comunicación

¿Nos estamos comunicando bien?

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Esta semana tuve la oportunidad de dar un taller virtual para un grupo de ejecutivos en el estado mexicano de Nuevo León. Repasamos y reflexionamos el tema de la buena comunicación y quise compartir con ustedes algunos de estos conceptos que siempre es bueno tenerlos presentes.

Para este taller usé básicamente los aprendizajes de un taller que yo tomé en línea a través de la plataforma de LinkedIn Learning sobre los fundamentos de la comunicación de Tatiana Kolovou y Brenda Bailey-Hughes, que de manera muy práctica nos llevamos a los temas centrales de la buena comunicación.

Según estas dos autoras, los cuatro componentes fundamentales de la comunicación son las personas, el mensaje, el contexto y la escucha activa. En este sentido, me gusta pensar que todos y cada uno de nosotros somos libres de pensar que hay más o menos elementos para considerar un buen proceso de comunicación y no tener que cernirnos a una metodología o teoría que es inamovible.

En cuanto a las personas todo se reduce a un emisor y uno o varios receptores. Por lo que hace al mensaje, hay típicamente tres elementos que tenemos que considerar: las palabras, lo que dices; el tono que usas para decirlas; y el lenguaje corporal. Y aquí sí que han cambiado mucho las cosas. El psicólogo alemán radicado en Estados Unidos, Albert Mehrabian, desarrolló su muy famosa teoría sobre la importancia del lenguaje corporal a finales de los años ochenta y en ella decía que entre estos tres elementos las palabras significaban el 7%, mientras que la voz, considerando el tono, volumen y entonación, eran el 38%, y el lenguaje corporal, es decir, gestos, postura, mirada, etc., eran el 55%.

mensajes redes
Imagen: Antonio Sortino.

Si bien hay autores, expertos, psicólogos, que siguen pensando que los porcentajes se siguen distribuyendo más o menos de la misma manera, hay autores más actuales que dicen que estos porcentajes han cambiado; uno de ellos es Joe Navarro, un experto cubanoamericano con el que tuve la oportunidad de interactuar en un evento del instituto de empresas en Miami hace algunos años, con muchísima experiencia como productos de miles de entrevistas a posibles y confesos criminales identificados por el FBI, que dice que hay que saber “leer” de mejor manera estos tres elementos. Navarro tiene escritos una docena de libros sobre el tema y lo recomiendo ampliamente como un buen referente para leer y entender lo último en esta materia.

La pandemia nos ha obligado a trabajar mucho en comprender y leer de mejor manera a las personas con las que interactuamos, ya que muchas veces sólo lo hemos hecho a través de correos, WhatsApp, WeChat, llamadas telefónicas y en el mejor escenario por videoconferencia. ¿Cómo les ha ido a ustedes con esta situación?

En relación al mensaje, las autoras hacen algunas precisiones que son muy importantes de tomar en cuenta, recomiendan que antes de emitir un mensaje tengamos muy claro ¿cuál es el objetivo del mismo?, ¿queremos pedir algo, exigir algo, solicitamos una colaboración, es un mensaje informativo, de persuasión? Y es muy importante tener claro esto, porque esto es lo que debería definir el tono del mensaje, las palabras que usaremos para transmitir el mensaje y obviamente el medio que deberemos usar para transmitirlas. El efecto de un correo no es el mismo que el de una llamada o el de un WhatsApp a decir de las autoras.

El tercer elemento es el contexto, que tiene que ver con el lugar, el momento, y la relación que tengo con mi o mis receptores. Cuántas veces hemos oído o dicho, “ese comentario está fuera de lugar”, y claro que influye mucho cuanto conozco o cuanto me conocen los receptores de mi mensaje. Es obvio que entre menos me conozcan tendré que trabajar más en el “rapport”, es decir, en usar esta técnica de crear una conexión y ser empático con mis audiencias y hacer mucho más “pacing”, entrar al ritmo o paso de las personas con las que me estoy comunicando para que mi mensaje, mis palabras, logren el objetivo esperado.

Y cuando hablamos de contexto tenemos que pensar mucho en los “ruidos” que se pueden presentar al tener una comunicación. Podemos decir lo mismo a la misma persona en dos días diferentes y el mensaje puede ser recibido de forma muy diferente. El típico que algunos ejecutivos le pregunten a la asistente del director general o cabeza de función “¿de que ánimo anda el jefe/jefa?”. Porque sabemos que de eso dependerá la respuesta que obtendremos para decirle o pedirle algo. Y no es que las palabras o el mensaje estén mal, lo que puede estar mal es el momento y/o el lugar en el que decimos las cosas.

El cuarto elemento de la comunicación según Kolovou y Bailey-Hughes es la escucha activa y ellas entienden este concepto como una forma de escuchar de forma empática, es decir, no sólo escuchar con los oídos, sino con el corazón, es ponerse en el lugar de el/la interlocutor(a). Ya lo he dicho en otros artículos y es fundamento de mi filosofía y metodología hazlosencillo, hay que tratar a los demás como ellos quieren ser tratados y aquí aplica perfectamente la idea. Si yo quiero que mis interlocutores hagan algo a partir de lo que les voy a decir, es muy importante que me pueda poner en su lugar y entonces preparar el mensaje en esa lógica. Digo y uso las palabras que ellos quisieran escuchar.

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Imagen: Benedetto Cristofani.

Ellas dicen que la escucha activa es atender con el oído, la vista y el corazón, que obviamente consideres los elementos no verbales, que busques conectarte. Si logras hacer esto, tu mensaje llegará de forma más natural y será más poderoso, por lo que tus interlocutores lo recibirán de mejor manera y actuarán en consecuencia.

Las autoras señalan que es muy importante considerar dos temas al momento de dar un mensaje, y obviamente también aplican cuando recibimos uno, que todo mensaje provocará que pensemos, sintamos y actuemos. Por eso es crucial que al momento que preparemos un mensaje tenemos que imaginar qué pensarán, qué sentirán y cómo van actuar los receptores de nuestro mensaje. Me parece que un excelente ejemplo de esto es el discurso incendiario a sus seguidores del entonces presidente Donald Trump el 6 de enero de este año y que provocó el ataque al capitolio. Trump, un manipulador de gente poco preparada como lo refleja la información de quienes votaron por él en las pasadas elecciones, sabía perfectamente cómo pensaban, qué sentían y seguramente cómo actuarían sus seguidores con su mensaje y logro el resultado esperado por él.

El segundo tema es que al momento de recibir y/o dar un mensaje siempre hay filtros mentales que hay que considerar: niveles de conocimiento del tema, preocupaciones personales y nociones preconcebidas. Las personas recibirán el mensaje –en buena medida– a partir de estos tres elementos y por eso es responsabilidad de quien emite el mensaje de asegurarse que los receptores se encuentren en el “mood” para que éste penetre. La música, la ambientación, los videos, el medio usado para la presentación, el uso del “storytelling”, la empatía y mensajes subliminales que se mandan antes y durante un concierto, de un discurso, por ejemplo, son fundamentales para lograr esto.

¿Estás usando los medios correctos para dar tus mensajes?, ¿estás logrando los resultados esperados? Sólo como ejemplo te digo que diariamente se envían 246 mil millones de correos y los tuyos son parte de esta abrumadora cifra. ¿Estás usando de forma adecuada tus correos, tu WhatsApp, tus videoconferencias, tus reuniones de Zoom, Teams o la plataforma que uses?, ¿te estás comunicando de la manera correcta con los distintos rectores que tienes?

Su atención por favor

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La atención es la forma más extraordinaria y pura de generosidad.
Simone Weil.

En este momento, tienes el propósito de prestarle toda la atención posible a la lectura de este texto. No obstante, podría apostar que muchos lectores tienen alguna distracción aquí, en este punto y aparte, que les impide lograr la tarea.

Algún pensamiento o elemento de tu espacio físico o mental te desvió del objetivo de leer. Sin duda, mantener la atención plena en algo durante mucho tiempo es toda una hazaña. A todos nos pasa de cierta manera, ya que vivimos en un espacio lleno de señales. En mi trabajo como consultor de comunicación en diversas organizaciones, encuentro que la falta de atención es una fuente común de problemas en el trabajo.

¿Por qué desatendemos lo que hacemos?

Esto se debe a muchas causas. Me gustaría resaltar algunas: vivimos en una época donde veneramos la productividad; queremos hacer mucho sin procurar la calidad de lo que hacemos. Nos imponemos una lista interminable de tareas al día sin preocuparnos por la finalidad y la calidad del resultado. Una gran parte de los indicadores con los que se valora nuestro desempeño miden el volumen del esfuerzo y no su impacto.

Por otra parte, la tecnología, que está a nuestro alcance con un celular o computadora, nos obliga a tener una capacidad de respuesta rápida y dividir nuestra atención en múltiples aplicaciones y procesos simultáneamente. Esto provoca períodos de atención más cortos y poca conciencia al realizar las actividades. En este mundo inundado de información, saltamos de una tarea inmediata a otra sin atender bien a ninguna.  

La comunicación de las organizaciones sería más efectiva si los colaboradores prestaran más atención a la información que manejan y, por lo tanto, a las relaciones que se generan a partir de ella.

sobrecargado de informacion
Imagen: James Round.
¿Cómo funciona mi atención?

Lo primero que necesitas saber es que neurológicamente nuestra capacidad de atención es reducida:

… después de enfocarnos en algo sólo podemos retener una pequeña cantidad de información en nuestra memoria a corto plazo. La habilidad para almacenar información en nuestra mente es prácticamente un superpoder, al permitirnos pensar en lo que hacemos mientras lo hacemos, ya sea que se trate de solucionar un problema (como recordar números mientras hacemos cálculos aritméticos) o de planear el futuro (como programar la mejor serie de ejercicios en el gimnasio)”.[1]

Si la atención es un recurso limitado, necesitamos conocer qué tipo de tarea vamos a realizar para estimar el esfuerzo necesario. Existen dos tipos de tareas:

1. Tareas simples y habituales: son aquéllas que por la fuerza de la repetición podemos hacerlas de forma casi automática. Algunos ejemplos son manejar o lavarte los dientes.
2. Tareas complejas: son las que requieren de cuidado y precisión y, por lo tanto, exigen toda nuestra atención. Por ejemplo, una conversación significativa con un amigo o atender una junta de trabajo.

Podemos hacer muchas tareas simples al mismo tiempo porque requieren de poca atención. Bajo estas circunstancias, operamos en una modalidad multitarea. Pero si queremos hacer una tarea compleja, sólo podemos ser eficientes si enfocamos toda nuestra atención en ésta.

Cuando nos enfocamos en una tarea compleja y, al mismo tiempo, recibimos estímulos del entorno multitarea, nuestros niveles de estrés aumentan.

aumento de estres
Imagen: Bea Vaquero.
¿Cómo puedo mejorar la atención?

La atención se entrena. Y este entrenamiento, al igual que en el ejercicio físico, depende de objetivos y sucede en un proceso gradual.Algunos consejos para entrenar tu capacidad de atención son:

1. Identifica cuál es la intención profunda de lo que haces: Tener una razón genuina para actuar nos ayuda a entrar más rápido a un estado de atención. 
2. Asigna un tiempo a tus tareas: Si necesitas trabajar en algo por mucho tiempo, puede ser más fácil si lo divides en una serie de períodos cortos. Evita sobrecargar tu capacidad de atención. Es preferible hacer el trabajo poco a poco, con precisión y calidad.
3. Identifica los enemigos de tu atención: Estos son distractores que pueden sacarte fácilmente de la tarea que realizas. Como ejemplo está el celular o aplicaciones. Cuando decidas enfocar tu atención, aléjate de estos enemigos para que el compromiso con la tarea se cumpla sin interrupciones.
4. Ordena el espacio donde trabajas: El cerebro funciona mejor si ve el ambiente ordenado y limpio. Antes de trabajar, dedícale unos minutos a preparar el espacio donde harás tus tareas.
5. Pon en práctica tu atención en experiencias colaborativas: El mejor momento para entrenar la atención es cuando necesitas colaborar con otras personas. Aquí se pone a prueba tu capacidad de escucha activa para seguir los argumentos de tu interlocutor y no perderte en tus propios pensamientos. También es útil comprender lo que te pide la otra persona antes de pensar en lo que le vas a contestar.

Ahora manejamos muchísima información al día y, por esto, necesitamos ejercitar nuestra capacidad de atención para seleccionar mejor los datos y tomar mejores decisiones. Si aumentamos nuestra capacidad de atención, mejoraremos no sólo nuestros procesos de trabajo sino también las relaciones interpersonales y las formas de comunicación en el trabajo y en la vida personal.

Notas:
1 Bailey, Chris, Hyperfocus. How To Manage Your Attention In a World Of Distraction. Penguin Random House, 2018.


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Algunos elementos básicos de una buena negociación. 2ª Parte

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Continuando con mi entrega anterior, les comparto algunos otros elementos fundamentales para llevar a cabo una buena negociación. Agradezco mucho sus comentarios a mi artículo anterior y espero que éste, les resulte tan útil como el pasado.

Negociar, como sostienen muchos autores, es la suma de muchas habilidades, y una de ellas es ser una persona que sabe escuchar de manera activa. Aquí algunas de las características de la escucha activa: presta mucha atención a tu interlocutor, lo que dice, lo que no dice, qué palabras o expresiones enfatiza, su entonación, atiende con especial atención a su lenguaje corporal, a su cara, sus microexpresiones. Escucha para entender y comprender perfectamente bien lo que te dice tu contraparte, no sólo escuches para responder a sus inquietudes. Date tiempo para responder, tómate tu tiempo, se vale, inclusive es conveniente preguntar a la contraparte si lo que te dijo es tal o cual. Es decir, expresar con tus propias palabras lo que él o ella dijeron. No tomes mucho tiempo en tomar notas porque te perderás parte de lo que te están diciendo. Se empático, entiende lo que te dicen, desde su punto de vista y no te lo tomes personal, es obvio que ellos buscarán la mejor negociación para su empresa o para ellos mismos, tú quieres lo mismo para tu organización o para ti mismo.

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Imagen: Freepik.

No pierdas la objetividad de lo que quieres negociar para tu empresa o para ti, y piensa que la contraparte está haciendo lo mismo, no pienses que se quieren burlar de ti o que quieren tomarte el pelo, al menos por principio. Escucha lo que te dicen y no juzgues. Interrumpe lo menos posible, deja que la otra parte te presente lo que te quiere decir con calma, si tienes duda de algo puedes pedir una aclaración y decir algo como “lo que me quieres decir es…?”. Trata de ser lo más neutral posible ante lo que te dicen, cuida mucho tu lenguaje corporal y concretamente el facial, no te veas tan obvio y demuestres que algo te afectó o te gustó mucho. El contacto visual es fundamental, por ello no te debes distraer con tu celular o tomando demasiadas notas.

La experta en comunicación, Elena Compte, nos hace algunas interesantes preguntas y observaciones sobre la importancia de la escucha activa: ¿Crees que cuando hay una negociación el que da el primer paso y empieza la conversación tiene ventaja sobre el otro? ¿Consideras que si dejas claras tus condiciones en primer lugar la otra parta tendrá que reelaborar la suya sobre la marcha y eso te favorece? Si es así, siento decirte que te equivocas. Si dejas al otro hablar estará poniendo sus cartas sobre la mesa antes que tú y ahí tendrás una ventaja. Quizás cuando estabas preparando tu propuesta pensaste que su oferta sería peor o ha acudido con una predisposición distinta a la que pensabas, mejor o peor. Si practicas la “Escucha activa” es muy probable que la negociación sea mucho más fluida, e incluso, que te sea más favorable. Y ojo, insisto en la frase “Escucha activa”, porque oír no es lo mismo que escuchar.

La contraparte a la escucha activa, podrían ser los bloqueos en la negociación. Es decir, cuando la negociación está en un punto muerto. Ninguna de las partes cede nada por principio, posición, egos personales, cansancio o porque una de las dos partes en realidad no quiere que se termine la misma, ya que le conviene por una u otra razón que continúe.

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Imagen: Magnet Xataka.

Si estás o llegas a una situación similar, aquí expongo algunos consejos para evitar romper la negociación o bien ceder por cansancio: una primera opción es detener la negociación de forma temporal, tomarse algunas horas o inclusive días para regresar a la misma; que los líderes de los equipos negociadores se retiren a discutir de forma privada los temas; solicitar a un mediador que intervenga para seguir avanzando, puede ser recomendable que en algún momento intervengan terceras partes. Pueden ser personas relacionadas con los equipos de negociación, como un superior, o un asesor de algún área que pueda aportar su punto de vista, o bien, alguien ajeno y neutral, como un mediador; también, en diversas ocasiones a la hora de negociar es conveniente ser flexible e, incluso, podemos decir que hay que ser creativos. Así, podremos pensar en alternativas que puedan ser positivas para las dos partes, aunque no entrasen en el esquema que, en un primer momento, barajábamos. 

Si ninguna de estas fórmulas funciona, si, realmente, el punto de bloqueo es fundamental para ambos y nadie puede o quiere ceder, es posible que convenga romper la negociación. En caso de que estemos en este punto y no se pueda reconducir la situación, la negociación debe romperse. No podemos aceptar un mal trato, simplemente por cansancio o por acabar, por fin, con la negociación. Es mejor que no haya acuerdo a que firmemos un acuerdo negativo para nuestra empresa (Ibid).

Hay dos elementos muy importantes en cualquier negociación que nunca debemos dejar de lado: tener siempre bien fundamentados nuestros argumentos. Por ello es muy importante la preparación de la negociación, inclusive en algunos casos conviene practicar o simular cómo podría ser la negociación. En mi experiencia en revisiones de contratos colectivos de trabajo, esta práctica siempre nos fue muy útil; y el otro elemento clave es dejar siempre por escrito y formados los acuerdos, yo entiendo el valor de la palabra y el honor y todas estas cosas, pero cuando se está negociado por cuenta de una empresa u organización, siempre es muy importante que todo lo que acordemos quede por escrito y firmado por las partes; aun cuando la negociación lleva o llevará varios días, conviene ir firmado día con día lo que se va acordando.

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Imagen: Freepik.

Para terminar este artículo quiero hacer un listado de asuntos que tenemos que cuidar y evitar a la hora de nuestras negociaciones, una serie de los errores más comunes que suelen cometerse:

~Nunca menosprecies la pericia del otro negociador, no te vayas con la finta de que tu contraparte es más joven que tú, o al revés, que es mucho mayor, que tiene una personalidad muy distinta a la tuya, que se viste muy distinto a ti, que tiene una apariencia que te sorprendió, etc.

~No improvises, siempre prepara tu negociación, por más pequeña que ésta sea.

~No tengas prisa, las negociaciones llevan un ritmo y tienen un tiempo.

~No decidas llevar a cabo una negociación competitiva, si piensas que podrás tener que volver a tratar con tu contraparte o piensas que tienes posibilidades de perder mucho en esta negociación.

~No legues sin tener claros tus objetivos.

~No te relajes hasta que el acuerdo esté firmado, es decir, nada de festejar antes de tiempo.

~No te creas el gran negociador porque ganaste una batalla, esto es una guerra.

~No lleves una sola opción a la mesa de negociación.

~No asumas que tú sabes todo de la contraparte a nivel organizacional o de forma persona y viceversa.

~No pierdas la paciencia.

~No cedas, ni concedas todo lo que vas a dar, sin recibir nada a cambio.

~No prometas lo que no podrás dar.

~Escucha y no interrumpas, si no es necesario para aclarar algún punto.

~No vayas a una negociación sin un plan “B”.

~No vayas a una negociación con copas o en mal estado de salud.

~No olvides las diferencias culturales, no es lo mismo negociar con alguien de Nuevo León que con alguien de Yucatán –sólo como ejemplo de lo que quiero decir–.

~No menosprecies las relaciones de mediano o largo plazo.

~No cierres un acuerdo por cansancio o desesperación.

~No dejes cabos sueltos al finalizar una negociación, que todo quede por escrito y firmado.


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La comunicación en tiempos de coronavirus

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En memoria de Enrique Loaeza y Alejandro Nadal,
grandes amigos y distinguidos mexicanos.

Hace tres meses propuse la creación de un CHAMBATEL para lidiar con los problemas de desempleo derivado de la 4T. Nunca, en mis 20 años de articulista, recibí tantos comentarios; algunos de ellos celebrando mi ensayo; otros criticando lo que veían como injustas o prematuras críticas a la 4T;  y muchos envíos de CVs de personas que tomaron muy en serio mi humorística convocatoria a presentar ofertas imaginativas de servicios en la hora del cambio. Hoy quisiera subrayar la necesidad, no de un CORONATEL para atender y diluir mecánicamente nuestras necesidades de información, sino la importancia de revalorar los lazos y encuentros personales para enfilar y dar respuesta a nuestras demandas de comunicación certera, transparente, oportuna y confiable. Es la calidad de la comunicación humana; no la cantidad lo que importa a la larga y en particular en tiempos de crisis. 

Ante la avalancha de mensajes serios, bromas, estadísticas, estudios científicos, quejas y reclamos que hoy escuchamos en los medios tradicionales y en las redes sociales en razón o sin razón de la pandemia del coronavirus, no puedo resistir la tentación de  hablar de la importancia del teléfono y de la voz humana en tiempos de crisis.

cuarentena
Ilustración: India Startups.

El lunes 16 en la noche regresé a México de Río de Janeiro, después de un involuntario fin de semana largo en esa bellísima ciudad, a la que había llegado con el propósito de iniciar un crucero que me llevaría hasta otra de los más bellos puertos del mundo: Ciudad del Cabo. Poco después de llegar –mal dormidos– a nuestro hotel, mi esposa se encontró con una inesperada grabación de la empresa de cruceros, informando que por la emergencia sanitaria, se cancelaba el nuestro. Quise llamar a esa voz para protestar y refrescarle… el  inenarrable viacrucis recorrido para conseguir las visas indispensables desde un México que sólo tiene 8 embajadas en los 54 países de África. Sin embargo, una voz grabada del otro lado me remitió a un “call center” donde una voz electrónica –como la del Waze– me sugirió “llamar más tarde, pues todos nuestros ejecutivos están ocupados”.

Afortunadamente no salió el barco y no me quedé atrapado en Gambia o Togo; en cambio pude nadar en las playas de Ipanema, encontrarme con amigos para tomar caipirinhas y visitar el jardín botánico de la ciudad –uno de los más bellos y ricos en diversidad en Latinoamérica–. Afortunadamente también logramos conseguir boletos de regreso a México para el lunes en Aeroméxico, antes de que se comenzara a aplicar una esta restrictiva en los vuelos al exterior del Plan de Contingencia en Brasil. 

Desde este lunes 16, cuando llegué a México, me recluí responsablemente en casa –por si alguna brasileña me hubiera contagiado en la Avenida Atlántica con su coqueta mirada– y empecé a “chatear” por WhatsApp con familiares y amigos. Continué también mi lectura y reenvío de sesudos análisis de todas partes del mundo sobre  estadísticas, probables causas, retos, implicaciones, posibles soluciones, aciertos, errores y omisiones de los gobiernos –incluyendo, por supuesto, el mexicano; y hasta  las  oportunidades que ofrece la pandemia para el desarrollo personal y la búsqueda de un nuevo cauce de desarrollo, más amigable con la naturaleza y la sociedad–, una vez que pase la crisis.

comunicacion y aislamiento
Ilustración: Cronista.

Sin embargo, hoy después de mi sesión acostumbrada de yoga, de los jueves, descubrí que ya estaba cansado de ver películas en Netflix y leer periódicos, y que algo me estaba faltando urgentemente: escuchar más la voz humana. Además recordé que hace un par de semanas había comido con  Enrique Loaeza, mi amigo recién fallecido, y otros tres amigos, y él me había sugerido escribir algo sobre la comunicación en tiempos de crisis del coronavirus.

Lo primero que hice fue llamar a mis tres hijos por mi teléfono fijo –sí, mis viejos  aparatos telefónicos fijos de teclas–, descubriendo que sólo uno funcionaba y con dificultad; se atoraban las teclas por falta de uso. Tuve que recurrir a los móviles que no encontraba por la casa; uno de ellos estaba muerto por baja de baterías. Me encantó escuchar las voces de mis hijos y, de pasada, las de mis nietos más pequeños,  que casi pude ver brincar junto a mi hijo, desesperados de no ir a la escuela y alguno de ellos ronronear mocoso por una influenza común, de la que estaba acabando de salir. Acto seguido me piqué y decidí llamar a uno de mis mejores amigos para comentar nuestro frustrante y luego reconfortante viaje a Río.

Me contestó su esposa, amiga de antaño, con quien entablamos una conversación de más de 40 minutos sobre nuestras aventuras y desventuras en tiempos de coronavirus.

Nos carcajeamos y criticamos a tirios y troyanos, comenzando por los excesos de los defensores y detractores de AMLO y los comentaristas “sabelotodo”, quienes ahora resulta que desde endenantes han sido expertos en epidemias sanitarias y hoy se han convertido en jueces políticos y agoreros de tragedias inevitables si no se adopta ésta u otra medida como los chinos, los coreanos o los estadounidenses; olvidándose de las idiosincrasias de un México pobre, desigual, que tiene el 40% de sus trabajadores en la economía informal, muchos viviendo al día, un país que abandonó sus inversiones preventivas en salud desde hace tres décadas, confiándolas al abasto internacional y hoy carece de capacidades propias de investigación, desarrollo tecnológico y productivo en muchas áreas: energía, alimentos y salud –incluyendo la producción de vacunas–, que constituyen en otros países renglones de seguridad nacional, que exigen “niveles mínimos críticos de auto-abastecimiento” (ONU). No obstante recordábamos, nuestro país mantiene todavía fresca su exitosa capacidad y experiencia para enfrentar la crisis del H1N1 en 2009.

comunicacion y coronavirus
Ilustración: Nebrija.

Llegó el mediodía y una llamada esperada a mi celular para una entrevista de la Revista Comercio Exterior sobre el T-MEC y los retos y oportunidades de la industria farmacéutica mexicana. Mi entrevistador no me escuchaba bien en el celular. Sugerí llamar a mi teléfono fijo. Lo hizo y fue la solución. Charlamos con gran claridad por más de una hora, con un rico sonido de por medio que ya había olvidado, sobre las positivas enmiendas, impulsadas de última hora por los congresistas demócratas, que dieron un respiro a las empresas mexicanas con aspiraciones de innovación y abastecimiento nacional a precios reducidos de productos biológicos anticancerígenos y antivirales.

Mi conclusión: una de las muchas lecciones que estamos aprendiendo en este apartheid sanitario involuntario, generado por el coronavirus, es que transcurrida esta crisis, cualquiera que sea el tiempo que tome, no podemos ni debemos volver a “la normalidad”, a la rutina tradicional política, económica y social de los últimos 70 años tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los poderes relativos políticos, económicos y tecnológicos, han cambiado entre países y dentro de ellos, y México tiene retos sociales y de salud distintos de China, Corea del Sur o Alemania; pero más importante aún –querámoslo o no–, hemos entrado a una nueva era en que las demandas y las posibilidades de desarrollo humano incluyente y sustentable en el planeta, exigen recuperar la capacidad de diálogo entre naciones, entre grupos sociales y de persona a persona, más allá de lo que el cambio tecnológico nos imponga o facilite.

No necesitamos un deshumanizado CORONATEL, que nos conteste robóticamente nuestras viejas y nuevas preguntas con un “espere en la línea…”. Tenemos que diseñar y construir nuevas visiones compartidas de largo plazo en México y en el planeta, e incorporar a ellas una renovada conectividad y un Nuevo Trato Verde Humano.  


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