia de décadas, denominada “Agua para Siempre y Sistema Alimentario de Amaranto en Milpa del Grupo Cooperativo Quali en México”.
Esa asociación civil fue fundada hace 41 años en Tehuacán por Raúl Hernández Garciadiego y por su esposa, Gisela Herrerías Guerra, y juntos han promovido desde entonces dos grandes procesos que se complementan: Agua para Siempre, que recuperó la visión ancestral de manejo de escurrimientos de agua de lluvia dentro de la cuenca, consistente en hacer terrazas en las pendientes cerriles para tener estancamientos de tierra y agua, enriquecidos para el cultivo, así como canales para almacenamiento en represas, jagüeyes y ollas de agua que recargan los acuíferos.
El otro proceso ha sido la recuperación del amaranto para incorporarlo a la milpa y enriquecer la dieta cotidiana con la combinación ancestral de maíz, frijol y amaranto, además, por supuesto, de otros alimentos nutritivos y sabrosos.
La combinación de ambos procesos, lograda con la visión de sostenibilidad social, ambiental, económica y cultural con la que trabajan 200 colaboradores de múltiples disciplinas en Alternativas, ha coadyuvado en sacar de la pobreza a casi 250 mil personas durante más de cuatro décadas. Por eso la FAO reconoció a Agua para Siempre y al Sistema Alimentario del Grupo Cooperativo Quali como la mejor Iniciativa Innovadora y Escalable de América Latina y el Caribe en 2018.
El seminario de ayer, auspiciado por la UNESCO, parte de la urgencia de entender y replicar las dinámicas autóctonas del manejo del agua, que sean capaces de generar fenómenos económicos y sociales favorables a la regeneración ambiental y a una mayor seguridad alimentaria en zonas áridas y semiáridas del país. México tiene mucho qué rescatar en cultura relacionada con la naturaleza, para desarrollar soluciones colectivas a la escasez de agua en el campo que será cada vez mayor.