Joe Biden

México, el TLCAN, el TPP-11, el RCEP y… “El Borras”

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La Asociación Económica Integral Regional conocida como RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership), es un acuerdo cuyo objetivo es la integración regional de los países asiáticos, misma que tiene su base en un largo proceso de aprovechamiento de las ventajas comparativas a través de la producción compartida transfronteriza que ha sido muy exitosa, debido a que la dotación de factores complementaria fue adecuadamente aprovechada.

En este sentido, Japón, con procesos de producción de alta tecnología y abundancia de recursos financieros se convirtió en el principal abastecedor de componentes y de inversión para los Nuevos Países Industrializados: Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur (NIC’s) que, con abundancia de mano de obra, iniciaron la producción y exportación de bienes manufacturados con componentes y capital japonés al resto del mundo.

Sin embargo, el elemento más importante en este proceso de desarrollo fue la incorporación de valor agregado por parte de los NIC’s y de otros países de la región, a través de capacitación intensiva de la mano de obra, de la adquisición de tecnología y el desarrollo de tecnología nacional, y de la realización de procesos productivos con mayor valor agregado, superando las labores iniciales de ensamble básico.

A este proceso de producción compartida complementaria se le tuvo como referencia en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pues, las condiciones y dotación de factores productivos en la región eran similares a los de la Cuenca del Pacífico, sin embargo, en México no hubo una estrategia que permitiera capitalizar las ventajas comparativas, la dotación de factores complementaria ni desarrollar ventajas competitivas y, el papel de socio estratégico que se le adjudicó a México como objetivo en la negociaciones de TLCAN nunca se pudo asumir de tal manera que, el valor agregado en la producción nacional orientada al mercado interno y al de exportación ha sido decreciente, convirtiendo a México en un país maquilador hacia el exterior y, lo más increíble y aberrante, hacia el mercado doméstico aun en productos del sector agrícola en donde se supone que tenemos enormes ventajas comparativas y competitivas.  

Así, la creciente exportación mexicana hacia Estados Unidos, que en un principio incluyó numerosos insumos norteamericanos cumpliendo con el objetivo de integración comercial regional, ahora tiene como base la importación de insumos de otros orígenes de tal manera que, si en el año 1996, el país estadounidense nos proveyó el 75.49% de nuestra importación total, para el 2019 este porcentaje cayó al 45.19% y, en los mismos años, la importación procedente del TLCAN descendió de 77.43% a 47.35%.

Por otro lado, las compras procedentes de Asia se incrementaron de 10.06% a 36.55% debido a que se ha convertido en un gran proveedor de insumos que anteriormente importábamos de Estados Unidos, independientemente de que ahora también importamos gran cantidad bienes de consumo final asiáticos, parte de ellos fabricados por empresas norteamericanas que estaban radicadas en México y Estados Unidos, desplazaron sus procesos de manufactura a Asia.

Como consecuencia, el valor agregado y la generación de riqueza en la región del TLCAN disminuyó, especialmente a partir del año 2001, y la proporción del PIB regional en el PIB Mundial cayó de 35.89% a 28.05%, siendo México el país que más perdió pues pasó de 2.2% a 1.24%, es decir, perdió -43.64% de su participación en la generación de riqueza mundial.

En el mismo periodo, México perdió ocho posiciones como economía mundial, pasando de la 8ª a la 16ª, al haber sido superado por India, Canadá, Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia.

Comentarios

Cuando Barak Obama planteó la reindustrialización y participación de su país en el TPP, lo hizo con un grito de desesperación, buscando una salida de cualquier manera, buscando algún proyecto que le ayudara a no seguir perdiendo participación en la economía mundial, sin tener en cuenta la operación real de comercio internacional y regional, y sin pensar que a través de esta ilógica idea se debilitaría aún más al TLCAN que era un proceso de integración regional que debió haber sido muy exitoso.

El TLCAN era, verdaderamente, el proyecto de desarrollo más importante para los tres países, pero no había tenido éxito por la falta de una estrategia regional y, sobre todo, porque México no definió una estrategia integral para aprovechar las ventajas comparativas y competitivas que supuestamente lo harían un socio complementario y estratégico de Canadá y Estados Unidos, y un ganador neto dentro del proyecto trilateral.

En su lugar, los altísimos funcionarios mexicanos que supuestamente, según ellos mismos, integran al mejor y más experimentado equipo negociador en el mundo, lo convirtieron en el patio trasero de América del Norte pues no hubo complemento alguno para aprovechar el acceso preferencial al mercado más grande del mundo, constituido por sus dos socios del TLCAN, así como tampoco lo hicieron con el resto de los 52 países con los que compulsivamente “negociaron” TLC´s con los cuales, crecientemente se registra un déficit en la relación comercial.

Mucho peor es que este negativo proceso también se ha presentado con los países con los que no se han firmado esos instrumentos debido a la ilógica e irresponsable apertura comercial que han realizado, basada en una desgravación unilateral que no tiene parangón en el mundo.

En este contexto, el único acierto de Trump en materia de comercio internacional fue retirarse del TPP, pero ni eso supieron aprovechar “los altísimos y experimentados funcionarios mexicanos que integraban al mejor y más experimentado equipo negociador del mundo” y que, por dogma, por incapacidad y por desconocimiento de la operación real del comercio internacional y del comercio exterior mexicano, nos han sumido en un terrible proceso de retrocesos según se puede ver en el cuadro que se presenta a continuación, mismo en el cual se incluyen como elementos críticos:

· La disminución en el Valor Agregado Nacional y
· La decreciente participación en la captación de flujos de Inversión Extranjera Directa por parte de México.

Así, irresponsablemente, los teóricos y altísimos funcionarios mexicanos, después de negociar TLC’s con 48 países, insistieron en seguir en la negociación, en la firma y en la ratificación del TPP-11, un acuerdo que a todas luces era desfavorable para México, simplemente, porque no han creado un marco sistémico que nos permita ser competitivos, independientemente de que en los 26 años más recientes no han podido crear una estrategia realista para que nuestro país se beneficie de las ventajas del libre comercio que otros países si han logrado.

La base de este negativo proceso es la pésima calidad de las instituciones públicas y el bajo nivel de sus funcionarios, motivo por el cual son incapaces de definir una estrategia, con programas, proyectos y políticas públicas realistas que incidan positivamente en el desarrollo de México y su inserción adecuada en el TLCAN, ahora T-MEC, y en su relación con los otros 52 países a través de TLC’s.

Apuntes finales

Hoy, que se habla de la RCEP, la única respuesta que puede haber frente al potencial y el peligro que representa su creación para México y sus dos socios: Canadá y Estados Unidos, es lograr una verdadera integración regional de América del Norte.

Sería un grave error, de parte de la administración del presidente Joe Biden, querer participar en un proyecto con países de una región que mayormente ha generado la desindustrialización de la nación estadounidense y de México, a través del acceso al mercado norteamericano directamente o, indirectamente, a través de nuestro país.

Conviene señalar que la India se retiró del proceso de negociación del RCEP debido a la fuerte oposición interna a los requisitos de apertura de mercado que implicaba este Acuerdo.

En este sentido, la India se mostró muy coherente consigo misma pues antepone su interés nacional al cumplimiento de dogmas que pueden dañar a su economía. Sin duda, un ejemplo de lo que debieron haber hecho los altísimos funcionarios mexicanos que han sacrificado al país en aras de un libre comercio que muy poco positivo nos ha dejado, ya que su actitud dogmática no permitió que se sustrajeran sectores de la negociación; como lo hizo Canadá en el TLCAN, en que se rehusó negociar productos que resultaban prioritarios para ellos por el núcleo de población que resultaría afectado.

El dogmatismo mostrado por nuestros altísimos funcionarios impidió que se aprovecharan las supuestas ventajas negociadas en dicho Tratado, pues no hubo elemento alguno que lo complementara.

Peor aún es que, en el TLCAN, hasta hubo cartas paralelas para evitar plasmar acuerdos en el cuerpo del Tratado, mismos que no resultaban muy favorables para nuestro país como el sector azucarero, pero que Canadá excluyó tajantemente de la negociación.

No me cabe la menor duda de que, nuevamente, nuestros altísimos funcionarios habilitados como expertos en comercio internacional van a sentirse seducidos por la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), porque representa un mercado de más de 2,200 millones de consumidores y, desgraciada y seguramente como “El Borras”, van a plantear la “necesidad de participar de alguna manera en el acuerdo de libre comercio más grande del mundo”, así como lo hicieron con el TPP-11, mismo con el que los resultados de los primeros 21 meses de operación han sido extraordinariamente exitosos para sus “nuevos socios” y terriblemente desastrosos para México.

En este corto período, el déficit para México ha continuado creciendo a tasas que dan vergüenza debido a que, en los primeros 9 meses de 2019 y 2020, nuestras exportaciones a los “6 nuevos socios del TPP-11” descendieron -1,182 millones USD en tanto que las importaciones se incrementaron 6,100 millones USD con respecto a 2018, para totalizar un déficit de 25,729 millones USD, es decir, -16,479 millones más que en el último año sin TPP-11.

Conviene señalar que, en el año 1993, la relación comercial de México con 12 de los 15 países que integran el RCEP se registró un déficit total de -5,177 millones USD, sin que se hubiera intercambios con Brunéi, Camboya y Myanmar.

Para el año 2019, únicamente se tuvo superávit con Brunéi por 8 millones USD y con Australia por 655 millones USD, con un déficit total de -130,514 millones con los 13 países restantes.

Finalmente, en el período 1993-2019 tuvimos un déficit acumulado con 13 países del RCEP de -1,512,195 millones USD, equivalente al 145% de lo que se estima será el PIB Total de México en el año 2020, en tanto que registramos un superávit con Brunéi y Australia de 39 y 809 millones, respectivamente.

Ciertamente México tiene que replantear su política de comercio exterior y pensar en una modificación de su estrategia de promoción de las exportaciones y la inversión extranjera, que incluya una reestructuración a fondo, con el objetivo de revertir los enormes retrocesos que la simulación y la improvisación han generado en nuestro país desde hace 26 años, pero especialmente a partir del año 2001 en que, prácticamente, han estado en vigor los TLC’s firmados con 54 países y que, supuestamente, iban a generar numerosos empleos y enorme riqueza en México, pero que en la realidad atomizaron nuestras reducidas fortalezas y fragmentaron nuestros débiles esfuerzos convirtiendo a México en un país paupérrimo.


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Estados Unidos y su capitalismo de “cuates”

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Ahora que Trump se vaya, van a salir a la luz muchas decisiones que tomó para beneficio propio y de sus amigos, y para perjuicio del sistema económico; la prestigiada economista Anne O. Krueger ofrece varios ejemplos de tales medidas que considera posibles sólo en un contexto político autócrata; como tal quiso gobernar Trump, tuvo avances y en cuatro años más se hubiera terminado como un autócrata.

Según Krueger, Trump convirtió a Estados Unidos en un capitalismo de “cuates” (¿le suena?, amable lector); la verdad es que la tendencia ya venía, por lo menos, desde los gobiernos republicanos de la dinastía Bush, la cual tuvo claros intereses en negocios que favorecieron desde el poder público.

La invasión de Irak en 2003 fue atribuida a intereses de negocios de Bush y su vicepresidente, Dick Cheney, a quien se consideraba el titiritero del presidente; ambos favorecieron con billonarios contratos a empresas como Halilburton, que en 2005 llevaron al Comité de Reforma del Congreso a considerar que habían seguido un patrón de fraude, abuso y despilfarro; sin embargo, no hubo consecuencias.

Trump hizo de las suyas, y Krueger refiere varios casos, como haber creado un programa para solicitar exenciones al 25% de aranceles a las importaciones de acero, que favoreció sólo a empresas selectas.

Donald Trump presidente
Imagen: El Mundo.

Seguramente van a salir más casos, pero lo que más interesa son las consecuencias que la economía de “cuates” tiene para el Estado de derecho, para la democracia y para la competitividad del resto de las empresas participantes.

En México las sufrimos desde hace muchos años. Los favores de la autoridad suelen ser en correspondencia al apoyo financiero a campañas electorales; ¿las podemos seguir considerando democráticas? y se traducen en dispensas fiscales y otras canonjías que resultan muy perjudiciales para las empresas competidoras que no son parte del entendimiento cómplice. Las inversiones pierden dinamismo, igual que la innovación y los esfuerzos en competitividad.

Es una economía en la que los participantes no reciben el mismo trato legal; cuando la prosperidad de los negocios depende de pagos o sanciones a autoridades, ni la ley ni las instituciones vuelven a ser confiables.

Joe Biden se ha distinguido por su pragmatismo, no por ser un promotor de cambios, lo que le permitió estar como senador detrás de proyectos tan disímbolos como la invasión a Irak de Bush con base en la falsedad sobre las armas de destrucción masiva; apoyó la imposición de la guerra a las drogas en nuestro territorio durante el gobierno de Calderón, y votó a favor del salvamento de los bancos después del desplome de las hipotecas subprime de 2008.

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Imagen: DW.

Sólo por el escándalo que representa Trump, es posible esperar que Biden aplique algunos correctivos, pero no que se proponga separar efectivamente el gran poder económico corporativo y financiero del de su gobierno, para poder corregir a fondo los grandes desequilibrios del sistema.

No hay un consenso sobre cuáles son esos desequilibrios y cómo atacarlos; son muchos y están interrelacionados, van desde el cambio de fuentes de energía para mitigar el calentamiento global hasta la precariedad generalizada de los empleos y de salarios reales, el endeudamiento de empresas y clases medias en riesgo de ser impagables y la abismal desigualdad en el reparto de riqueza e ingresos.

A todos esos temas se ha referido Biden. Falta ver su integración coherente en un proyecto de gobierno que tendría que estar decididamente cercano a las necesidades sociales y a “sana” distancia de los intereses de los grandes negocios.


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Retos y oportunidades de la relación bilateral en la era Biden

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En la relación bilateral durante el periodo presidencial de Joe Biden, México puede esperar más institucionalidad y diversificación, con una diplomacia mucho más acorde a la complejidad, la diversidad y la interdependencia estratégica de esta interacción que la improvisación que vimos en los últimos cuatro años. Quizá haya fricciones o distanciamiento inicial, pero lo que marcaría más la interacción es justamente eso, por lo que promete la trayectoria y el talante del ex vicepresidente.

A fin de cuentas, las relaciones entre nuestros países son demasiado importantes, para ambos países, como para concentrarse en unas cuantas personas. Necesitamos espacios y procesos de vinculación cada vez más institucionalizados. A nivel de Estados en la concepción más amplia: entre presidentes, pero también secretarías e instituciones de todos los ámbitos, entidades federativas, municipios y condados. Como naciones, lo que incluye a sectores económicos y sociales, como lo hemos hecho desde la iniciativa empresarial.

Eso es fundamental para ambas partes, pero particularmente desde la perspectiva de México, por la asimetría que enfrentamos.

Hay mucho que trabajar y/o revisar: T-MEC, inversiones, migración, narcotráfico, agua, frontera. Pero lo primero esa institucionalización con enfoque en la complementación, la cooperación y, sobre todo, la corresponsabilidad. Con Biden habrá más oportunidad de avanzar en ese sentido.

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Imagen: Nexos.

T-MEC: tres puntos críticos

El nuevo acuerdo comercial puede ser un motor de oportunidades en esta coyuntura tan complicada por la pandemia y la recesión. De entrada, podemos captar un volumen muy importante de inversiones, debido a las tensiones entre China y Estados Unidos, y la tendencia al nearshoring. Hay que hacer la tarea. El T-MEC no generará, en automático, dinamismo, si no hay certeza jurídica para la inversión, así como una visión y una estrategia coherentes para que se den las cosas.

Entre los principales cambios del TLCAN al T-MEC, quizá la nota más importante es que se dio en circunstancias políticas conflictivas y en medio de tendencias globales adversas a la globalización y la integración comercial y económica. Ese entorno persiste, pero la llegada de Biden es una nota de esperanza.

Destaco los tres cambios prácticos relevantes:

1. Reglas de origen: ajustes en los sectores más importantes, en los que destaca, por su peso en el comercio y para la economía nacional, el automotriz.

El contenido regional obligatorio para la exportación sin aranceles pasó de 62.5 % del costo total por unidad al 75%. Además, 25% tiene que proceder de plantas con salarios de 16 dólares la hora o más.
En México, los sueldos en plantas automotrices son de entre 3.50 a 4 dólares la hora, lo que favorece a Estados Unidos y Canadá.
Queda 50% del costo que debe generarse en la región. Eso implica traer operaciones de, por ejemplo, empresas japonesas, alemanas, coreanas e incluso chinas, que no serían tan competitivas ni en China ni en Estados Unidos.

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Imagen: El Financiero.

2. Compromisos laborales: México ha tenido que emprender una reforma laboral y hacer cambios a marcha forzada.

Es de esperar que este frente se utilice como motivo de litigio, más aún con los demócratas en el poder. Es fundamental cumplir con la legislación y tener una plataforma de defensa jurídica.
Los compromisos pueden ser área de oportunidad en la democratización de las relaciones sindicales, así como para desarrollar a fondo una competitividad menos dependiente del costo de la mano de obra.

3. Nuevo sistema de solución de controversias: el TLCAN contaba con disposiciones para formar paneles para dirimir diferencias, pero en la práctica eran bloqueados y entonces había que recurrir a la OMC, que hoy no está funcionando adecuadamente. Se establece un esquema con procedimientos explícitos y lineamientos de equidad y resoluciones vinculantes.

Los paneles se conforman con personas escogidas de listas negociadas entre los países con diferendos: nosotros elegimos a dos panelistas de su selección y ellos a dos de la nuestra, con un quinto de un país tercero.

Migración: hora de reformar

Hasta hace poco, en la problemática de la migración, México tenía un rol sobre todo como territorio de tránsito. Hoy, es un desafío explosivo y complejo, con múltiples facetas:  país de tránsito, pero también de recepción y origen de migrantes, algo, esto último, que aumentará con nuestra recesión económica.

De poco sirve minimizar el problema pensando que proviene de fuera y tenemos una parte incidental o complementaria. Menos aún conformarse con la idea de que la mejor política exterior es no tener una.

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Imagen: Patossa.

México debe tomar la bandera del multilateralismo y la protección de los derechos humanos. Asumir un papel de mayor responsabilidad, compasión, compromiso y protagonismo internacional en la materia. El opuesto al del presidente saliente de Estados Unidos y el uso político que hizo de una tragedia humana.

En México nos hemos concentrado en los problemas del tránsito de migrantes, de forma reactiva e improvisada. Necesitamos una estrategia aterrizada e integrada. La asimetría y vulnerabilidad respecto a Estados Unidos requiere una estrategia de diversificación proactiva en las relaciones políticas y económicas. Por ejemplo, con la Unión Europea y a nivel latinoamericano. De entrada, deberíamos construir una narrativa internacional sólida para generar empatía y corresponsabilidad. 

¿Por qué no buscar acuerdos con Estados Unidos como los de Turquía y la Unión Europea? La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de nuestros vecinos del norte tienen un presupuesto anual de 22 mil 300 millones de dólares. En cambio, a nuestro Instituto Nacional de Migración se le ha destinado el equivalente a menos de 70 millones de dólares y a la Comisión de Ayuda a Refugiados, de 4 millones.

Desde luego, es preciso partir de una comprensión realista del fenómeno: la pobreza explica en gran parte las causas, sí, pero hay que tomar en cuenta la comparación, algo que pesa enormemente en los flujos migratorios. En términos del PIB per cápita, el de Honduras es 23 veces menor al de Estados Unidos; el de El Salvador, 14 veces; el de Guatemala, 12; el de México, seis.

Más aún, la migración desde Centroamérica, y cada vez más desde México, responde, junto con la pobreza, a la búsqueda de refugio de la violencia. Para dimensionar, basta comparar las tasas de homicidios (2019): Estados Unidos, 5.3 por 100 mil habitantes; México, 29 por 100 mil; El Salvador, 51 por 100 mil; Honduras, 40 por 100 mil.

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Imagen: Alejandra Saavedra.

Ningún plan de desarrollo regional funcionará si no combina el aspecto económico con el de la gobernabilidad democrática y la vigencia del Estado de derecho. En América Central, lo mismo que en México.

Narcotráfico: corresponsabilidad

Ambas naciones han fallado en lo que respecta a detener este comercio ilegal de estupefacientes y al crimen organizado que está detrás. Tanto recientemente como desde hace décadas.

No sólo faltan los resultados en la reducción del tráfico, sino que se agudizan las peores consecuencias de éste en ambos países.

La violencia de los cárteles ha sido devastadora para nuestro país, con más de 200 mil homicidios en la última década. Además, ha agravado nuestras seculares fallas en materia de Estado de derecho y gobernabilidad democrática. Del otro lado, Estados Unidos ha registrado récords de 70 mil muertes anuales ocasionadas por sobredosis.

Se requieren estrategias y soluciones integrales, en coordinación y corresponsabilidad, así como con perspectiva de largo plazo. Hay que trascender el enfoque simplista, basado en amenazas de una parte e improvisación e inercia de la otra.

Las agencias estadounidenses y mexicanas deben unir fuerzas para combatir a los delincuentes más violentos, con el fin de disminuir la cantidad de homicidios en México.

Estados Unidos puede aumentar los servicios de rehabilitación para reducir los casos de adicción y sobredosis, muchos de los cuales, de hecho, son causados por medicamentos de venta controlada. También tener un rol mucho más proactivo para frenar el tráfico de armas hacia nuestro país. México, a su vez, necesita trabajar mucho más para erradicar la corrupción derivada del narcotráfico, la cual ha socavado nuestro aparato de seguridad pública y procuración de justicia hasta un grado que nos obliga a reaccionar.

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Imagen: Contralínea.

Inversión regional: oportunidades únicas

Ambos países contamos con un gran activo para una nueva fase en la globalización: el T-MEC, en este momento, significa tener un diferenciador clave ante el panorama geopolítico y económico global.

Como hemos comentado en este espacio, estamos en medio de una retracción de la globalización, con un resurgimiento del proteccionismo y tendencias a la regionalización. A ello se suma la llamada “economía de bajo contacto” y de alta seguridad industrial, logística y de comercialización, como lo impone la pandemia.

En suma, muchas empresas buscan depender menos de operaciones de larga distancia, debido al contexto geopolítico y el Covid-19, y eso significa grandes oportunidades en materia industrial, en particular para México: automotriz, autopartes, aeroespacial, electrónico, metalmecánico.

Nuestro país puede consolidarse como un polo productivo formidablemente competitivo ante esas circunstancias: el fin de una época en que los portafolios de inversión gravitaron hacia China. Nuestra cuota de inversión extranjera directa procedente de todo el mundo –incluida china– como de exportaciones puede crecer exponencialmente. El T-MEC es un camino; aprovechémoslo con el vehículo adecuado.

Por si fuera poco, México tiene las bases para convertirse en la cocina o alacena de América del Norte y proveedor prioritario a nivel mundial. El sur-sureste del país puede encontrar aquí una gran avenida de desarrollo. Finalmente, otra área de oportunidad extraordinaria es el comercio electrónico, que puede abrir las puertas para ampliar el alcance de la demanda potencial, así como para la especialización y mercados de nicho.

Requisitos para aprovechar las oportunidades

1. Coordinación productiva con Estados Unidos y Canadá ante los retos del Covid-19 y de cara a la “nueva normalidad”.
2. Cumplir con las nuevas disposiciones del T-MEC, como las laborales y de reglas de origen, y preparar nuestra plataforma de reacción, respuesta y defensa jurídica.
3. Inversión estratégica en logística de clase mundial.
4. Asegurar la disposición de energía en términos competitivos: abasto suficiente y bajo costo.
5. Política industrial visionaria y estratégica, consensuada entre el sector público y las empresas.
6. Estado de derecho: necesitamos asegurar la estabilidad de las reglas del juego para la inversión.


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Las Paredes Gritan: En elecciones. No importa ganar. Importa no perder

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Estados Unidos y elecciones

Las elecciones en Estados Unidos (EEUU) no se han definido, y los estados de ese país tienen hasta el 8 de diciembre para resolver las disputas electorales. El Colegio Electoral de EEUU, se reunirá el próximo 14 de diciembre para oficializar el resultado.

Trump quiso poner muchas trabas. Habló de fraudes. Pero la jornada electoral se realizó sin ninguna dificultad. Oficialmente falta un mes para identificar al ganador. Muchos lo han apoyado. El Fiscal de EEUU, William Barr, autorizó abrir investigaciones sobre las “acusaciones sustanciales” en la votación.

El líder del Senado estadounidense respaldó la batalla legal de Trump. ¿Hubo irregularidades? No. ¿Hubo una conspiración contra Trump? No.

Joe Biden se hizo de una ventaja considerable en varios estados importantes de EEUU. Todo indica que Trump, finalmente, será destituido… O expulsado.

Una cuestión que no se debe olvidar es el elevado número de electores que votaron por Trump. Es un número muy grande y tiene peso. Existen muchos relatos que hablan mal de él. Lo han caricaturizado de todas las formas posibles.

Biden y Trump
Imagen: Axios.

René Delgado comentó en su columna: “El fascista de medio pelo, el calvo de ideas, el adicto a la exageración, al odio y la mentira, el hombre tocado con un estropajo en la cabeza que humilló a Estados Unidos, aliados, socios y amigos y se ensañó con el contrario seleccionándolo a capricho, se va de la Casa Blanca, pero… deja el fantasma del malestar como una sombra negra” (Reforma, 07/XI/2020).

Ese malestar no es sólo en EEUU. Es un mal internacional. Trump generó una polarización extrema entre los estadounidenses. Reconoció el malestar político y social de mucha gente. Habló mal de los “políticos profesionales” (si es que existen). Para Trump los partidos políticos dejaron de servir a la ciudadanía, ya que la usaban para enriquecerse y formar pequeñas cúpulas de poder.

Dice Delgado: “La concentración de la derrama de beneficios económicos del neoliberalismo en unos cuantos, dejaron fuera y a la intemperie a amplios sectores sociales, ansiosos por reinsertarse en serio o desquitarse al menos” (Ibid.).

Trump vivía en una nostalgia por el pasado, aunque su historia fuera mal contada. El chantaje se convirtió en un arma eficaz de Trump para la presión política. Aprendió a humillar a muchos y a ponerlos de rodillas frente a él. Nutrió el espíritu de venganza y dejó un país profundamente dividido. Trump se va, pero el trumpismo se queda.

El malestar, la xenofobia, el racismo, la ausencia de estrategias estarán con el nuevo régimen. ¿Qué ideas tendrá Biden para enfrentar los problemas internacionales de EEUU?

¿Cómo frenarán sus problemas regionales? ¿Cómo canalizará el malestar de los trumpistas?… NPI.

Biden y el mundo, futuro EUA
Imagen: Washington Times.

Según Fray Bartolomé, del grupo Reforma, el periódico británico The Guardian, enlistó la lista de “populistas de derecha” que no reconocen el triunfo de Joe Biden. Entre ellos aparecen Jair Bolsonaro (Brasil), Viktor Orban (Hungría) y AMLO.

¿Será que extrañan a Trump?

Lo cierto es que la carrilla contra AMLO está gruesa.

Corrupción y cultura

Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública (SFP), sancionó a la exsecretaria de Cultura y dos funcionarios más por “daño al erario” al otorgar recursos para el proyecto “Museo de Museos”.

Según la declaración el Órgano Interno de Control (OIC) de la Secretaría de Cultura (SC), los exservidores públicos sancionados incumplieron con sus responsabilidades al autorizar donativos por más de 59 millones de pesos a una asociación civil para la realización del proyecto “Museo de Museos”.

Hubo sin duda un mal manejo de las autorizaciones para desarrollar este proyecto tal como aparecen en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, y la Ley General de Bienes Nacionales.

“La entrega de estos donativos, uno por 50 millones de pesos, en marzo de 2017, y otro por 9 millones 313 mil 461 pesos, en julio de 2018, sin considerar las normas aplicables, causó un daño al erario…” (Reforma, 09/XI/2020).

Irma Eréndira Sandoval
Irma Eréndira Sandoval (Imagen: El Financiero).

Se trata de un pleito de la nueva administración en contra de los anteriores funcionarios. Por ello, los nuevos miembros del OIC sancionaron por 10 años y una multa de 19 millones 771 mil 154 pesos a los tres servidores públicos: la exsecretaria, el exoficial mayor y la exdirectora General de Administración.

Es la segunda exsecretaria de Estado de Peña Nieto sancionada por la SFP. La otra es Rosario Robles.

Una más: el 15 de febrero de 2019, AMLO acusó al titular de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), Guillermo García Alcocer de “haber incurrido en un conflicto de interés”. García Alcocer renunció a su cargo el 15 de junio de 2019. Ahora la SFP lo inhabilitó por 10 años para ocupar cargos públicos. Dio permisos a un familiar para comercializar combustibles.

Y la última de esta semana: Enrique Peña Nieto, según la FGR, es un Traidor y Jefe Criminal. “Jugó un papel central en la comisión de delitos de traición a la patria y cohecho en el caso Odebrecht”.

Peña Nieto dijo que “la corrupción es cultural”… ¡Neta!

Dice Irma Eréndira Sandoval: “Nos esforzamos por sancionar la corrupción en los niveles más altos y barrerla de arriba hacia abajo”.

¿Hasta dónde podrán frenarse los abusos en el servicio público? ¿Qué tan abajo llegaran?… NPI.

Feminicidio en Cancún

Con disparos al aire, la Policía Municipal de Cancún desalojó el pasado 8 de noviembre a cientos de jóvenes que marcharon el lunes en siete de los 11 municipios de Quintana Roo por el feminicidio de Alexis Lorenzana, de 20 años.

femenicidios
Fotografía: Head Topics.

“Cancún feminicida”, “El paraíso huele a sangre”, “Justicia por Alexis”, “Ni una más”, eran sus consignas.

El jefe de la policía tuvo que renunciar… No pasó más.

Los feminicidios siguen adelante.

La Cueva del Delfín

¿Quién está a favor de la sociedad? ¿Quién está en contra de ella? ¿A quién no le importa lo que suceda? La mezcla de gobierno y delincuencia es brutal. Falta muchísimo trabajo.

¡Vientos huracanados!, si no me mandan de policía a Cancún nos veremos por acá la próxima semana.


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El fracaso de la democracia yanqui

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Las recientes elecciones en Estados Unidos de América han abierto una herida profunda a la tradición democrática de más de dos siglos de esta nación, que mereció elogios de personajes de la talla de Alexander Von Humboldt, Alexis de Tocqueville y el Marqués de Lafayette, por sólo citar a los más notables de ellos. Toda comparación es odiosa dice el dicho popular, pero los imperios se asemejan a los seres vivos: nacen, se reproducen y mueren. Así sucedió, por traer sólo un ejemplo con el imperio romano –sin embargo, dicho sea de paso, los imperios de la antigüedad duraban más tiempo–, que vivió su origen, su esplendor y su caída. Dos hechos son particularmente evidentes en el caso del vecino del norte: la derrota del ejército norteamericano en Vietnam en 1973 y el ataque terrorista a las torres gemelas de Nueva York en 2001; que probaron la vulnerabilidad del imperio empoderado con sus triunfos en las dos guerras mundiales que enlutaron la humanidad el siglo XX, en el cual surgió el poderío económico, que conserva todavía, una república que tiene enfrente al gigante amarillo, presto a sustituirlo en los siglos venideros.  

Hoy, el modelo de la democracia estadounidense, sufre un revés ante un mundo vertiginosamente acelerado e interconectado por medios de comunicación y redes sociales, en la disputa entre un presidente polémico que responde al nombre de Donald Trump y un candidato aún no legalmente electo, como es Joe Biden, pero con una mayoría de 306 contra 232 votos a favor de Trump, de los Colegios Electorales de los estados que conforman la Unión Americana; difícil de disminuir por haber rebasado con más de cuatro millones de votantes al amenazador y vociferante inquilino de la Casa Blanca, quien invoca fraude electoral por el conteo de votos en estados claves como Georgia, Pensilvania y Arizona. Advierto que Biden, aún no es legalmente electo en virtud de que los recursos legales interpuestos por los abogados al servicio del presidente Trump, no han sido desahogados y el cómputo de votos en algunas entidades prosigue como el caso de Colorado.

democracia yanqui
Imagen: El Mundo

La mayoría de las analistas se desgañitan contra el presidente Trump por no salir a reconocer su derrota –y aprovechan el viaje para atacar en forma tosca al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por no enviar sus congratulaciones a Joe Biden y a su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris– y aceptar el triunfo de su oponente de filiación demócrata, cuyo partido ganó la mayoría en la Cámara de Representantes; equivalente a nuestra Cámara de Diputados, aunque en la de Senadores, a la fecha, todavía sigue el conteo en el caso de Georgia, en la que se decide si prevalecerá la mayoría republicana, pero con la opinión de algunos de ellos que ya se inclinan por la victoria del candidato demócrata. No obstante que la mayoría de los medios también proclaman el éxito de Joe Biden, lo hacen generalmente desde un plano político y sociológico olvidándose del proceso electoral jurídico que será definitivo.

Trump, hasta el momento de escribir estas líneas, no cede en este último pleito, a pesar de que varios jueces han negado, en diversas formas, el fraude electoral que anunció desde antes de la elección. Por ello, el equipo de transición y los fondos presupuestales para el cambio, se han paralizado y mantiene un suspenso a la Alfred Hitchcock, que viene a incrementar la incertidumbre, que sólo podrá ser despejada hasta que la autoridad judicial de la última instancia se pronuncie sobre la legalidad del enmarañado asunto, el cual ha llevado al modelo democrático yanqui a demostrar que su sistema electoral es obsoleto y requiere de una reforma profunda para no volver a hacer este papelón frente a la comunidad internacional.

Trump y Biden
Imagen: Cubano y Punto.

Lo cierto es que la otrora república ostentosa, tanto por su belicismo como por su poderosa economía mundial, prevalente en el mundo capitalista como ejemplo democrático hacia lo interno, está en crisis. No hay que olvidar que más de 72 millones de ciudadanos estadounidenses votaron por la permanencia del Trump en la presidencia frente a los 78 millones de Biden en la jornada electoral, en las cuales emitieron su voto el 67 por ciento, provocando la polarización de los simpatizantes que ya preparan marchas en favor de ambos personajes. En los últimos cien años, salvo las marchas en contra de la Guerra de Vietnam, nunca se había visto tal división del pueblo norteamericano, cuyos efectos están por verse en las próximas semanas.

¿Será la Suprema Corte de Justicia, el tercer poder, que desactive jurídicamente el conflicto entre la tozudez trumpiana y la prudencia bideana? ¿Reconocerá Trump, a regañadientes, finalmente el triunfo de su opositor? ¿Ambas determinaciones serán aceptadas por los partidarios de los contendientes? Súmele el lector todas las demás dudas a este inédito escenario en las contiendas civiles por el gran poder, que mantiene la demacrada faz de la república llamada “La esperanza del mundo” pero también el “Gran Satán”.


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Ya ganó Joe Biden ¿y ahora qué?

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Después de once días desde que se llevó a cabo la jornada electoral en Estados Unidos, se pudo anunciar un vencedor definitivo y prácticamente doce semanas después se definió el conteo final del Colegio electoral dando una holgada victoria a Joe Biden de 306 votos contra 232 de Donald Trump.

A medida que los días han transcurrido, la diferencia de votos con el 97% de estos contabilizados, da una abrumadora victoria en el voto popular al candidato demócrata con 78’778,306 votos, es decir, el 50.9% de los votos totales contra 73’161,232 votos para Trump, lo que equivale al 47.3%. Hay pues una diferencia de 5’616,683 votos entre ambos candidatos y la diferencia, que hoy es del 3.6%, al terminar de contar todos los votos, aún será mayor en favor de Biden.

Ambos candidatos deberían estar muy felices porque esta contienda ha roto muchos récords en la historia de las elecciones de Estados Unidos, Biden es, por mucho, el candidato que más votos ha obtenido y Trump es el candidato perdedor que también ha obtenido la mayor cantidad de votos. El número y el porcentaje de votantes totales es la mayor de la historia y así podríamos señalar otras marcas.

¿Qué hizo que Biden ganará? Seguramente habrá muchos análisis y conclusiones, pero es definitivo que el voto de las llamadas minorías influyó de manera determinante a nivel nacional y en algunos estados en concreto. El voto de las mujeres tuvo una fuerte influencia impulsado por Kamala Harris. Y como siempre pasa en cualquier proceso electoral, la gente vota por el candidato que, desde su punto de vista, es el menos malo, y hay una buena cantidad de votos de castigo en contra del candidato en el gobierno.

Trump pierde elecciones
Imagen: The Australian.

En términos del simple análisis, es determinante el hecho de que Biden y los demócratas hayan ganado cinco estados que en la elección pasada perdieron, inclusive uno de ellos que no ganaban desde la elección de Bill Clinton. Los estados de Arizona, Michigan, Pennsylvania, Georgia y Wisconsin.

Es interesante también señalar que Estados Unidos queda muy dividido después de esta elección, ya que se muestra un país totalmente polarizado y con dos visiones de lo que quieren como nación, aunque es claro identificar dónde realmente están las diferencias. Trump ganó en 25 estados y Biden hizo lo propio en otros 25.

Prácticamente todas las ciudades y grandes urbes fueron ganadas por Biden, el Estados Unidos profundo, poco educado, que se ve al ombligo, votó por Trump y esto se refleja en la proporción del peso del PIB: los cerca de 500 condados que votaron por Biden representan el 71% del PIB americano, los poco más 2400 condados, los que votaron por Trump, significan el 29%.

Un poco para ir cerrando cifras y, aunque sé que para algunos lectores esto puede resultar tedioso o no muy divertido, es importantísimo que visualicemos estos números porque con ellos va a tener que gobernar Biden y el panorama no está entonces nada fácil.

Es muy interesante ver cómo en algunos estados un candidato arrasa, Biden en DC con más del 87% de los votos a su favor, frente a Wyoming donde Trump gana con una ventaja del 43%, y así podríamos seguirnos con una docena de estados para cada candidato y ver cómo en nueve estados las diferencias son de menos del 3%.

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Imagen: Foreign Policy.

Que no me lo tomen a mal los habitantes de Wyoming, pero me queda claro que es un estado al que no se me antoja ir para nada después de ver estos resultados, al igual que a Arkansas (28%), Alabama (26%), Idaho (31%), Kentucky (26%), Oklahoma (33%), North Dakota (33%), South Dakota (26%), West Virginia (39%), Utah (20%) y Tennessee (23%), que le dieron grandes victorias a Trump.

Por el contrario, California (30%), Connecticut (20%), Hawaii (29%), Massachusetts (33%), Rhode Island (21%), Vermont (35%), Maryland (32%), Washington (19%), Delaware (195), y D.C., le dieron un amplio margen a Biden.

Creo que en su desesperación y arrogancia, el presidente Trump perdió una oportunidad de oro para decir, “perdimos, pero… no por tanto como se había dicho, en otra elección nosotros hubiéramos ganado gracias al masivo número de votos que obtuvimos, el proyecto al que los convoqué sigue vivo y estaremos listos para enfrentar unas nuevas elecciones conmigo o con otro candidato que las comparta en las elecciones del 2024 y algunas cosas más”. Trump tenía mucha raja para presumir y prefirió, como siempre lo ha hecho, irse por las mentiras, por las desacreditaciones, por pelearse.

Trump y muchos de sus seguidores que desacreditaron el proceso electoral, se van a tener que comer sus palabras y ofrecer muchas disculpas. En campaña los ánimos se pueden caldear y uno puede decir ciertas cosas que “se permiten”, ya pasadas las elecciones, pero esto no es lo correcto, ni lo derecho, ni decente. De educación no hablo, porque este señor no la conoce.

Trump dijo en campaña que Biden era el peor candidato, que el partido demócrata pudo haber seleccionado a alguien más y fue ése, “el peor”, quien le ganó, ¿se imaginan quién hubiera sido el mejor?

¿Cuáles son los retos inmediatos del nuevo presidente? Lo será a partir del 21 de enero del 2021: controlar la pandemia del coronavirus y dejar en manos de expertos, como ya lo está haciendo, ¿las decisiones que los políticos tienen que acatar? Más de 11 millones de americanos se han contagiado y más de 250 mil han perdido la vida por el pésimo manejo de la administración de Trump a esta crisis sanitaria.

buiden elecciones USA
Imagen: CNN.

Biden tendrá que dar señales claras en materia de inmigración y hacer acciones contundentes para ver la diferencia entre las dos administraciones. La regularización de los niños y jóvenes bajo el paraguas DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals) será una muy buena señal, por ejemplo.

Otro hecho de gran relevancia será el regreso inmediato al Acuerdo de París, del que Estados Unidos se acababa de salir. Como se sabe, Trump no cree en el cambio climático, y Biden está totalmente del otro lado de la balanza en el tema.

Seguramente Biden tendrá que hacer varios acercamientos, desde ya, con sus aliados históricos: Francia, Inglaterra, Japón, algunos de los países árabes (Arabia Saudita para empezar) para “arreglar” la relación. China y Rusia se deberán coser aparte.

Tendrá que hacer algo en relación con la OTAN y las fuerzas americanas desplegadas por el mundo, rápidamente.

Reconstruir la relación con las Naciones Unidas y algunos de sus organismos como la UNESCO.

Y trabajar mucho hacia adentro de sus propias fronteras con los diversos problemas que le dejó Trump, más los que se acumularon por la pandemia y definir el futuro de Trump. ¿Lo persigue?, tiene mucha cola que le pisen, pero también tienen 73 millones de votantes.

Biden y Latinoamerica
Imagen: The Intercept.

Unos días antes de que tome posesión Biden, sabrá si tiene el control de la Cámara de Senadores, hay elecciones de los dos senadores por Georgia el 5 de enero, y serán ambas contiendas muy cerradas. La Cámara de representantes tiene ya control demócrata, aunque con menos margen de lo que tenían antes de estas elecciones de noviembre.

México desafortunadamente, como sucedió en prácticamente toda la campaña, no será tema, y ante las groserías del gobierno de México y en especial del presidente López Obrador, mucho menos.

Biden no es un hombre de venganzas, es un político con mucho colmillo y mucho oficio, 40 años en este negocio. La distancia con la que se mantendrá será su mejor forma de comportarse. Tiene, además, muchos sartenes por el mango que podrá y seguro utilizará, en el nuevo TLC hay muchas oportunidades para hacerlo y él tiene muchos compromisos sindicales al igual que con la clase trabajadora.


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López Obrador y Joe Biden

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La elección presidencial estadounidense transcurrió en un entorno que viene descomponiéndose desde hace algunas décadas, pero nunca como durante los últimos cuatro años: polarización política, desigualdades intolerables, racismo exacerbado, clases medias empobrecidas, mujeres ofendidas, migrantes vejados, desprestigio de la democracia y sus instituciones; a esos factores se sumó el mal manejo de la pandemia, con sus miles de decesos que podían haberse evitado.

En este ambiente, la elección presidencial fue también un referéndum social a la majadería estúpida de Trump, y para colmo, no le fue mal, puesto que obtuvo 4 millones de votos más que en 2016; también estuvieron a juicio los medios de comunicación, a los que 70 millones de votantes no les creyeron o no les importó su permanente denuncia de las grotescas mentiras con que ha gobernado el presidente.

La larga espera para conocer el conteo final de tres estados, cuando en la India, por ejemplo, cuentan 600 millones de votos en un día, le da una mala calificación al proceso electoral y lo peor, es que da lugar a un peligroso vacío, que los republicanos pudieran verse tentados a llenar legalmente, forzando a que sea el Congreso el que designe al ganador.

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Imagen: Wasiu K.

¿Qué pasaría, se ha preguntado más de un columnista, si ante la tardanza oficial, Fox News decidiera dar a Trump como ganador? La presentación de evidencias ya no es requisito.

De cualquier manera, Trump ya logró, según encuestas, que 70% de sus seguidores, unos 50 millones de electores, estén convencidos de que hubo fraude electoral y negarán la legitimidad del resultado si éste termina favoreciendo, como aún es lo más probable, a Joe Biden.

Biden, por su parte, tiene un perfil tan bajo que algunos lo consideran más bien plano, porque fue senador seis ocasiones y pasó sin dejar huella. De hecho, es muy probable que el elemento aglutinante en torno a su candidatura, fuera el vehemente rechazo de poco más de la mitad del electorado a Trump.

 Joe Biden no llega como el líder que llene su cargo; tendrá que convertirse para “curar a la sociedad”, uno de sus lemas, y formular lo que parece que intentará, que es un “Nuevo Trato” keynesiano, constructivo, para lo cual tendría que convencer a tirios y troyanos como lo hizo Franklin Delano Roosevelt hace 90 años.

Asumamos que finalmente se declara ganador a Biden. La agenda de López Obrador con su gobierno tendría nuevos temas; quizá con la idea de que no sea sólo Washington donde se diseñe, AMLO no aceptó la solicitud del equipo de Biden, presentada a nuestra Embajada, de que tuvieran un encuentro telefónico.

Esperemos que el gobierno de Joe Biden no reaccione ante tal demostración de autoridad de López Obrador como han reaccionado la derecha y los empresarios mexicanos. A éstos les convendría no alejarse de los entendimientos con el gobierno estadounidense.

usa y mexico
Imagen: Pinterest.

Con seguridad el gobierno de Biden presionará por la aplicación estricta de normas ambientales en la planta industrial y por el desarrollo de fuentes renovables de energía; también insistirá, porque está en el T-MEC a solicitud del sindicalismo estadounidense, en extender los términos de las contrataciones laborales a más empresas dentro de nuestro territorio, para que los bajos salarios no sean un factor principal de competitividad.

AMLO no tendrá que ser tan condescendiente con Biden, pero los asuntos se tratarán menos superficialmente que con Trump. Los problemas fronterizos, la violencia y el narcotráfico seguirán siendo prioritarios para Washington, pero el gobierno tiene con qué negociar para hacer valer la perspectiva e intereses de México en esos y otros asuntos, como la vejación salvaje, inhumana de su actual política migratoria, sobre la que no puede seguir esgrimiendo que es un tema interno estadounidense.

Un asunto que puede hacer lucir una buena relación entre ambos gobiernos es la iniciativa de López Obrador de promover el desarrollo del triángulo del norte centroamericano, con la que Trump se comprometió, pero no hizo nada, y Biden ha manifestado empatía.

Si la institucionalidad estadounidense declara pronto ganador a Biden, y desarticula la estrategia republicana para aferrarse a la presidencia, habrá condiciones para esperar, ahora sí, un trato respetuoso del gobierno de Estados Unidos a México y a nuestra nacionalidad.


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Censura al Presidente y democracia

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El triunfo de Joe Biden es una nota de esperanza para el mundo en muchos sentidos, lo mismo para superar la pandemia del Covid-19 que ante el desafío del cambio climático. La derrota de Donald Trump lo es, sobre todo, porque muestra la posibilidad de trascender, o al menos poner bajo control democrático, una ola populista que lejos de resolver los problemas económicos, sociales o culturales que le dieron impulso, los está exacerbando, al tiempo que distorsiona y pone en riesgo a la propia democracia. 

Evidentemente, eso no sólo es aplicable a Estados Unidos, sino al mundo y en particular a México.

Somos un país muy diferente, pero son patentes los parecidos entre nuestros mandatarios y su accionar político, así como los fenómenos sociopolíticos que los llevaron al poder. Casi como señas de familia.

Es ilustrativo que, a pesar de que nuestro Presidente se asume como abanderado de la facción liberal en México, sucesor de Benito Juárez, su foto acaba de aparecer, al lado de la del inquilino saliente de la Casa Blanca, en un artículo de The Guardian con el título “El fin de la era Trump asesta un duro golpe a los líderes populistas de derecha en todo el mundo”. El gran “adversario” de los conservadores en un collage en el que también figuran el Primer Ministro húngaro Viktor Orbán, héroe del movimiento de la “democracia iliberal”, y Marine Le Pen, lideresa del partido francés de extrema derecha Agrupación Nacional.

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Imagen: Chicago Tribune.

Paralelismos

El Washington Post, con su iniciativa Fact Checker, ha llevado la cuenta de afirmaciones falsas o engañosas de Trump: en la recta final, su promedio fue de 50 por día. Según el diario, esta inclinación a la mentira o, en el mejor de los casos, la inexactitud, ha empeorado a tal grado que ya no puede seguirle el paso.

Al Sur del Río Bravo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo con SPIN, consultoría de comunicación política que ha seguido con lupa sus “conferencias mañaneras”, acumuló más de 29 mil 700 declaraciones no verdaderas o, en el mejor de los casos, inverificables: una media de 73 por episodio de este ejercicio más cercano al género del monólogo o el stand up que al de las ruedas de prensa para informar.

Uno a través de tuits, el otro hablando diariamente un mínimo de dos horas de lunes a viernes, muy temprano, han cultivado un estilo personal de lidiar con la crítica, la rendición de cuentas y la realidad misma que recuerdan a la famosa frase de Groucho Marx: “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”.

Trump popularizó el concepto fake news, como recurso para descalificar a los medios de comunicación que le resultan incómodos, por supuesto no a sus propias mentiras o imprecisiones. También declaró a un grupo de estos –New York Times, NBC, ABC, CBS, CNN– “enemigos del pueblo”. Su gobierno inventó el concepto de las “verdades alternas”, tan paradójico como válido para millones en la era de la posmodernidad, la polarización y la posverdad.

Nuestro mandatario ha sido aun más creativo: “hampa del periodismo”, “prensa fifí”, “pasquín inmundo”, “muerden la mano de quien les quitó el bozal”. En paralelo, ha hecho de la frase “tengo otros datos”, una de sus salidas más socorridas ante los datos de la terca realidad.

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Imagen: Poynter.

Por eso no son de extrañar rasgos de identidad como el rechazo a usar cubrebocas ante la pandemia, así como el desprecio a lo que diga la ciencia y los especialistas al respecto, lo mismo que sobre todo tipo de asuntos, desde la medición del PIB hasta el cambio climático. Todo con la idea de que la verdad puede ser sinónimo de popularidad o que depende de la fe, la repetición o la lealtad política.

Así, con el favor del “pueblo sabio”, más allá de lo que opinen técnicos, o las matemáticas, “gobernar no tiene mucha ciencia”, como ha dicho AMLO. Y también así Trump puede justificar su autoelogio de “genio muy estable”.

En ambos casos, como en el del presidente brasileño Jair Bolsonaro y su patético llamado a “dejar de ser un país de maricas”, la pandemia sacó a relucir los riesgos que implica ese talante de desprecio a la realidad y al conocimiento, irresponsabilidad declarativa y distorsión cognitiva sobre lo que significa e implica el ejercicio de gobierno, convertido en una suerte de campaña electoral permanente o mala película de buenos contra malos. El aprendizaje ha sido muy costoso, pero es fundamental.

De hecho, Trump hubiera sido un candidato mucho más competitivo si no hubiese manejado la contingencia con tal dosis de negación, desprecio de las indicaciones de especialistas y una politización o faccionalismo que se extendió incluso a algo tan básico, pero tan crítico como el uso de mascarillas.

Si no nos hace reaccionar el que a una tragedia como la que estamos viviendo en ambos países por el Covid-19 se le responda así, con tan marcada confusión entre gobierno y demagogia, y entre narrativa y realidad, ¿qué puede hacerlo? Porque lo que es claro es que los problemas no se resuelven a base de retórica, desplantes y distractores mediáticos; al contrario: se complican.

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Imagen: Jamiel Law.

Autocorrección democrática: de Clístenes a Trump

En este contexto, tampoco debería sorprender que cadenas de televisión de Estados Unidos decidieran sacar del aire a Trump cuando denunciaba, sin evidencias y ni siquiera argumentos con alguna lógica mínima, un fraude. El asunto es polémico, y se da cuando el Presidente cae aceleradamente al estatus de lame duck, como designa el argot político de ese país a un mandatario que queda sólo con poder formal. Podría acusarse a esos medios de hacer leña del árbol caído con cómoda valentía. Sin embargo, a la postre puede acabar siendo una decisión que ayudó a reparar un vacío o una distorsión real del Estado democrático de derecho.

¿Hasta dónde llega la libertad de expresión de un gobernante? ¿Incluye usar “la investidura”, el podio y la caja de resonancia pública que le confieren los ciudadanos para desinformar, engañar, esparcir odio, alentar la división, hacer acusaciones sin pruebas, calumniar o difamar, propiciar la inestabilidad social, o incluso situaciones que pueden derivar en muerte y desolación, como en el caso de la pandemia?

AMLO ha dicho que su “pecho no es bodega”, y lo mismo podrían decir Trump o Bolsonaro, todos con una incansable energía pleitista, inmersos en riñas permanentes que no sólo distraen de los asuntos que importan al interés colectivo, sino que cancelan las oportunidades de solucionarlos porque dinamitan los puentes de diálogo y acuerdos. Quizá la censura que los gobernantes no deben imponer a los ciudadanos de a pie, sí deban ejercerla éstos contra mandatarios que se extralimitan en el poder y la representación que dimanan de la propia ciudadanía.

Hoy cualquiera puede expresarse con liberalidad en las redes sociales para insultar, decir tonterías o hacer eco de mentiras, prejuicios y las teorías conspiratorias más delirantes. Incluso tener a miles o hasta millones de fans que siguen a algunos precisamente por todo eso. ¿Puede ser igual para el hombre más poderoso del mundo o el de una nación de más de 126 millones de habitantes? 

Desde la época del esplendor de la democracia de Atenas, hace 2 mil 500 años, se sabe que ésta puede degenerar en oclocracia o llevar al poder a demagogos que acaben con la democracia. Sin embargo, también se ha constatado, una y otra vez desde las reformas de Clístenes, la capacidad de ajuste y corrección de este sistema que Winston Churchill calificó como el peor, a excepción de todos los demás que se han inventado. Así es como crearon el sistema de división de poderes y las garantías constitucionales, y así también hay que abordar los dilemas que plantean el populismo y la demagogia en la era de las redes sociales y la conectividad 5G.

Sobre esas bases hay que abordar la victoria de Biden y la derrota de Trump: oportunidad para poner en sintonía a la democracia con los retos y las oportunidades del mundo y del México del siglo XXI.


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