En 2013, al recibir el Premio Sájarov a la libertad de conciencia del Parlamento Europeo, la activista Malala Yousafzai afirmaba que “un país no es más fuerte por el número de soldados que tiene, sino por su índice de alfabetismo”.
El derecho a la educación, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, está enraizado en el derecho a la alfabetización. Más allá de su noción básica como las competencias de saber leer y escribir, ante la expansión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), este término se ha complementado con las llamadas “alfabetizaciones en destrezas”, entre las cuales se encuentran la alfabetización en medios, alfabetización bibliotecaria y la alfabetización digital.
Paul Gilster, quien ha popularizado la expresión de “alfabetización digital”, la define como la capacidad para comprender y usar la información, en distintos formatos y de fuentes varias, cuando se presenta a través de una computadora, y aclara que este concepto no se trata de dominar las teclas, sino las ideas.
Lo anterior se traduce en que no es suficiente saber usar los dispositivos electrónicos, sino que se requiere comprender las características y potencialidades de las dinámicas y relaciones del entorno digital, que tienen una lógica distinta a las actividades presenciales, y que por lo tanto, no resulta funcional hacer un mero traslado de ellas a lo virtual.
Las TIC deben facilitar el ejercicio de derechos, pues las brechas en su acceso y uso profundizan la desigualdad social digital. En la medida en que las personas desplieguen más o menos habilidades digitales mejorarán su bienestar o se agudizará su exclusión.
Las estimaciones del informe Midiendo el desarrollo digital: hechos y cifras 2019, de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, confirman que el uso de Internet continúa creciendo en el mundo, sin embargo, se calcula que 3.6 mil millones de personas siguen sin estar conectadas, sobre todo en países con menor desarrollo.
El reporte señala que la falta de competencias digitales es uno de los más importantes obstáculos para la adopción y uso eficaz de Internet, y revela que en 40 de 84 países analizados –incluido México–, menos de la mitad de la población posee habilidades informáticas básicas como copiar un archivo o enviar un correo electrónico con un documento adjunto.
En la Encuesta de Habilidades de Adultos de la OCDE (2017-2018), México destacó por la gran proporción de población adulta sin experiencia informática o con escasos conocimientos en TIC (39.2%), por encima del promedio de los países participantes (11.7%).
El pasado 8 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Alfabetización, y en la realidad que hoy vivimos donde lo digital está acaparando el escenario, cabe reflexionar respecto a cómo estamos aprovechando este recurso para mejorar la vida de las personas, su trabajo, salud, educación; así como, sobre si estamos adoptando políticas y acciones de inclusión para que no sólo unos cuántos gocen de sus beneficios.
Las TIC pueden contribuir al desarrollo, derriban barreras de espacio y tiempo y ofrecen grandes ventajas. Por ello, si queremos evitar que una red invisible envuelva a los conectados y excluya sigilosamente al resto de la población es fundamental avanzar en la alfabetización digital.
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Buenas tardes,
Justamente por eso existe la iniciativa La Escuela Más Grande del Mundo. Donde informamos de puntos de internet donde personas/empresas comparten su internet de manera gratuita con estudiantes que lo necesiten. Necesitamos difusión para sumar puntos de internet y para informar a los estudiantes de esta solución. ¿nos pueden ayudar?
Saludos y gracias,
http://www.laescuelamasgrandedelmundo.com
Muy ilustrativo. Pensar que proporcionar tecnología mejorará por sí mismo el nivel de conocimiento de la población es una falsa premisa. Indispensable desarrollar paralelamente sus habilidades.
Muy buen artículo