A 25 años de la caída del Muro de Berlín

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La caída del Muro de Berlín en 1989, el cuál había sido construido en 1961, fue una más de las expresiones del colapso del “socialismo real”.

Ciudad de México.- El pasado domingo se cumplieron 25 años de la caída del Muro de Berlín, la noche del jueves nueve de noviembre de 1989.

Este hecho simboliza el triunfo de la libertad frente al derrumbe del totalitarismo comunista y el fin de la Guerra Fría. Es un hecho relevante por su significación, más allá de la cronología puntual del colapso del comunismo. En el momento de la caída del Muro, ya Hungría y Polonia se habían liberado de la dominación soviética. Más tarde lo harían el resto de las “Repúblicas populares” de Europa del Este, el talón de Aquiles del sistema soviético, como lo definió Eric Hobsbawm. La unificación de las dos Alemanias se daría hasta el tres de octubre de 1990 y unos meses más tarde la desintegración de la Unión Soviética.

La caída del Muro de Berlín en 1989, el cuál había sido construido en 1961, fue una más de las expresiones del colapso del “socialismo real”. Cabe referir que los constructores del Muro de Berlín, le llamaron “Muro de contención antifascista”, humor negro sin límites. Pero lo más relevante del derrumbe del sistema soviético es que no fue el producto de una derrota en una guerra internacional, o de una guerra civil si no que se colapsó internamente.

Estos hechos provocaron en su momento grandes esperanzas a nivel universal y a 25 años de sucedidos no pocas decepciones.

Sin embargo, a pesar de los graves conflictos políticos que se registran en todo el mundo y del desencanto con distintos aspectos del capitalismo, el saldo del derrumbe del totalitarismo sigue siendo alentador. No descarto la gravedad de las luchas de los extremismos fundamentalistas, los proyectos autoritarios para dar marcha atrás a la historia, las tiranías hereditarias que aún existen, o del populismo en América Latina, frente a los problemas que ocasionan la pobreza y la desigualdad.

Pero la lección es clara. Es necesario construir el progreso y el desarrollo con absoluto respeto de los derechos y las libertades fundamentales de los individuos. Es necesario buscar en todo momento la solución a los problemas sociales, con pleno respeto a la dignidad de las personas, a sus derechos humanos. No hay excusa política válida ni justificación mesiánica para violar estos principios.

En estos veinticinco años hubo también importantes reformas institucionales en el plano internacional. Una de ellas fue el impulso que dio Naciones Unidas a la creación de Instituciones Nacionales de Derechos Humanos (INDH) en numerosos países. Estas instituciones aunadas a la figura del Ombudsman, de tradición escandinava, así como a la evolución del Sistema Universal de los Derechos Humanos, en el marco de la ONU y de los sistemas regionales, han fortalecido el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Son avances que debemos consolidar. Falta mucho por hacer pero hay que seguir trabajando en la materia. En nuestro país falta un largo camino por recorrer para hacer de estos principios una realidad.

La única vía para el desarrollo sustentable y el progreso sobre bases sólidas en México, es a través del Estado de Derecho y con el más pleno respeto a los derechos humanos.

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