La Asociación Económica Integral Regional conocida como RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership), es un acuerdo cuyo objetivo es la integración regional de los países asiáticos, misma que tiene su base en un largo proceso de aprovechamiento de las ventajas comparativas a través de la producción compartida transfronteriza que ha sido muy exitosa, debido a que la dotación de factores complementaria fue adecuadamente aprovechada.
En este sentido, Japón, con procesos de producción de alta tecnología y abundancia de recursos financieros se convirtió en el principal abastecedor de componentes y de inversión para los Nuevos Países Industrializados: Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur (NIC’s) que, con abundancia de mano de obra, iniciaron la producción y exportación de bienes manufacturados con componentes y capital japonés al resto del mundo.
Sin embargo, el elemento más importante en este proceso de desarrollo fue la incorporación de valor agregado por parte de los NIC’s y de otros países de la región, a través de capacitación intensiva de la mano de obra, de la adquisición de tecnología y el desarrollo de tecnología nacional, y de la realización de procesos productivos con mayor valor agregado, superando las labores iniciales de ensamble básico.
A este proceso de producción compartida complementaria se le tuvo como referencia en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pues, las condiciones y dotación de factores productivos en la región eran similares a los de la Cuenca del Pacífico, sin embargo, en México no hubo una estrategia que permitiera capitalizar las ventajas comparativas, la dotación de factores complementaria ni desarrollar ventajas competitivas y, el papel de socio estratégico que se le adjudicó a México como objetivo en la negociaciones de TLCAN nunca se pudo asumir de tal manera que, el valor agregado en la producción nacional orientada al mercado interno y al de exportación ha sido decreciente, convirtiendo a México en un país maquilador hacia el exterior y, lo más increíble y aberrante, hacia el mercado doméstico aun en productos del sector agrícola en donde se supone que tenemos enormes ventajas comparativas y competitivas.
Así, la creciente exportación mexicana hacia Estados Unidos, que en un principio incluyó numerosos insumos norteamericanos cumpliendo con el objetivo de integración comercial regional, ahora tiene como base la importación de insumos de otros orígenes de tal manera que, si en el año 1996, el país estadounidense nos proveyó el 75.49% de nuestra importación total, para el 2019 este porcentaje cayó al 45.19% y, en los mismos años, la importación procedente del TLCAN descendió de 77.43% a 47.35%.
Por otro lado, las compras procedentes de Asia se incrementaron de 10.06% a 36.55% debido a que se ha convertido en un gran proveedor de insumos que anteriormente importábamos de Estados Unidos, independientemente de que ahora también importamos gran cantidad bienes de consumo final asiáticos, parte de ellos fabricados por empresas norteamericanas que estaban radicadas en México y Estados Unidos, desplazaron sus procesos de manufactura a Asia.
Como consecuencia, el valor agregado y la generación de riqueza en la región del TLCAN disminuyó, especialmente a partir del año 2001, y la proporción del PIB regional en el PIB Mundial cayó de 35.89% a 28.05%, siendo México el país que más perdió pues pasó de 2.2% a 1.24%, es decir, perdió -43.64% de su participación en la generación de riqueza mundial.
En el mismo periodo, México perdió ocho posiciones como economía mundial, pasando de la 8ª a la 16ª, al haber sido superado por India, Canadá, Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia.
Comentarios
Cuando Barak Obama planteó la reindustrialización y participación de su país en el TPP, lo hizo con un grito de desesperación, buscando una salida de cualquier manera, buscando algún proyecto que le ayudara a no seguir perdiendo participación en la economía mundial, sin tener en cuenta la operación real de comercio internacional y regional, y sin pensar que a través de esta ilógica idea se debilitaría aún más al TLCAN que era un proceso de integración regional que debió haber sido muy exitoso.
El TLCAN era, verdaderamente, el proyecto de desarrollo más importante para los tres países, pero no había tenido éxito por la falta de una estrategia regional y, sobre todo, porque México no definió una estrategia integral para aprovechar las ventajas comparativas y competitivas que supuestamente lo harían un socio complementario y estratégico de Canadá y Estados Unidos, y un ganador neto dentro del proyecto trilateral.
En su lugar, los altísimos funcionarios mexicanos que supuestamente, según ellos mismos, integran al mejor y más experimentado equipo negociador en el mundo, lo convirtieron en el patio trasero de América del Norte pues no hubo complemento alguno para aprovechar el acceso preferencial al mercado más grande del mundo, constituido por sus dos socios del TLCAN, así como tampoco lo hicieron con el resto de los 52 países con los que compulsivamente “negociaron” TLC´s con los cuales, crecientemente se registra un déficit en la relación comercial.
Mucho peor es que este negativo proceso también se ha presentado con los países con los que no se han firmado esos instrumentos debido a la ilógica e irresponsable apertura comercial que han realizado, basada en una desgravación unilateral que no tiene parangón en el mundo.
En este contexto, el único acierto de Trump en materia de comercio internacional fue retirarse del TPP, pero ni eso supieron aprovechar “los altísimos y experimentados funcionarios mexicanos que integraban al mejor y más experimentado equipo negociador del mundo” y que, por dogma, por incapacidad y por desconocimiento de la operación real del comercio internacional y del comercio exterior mexicano, nos han sumido en un terrible proceso de retrocesos según se puede ver en el cuadro que se presenta a continuación, mismo en el cual se incluyen como elementos críticos:
· La disminución en el Valor Agregado Nacional y
· La decreciente participación en la captación de flujos de Inversión Extranjera Directa por parte de México.
Así, irresponsablemente, los teóricos y altísimos funcionarios mexicanos, después de negociar TLC’s con 48 países, insistieron en seguir en la negociación, en la firma y en la ratificación del TPP-11, un acuerdo que a todas luces era desfavorable para México, simplemente, porque no han creado un marco sistémico que nos permita ser competitivos, independientemente de que en los 26 años más recientes no han podido crear una estrategia realista para que nuestro país se beneficie de las ventajas del libre comercio que otros países si han logrado.
La base de este negativo proceso es la pésima calidad de las instituciones públicas y el bajo nivel de sus funcionarios, motivo por el cual son incapaces de definir una estrategia, con programas, proyectos y políticas públicas realistas que incidan positivamente en el desarrollo de México y su inserción adecuada en el TLCAN, ahora T-MEC, y en su relación con los otros 52 países a través de TLC’s.
Apuntes finales
Hoy, que se habla de la RCEP, la única respuesta que puede haber frente al potencial y el peligro que representa su creación para México y sus dos socios: Canadá y Estados Unidos, es lograr una verdadera integración regional de América del Norte.
Sería un grave error, de parte de la administración del presidente Joe Biden, querer participar en un proyecto con países de una región que mayormente ha generado la desindustrialización de la nación estadounidense y de México, a través del acceso al mercado norteamericano directamente o, indirectamente, a través de nuestro país.
Conviene señalar que la India se retiró del proceso de negociación del RCEP debido a la fuerte oposición interna a los requisitos de apertura de mercado que implicaba este Acuerdo.
En este sentido, la India se mostró muy coherente consigo misma pues antepone su interés nacional al cumplimiento de dogmas que pueden dañar a su economía. Sin duda, un ejemplo de lo que debieron haber hecho los altísimos funcionarios mexicanos que han sacrificado al país en aras de un libre comercio que muy poco positivo nos ha dejado, ya que su actitud dogmática no permitió que se sustrajeran sectores de la negociación; como lo hizo Canadá en el TLCAN, en que se rehusó negociar productos que resultaban prioritarios para ellos por el núcleo de población que resultaría afectado.
El dogmatismo mostrado por nuestros altísimos funcionarios impidió que se aprovecharan las supuestas ventajas negociadas en dicho Tratado, pues no hubo elemento alguno que lo complementara.
Peor aún es que, en el TLCAN, hasta hubo cartas paralelas para evitar plasmar acuerdos en el cuerpo del Tratado, mismos que no resultaban muy favorables para nuestro país como el sector azucarero, pero que Canadá excluyó tajantemente de la negociación.
No me cabe la menor duda de que, nuevamente, nuestros altísimos funcionarios habilitados como expertos en comercio internacional van a sentirse seducidos por la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), porque representa un mercado de más de 2,200 millones de consumidores y, desgraciada y seguramente como “El Borras”, van a plantear la “necesidad de participar de alguna manera en el acuerdo de libre comercio más grande del mundo”, así como lo hicieron con el TPP-11, mismo con el que los resultados de los primeros 21 meses de operación han sido extraordinariamente exitosos para sus “nuevos socios” y terriblemente desastrosos para México.
En este corto período, el déficit para México ha continuado creciendo a tasas que dan vergüenza debido a que, en los primeros 9 meses de 2019 y 2020, nuestras exportaciones a los “6 nuevos socios del TPP-11” descendieron -1,182 millones USD en tanto que las importaciones se incrementaron 6,100 millones USD con respecto a 2018, para totalizar un déficit de 25,729 millones USD, es decir, -16,479 millones más que en el último año sin TPP-11.
Conviene señalar que, en el año 1993, la relación comercial de México con 12 de los 15 países que integran el RCEP se registró un déficit total de -5,177 millones USD, sin que se hubiera intercambios con Brunéi, Camboya y Myanmar.
Para el año 2019, únicamente se tuvo superávit con Brunéi por 8 millones USD y con Australia por 655 millones USD, con un déficit total de -130,514 millones con los 13 países restantes.
Finalmente, en el período 1993-2019 tuvimos un déficit acumulado con 13 países del RCEP de -1,512,195 millones USD, equivalente al 145% de lo que se estima será el PIB Total de México en el año 2020, en tanto que registramos un superávit con Brunéi y Australia de 39 y 809 millones, respectivamente.
Ciertamente México tiene que replantear su política de comercio exterior y pensar en una modificación de su estrategia de promoción de las exportaciones y la inversión extranjera, que incluya una reestructuración a fondo, con el objetivo de revertir los enormes retrocesos que la simulación y la improvisación han generado en nuestro país desde hace 26 años, pero especialmente a partir del año 2001 en que, prácticamente, han estado en vigor los TLC’s firmados con 54 países y que, supuestamente, iban a generar numerosos empleos y enorme riqueza en México, pero que en la realidad atomizaron nuestras reducidas fortalezas y fragmentaron nuestros débiles esfuerzos convirtiendo a México en un país paupérrimo.
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