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Advierten de riesgos al consumir agua de garrafón

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El 41.4% % de 2 mil plantas purificadoras de agua potable de la Ciudad de México no cumplen con los estándares de calidad que establece la Norma Oficial Mexicana 201, mostrando que 1 de cada 3 garrafones contiene bacterias patógenas dañinas a la salud, aseguró Homero Martínez Salgado.

En entrevista con El Semanario, el investigador y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), señaló la contaminación que presentan varias rellenadoras de agua potable de la CDMX afectan gravemente la salud de los consumidores.

El investigador citó un estudio realizado por alumnos del IPN, en el que se encontraron altas cantidades de bacterias coliformes (presencia de materia fecal) en las plantas purificadoras de la Ciudad de México:

62% fueron positivos a bacterias coliformes y 21% para E. Coli.
30% fueron positivos a micobacterias no tuberculosas, lo que nos muestra que 1 de cada 3 contiene bacterias patógenas oportunistas.  
41.4% de las purificadoras analizadas no cumplió con los estándares oficiales mexicanos. 

A pesar de que se cuenta con una Norma Oficial Mexicana 201 que marca claramente las condiciones que deben identificar un agua potable y que hay recomendaciones por parte de la Organización Mundial de la Salud, Martínez Salgado identifica el problema en la aplicación del reglamento, “ahí es donde tenemos problemas de verificación, vigilancia e implementación, entonces parece letra muerta”. 

Los suministros de consumo en el país provienen de dos fuentes, la pública y la privada. El primer caso llega a través del agua entubada proveniente de acuíferos superficiales y las aguas profundas; sin embargo, esta no es confiable para la ingesta directa. La Comisión Nacional del Agua ha encontrado, basándose en un sistema de semáforo, que aproximadamente 30% del agua superficial reúne condiciones óptimas (verde), otro 30% se encuentra en amarillo y 36% en rojo, es decir no tiene la calidad adecuada para denominarla potable. A esto se agrega el problema del mal mantenimiento de tinacos y cisternas.

En el caso del agua privada, que representa hoy entre 75 y 80% del consumo en el hogar, tiene dos orígenes, las grandes embotelladoras que de alguna manera procuran la verificación y la certificación, y las rellenadoras. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revela que existen más de 2,000 de estos establecimientos sólo en la Ciudad de México, pero no cuentan con las medidas sanitarias necesarias para procurar su consumo adecuado.

Malos hábitos de consumo

Tras el confinamiento por la crisis sanitaria por Covid-19, el consumo de agua potable creció 140% por familia, y México encabeza el primer lugar mundial en consumo per cápita de agua embotellada, esto debido a que el 89% de los hogares mexicanos no toman agua directamente de la llave.

El constate lavado de manos, además de mantener una buena higiene e hidratación han sido factores determinantes en el consumo de agua en la población mexicana y del mundo, no obstante, la realidad es que en una encuesta a nivel nacional, se encontró que 2/3 partes de la población mexicana no bebe los líquidos recomendados para su edad y sexo.

Uno de cada tres adolescentes consume menos de una medida de agua por día (250 ml), es decir menos de un vaso, y cerca de la mitad de la población consume más de 250 ml de bebidas azucaradas por día, fundamentalmente refrescos embotellados y aguas frescas. Esta práctica, sin duda, está relacionada con sobrepeso, obesidad, síndrome metabólico, diabetes y enfermedad cardiovascular, altamente relacionadas con las afectaciones de la pandemia que hoy cobra muchas vidas“, mencionó Martínez Salgado.

Actualmente se estima que el 60% del agua que se desperdicia ocurre en el hogar, ahora con la constante preocupación de higiene derivada de la pandemia, “por cada minuto que se deja la llave del agua abierta, ya sea para lavarse las manos o los dientes, se pueden desperdiciar hasta 5 litros de agua, lo cual limita el acceso a este preciado recurso a otras personas”, advierte el investigador.

Ante estos datos, enfrentamos una crisis hídrica en la que más de 10 millones de personas en el mundo no cuentan con agua potable; en la Ciudad de México, 68% de la población cuenta con una dotación diaria de agua, mientras que 7.0% no reciben suministro de agua por tubería, según datos del INEGI.

De acuerdo con cifras de Conagua, aproximadamente 9 millones de personas no tienen acceso al agua en todo el país, y otras tantas más, no tienen servicio continuo; de estos últimos, cerca de 2 millones están en la capital del país.

El Sistema de Aguas de la Ciudad de México detalló en un informe, que el 26% de los capitalinos no reciben cantidad suficiente de agua, mientras que entre el 15 y 20% no cuentan con servicio diario. Se estima que alrededor de 1.8 millones de personas se abastecen de agua con tandeo de pipas.

En el mundo de las drogas

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Desde hace meses, la radio y la televisión mexicana están inundadas por la campaña nacional en contra de las adicciones. Es usual que los gobiernos desplieguen estas campañas. Teóricamente, se consideran herramientas de divulgación que acompañan la contención de los problemas que involucran las adicciones y que, entre otros ámbitos, incluye al de la seguridad y la salud pública. También es usual que la narrativa de estos mensajes sea reiterativa: mensajes dirigidos usualmente hacia jóvenes advirtiendo los riesgos de consumir alcohol y drogas. Lo que no es usual, pero sí urgente, es una campaña que se acompañe de políticas públicas de atención a los usuarios de drogas, y de una narrativa que humanice al consumidor.

En marzo pasado, el coordinador general de Comunicación Social y vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, anunció la Estrategia Nacional contra las Adicciones de la presente administración. Intitulada “En el mundo de las drogas, no hay final feliz”, incluye una serie de videos y audios difundidos en cadena nacional en la que alcohólicos y drogadictos hablan en primera persona de las consecuencias de su adicción. Entre otras cosas, mencionan: “Perdí la batalla, perdí todo, hasta el perro se fue”, “Yo ya soy una persona podrida. Ya no hagas nada por arreglarme”, “Uno se la mete [la mota] por gusto”. En otro video, un presunto ex halcón narra los delirios visuales de arañas y alacranes comiéndole producto de la intoxicación; en un video más, se enlistan los terribles químicos con que se preparan metanfetaminas.

La campaña es exitosa en ilustrar de manera cruda los horrores de las adicciones. El mensaje no es disimulado y eso se celebra considerando que suele infantilizarse al auditorio en temas de esta naturaleza. Sin embargo, tiene dos problemas. En primer lugar, apela a un individualismo del consumo que no siempre se sostiene en la práctica. Asumir que cada adicto en potencia invariablemente está en posibilidad de decidir sobre su adicción es un error de diagnóstico. Por ejemplo, existen investigaciones que documentan la forma en que grupos delictivos incentivan el consumo de drogas muy adictivas con intenciones de penetración social. El segundo problema consiste en que, en su afán por llevar el mensaje de la prevención al extremo, la campaña no sabe hablarle a quienes ya son adictos.

En un país en el que, según datos del propio Ramírez Cuevas, el consumo de drogas se ha incrementado 141% entre 2002 y 2017, parece razonable pensar en que el mensaje sea sensible a la circunstancia tanto de los potenciales como de los actuales consumidores. De lo contrario, y ante la falta de políticas sanitarias y de atención, es como si los drogadictos de la actualidad estuviesen en un limbo en el que –y siguiendo el guion de uno de los spots–, como personas “podridas”, no se puede hacer nada por “arreglarlas”. Además, mientras la discusión sobre la legalización de marihuana no aparezca sólidamente en el panorama cercano, la legalización de otras drogas ni siquiera se contemple, y las políticas de atención no sean progresivas, este tipo de campañas contra las adicciones serán más bien invitaciones personalizadas sin respaldo gubernamental.

mundo de las drogas
Imagen: En Movimiento.

Visto desde una perspectiva criminológica, el narcotráfico es un delito profundamente interesante. Es un delito sin víctima a priori. Teóricamente se trata de un acuerdo comercial ilícito entre privados, en el que uno vende (y quiere hacerlo) y otro que compra (y también quiere hacerlo). Esta aproximación, sin embargo, contrasta empíricamente. En la práctica, producto de marcos prohibicionistas, juicios morales y falta de estrategias de atención sanitaria, brotan las víctimas derivadas el narcotráfico. Como un tristemente célebre botón de muestra, están las víctimas de la masacre que ocurrió hace meses en un centro de anexión en Irapuato, Guanajuato. Urgen campañas que les hablen a quienes ya tienen adicciones, que humanicen a los adictos ante el público en general y, sobre todo, políticas públicas de atención a consumidores.


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El mundo post-COVID-19 y el futuro de México

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Ya que tenía el título perfecto para esta columna, “El mundo post-COVID-19”, caí en cuenta que de inicio no habrá un mundo post-COVID 19 como tal, porque seguirá siendo parte de las enfermedades que nos rodean como humanidad, ojalá en el muy corto plazo podamos enfrentarlo con un tratamiento eficaz, y en unos años ya con una vacuna. He de reconocer que el título atiende a la necesidad de llamar su atención y lograr compartir con ustedes las siguientes ideas e inquietudes.

¿Cuántos de nosotros no hemos llegado a pensar por qué no han desarrollado ya una vacuna? Y sobre todo con el desarrollo tecnológico que existe en el sector farmacéutico en países como Alemania o Estados Unidos. Es una pregunta válida desde la falta de conocimiento de cómo se dan las cosas ante este tipo de eventualidades. Sin embargo, tocará esperar su desarrollo e implementación que tengan que llevar, pues en un escenario óptimo para el caso de una vacuna puede ser de hasta dos años; pero eso no quiere decir que no habrá muy pronto un tratamiento eficaz contra la enfermedad.

Lo que es una realidad es que el COVID-19 nos ha dejado expuestos ante una oleada de información, misma que no sabemos procesar; entre la desinformación, las necesidades del día a día, nos hacen repensar que aun y con todos los avances tecnológicos de ahora, estamos tan inmaduros en el uso de las TIC´s porque, aunque tenemos acceso a la información, no analizamos lo que nos llega y a veces sólo reenviamos por reenviar lo que llega a nuestros correos o celulares.

Todos pasamos emocionalmente por varios pasos dentro de esta pandemia. Por ejemplo, algunos creen que no es cierto (siguen ahí); se les reprocha a los que importaron el virus; hay miedo; la realidad misma de que muchos perdieron su trabajo, o no pueden salir a buscar el sustento del día a día. Para el caso de México, muchos trabajos están dentro de la llamada informalidad; la pobreza no da para guardar un distanciamiento social como se pide. Son muchos factores que se conjuntan y no sabemos enfrentar de la mejor manera. Simplemente porque nadie estaba preparado para lo que ahora estamos viviendo.

incertidumbre y covid
Ilustración: Washington Post.

La incertidumbre como única constante, eso es lo que tenemos en este momento. ¿Cómo será nuestra realidad en unos meses? ¿Regresaremos a la “normalidad” y en cuánto tiempo?  

Lo que sí viviremos es un mundo post-cuarentena, post-distanciamiento social. Un mundo y una humanidad que deberán “ser” diferentes. Debemos entender que los bienes públicos (como la salud) son esenciales, estar más aténtenos de las necesidades reales de los que conforman este sector, desde prestaciones sociales, condiciones de trabajo y el equipamiento básico necesario para poder enfrentar este tipo de adversidades.

Recientemente vi una entrevista al director y actor argentino, Ricardo Darín, y algo que dijo me llamó mucho la atención y además es el motivo real de lo que ahora estoy escribiendo. Bien decía, la economía del mundo está tambaleando porque estamos comprando solamente lo que necesitamos”.

Compramos únicamente lo que necesitamos, cosas para comer, aseo personal; lo que no lleva a una palabra, un concepto de vida que se ha implementado como una forma normal de actuar: el consumismo. No hablo del consumo, que es necesario dentro de las relaciones sociales, sino de ese consumo de cosas que a veces ni necesitamos y que se compran por comprar. Actualmente la gente sale a comprar productos de la llamada canasta básica.

La lección más grande de toda esta situación es saber reconocer la labor de los demás, la importancia del campo, del transporte, y no de los sectores como tal, sino de la gente que trabaja en ellos.

deceso de negocios
Ilustración: Rictus/El Financiero.

La sensibilización social deber ser el resultado inmediato de lo que nos está tocando vivir. Claro, al final es una idea, pero ojalá así fuera. Lo que sí podemos hacer ya que pase toda esta situación, o dentro de la situación misma, es apoyar el consumo local, a los pequeños productores, y consumir en la medida de nuestra posibilidades los productos nacionales. Con la idea de realmente fomentar la recuperación de la economía nacional. Hace mucho escribía, aquí mismo en El Semanario, la importancia de consumir lo “Hecho en México” y no como un nacionalismo, sino como una necesidad real de reactivar la economía.

Uno de los indicios que ha dejado claro el gobierno federal es que no habrá endeudamiento para solventar esta situación. Es decir, no se recurrirá al Banco Mundial o al FMI, lo que no compromete los ingresos futuros. Por eso cobra sentido apoyar lo “Hecho en México” no como una idea romántica, sino como una real forma de apoyar el empleo y la actividad económica nacional.

Recordemos que son la pequeñas y medianas empresas las que dan el mayor número de empleos en este país, y son éstas las que se beneficiarían con un consumo así. Consumir lo “Hecho en México” no fue tan importante como ahora, eso nos toca hacer.


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Hacia dónde vamos con los cambios en el mundo

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Gerardo Gil Valdivia en entrevista con Luis Cárdenas de MVS

Miembro del Consejo Consultivo del Club de Roma y representante en México, Gerardo Gil Valdivia, también colaborador de El Semanario, en entrevista con Luis Cárdenas de MVS, responde a la interrogante de “hacia dónde vamos con el nuevo paradigma del mundo”. Es decir, hacia dónde vamos con el desarrollo económico, con la falta de oportunidades de empleos, la desigualdad social, la destrucción de la naturaleza, el cambio climático, las migraciones, los conflictos bélicos, y el consumismo exacerbado. Estamos experimentando procesos de concentración de la riqueza y falta de equidad alarmantes que tienen como resultado que más de la mitad de la población del mundo viva bajo una constante presión e incertidumbre de su presente y porvenir, en un planeta donde también la calidad de la democracia y de las instituciones se deterioran y declinan de manera acelerada.

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Gil Valdivia expresamente aborda la pregunta de Luis Cárdenas, trazando la gran paradoja que se presenta en el sentido de que aun cuando existe evidencia irrefutable de los efectos crecientes provocados por el cambio climático de origen antropocéntrico y que graves incendios, sequías, y fenómenos hidrometeorológicos son cada vez más frecuentes e intensos, de poco ha servido las advertencias y llamados éticos que la ciencia y muchos organismos han hecho a lo largo de décadas. No obstante, Gil Valdivia considera que precisamente por esta devastación del planeta que está afectando ya los intereses e inversiones del sector financiero global, debe surgir un cambio significativo. ¿Hacia dónde vamos? –replantea Gil ValdiviaVamos hacia un cambio necesario porque la naturaleza lo exige, en las formas de producción y consumo, y en los modelos de crecimiento y desarrollo.

Aquí te presentamos el audio completo de la entrevista: https://bit.ly/38sCDa3