Igual que la crisis provocada por la pandemia de coronavirus, la posible recuperación será variada y no llegará de manera uniforme para todas las ramas de la economía, como tampoco lo hará en nuestra vida cotidiana antes de esta contingencia.
Una nueva realidad emergerá, y si queremos que ésta sea mejor, tenemos que enfocarnos en equilibrar muchos de los aspectos que formaban parte de esa normalidad que no regresará nunca más.
De acuerdo con los pronósticos de especialistas y de autoridades, recuperar la movilidad como estábamos acostumbrados no será posible en el corto plazo, es decir, mientras el transporte público sea un foco de probable y permanente contagio, necesitaremos echar mano de otras opciones para ir de un sitio a otro, sobre todo cuando las actividades en oficinas y negocios empiecen a liberarse.
Si revisamos las cifras y las estadísticas al respecto, la mayor concentración poblacional en la Ciudad de México en horario de oficina (8 a 6 de la tarde) se ubica en dos alcaldías, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc, que además son vecinas, con una población flotante de casi 5 millones y medio de personas, entre empleadas y empleados, negocios, edificios públicos, oficinas privadas, centros comerciales y de entretenimiento, además de parques y espacios comunes.
El crecimiento, por ejemplo, de Paseo de la Reforma y su conexión en las mañanas y tardes con el área de Santa Fe, entre las alcaldías de Álvaro Obregón y Cuajimalpa, extiende esta concentración del total de la población flotante y residente de la capital del país, la cual se ubica en casi 9 millones de habitantes –que viven y duermen en la ciudad–, y otros 7 millones de visitantes, aproximadamente, que vienen todos los días por diferentes motivos, en particular del Estado de México y de otras entidades cercanas.
En un regreso que representará muchos retos, en particular para evitar la concentración de personas que buscan una manera de llegar a su trabajo o a su pequeño negocio, una opción que empieza a cobrar fuerza en otras ciudades del mundo es abrir más espacios para la circulación de la bicicleta. Lo comento porque orgullosamente soy uno de los primeros usuarios de Ecobici y he mantenido mi membresía de viajes cortos desde su nacimiento y hasta la fecha.
Cualquiera que haya acudido a un paseo dominical en bicicleta podrá darse cuenta que las distancias que separan a las zonas más concurridas de Miguel Hidalgo y de Cuauhtémoc no son amplias en número de kilómetros, y que existen varias opciones que conectan a los principales sitios de trabajo en ambos polos.
También que esa conexión se amplía hacia las alcaldías Benito Juárez, Iztacalco y Coyoacán, por un lado, y Gustavo A. Madero e Iztapalapa, las dos más grandes de la ciudad; tenemos avenidas y ejes viales que permiten la comunicación con la mayoría de las alcaldías y una buena decisión sería habilitarlas rápidamente para viajar en bicicleta, un medio de transporte que ayudaría a mantener la sana distancia y las medidas de higiene que necesitaremos aplicar el resto del año.
Luego viene la manera en que podríamos escalonar horarios y compartir nuestros automóviles para reducir el tráfico, con las previsiones de salud correspondientes. No podemos seguir apostando por una ciudad, ni por un país, que aumenten el uso del coche para evitar entrar en contacto con otras personas –poco más del 60% de los automóviles que circula, únicamente en la capital, es ocupado sólo por el conductor–, y aún ello no ayudaría a evitar nuevos brotes.
Después vendrá la convivencia y sus múltiples cambios, desde el número de comensales en un restaurante, hasta la ocupación parcial en los hoteles y en los eventos que se celebran en sus salones y espacios para llevar a cabo actividades de negocios y de capacitación. Son dos sectores que ya están avanzando mucho en el diseño de protocolos de seguridad, pero tendrán también que brindar la seguridad a sus usuarios y clientes de que son espacios sanitizados de manera constante, con medidas de prevención y con garantía de tranquilidad. No será sencillo.
En resumen, tendremos que encontrar formas nuevas para movernos de nuestro hogar a nuestro sitio de trabajo, innovar en la manera en que podremos ofrecer esparcimiento y condiciones para desempeñar muchas actividades al interior de instalaciones públicas y privadas, y aprovechar oportunidades que surjan para impulsar a los sectores de la economía que, antes de la pandemia, dependían del contacto directo con la gente.
Y, de nuevo, el enorme reto de establecer nuevos hábitos de higiene que detengan el contagio en tanto se cuenta con un tratamiento efectivo y una vacuna, la cual llevará el tiempo que dicta la ciencia hasta que surja y que no necesariamente obedece a la urgencia económica y, mucho menos, a la política.
Si podemos generar ese balance entre nuestras necesidades y nuestras obligaciones, a partir de la solidaridad, el respeto, el cuidado hacia otros, y buenas prácticas ciudadanas que nos permitan enfrentar las siguientes etapas de esta crisis sanitaria, habremos aprovechado esta delicada situación para mejorar, de lo contrario, regresaremos a los mismos problemas que nos agobiaban antes, aunque bajo una presión adicional que será proteger nuestra salud.
No desaprovechemos estos momentos para equilibrar y hacer que el balance sea nuestra nueva forma de vida.
También te puede interesar: Confianza en las Fuerzas Armadas.