La pluma ecléctica

A mis difuntos amigos del Colegio de Bioética

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La muerte rondaba un Colegio
que la bioética decía estudiar
a la huesuda le pareció sacrilegio
que de eutanasia quisieran hablar.

Asunción Álvarez del Río
le gritó a la catrina enojada
no olvides que la muerte es lo mío
y al cajón la mandó de volada.

María de Jesús Medina
quiso a Asunción rescatar
pero la Parca que era ladina
la tuvo también que matar.

Héctor Mendoza quien sólo miraba
con la huesuda quiso alegar
no sabía que la Parca pensaba
ya está muerto, y él no lo sabe apreciar.

El presidente que era Patricio
con la Catrina pretendió negociar
la parca no tuvo prejuicio
y también se lo vino a cargar.

Gretter la vicepresidenta
de genomas le quiso explicar
y la muerte toda contenta
los tenis le hizo colgar.

Luego un señor de apellido Tapia
a la muerte pretendió regañar
cuando ésta vestida de sepia
con la sola mirada, lo vino a matar.

De frente a tal circunstancia
Pedro reclamó a la muerte
exijo firmada constancia
para poder defenderte.

La flaca que era canija
en la sesión se puso a gritar
no la hagan de pedo que m’ija
a todos se los va a llevar.

Quien es tu hija, flaca huesuda
Vázquez se puso a increpar
m’ija es la muerte y es testaruda
y de seguro contigo, contigo, va a comenzar.

Entonces salió Brena Sesma
queriendo la ley invocar
la flaca le dijo, ay, ay, mi reina
sí a ti también… te voy a matar.

Al primer presidente Ruy Pérez Tamayo
la muerte le dijo sonriente
ahora serás mi lacayo
aunque seas tan prominente.

De Blacarte y su educación laica
la muerte se vino a burlar
Laika es la perra rusa astronauta
y con ella, con ella te voy a mandar.

Gustavo queriendo defender a la Laika
de sus derechos quiso alegar
y la muerte con mirada algebraica
a la “n” lo vino a mandar.

Raymundo Canales que era valiente
a la innombrable pretendió cuestionar
pero la muerte le dijo sonriente
ay mundo, mundito, a ti también, te voy a tronar.

María Elena que a todos veía
pensó… ahoritita se los van a cargar
¿levanto el acta? decía
pero nadie; nadie, alcanzó a contestar.


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Paradojas de la maternidad subrogada

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Mater semper certa est. Adagio latino y máxima jurídica desde los romanos, cuya traducción al español es: “La madre siempre es cierta”.

Nuestra versión tropicalizada de este adagio es otra máxima derivada del conocimiento popular. “Hijos de mis hijas, mis nietos serán. Hijos de mis hijos, en duda estarán”.

Desde hace más de dos mil años, en general y desde el derecho, hemos dado por sentada la maternidad. Madre es la que gesta y la que da a luz. Tal pareciera que esta afirmación era inamovible, hasta que llegaron las diversas técnicas de reproducción humana asistida con las que ahora contamos.

Esta idea de “dar por sentada” la maternidad resulta, actualmente, un absurdo, uno que, sin embargo, seguimos perpetuando desde el derecho. Así, para el derecho, la mujer que da a luz siempre es la madre, el derecho no duda de ello.

metrnidad
Imagen: Jacarandas en el asfalto.

Sin embargo, bajo estas “verdades jurídicas” se encierra otra injusticia más en perjuicio de las mujeres, todo indica que “el sistema” proponiéndoselo o no, por dolo o por ignorancia, termina siempre afectando a las mujeres, perjudicándolas y eventualmente convirtiéndolas en delincuentes.

Recientemente la prensa mexicana dio cuenta de un caso triste, difícil y complejo en relación a un procedimiento de maternidad subrogada. Se trata de una mujer que aparentemente fue contratada por una pareja estadounidense, con la intermediación de una empresa mexicana dedicada supuestamente a ayudar a personas con problemas de infertilidad.

El problema fue que, por razones desconocidas, los gemelos Mateo y Nico –nombres asignados por el personal de enfermería del Hospital General de la CDMX– nacieron de manera prematura, lo que ocasionó diversas complicaciones en los recién nacidos.

Según diversos reportes de prensa, Mateo nació con muchos problemas de salud pero se ha recuperado bastante bien, no así Nico, quien desarrollo problemas de hidrocefalia, sordera y desprendimiento de retina, lo que lo ha dejado ciego.

La historia aparente es que la mujer fue atendida en un hospital privado, pero cuando las cosas se complicaron la llevaron al Hospital General. Ahí y desde hace casi ocho meses, estos gemelos sólo han convivido con el personal sanitario, pues nadie ha reclamado la paternidad o maternidad de los mismos.

maternidad subrogada
Imagen: Granada Hoy.

Todo indica, que a la mujer que los gestó le fue implantado en su cuerpo un embrión de la pareja americana que la contrató, por lo que en términos estrictamente biológicos, la progenitura sería de esa pareja americana, sin embargo, dado que este tema no ha sido debidamente analizado en nuestro país, desde la legislación civil la madre es la que da a luz.

Entonces, bajo el amparo de una legislación civil arcaica, es fácil atribuir la maternidad a la mujer gestante, lo que en términos de derecho penal nos lleva a otro extremo, a una paradoja absurda.

Al ser considerada la mujer gestante como la madre –desde el derecho civil– y al haber abandonado a los menores, está cometiendo un delito.

Según parece, de frente a la situación de los menores intervino el DIF y aparentemente la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia de la CDMX.

Para estas autoridades, asumiendo que la gestante es la madre, han denunciado a la misma por abandono de menores, ya que en términos de la legislación penal es un delito.

El problema es que esa conclusión puede ser jurídicamente impecable, aunque ciegamente absurda e injusta. Partiendo de una lógica civilista –insisto, arcaica– estamos convirtiendo a la gestante en una victimaria, cuando muy probablemente es en realidad una víctima más de este asunto.

traspaso de maternidad
Imagen: Estelí Meza.

Me parece que los verdaderos victimarios son, por un lado, la pareja americana que aportó el embrión y, por el otro, la empresa intermediaria que, al final de cuentas, dejó abandonada a su suerte a la mujer gestante y a los propios Nico y Mateo.

Este tipo de temas son harto complejos, pero no por ello la autoridad debe actuar ciegamente, sin ver las circunstancias del caso. En mi opinión, las primeras víctimas son los menores nacidos, pero también la gestante, quien pretendidamente, gestaba para otros. Son pues esos otros los que deben hacerse responsables, y de no hacerlo, son ellos los que –eventualmente–están cometiendo un delito.

Como lo adelanté, esta historia nos lleva a una paradoja, ya que el delito de abandono de menores tiene como consecuencia –además de la pena corporal– la pérdida de la patria potestad. Así, al proceder y procesar a la mujer gestante, ésta podría alcanzar una pena de hasta tres años, más la pérdida de la patria potestad. Patria potestad que, desde luego no le interesa y que debería –por razones biológicas– ser atribuida a la pareja de americanos que la contrataron.

En suma, una mujer gesta para otros, con material genético de esos otros. Luego, frente a la desgracia, la ley civil le atribuye el carácter de madre y le asigna la patria potestad de los menores, la cual –todo indica– no le interesa a esta mujer, y que en la vía penal puede ser acusada de abandono de menores, delito que entre otras sanciones implica, la pérdida de la patria potestad.

Esta situación no sólo es paradójica, también resulta cruel e injusta. Por eso inicié diciendo que el sistema siempre, siempre, termina perjudicando a las mujeres.


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La Tremenda Corte y Tres Patines

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En el programa original, José Candelario Tres Patines, era un personaje cuya actividad predominante era la estafa, pero quien se caracterizaba por su argumentación llevada al absurdo.

En días pasados y en torno al planteamiento de si debemos o no juzgar a los expresidentes mediante una consulta popular, nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación se convirtió de facto, en la versión mexicana de aquel exitoso programa cubano conocido como “La Tremenda Corte” (1942-1961).

Es vergonzoso ver cómo, nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación, garante de la Constitucionalidad de los actos de gobierno, se convirtió en un remedo de tribunal, incluso en un remedo de la mismísima Tremenda Corte.

Todo indica que nuestra Corte, al querer quedar bien con el presidente, logró muy al estilo de “Tres Patines” que se metieran en un berenjenal, pretendiendo defender lo indefendible y pretendiendo argumentar la constitucionalidad de algo evidentemente inconstitucional.

Siguiendo la modalidad de “Tres Patines”, consiguieron transformar una pregunta muy concreta (aunque inconstitucional) en otra francamente absurda, más absurda incluso que los eternos reclamos de Nananina, la Corte; nuestra “Tremenda Corte”, simple y llanamente se hizo bolas.

En ese ejercicio nuestro “Tres Patines” hipotético, sacó de entre sus más leguleyos argumentos, una pregunta que ni el original José Candelario Tres Patines hubiera sido capaz de imaginar.

Nuestro “Tres Patines” mexicano quiso quedar bien con Dios y con el Diablo, pero olvidó que eso es imposible, aunque la decisión final sea secundada por ocho ministros de nuestra mexicana “Tremenda Corte”.

Hoy lo que veo, me parece patético, vergonzoso y denigrante. Los “Tres Patines” mexicanos pudieron pasar a la historia como el contrapeso, pero decidieron doblegarse al presidencialismo, decidieron entregar la justicia a las manos del presidente, decidieron ser violados como poder Constitucional y presumir de dicha violación.

Lo que, por cierto, nunca sucedió en la “Tremenda Corte” original, la que de frente a lo sucedido con la mentada consulta, siempre fue más, mucho más digna e íntegra en sus decisiones.

temenda corte
Imagen: Red Ilustradores.

Corolario. La enredosa pregunta reformulada quedó así:

¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?

1. ¿Qué pasa si votamos por el “no”? ¿Eso significaría entonces que se pueden llevar a cabo “acciones pertinentes” (lo que quiera que ello signifique) ajenas al marco constitucional y legal?
2. Originalmente se pretendía poner a consulta si se debía o no juzgar a varios expresidentes, pero ahora se pretende dilucidar si es posible “emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados”.
En este caso, ¿qué pasa si votamos por el “sí”? Entonces, ¿ya no habrá juicios, sino procesos de esclarecimiento? (lo que quiera que ello signifique).
3. ¿Qué debemos entender por “decisiones políticas tomadas en los años pasados”? ¿Hasta dónde podríamos llegar?, ¿podremos abrir juicios post-mortem a personajes como Porfirio Díaz?, ¿cuánto son o qué significa la expresión “los años pasados”?
4. De acuerdo con la replanteada pregunta, estos procedimientos pretenden “garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas”. ¿Acaso la justicia y los derechos de las víctimas son consultables?, ¿son negociables? Hipotéticamente, ¿qué pasaría si gana el “no”?

termenda corte
Imagen: Víctor Solís.

Eso significaría que ¿podemos procesar a quien sea sin garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?

Podría continuar reseñando la serie de absurdos, tanto legales como constitucionales, de la renovada pregunta emanada de nuestra “Tremenda Corte mexicana”, sin embargo, por razones de espacio debo concluir. Y concluyo que hoy dimos un gran paso hacia atrás, qué lástima, qué pena que mi país cada día más se convierte en el mundo al revés, el mundo de los absurdos.

Me pregunto, ¡¿y ahora quién podrá defendernos?!

¿Acaso en este mundo de los absurdos y sinrazones, deberemos invocar al Chapulín Colorado?


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A la vida nosotros le ponemos el adjetivo

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La vida es una aventura que sólo nosotros podemos adjetivar. Buena, mala, regular. O, excelente, suprema y excepcional. En la vida en realidad el adjetivo lo decidimos nosotros, y además considero que es nuestra responsabilidad hacerlo. Podemos pasar la vida en blanco, (por cierto un adjetivo) sin emociones, sin aventuras, sin recuerdos que contar. O bien, podemos adjetivarla y cargarla de amor, adrenalina, aventuras y color.

El sustantivo (en este caso la vida) nos es dado por el azar, el adjetivo por el contrario, depende de nosotros, de nadie más.

Ciertamente que la vida te provee de tragos amargos, (adjetivo) de sinsabores, (también adjetivo) sin embargo, como todo en la vida, hay adjetivos negativos y positivos,  nuestra responsabilidad, única y exclusiva es asirnos de los adjetivos con los que queremos colorear nuestras vidas. Respecto de aquellas características con las que nacemos, es decir, aquellas que nos son dadas, nada podemos hacer, por ejemplo, ser feo (como el que esto escribe) o ser calvo (también como el que esto escribe), salvo contrarrestarlos con sus equivalentes positivos. Soy feo pero agradable (adjetivo) o soy calvo pero, tengo una pelona bonita (adjetivo).

pinturas surrealistas, Christian Schloe
Ilustración: Christian Schloe, ilustrador austríaco.

Analicémoslo, la vida está llena de sustantivos, como precisamente la palabra “vida”, que así sola, así a secas, no dice nada o dice muy poco, el color, el sabor, el adjetivo (insisto) es algo que sólo nosotros podemos decidir.

Es por eso que no podemos darnos el lujo de vivir en el mundo de los sustantivos, que son incoloros, insípidos, ñoños e inexpresivos. La vida entonces, debemos cargarla de adjetivos (de preferencia positivos) ya que como es evidente, sólo éstos tienen el color, la fuerza o la vitalidad necesaria para hacer de nuestras vidas; vidas buenas.

El adjetivo representa todo, lo bueno y lo malo, el amor y el desamor, la valentía o la cobardía, la felicidad o la tristeza. De ahí la necesidad de elegir bien en cuál mundo de los adjetivos queremos vivir.

proposito, significado de la vida
Imagen: Oprah.com.

Por todo lo dicho y en mi caso particular, estoy convencido que debemos vivir en el mundo del adjetivo y no en el del sustantivo.

La frase “mi amigo” o “mi amiga” no dice nada, es inexpresiva, insulsa, anodina, hasta que la adjetivamos. Por ejemplo, mi amigo entrañable, mi amiga admirable, sólo así, esas frases adquieren color, textura y significado.

Hagamos de nuestro mundo uno de adjetivos positivos, pro-activos, admirables, no dejemos que el sustantivo nos gane. Esto lo aprendí de la frase de una amiga, mi editora, mi estimada Mariana Ruiz que un día me dijo: “A la vida nosotros le ponemos el adjetivo”.

Vivamos pues, atrevámonos a colorear nuestras vidas, a adjetivarlas y, por ende, a hacerlas interesantes, atrevidas e inolvidables.


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Laicidad y oscurantismo

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Aproximadamente del siglo V al XIV fue el período de la historia al que se le suele denominar como oscurantismo. En dicho período predominó el dogma sobre cualquier asomo de avance científico, en esa época nadie podía cuestionar el dogma religioso, hablo particularmente del mundo occidental, y consecuentemente de la iglesia católica.

Bajo esos dogmas la Tierra era plana, el Sol giraba en torno a ésta y las epidemias eran capricho o enojo de Dios, pues así lo decían las sagradas escrituras (o bien la interpretación que algunos hacían de esos textos). Esto era o debía ser incuestionable, las cosas eran así por designio divino.

Este período duró cerca de mil años y fue un período de la historia sombrío con una producción científica reprimida y casi nula. La iglesia –católica– en lo que a Occidente se refiere, se empeñó en negar cualquier forma de avance científico, suprimió toda ideología que fuera contraria a sus intereses y obligó a la población a no cuestionar su autoridad y sus afirmaciones.

Galileo y el santo oficio
Imagen: Prensa Libre.

Fue la época en que la Santa Inquisición juzgó a Galileo Galilei por afirmar precisamente que las cosas eran al revés, que era la Tierra la que giraba en torno al Sol. Galileo es el ejemplo icónico, pero fueron miles o centenares de miles de personas las que, por sus ideas, fueron privadas de la vida por la Santa Inquisición.

De hecho, fueron más los años en los que la sociedad estuvo detenida por los caprichos de quienes dominaban (y en muchos casos siguen dominando) la fe. Efectivamente, la “Santa” Inquisición inició aproximadamente en el año 1184 y se prolongó hasta después de La Conquista.

Así, el Santo Oficio con sus horripilantes herramientas de tortura como “el potro” o “la pera”, se convirtió durante siglos en la institución garante para mantener la fe a toda costa. La intención era negar y evitar cualquier explicación del mundo y el universo que fuera contraria a la biblia. La ciencia era la gran enemiga, la gente no moría por enfermedad sino porque así lo había decidido Dios.

condenados por la Inquisición
“Condenados por la Inquisición”, Eugenio Lucas Velázquez,1860 (Museo del Prado).

Visto así, es probable que los grandes avances como la llegada del hombre a la Luna, hubieran sucedido 500 o más años antes. Sin duda fue la iglesia la gran culpable del freno científico centenario por el que la humanidad tuvo que pasar. Es a ella y sólo a ella a quien debemos que se hayan perdido cerca de 1000 años de historia, de evolución y de progreso.

Es por ello que sorprende que aún en la actualidad existan personas que nieguen la valía de un Estado laico y democrático. La laicidad, entendida no como la prohibición de ninguna religión, sino como el derecho individual de creer en lo que cada uno quiera hacerlo, ésa es la mejor garantía de que todos aquellos individuos que deseen profesar alguna religión puedan hacerlo.

oscurantismo inquisicion
Imagen: La Izquierda Diario.

Lo que no se vale, es darle juego a una religión en particular, ya que todas en lo general, han demostrado que al querer imponer sus dogmas, terminan afectando a la sociedad en su conjunto. La laicidad no es ateísmo, como la religiosidad no necesariamente implica una actitud dogmática similar a la de la época del oscurantismo. Hoy cada vez más, los creyentes (de cualquier dogma religioso) conjugan a su forma la creencia de su fe con el avance de la ciencia. Salvo casos excepcionales, el grueso de los creyentes de cualquier religión, se sirven por ejemplo de la medicina, la que es a su vez, producto del avance científico y la libertad de investigación.

Avance científico y libertad de investigación que no se podrían dar más que en un Estado laico, en el que se separe claramente el mundo del pensamiento mágico de aquel del pensamiento reflexivo y científico. Así pues, es nuestra obligación promover la laicidad y la libertad tanto de investigación como expresión.


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El Método Científico y el COVID-19

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El ser humano siempre ha sido inquieto, siempre ha tenido dudas y siempre se ha preguntado el porqué de las cosas. Sin embargo, durante siglos no supo sistematizar esas inquietudes, durante mucho tiempo el ser humano creyó ciegamente en dogmas. Entonces: ¿cómo es que la sociedad avanzó después de siglos de oscurantismo?

Por algo muy simple que ahora conocemos como el Método Científico, el que –simplificándolo a su máxima expresión– se puede explicar de la siguiente manera:

1. Observar aquello que nos inquieta o nos genera un problema.
2. Establecer una (o varias) posibles hipótesis de solución a dicho problema.
3. Realizar los experimentos necesarios para confirmar o descartar la (o las) hipótesis planteadas.
4. Sistematizar los resultados obtenidos.
5. Compartir los resultados con la comunidad científica a fin de que sean confirmados o descartados por pares.

A grandes rasgos, mediante este procedimiento salimos de aquellas ideas del oscurantismo que predominaron durante casi mil años. La época del oscurantismo fue dominada por la religión católica, que se oponía a cualquier forma de avance científico. Todo estaba en las sagradas escrituras, decían, y cualquier idea en contrario era considerada como una herejía.

metodo cientifico y brujeria
Ilustración: J. Dee.

Recordemos que negar la verdad de las sagradas escrituras le costó la vida a Giordano Bruno y casi le pasa lo mismo a Galileo Galilei, esto por andar siguiendo (ambos) las exóticas ideas de Nicolás Copérnico.

Pero bueno, de manera simplificada podríamos decir que a partir del surgimiento del método científico, la humanidad sale de ese período oscurantista y entra al llamado período renacentista. Así, la cultura y todo lo que ello implica pasó de los monasterios a las calles surgiendo las primeras universidades, el conocimiento ahora era público y podía refutarse y/o confirmarse, lo que sin duda, fue favorecido por la aparición de la imprenta. 

Pues bien, de todo esto han pasado siglos y hoy seguimos viendo gente que niega el valor de la ciencia y del método científico. El COVID-19 se ha convertido en la mejor excusa para que los anti-ciencia externen todas sus absurdas (e infundadas) teorías sobre el surgimiento de esta pandemia.

A lo largo de estos meses he escuchado las más variopintas teorías, muchos de quienes las sostienen son personas que se creen muy listas, pero que no entienden que negar la existencia de la enfermedad, así como sus posibles medios de cura, es negar la historia de la ciencia, es negar las virtudes del método científico.

Hace poco encontré en facebook una imagen que me encantó por su ironía descriptiva. La comparto con ustedes.

anuncio covid

Debo decir que creo sinceramente que muchas de esas personas que niegan la existencia del COVID-19, probablemente no lo hacen de manera dolosa, ellos creen sinceramente en sus teorías conspiratorias o en que es algo provocado dolosamente por los gobiernos. Incluso, no dudo que algunos crean verdaderamente, que al tomarnos la temperatura (cosa común en estos tiempos) mediante un aparatito láser, nos están quemando las neuronas.

Sin embargo, a todos esos que “legítimamente no creen en la existencia del virus”, los invito como en la imagen, a que se conviertan en voluntarios para el traslado de pacientes que, de acuerdo a estas teorías locochonas, seguramente no tienen COVID.

Los invito a trasladar a esos pacientes cuya enfermedad seguramente es psicosomática, es decir, los conmino a ayudar a esa pobre gente que “cree” tener COVID.

Siempre he creído en que tenemos derecho a pensar y creer en lo que queramos, es por eso que estoy seguro que muchos de quienes no creen en el COVID, son personas de buen corazón y gente de bien.

Entonces, a todas esas personas de bien, los emplazo a que ayuden a esos pobres enfermos que no están enfermos, que quizá se mueren nomas por darles la contra. Y dado que a estos que no creen en la ciencia no les dará COVID, porque son gente buena, creo que es su deber moral ayudar a ese prójimo que está muriendo por crédulo, que mueren, no porque sus pulmones se inflaman, sino porque creen absurdamente que sus pulmones se inflaman.

Parafraseando a Galileo Galilei, Eppur si muove (Y, sin embargo, se mueve); para el caso del COVID yo diría: y sin embargo se mueren.


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El Estado laico y la Virgen de Guadalupe

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Ciertamente que una “abrumadora” mayoría de mexicanos es católico, ciertamente también que eso es un derecho consagrado en nuestra Constitución Política. Entonces de igual forma, cada persona puede de acuerdo con sus convicciones religiosas, declararse guadalupana, o seguidora de la santa muerte o de Valverde, con eso no tengo problema. Nadie debemos de tener problema, pero otra cosa muy diferente es cuando la autoridad se declara guadalupana, con esto sí tengo problema, y todos deberíamos tenerlo.

En 1990 en el marco de la visita del Papa Juan Pablo II a México y particularmente a Monterrey, se instaló a un costado de una de las avenidas más importantes de la ciudad, la avenida Constitución, una imagen monumental de la virgen de Guadalupe.

La imagen forjada en acero tiene un peso aproximado de 10 toneladas y una altura de 13 metros. Pues bien, esa escultura fue derrumbada y sepultada en el lecho del río Santa Catarina en julio del 2010 por el huracán Alex, y ahora 10 años después con el paso del huracán Hanna, la imagen-escultura reapareció nuevamente.

virgen de guadalupe monterrey
Fotografía: Reporte Índigo.

Como buenos guadalupanos, decenas de regios se dieron cita en torno a la imagen de la virgen semi enterrada, unos se conformaban con verla, otros más con tocarla y algunos más recogían piedras cercanas a la imagen o bien agua estancada que consideraban como bendita, según reportaron los diferentes medios de comunicación local.

Hasta aquí la historia no tiene mayor trascendencia, pues como adelanté, cada quien puede creer en lo que desee, yo por ejemplo sigo creyendo en Tláloc y estoy convencido que las últimas lluvias en mi ciudad son producto de que él hizo caso de mis plegarias.

Nunca imaginé que mis rezos a un dios derivaran en la reaparición de una virgen, pero bueno, insisto en que cada quien le reza a quien quiere, en lo que sí no estoy de acuerdo, es que con recursos públicos nuestro guadalupano alcalde de Monterrey inmediatamente ordenó que cuadrillas de la Dirección de Servicios Públicos municipales acudieran a desenterrar a la virgen.

También con recursos públicos –hoy por hoy escasos, escasísimos– se gastó en grúas y transporte pesado para trasladar la imagen de la virgen a un taller en donde será reparada. No lo han dicho, pero sospecho que dichos costos también serán cubiertos con recursos públicos.

desvio de recursos
Imagen: Pinterest.

Eso sí que no se vale, menos en el momento actual, en donde cada peso del erario debería estar destinado al combate a la pandemia del COVID-19. No es correcto y es éticamente censurable que un funcionario público o varios –el alcalde, el director de servicios públicos y quién sabe cuántos más– estén desviando dinero para el rescate de una imagen que, como adelanté, pesa toneladas. No importa si son muchos los seguidores de esta virgen porque por más que sean no son la totalidad, por más que nuestro pueblo sea guadalupano, el mandato constitucional para los servidores públicos es que deben actuar bajo el principio de laicidad.

En realidad, lo que está haciendo el alcalde (et al.) es un delito, ya que está desviando recursos para una causa que no está y no debe estar entre las obligaciones de un Ayuntamiento.

Si fuéramos una sociedad que respeta la pluralidad, una sociedad verdaderamente democrática y laica, estas cosas no deberían de suceder. Lamentablemente, todo indica que nuestras autoridades son católicas, apostólicas, romanas y guadalupanas. Una pena, una vergüenza, ver este tipo de espectáculos.


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Virus y pandemias, ¿una segunda oleada?

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Se puede leer en las notas periodísticas que nadie escapó, que el virus llegó de manera inesperada y se diseminó por todo el planeta. Las consecuencias, como era de esperarse, fueron diferentes en cada región, pero catastróficas para todos.

No obstante la fuerte propagación del virus, muchas personas no creían en su existencia, las recomendaciones eran lavarse las manos y utilizar una mascarilla cubrebocas. Se dijo hasta el cansancio que la transmisión era por vía aérea, que particularmente nos contaminábamos unos a los otros al hablar, toser o estornudar.

No se sabe bien a bien dónde se originó el virus, pero los primeros brotes aparecieron con muy poca diferencia en el tiempo en Asia, Europa y Estados Unidos.

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Imagen: Biografía de la Humanidad.

Los hospitales se saturaron, España e Italia fueron –entre otros– de los países con los mayores niveles de contaminación por el virus. Pero América no se quedó atrás, la población de Estados Unidos rápidamente se contagió. Igual sucedió con América Latina y el resto del mundo, todos finalmente estaban contaminados.

Los síntomas eran terribles: las personas contaminadas desarrollaban fiebres altas, dolor de cuerpo y en los casos más graves insuficiencia respiratoria. Esta falta de oxígeno provocaba, como en toda asfixia, un tono azulado en el rostro de las personas; de no atenderse a tiempo los pulmones de los enfermos colapsaban y las personas se ahogaban con sus propios fluidos. Todo esto podía leerse en las notas periodísticas del momento y, no obstante, muchas personas seguían sin creer.

Como siempre sucede, esos llamados “incrédulos” en realidad resultaban ser los más crédulos, para ellos o era un castigo de dios o era una conspiración, hubo quienes afirmaron que esto se debía a la relajación moral de las sociedades, otros más pensaron que esto llegaba desde fuera de la Tierra.

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Imagen: 4 Vientos.

Sobre todo los jóvenes, se negaban a creer que a ellos les iría a pasar, apostaban a su juventud y fortaleza inmunológica, lo que al final del día provocó muchas muertes de personas en edades tempranas.

Los médicos de los hospitales colapsados no sabían qué hacer y se enfrentaban al gran dilema de decidir –frente al colapso– a quién atendían y a quién no. El desgaste emocional del personal de salud fue muy alto, hubo personas pertenecientes a dicho sector que murieron en la batalla contra el virus, de los que no murieron, muchos colapsaron psicológicamente, algunos jamás pudieron recuperarse y décadas después seguían padeciendo las consecuencias.

Cuando parecía que el virus estaba siendo dominado, cuando los hospitales empezaban a salir de la crisis en la que se encontraban, cuando todo parecía regresar a la normalidad y la gente, los sobrevivientes, lo festejaban, pasó lo impensable. Apareció una segunda oleada del mortal virus, oleada que resultó más fuerte, agresiva y contagiosa. La prensa dio cuenta que esta segunda oleada afectó a casi un 20% de la población, en la primera nunca se superó el 10%.

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Imagen: Red Acción.

En esta segunda oleada, muchas personas caían enfermas en cuestión de horas, sus pulmones colapsaban antes siquiera de que pudieran ser atendidos, algunos tardaban más en morir, pues desarrollaban neumonías atípicas que, en muchos de los casos, finalmente, también los llevaba a la muerte. Por otro lado, aquellos que sobrevivían terminaban con diversas discapacidades que los dejaban como personas crónicamente convalecientes.

En la prensa se podía leer que fueron entre 50 y 60 millones de muertos en todo el mundo, la cifra con precisión jamás la sabremos, pero ciertamente que los muertos fueron muchos.

Así de grave fue la pandemia, que hace 102 años azotó al mundo llamada “Gripe española”, quizá algo deberíamos aprender de aquella experiencia. ¿No creen?


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