En el inicio de la parte más compleja de la pandemia, el uso eficiente del tiempo se hace una urgencia. Aprovechar las circunstancias para ponerle un límite a la ansiedad que provoca la incertidumbre, será uno de los retos que tendremos que enfrentar para salir de la mejor manera de esta crisis sanitaria.
No puedo insistir lo suficiente en lo importante que es quedarnos en casa y evitar contagiarnos y contagiar a otros en las siguientes dos o tres semanas; las autoridades han sido muy claras en lo que representan estas medidas de contingencia, pero debemos reiterar que de estar en resguardo depende qué tan rápido nos recuperaremos en lo social y en lo económico del COVID-19.
Ocuparnos entonces se vuelve fundamental, pero tampoco puede volverse una obsesión. Son circunstancias únicas y por eso debemos ir día a día aprendiendo cómo sacarles mejore provecho, en lo personal, lo familiar y en cada una de las actividades que podamos hacer desde casa, si es que es nuestro caso.
Aunque salir a la calle tampoco regresa la tranquilidad a nadie, al contrario, el miedo es otro virus que se contagia con rapidez y para quien no puede estar en casa por razones de sobrevivencia, estar afuera estresa igual o más que permanecer en casa.
De ahí que el simple acto de hablar con la familia, con los amigos, con compañeros de trabajo o vecinos vía remota, sea poderoso y ayude a reducir discusiones, malos entendidos y hasta episodios de violencia que no podemos permitir o justificar.
Hace muy poco éramos una sociedad, en especial en las grandes ciudades, solidaria en momentos de catástrofe, que son distintos a los que vivimos hoy, pero desconectada y mal organizada para los problemas cotidianos.
Tuvo que aparecer un virus invisible para recordarnos que la solidaridad, entre otros rasgos humanos, comienza desde nuestra propia familia y de ahí se extiende a cada persona con la que entramos en contacto, que sus preocupaciones, metas y anhelos son muy parecidos o idénticos a los nuestros y que, juntos, es más sencillo alcanzarlos. No es optimismo de tanto confinamiento, se los aseguro, es una realidad humana que, cuando la hemos entendido, han ocurrido los episodios más notables de nuestra historia.
¿Será éste, el de la pandemia, uno de esos momentos más destacados de nuestro paso por el planeta? Espero que sí y haré lo que me corresponde para contribuir, desde fortalecer el tejido social de mi familia, amigos y colaboradores, hasta aportar a cualquier acción que ayude a alguien con necesidad.
Porque ahora que estamos separados nos hemos dado cuenta que estamos conectados de múltiples formas que le dan sustento a la economía, al medio ambiente, a la educación, la salud –sobre todo– y a cualquier actividad que hayamos desarrollado para integrar la sociedad que éramos.
Si queremos que los problemas de inseguridad, desempleo, falta de oportunidades, entre otros, no regresen a ser nuestras principales preocupaciones, entonces aprovechemos la contingencia para reconectarnos, comprendernos, tolerarnos –que no es aguantar–, hablar, tratarnos con respeto, apoyarnos, sentirnos y escucharnos.
Y si no tenemos a nadie cerca o nos sentimos solos, marquemos de inmediato el 5511-8575-55, que es la Línea gratuita de Confianza e Impulso Ciudadano, para entrar en contacto con un especialista en cuidados emocionales y psicológicos.
En estas semanas, miles de personas nos han contactado para saber qué hacer con su día, manejar la incertidumbre, el miedo, el estrés y recibir atención profesional en caso de que la ansiedad los haya sobrepasado en tiempos que, sin duda, son únicos.
También por Twitter con el hastag #HayAyuda, que conecta de inmediato el teléfono celular con la Línea de Confianza y por WhatsApp al 552-323-0303.
Todas las crisis pueden sacar lo mejor y lo peor de nosotros dependiendo el momento, pero no hay duda que una crisis, bien aprovechada, puede transformar sociedades, naciones y, a veces, al mundo. Quedarnos en casa es un paso sencillo, pero poderoso, para comenzar a ser mejores, sin embargo, vienen los retos más complicados para volvernos una sociedad realmente igualitaria, sólida en todos los sentidos y que comparte en las buenas y en las malas. Preocuparse es normal y está bien, ocuparse es lo que hará la diferencia.
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