Existe un popular y antiguo dicho mexicano que dice: La última y nos vamos. Es usualmente utilizado cuando un grupo de amigos está a punto de terminar una reunión y alguno la quiere prolongarla un poco más, frecuentemente hace referencia a tomar una última copa, aunque puede ser para distintas situaciones como, la última partida de dominó, el último gol de una cascarita, entre otras. Voy a intentar hacer una paráfrasis de esta expresión para referirme en esta ocasión, y será la última vez que lo haga, cuando menos de momento, a la reciente elección, y para decir que muchos aquí nos quedamos, algunos porque no nos queremos ir a otro lado, otros porque no nos podemos ir y otros porque no tenemos lugar a dónde irnos, o por la mezcla de más de uno de estos factores. Estoy seguro de que algunos sí emprenderán la graciosa huida, por supuesto, con sus capitales debajo del brazo, cuando menos mientras las cosas se aclaran.
Me referí a la reciente elección y no a las recientes elecciones porqué en mi opinión el único electo fue Andrés Manuel López Obrador, los demás: senadores, diputados, gobernadores, presidentes municipales, resultaron triunfadores por ir subidos en la estela del cometa en que se convirtió el candidato presidencial de MORENA. Un fenómeno electoral no visto nunca en México, aunque sí observado en otras latitudes, pero es cierto que en muy pocas ocasiones. Es un triunfo inobjetable obtenido por su gran carisma, que es producto de su larga experiencia, sus dos candidaturas previas y sus tres campañas que le dotaron de un bagaje que supo explotar ampliamente. Su éxito es inobjetable cuantitativamente, pero también porque respondió a los vaticinios elaborados, quizá desde antes de iniciarse las campañas. Sus proyectos, más o menos disruptivos, fueron “comprados” por cuando menos la mitad del electorado. También es cierto que prácticamente no tuvo contrincantes enfrente. Un PRI sin propuestas de cambio, sin candidato propio, casi sin presidente, cuando menos la primera parte de la campaña, lo que, aunado a una mala imagen sobre los resultados del ejercicio gubernamental propio, lo hizo caer en los peores números de su historia. El PAN con un partido deshecho por las pugnas internas que llevaron a la candidatura a un miembro poco atractivo, que deshilachó al partido de centro derecha. Sus alianzas con fuerzas tradicionalmente opositoras no le atrajeron mayores beneficios, aunque a uno de ellos, el PRD, le acarreó también resultados terribles, cercanos a su desaparición obligada.
Todo dentro de lo esperado, aunque a algunos sí nos causaron sorpresa los resultados legislativos, una mayoría tan clara en ambas cámaras me sorprendió, misma que MORENA consiguió en las legislaturas estatales, cuando menos en dieciocho de ellas; hay que reiterar que, probablemente, los triunfos fueron alcanzados más por el aura del candidato presidencial que por conocimiento de los méritos de los probables legisladores. Lo mismo puede haber sucedido con las gubernaturas, sólo en Guanajuato ganó el candidato del PAN, que supo aprovechar la buena fama de gobiernos anteriores del mismo partido y, seguramente, supo desligarse del caos que en su partido reinaba a nivel nacional; en Puebla, aunque todavía está en discusión, parece no haber triunfado el candidato tránsfuga, ahora miembro de MORENA, todo lo demás fue para este partido.
Desde los primeros momentos se está viviendo un frenesí, en el que participan no sólo los simpatizantes del partido de AMLO, sino también algunos de sus antiguos críticos. No debemos nunca olvidar que la democracia, para ser exitosa, partiendo de las urnas necesita de controles que surgen también de una crítica de una oposición, sana, colaborativa, que observe su desarrollo, su desenvolvimiento. Históricamente existen ejemplos de grandes triunfos electorales que han desembocado en grandes catástrofes para los electores; podríamos revisar muchos de ellos, pero el más reciente es el que se desarrolla en nuestro país vecino, con la elección de Donald Trump. La catástrofe que desarrolla, tanto interior como exterior, se ha visto acotada por la participación crítica de varios de los sectores políticos y sociales.
Gran sorpresa me han venido causando los comentarios que hasta poco antes de la elección no imaginábamos, son varios pero me voy a referir sólo a uno de ellos: la reunión con los empresarios que poco antes eran escépticos y ahora salieron exultantes, mencionando que al fin se translucía un plan de desarrollo industrial que nunca antes se había conseguido. La directora de uno de los noticieros nocturnos más vistos estaba eufórica al referirse al hecho de que ahora son mujeres, las senadoras de la República, sin analizar las capacidades para desarrollar sus labores.
Por lo propuesto en campaña, se intentarán muchas reformas legislativas, algunas en positivo, es decir, con la creación de nuevas leyes, mientras que otras con la derogación de leyes que sustentaron reformas que se creían trascendentales. Para derogar la reforma educativa o la reforma energética habrá que conocerla. Voy a hacer una crítica que no ser porque ahora las senadoras son figuras públicas, no podría y no debería hacer. No sé cuantas cuartillas conformen los textos de cada una de las leyes que conforman cada una de las reformas que se pretenden derogar, y que probablemente se consiga observando el panorama parlamentario. ¿Deberían conocer cada uno de los miembros de ambas cámaras las leyes a derogar? ¿Las deberían leer íntegramente para poder analizarlas y, por tanto, emitir una opinión razonada? Sinceramente pienso que Nestora Salgado o Delfina Gómez no podrán leer en corto tiempo mil o dos mil cuartillas que deben contener las reformas, entre las propias leyes, sus reglas de operación, sus motivaciones y otros reglamentos, para poder hacer un análisis adecuado y así emitir una opinión fundamentada. La simple lectura requiere de una disciplina larga desarrollada a través del tiempo. No veo a Nestora Salgado en ese papel, independientemente de las responsabilidades que pueda tener en los delitos que se le acusa, y de los que ahora no nos podremos enterar debido a su nuevo cargo.
En el caso del triunfo arrollador de Cuauhtémoc Blanco en las elecciones para gobernador del Estado de Morelos, pocas críticas ha recibido, forma parte del furor que se ha desatado por los éxitos de MORENA. Pero, ¿de verdad pensamos que un gran futbolista como él, que llegó a ser presidente municipal de Cuernavaca en un trueque con un partido local, que después intentó desconocer -aunque seguramente es un triunfador, una persona inteligente y quizá bien intencionada-, podrá gobernar con éxito un Estado tan complejo como el de Morelos? Con problemas tan añejos como la tenencia de la tierra, un gran rencor social originado, entre otras cosas, en su proximidad-alejamiento con la capital del país; así como nuevos conflictos, como la violencia y el narcotráfico, todo ello sumado al ancestral problema de la pobreza de muchos de sus habitantes. Creo que la euforia del cambio nos domina, pero que una persona sin preparación sociológica, sin fundamentos políticos ni conocimientos económicos básicos y con un nivel cultural muy bajo, tendrá dificultades para obtener logros en tan compleja tarea.
Andrés Manuel López Obrador ha recibido muchos elogios, prácticamente ya como presidente electo, que por otro lado ejerce ya como titular del poder ejecutivo. Uno de los que más me ha llamado la atención es el obtenido con los miembros de la CONAGO, a la reunión asistieron todos los gobernadores excepto dos, el de Jalisco y el de Nuevo León. La asistencia de la mayoría fue lo correcto, pues, independientemente del origen partidista, es indispensable la colaboración entre el ejecutivo federal y el de los estados para obtener logros en la difícil situación por la que atravesamos. Pero la actitud servil del presidente del grupo de gobernadores, cuando menos percibida por los que no asistimos, fue notable, las palmadas que dio a AMLO mientras éste hablaba, resultaron elocuentes. Manuel Velasco debería haber pensado que no lo hacía a título personal, ni siquiera como gobernador de Chiapas, sino como presidente de la CONAGO (Conferencia Nacional de Gobernadores). Hasta donde se supo, no se trató el caso del delegado gubernamental único, que significa, además de la austeridad que es esgrimida, saber qué intenciones contiene, ¿será posible que una sola persona pueda ejecutar funciones tan complicadas? No parece fácil que al mismo tiempo sea delegado del IMSS, delegado de la SEP y de todas las demás Secretarías. No es sencillo que tan complejas funciones puedan ser llevadas simultáneamente por una misma persona. Además de la austeridad esgrimida, que quizá vaya en contra de la eficiencia, el control sobre gobiernos estatales parece el objetivo fundamental, control que se ejercerá fundamentalmente en gobernadores surgidos de otros partidos, pero también en los del propio. Por cierto, Delfina Gómez ha sido ya nombrada delegada federal en el Estado de México. Seguramente, buscando también su posicionamiento para las que, ahora se ven lejanas, elecciones para gobernador.
Decíamos que López Obrador ya había empezado a ejercer como presidente de la República, prueba es que ya ha nombrado a los presidentes de las cámaras legislativas, lo que, por otro lado, es impropio, se debía haber hecho a través de órganos partidistas o de los propios legisladores. En otro orden de ideas, nadie en su sano juicio podría estar en contra de la mayoría de sus propuestas, las que rondan acerca del combate a la deshonestidad, eficiencia en la gestión gubernamental y en la austeridad, aunque este aspecto debe manejarse mesuradamente midiéndolo frente la eficiencia que, al final, debe ser el objetivo fundamental.
Como si se siguiera en campaña hay aspectos en los que se busca polémica, aunque ahora con pocos opositores. Tal es el caso del nuevo aeropuerto, sobre el que se piensa realizar una consulta pública, no sabemos si ésta resultaría vinculante o no, hasta ahora pareciera que no, pero las leyes pueden ser modificadas y pronto podría serlo. Hacer un referéndum para decidir si se necesita un nuevo aeropuerto o no y dónde realizarlo parece demagógico, sin tomar en cuenta que no se miden las consecuencias económicas, ecológicas y sociales que acarrearía la suspensión de la obra actual.
Dentro de los elogios no recibidos para nuestro futuro presidente destaca la postura del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional; por su parte, el padre Solalinde, corifeo en turno, se acercó y recibió una respuesta que no se esperaba.
Desde luego que debemos estar esperanzados ante un cambio que mucho tiene de prometedor, pero debemos permanecer atentos al desenvolvimiento del nuevo gobierno, tanto los que votaron a favor como en contra de MORENA. Se requiere que los otros partidos políticos, aunque hayan tenido una estruendosa derrota, se reconstituyan y ejerzan una oposición sana, colaborativa y al mismo tiempo crítica. Pero, sobre todo, la sociedad civil debe ejercer vigilancia estrecha que permita un verdadero balance democrático.
Por el momento, la última y nos quedamos.