En 2020 se cumplen 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de unos días se celebrará el 75 Aniversario de la rendición de la Alemania Nazi. El 30 de abril de 1945 Adolfo Hitler se suicidó en su bunker en Berlín, asediado por el Ejército Rojo. En los siguientes días el Almirante Doniz firmó la rendición incondicional de Alemania. Previamente Mussolini había sido capturado y ejecutado en Italia. Unos meses más tarde, Japón se rindió después del ataque estadounidense con bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. De esta forma fueron derrotados el nazismo alemán, el fascismo italiano y el militarismo japonés.
En 1945 también se fundó la Organización de las Naciones Unidas. Un año antes, en 1944, se habían constituido el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
En la posguerra las principales potencias vencedoras, Estados Unidos y la Unión Soviética dieron inicio a la Guerra Fría. El capitalismo estadounidense y el comunismo soviético se enfrentaron no sólo ideológica y políticamente, sino a través de confrontaciones bélicas en numerosas regiones del mundo.
A partir del fin de la contienda mundial se inicia un rápido proceso de recuperación económica en Estados Unidos, más tarde en Europa occidental así como en varias naciones con economías emergentes. El capitalismo se organiza de muy diversas formas, desde el Estado de Bienestar en algunos países europeos hasta la consolidación de diversos programas sociales en Estados Unidos y en otros países en desarrollo.
Asimismo, desde la segunda mitad de la década de los cuarenta se inician los procesos de des-colonización de los Imperios británico y francés, al igual que otras potencias coloniales. Los países con economías emergentes se agrupan como los “No-Alineados”, el Grupo de los 77 (que ahora son 134) y también bajo el concepto del Tercer Mundo.
La crisis fiscal de finales de los años setenta propicia el surgimiento de una “Revolución Conservadora”, encabezada por Margaret Thatcher en el Reino Unido y por Ronald Reagan en Estados Unidos, se plantea una drástica reducción del Estado, las privatizaciones y la des-regulación. Se articula una nueva globalización financiera y comercial apoyada en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
La caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior disolución de la Unión Soviética dan fin al comunismo. De esta forma se colapsa el “socialismo real” en casi todos los países de influencia soviética.
La globalización y la prevalencia del mercado generan un importante crecimiento económico en varios países, acentúan fuertemente la concentración del ingreso y de la riqueza, además de la desigualdad tanto en naciones con economías emergentes como aún en países desarrollados.
Uno de los rasgos fundamentales de esta evolución es la emergencia de China, con el más impresionante proceso de modernización y desarrollo de la historia contemporánea, basada en el pragmatismo de Deng Xiaoping. Así el área del Asia-Pacífico se ha caracterizado por ser el principal motor económico del mundo en la actualidad con China a la cabeza, seguido por Japón, Corea del Sur y otros países de la región.
Para América Latina el período 1945-2020 es profundamente desigual. Si bien en varios países de la región se da un tránsito de las dictaduras militares y de sistemas políticos autoritarios a esquemas más democráticos, e inclusive en algunos casos se logran ciertos niveles de crecimiento económico, estabilidad y modernización, en términos de equidad social, los resultados son en la mayoría de los países decepcionantes. Esto ha motivado que con frecuencia se denomine al siglo XX en América Latina como “Otro siglo perdido”.
Los 75 años que han transcurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial han sido muy contradictorios. Por una parte, progreso y bienestar para amplios sectores de la población, por la otra desigualdad, persistente pobreza, con una economía global que en los últimos años se ha visto sometida, en buena medida, a la especulación financiera, la cual ha provocado varias crisis internacionales como la de 2008.
En el período 1945-2020 hemos viso el más impresionante progreso de la ciencia, la tecnología y la industria. Son también los años de mayor destrucción de la naturaleza causada por la actividad humana, con la muy elevada contaminación del ambiente en todos los campos, la sobre-explotación de los recursos naturales así como del cambio climático, derivado principalmente por el uso de combustibles fósiles.
En estos 75 años, el mundo pasó de una población de 2,200 millones de personas a poco más de 7,700 millones en la actualidad.
Como parte del rompimiento del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, llega ahora el COVID-19, una pandemia para la cual los sistemas sanitarios del mundo no estaban preparados, que genera la peor crisis financiera y económica mundial en décadas con profundos costos humanitarios. Frente a este inesperado problema queda también claro que el mundo carece de una estructura internacional institucional para hacer frente con eficacia a nuevos retos globales.
Los países desarrollados anuncian ambiciosos paquetes económicos y financieros para salir de esta crisis. Sin embargo, es de esperarse que en la medida en la que la pandemia afecte a los países pobres o en vías de desarrollo, los efectos podrían ser más graves aún.
En el corto plazo la discusión es el diseño de las políticas de salud pública para mitigar este problema, así como las políticas fiscales para superar la crisis económica y sentar las bases para el resurgimiento. Pero también debemos analizar y discutir el replanteamiento de nuestros sistemas económico y social para resurgir como humanidad con más experiencia y sabiduría, protegiendo las libertades y la democracia.
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Un artículo muy bien logrado, muchas felicidades: conciso, exacto y bien estructurado. Muchas gracias, Gerardo.
Gracias estimado Gerardo por tu opinión. El gran dilema en el centro de todos los demás problemas que bien abarcas es la falta de estado de derecho, la inseguridad jurídica, la impunidad, la falta de transparencia. Y el problema del centro de todos los problemas, como diría el gran exorcista católico, el Padre José Antonio Fortea, es que el demonio ha decidido entrometerse en la elaboración de las leyes. Fuerte abrazo. Fernando.