Fithc Ratings bajó la calificación crediticia de Pemex debido a factores como el vínculo con el gobierno, la reducción de inversiones, así como su baja producción, pero lo hizo a dos meses de iniciado el nuevo gobierno, sin importar que estas condiciones se desarrollaran durante sexenios pasados en los que se mantuvieron calificaciones positivas.
Sería ingenuo pensar que Petróleos Mexicanos (Pemex) no se verá afectada por la baja calificación que recibió en días pasados por parte de la calificadora de riesgos Fitch Ratings. Esta calificación pone nerviosos a los mercados y a Pemex podría costarle 372 millones de dólares por tres vencimientos de pago.
Para los adversarios y críticos del nuevo gobierno, la baja calificación es culpa del presidente López Obrador y sus agitados dos meses de gobierno. Los reclamos del presidente (que calificó a Fitch como “hipócrita”), dicen, así lo demuestran y todos deberíamos estar preparados para lo peor.
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Lo cierto es que los cuestionamientos del presidente, afirman los expertos, no parecen exabruptos sin sentido y apuntan a una operación, por lo menos, sospechosa. El trabajo de calificadoras como Fitch es definir qué tan probable es que el endeudado, en este caso Pemex, pueda pagar lo que debe; con una mala calificación, la empresa deja de ser confiable y en caso de seguir esta tendencia, pasaría a considerarse “chatarra”.
La espera extraña
La baja calificación dada por Fitch Ratings sorprende no por el estado de Pemex, sino porque la agencia calificadora mantuvo la deuda de la paraestatal con una calificación BBB+ durante años, sin importar la mala situación de la empresa, y sólo fue hasta recientemente, dos meses después de la toma de posesión del nuevo gobierno, cuando cambió su calificación.
Iván Franco, fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International, comentó recientemente a CNN que las finanzas y el flujo de efectivo de una empresa como Pemex se deterioran de forma paulatina y no coyuntural, por lo que, en efecto, resulta extraño lo imprevisto de la calificación a la paraestatal.
Los datos duros
Las voces más críticas señalaron incluso que podría haber sido la actuación del equipo de AMLO encargado de explicar el proyecto energético del nuevo gobierno en Nueva York. Si esto es cierto o falso, lo único certero es que cualquier dato desfavorable que se pudo haber mostrado a los tenedores de bonos fueron resultados de gestiones pasadas y no de los primeros 60 días de la nueva administración.
Se sabe, por ejemplo, que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la deuda de Pemex aumentó en más del 160%, cuando pasó de 786 mil millones de pesos a dos mil billones de pesos. A pesar del sobre endeudamiento, la producción se desplomó a sus peores niveles desde 1980, con una producción de apenas 1,76 millones de barriles diarios. En comparación, en 2004 se producían 3.38 millones de barriles diarios.
Otros datos de espanto son que la producción de las refinerías se desplomó en el sexenio pasado en casi 30%, con caídas de producción del 45% en la refinería de Madero, 34% en la de Minatitlán y 32% en la de Salina Cruz, según destaca Código Magenta.
México también está importando el 85% del gas natural mientras que la demanda es de ocho millones de pies cúbicos y Pemex genera apenas dos mil. Es decir, los cinco millones restantes deben ser importados por Pemex y CFE.
En conclusión, los inversionistas extranjeros vieron ante sí un escenario si no de pesadilla, sí sumamente alarmante. Y es que la deuda de Pemex creció 250% en tanto que la producción se desplomó a niveles mínimos.
El dilema y la sospecha
Es decir, los argumentos que encontró la calificadora para bajar la calificación son, en realidad consistentes. Lo que genera suspicacias políticas son los tiempos y la intención, pareciera tácita, de golpear a un nuevo gobierno con apenas dos meses en funciones.
Todo esto tomando en cuenta que las malas condiciones de Pemex no se han desarrollado, evidentemente, en estos dos meses, sino que ya estaban presentes desde hacía varios años, por lo menos desde el trayecto final del presidente Peña Nieto.
Precisamente la pregunta que se plantea ahora es ¿por qué la calificadora espero hasta la entrada en funciones del nuevo gobierno para bajar la calificación de Pemex?