China, la primera economía del mundo desde 2014 según el Fondo Monetario Internacional y calculado mediante la paridad de poder adquisitivo (PPP), tomó a finales de octubre de 2020 iniciativas y medidas cruciales para 2025 y 2035. En América Latina y el Caribe, así como en México, pocos medios informaron al respecto: seguimos ensimismados en nuestro vecino del norte y con poca capacidad institucional de comprender a la República Popular China.
El 29 de octubre culminó la quinta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista de China (PCC) concluyendo sobre objetivos de largo plazo (2035) y propuestas para el XIV Plan Quinquenal para 2021-2025. Los resultados son relevantes globalmente y para México.
En el largo plazo (2035) –y con base en planteamientos de Xi Jinping en 2017 de “básicamente realizar la modernización socialista”, “alcanzar los niveles de países moderadamente desarrollados” en 2035 y “desarrollar a China en un gran país moderno y socialista” en 2049 (coincide con los 100 años de la fundación de la República Popular China)– destacan los objetivos de profundizar la “modernización socialista” y convertirla en un “líder global en innovación” (sin definir metas de crecimiento económico, aunque con un crecimiento entre el 5% y 6% anual pudiera duplicar el PIB per cápita a más de 20,000 dólares en 15 años), incluyendo objetivos ecológicos y de cooperación global, entre otros.
En el mediano plazo (2025), y en el marco del XIV Plan Quinquenal, enfatiza un “nuevo paradigma de desarrollo” con base en su economía de mercado socialista y el concepto de “circulación dual”, es decir, reconociendo la relevancia de los factores económicos que llevaron a su crecimiento vía exportaciones, pero ahora destacando también su mercado doméstico. En ambos escenarios la “reunificación nacional” con respecto a Hong Kong y particularmente Taiwán, son elementos indispensables. De igual forma, la cooperación con el mundo –“una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”– sigue siendo un aspecto crucial en el proceso de “globalización con características chinas” propuesto desde 2013.
¿Qué implicaciones tienen estos planteamientos de mediano y largo plazo para países como México?
Por un lado, comprender que China buscará un cambio “cualitativo” en su crecimiento económico y desarrollo, en el cual por ejemplo el medio ambiente –así como la erradicación de la pobreza y la disminución de las brechas entre el campo y las ciudades–jugará un papel de creciente importancia. A diferencia de las décadas anteriores, China enfatizará la calidad de su desarrollo e incremento en la calidad de su población, sin descartar el objetivo de un sustantivo incremento en el PIB per cápita hasta 2035. La comprensión e integración por parte de México a estos objetivos específicos –por ejemplo en términos del comercio, la inversión y/o el turismo– serán fundamentales: no se trata de propuestas abstractas, sino sumamente concretas y puntuales, como lo son las iniciativas y medidas de China para 2025 y 2035.
Desde una perspectiva mexicana –y considerando las crecientes tensiones de Estados Unidos con China– es crucial el énfasis en el mediano y largo plazo y de que China se convierta en un “líder global en innovación”, es decir, continuará escalando procesos y productos en segmentos de cadenas globales de valor como autopartes, automotriz, electrónica, robótica, telecomunicaciones y nuevos servicios (como la inteligencia artificial y nuevos medios de distribución). Lo anterior es relevante en su relación con ALC –la brecha tecnológica en el comercio bilateral seguramente continuará ensanchándose– y particularmente con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea: las “tensiones” en torno al liderazgo tecnológico y en la innovación continuarán in crescendo en el futuro –y más allá de futuras administraciones en Estados Unidos–: de la 5G a semiconductores y al transporte autónomo, la robotización, Inteligencia Artificial y el e-commerce (Alibaba, entre otros), China profundizará su presencia e independencia tecnológica.
Para terceros países como ALC y México, lo anterior planteará un creciente dilema, ya que las tensiones entre Estados Unidos y China no se esfumarán, sino que crecerán en todos los ámbitos imaginables y requerirán de constantes decisiones ante respectivas presiones: de la 5G, automóviles eléctricos, proyectos de infraestructura, inversiones, intercambios culturales y académicos (…); en todos estos casos el concepto de “nuevas relaciones triangulares” será fundamental, es decir, reconociendo la todavía hegemonía estadounidense será innegable la competencia china y su incentivo –tecnológico, de precio, calidad, etc.– ante múltiples presiones.
Sólo nos resta estar preparados para un “ambiente denso” en el mediano y largo plazo (2025, 2035), ¿será?
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