La historia de México en el renglón de las relaciones con el país vecino, siempre nos ocasionará dolor.
Un “gringo”, como se les denomina, según la etimología popular, en referencia a la Guerra Mexicano-Estadounidense (1846-1848), donde supuestamente los batallones de Estados Unidos se identificaban por colores. En el campo de batalla el comandante del batallón verde gritaba: Green, go! “¡Adelante, los verdes!”, para ordenar el avance; los mexicanos imitaban de manera burlesca este grito de donde surgió el sobrenombre de “gringo” para designar a sus enemigos, o bien expresaban su disgusto ante la invasión exclamando Green go!, en este caso, “¡Fuera verdes!”, para que se regresaran a su tierra.
Son evidentes los perjuicios que nos causaron. De inicio se quedaron con más de la mitad de nuestro territorio; ese debería ser un buen motivo del gobierno mexicano para trabajar arduamente en que lo devuelvan; será más apropiado y legalmente instrumentable que pedir disculpas por la feroz conquista de los españoles. Debemos subrayar que han dejado buena huella los tratos de México con los “gringos”; en negociaciones invariablemente ganan la mejor parte y nosotros llevamos las de perder, ya sea en perdidas monetarias y sistemáticas actitudes degradantes.
Los diversos grupos migrantes que llegan a nuestro país lo hacen para establecerse permanentemente, tal como españoles, árabes, judíos, chinos, etc. Se les recibe con los brazos abiertos y hay ocasiones que se vuelven más mexicanos que cualquier otro. Mas sin embargo esto no es lo que ocurre con los “gringos”, quienes para infortunio nuestro, buscar beneficios, de inicio el que corresponde al cambio de moneda, al descubrir que viven aquí porque les resulta más económico y lo aprovechan de manera generosa; otros vienen a hacer negocios, e insistimos, obteniendo espléndidas ganancias que por temor les ofrece nuestro ámbito gubernamental. Otros “gringos” vienen por oro e inclusive algunos se casan con mexicanas para obtener la ciudadanía para después impunemente incursionar y realizar actividades incompatibles. Estos “gringos” sin oficio ni beneficio que se casan con pseudoaristócratas mexicanos que se permiten deslumbrar y que siempre han aspirado a obtener la nacionalidad estadounidense, que se hacen pasar por académicos sin mostrar constancia de sus estudios, ni cédula profesional. Varios de ellos se dicen “intelectuales”, para sobornar a los crédulos; llega a tal grado su desfachatez que haciéndose pasar por protegidos de importantes funcionarios, dirigen organismos universitarios con presupuesto ilimitado.
Hay “gringos” perversos que intervienen ad hoc en procesos electorales, difaman y ofenden sin moderación abusando de la impunidad que gozan por sus relaciones familiares. A todo esto, lo menos que recomiendo hacer, es aplicar el artículo 33 de nuestra Constitución, que a la razón precisa: “Los extranjeros no podrán de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país”.
Con frecuencia los gobernantes norteamericanos nos agreden; tal ha sido y es el caso del impresentable Donald Trump, quien ha señalado a los mexicanos como asesinos, violadores, ladrones y todo tipo de adjetivos que nos denigran, pero que solo ubican lo que ha sido la constante de los dirigentes de Estados Unidos, que digámoslo claro, desean nuestro cataclismo.
Entendemos mas no aceptamos que un “gringo” en el territorio que es hoy o que en el pasado fuese nuestro, nos agravie. Es inadmisible y debe unirnos a todos los mexicanos, el que un “gringo” o cualquier otro ajeno a nuestro país, venga investido de su exnacionalidad o binacionalidad norteamericana a insultar a un nacional, para lograr sus ambiciones políticas, perversidad y complacencia gubernamental, y con ello difame y calumnie a uno de los nuestros.
Es momento de estar juntos frente a estos desaforados del mundo. No hay una sola patria en el mundo que tenga simpatía por este tipo de personajes nefastos, genocidas y delincuentes. Es indignante que a estos personajes se les otorguen canonjías, como programas de televisión, espacio en medios académicos y que ocupen puestos para los que bajo ningún concepto tienen los méritos, habiendo mexicanos debidamente capacitados.
Debemos ser drásticos y exigir a las autoridades que, a los extranjeros desaforados, como el caso de estos “gringos” a quienes me refiero que se inmiscuyan en la política nacional se les debe marcar un alto y actuar como jurídicamente corresponde.
Existen “gringos” que tienen antecedentes penales en México, por golpear en pandilla a personas indefensas y cuyos expedientes están vivos. Es todavía más relevante actuar sin miramiento, aplicándoles la ley hasta las últimas consecuencias a efecto de que les sirva de ejemplo a otros que los emulen.
Los “gringos” a los que me refiero, son tan cínicos que ocupan cargos remunerados e incompatibles y que saben que nadie atentará en su contra, porque se creen poseedores del cariño de gobernantes. Nuestros funcionarios están obligados a reflexionar y darse cuenta que esos “gringos” se han aprovechado de ellos haciendo uso indebido de su amistad, inclusive llegando al tráfico descarado de influencias, manipulando, gracias incluso en varios casos a sus relaciones matrimoniales, que cínicamente exhiben y toman ventaja de ellas.
México es para los mexicanos y para los extranjeros que no intencionan lastimarnos.
Por lo mismo, nuestro México es para los gringos de grandes valores y acciones universales en búsqueda del bienestar que no son como los “gringos” que aquí enumero.
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