Cambio político y conflicto en el cono sur

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Es la hora de una América Latina con instituciones sólidas, próspera y democrática.

Varios países del Cono Sur de América viven profundos cambios políticos y económicos en el contexto de una grave y persistente crisis internacional. También en todos los casos está presente el tema de la corrupción y la impunidad, el desencanto con la clase política y la frustración por la imposibilidad de lograr un verdadero y sólido desarrollo económico con equidad social, incluyente y sustentable. Me referiré a Argentina, Brasil, Venezuela y Perú.

Mauricio Macri ganó las elecciones de noviembre del año pasado, derrotando al candidato peronista y asumió la presidencia de Argentina el 10 de diciembre de 2015 poniendo fin a doce años de kirchnerismo. Recibió un país con crisis económica, una enorme polarización social, los partidos políticos divididos, incluido el peronismo y con fuertes enfrentamientos del gobierno saliente con varios sectores empresariales y sindicales. La ex presidenta Cristina Fernández cuenta con el apoyo de varios grupos sociales y enfrenta graves acusaciones judiciales.

El presidente entrante, Mauricio Macri ha iniciado fuertes ajustes, algunos de ellos contraproducentes según sus críticos, por el repunte de la inflación. Por si fuera poco, Macri está mencionado en los Panama Papers” y también es cuestionado por corrupción. Cabe señalar que tanto el empresario Franco Macri, como su hijo el actual presidente han vivido siempre en medio de la controversia y no pocas veces han participado en litigios de muy diversa índole. El creciente enfrentamiento entre el anterior y el actual gobierno, aunado al entorno económico, hace que el futuro de Argentina se vea extremadamente difícil.

El caso de Brasil es el más grave, tanto por la profundidad de la crisis como por las implicaciones internacionales que tiene. La desaceleración de la economía internacional y de China en particular, con la caída del precio internacional de las materias primas, incluido el petróleo, tuvo efectos devastadores sobre la economía del gigante sudamericano. Asimismo, el destape del escándalo de corrupción en torno a Petrobras y que involucra a buena parte de la clase política, en particular al gobierno de Dilma Rousseff y a su partido, el PT, incluido Luiz Inácio Lula da Silva, el anterior presidente de Brasil. Además, parece irreversible ya la destitución de la Presidenta Rousseff.

La situación de Venezuela es la de un colapso social y humanitario inminente. Los gobiernos de Chávez y Maduro han sido desastrosos tanto en lo económico como en lo político. Después de 17 años del régimen iniciado por Hugo Chávez, Venezuela un país con vastas riquezas en materia de hidrocarburos a nivel mundial, está enfrentado y semidestruido. A pesar del autoritarismo del gobierno de Maduro, la oposición logró ganar la mayoría de la Asamblea Legislativa, pero el gobierno bloqueó la Ley de Amnistía por la que se pretendía liberar a los presos políticos. Esto es, el futuro de Venezuela se ve también ominoso.

En Perú, se celebraron elecciones presidenciales el domingo 10 de abril y van a competir en una segunda vuelta Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. La hija de Alberto Fujimori encabeza un movimiento populista de derecha. Su padre gobernó Perú de 1990 a 2000, combatió el terrorismo en particular a Sendero Luminoso. Actualmente, purga una condena de 25 años por actos de corrupción y crímenes de lesa humanidad. Su contrincante Pedro Pablo Kuczynski es un prestigiado economista de 77 años que ha alternado posiciones gubernamentales con responsabilidades en el sector bancario privado internacional. Sin embargo, Kuczynski también ha sido reiteradamente acusado de conflicto de intereses. En suma, Perú es un país que también enfrenta un escenario de alto riesgo por el populismo y la corrupción.

En resumen, parece ser que en varios de los países más importantes del Cono Sur se ratifica el rechazo al populismo y el autoritarismo. En todos los casos hay graves acusaciones de corrupción e impunidad, así como el hartazgo de los gobernados.

Esta complicada situación me permite hacer dos comentarios. En primer lugar, varios de los gobernantes actualmente impugnados llegaron al poder como expresión del rechazo a la clase política en su momento. En el caso de Argentina, Néstor Kirchner fue electo presidente cuando existía el clamor social de que “se vayan todos”. En Venezuela el encumbramiento de Hugo Chávez se dio también en el contexto del rechazo a los políticos tradicionales. Lo mismo sucedió con Alberto Fujimori, quien fue el candidato presidencial triunfante en 1990, siendo rector de una Universidad Agraria, es decir, un proyecto fuera de los partidos políticos. En el caso de Brasil, Lula del Partido de los Trabajadores ganó las elecciones en su tercer intento de llegar a la Presidencia. Lula representó el primer triunfo electoral de la izquierda en Brasil. Esto es, todos ellos fueron en su momento la alternativa frente al desprestigio y la corrupción de la clase política. Este parece ser el ocaso de los redentores.

El otro comentario, es el relativo al regreso a un esquema de política económica cercano a la economía de mercado como rechazo a los excesos del populismo y la irresponsabilidad en el manejo de las finanzas públicas. Sin embargo, también es necesario señalar que no es la primera vez que se aplican severas políticas de ajuste en los países latinoamericanos con resultados que difícilmente han conducido al crecimiento económico sostenido. Tampoco estos ajustes han sido eficaces para abatir la pobreza, la desigualdad y la corrupción. En los años ochenta y noventa del siglo XX se hablaba de la década perdida al referirse a América Latina. Después, Víctor Urquidi le llamó el Siglo Perdido, en referencia a la región. Hay que evitar seguir por ese sendero. Es la hora de una América Latina con instituciones sólidas, próspera y democrática.

Imagen: Internet
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