El panorama empieza a cambiar. Aún con restricciones, algunos negocios empiezan a abrir, ciertas actividades se reactivan y el ambiente mejora ante la perspectiva de que progresivamente el virus ceda y la normalidad recupere su ritmo y textura. No tengo duda de que en algunos sectores las cosas se parecerán a los tempos previos al COVID-19 y la pandemia quedará sólo como un terrible paréntesis que impuso una difícil prueba para regresar cuanto antes a las formas conocidas. Otros, en cambio, nunca volverán a los parámetros conocidos y deberán rediseñarse desde sus ruinas. En todos los casos deberemos buscar entre los materiales desechados para rescatar lo que todavía es utilizable.
Observar negocios tapiados y abandonados de grandes marcas en Presidente Masaryk promueve la sensación de desastre y abandono, pero también el negocio de las grandes marcas encontrará espacios para resurgir. La venta de estatus pierde sentido cuando estamos ante una pantalla, pero en un ambiente presencial y social habrán de volver a la palestra con renovada energía.
Como ha sucedido en el nivel personal, el nuevo tramo para la salida de la pandemia exige una renovada actitud mental para todas las empresas que deberán enfrentar “el nuevo mundo”. En este entorno, cada organización está obligada a hacerse las preguntas necesarias para definir su relevancia en ese mercado al que llegaremos en los próximos meses como viajeros sorprendidos ante el paisaje encontrado al bajar en el destino.
A lo largo de estos meses se ha generado abundante información sobre “el nuevo mundo” en el campo de los negocios, con una larga lista de “ganadores” y “perdedores” que no hace falta seguir engrosando. Claramente, algunas predicciones podrían perder sustento en la medida en la que los consumidores recalculen sus gustos frente a los riesgos. Si las campañas de vacunación muestran una alta eficacia en la contención del virus, hasta los cruceros, representantes mundiales de la catástrofe empresarial, podrían recuperar parte de lo perdido antes de lo esperado. ¿Estamos ciertos de que el turismo de congresos, ferias, expos y demás congregaciones presenciales de negocios desaparecerán ante la irrupción de lo virtual?, ¿los viajes de negocios serán cosa del pasado?, ¿el “home office” ejercerá su efecto disruptivo para siempre?
Es claro que los que insistan en mantener su fórmula de negocios pretendiendo simplemente regresar a la misma propuesta podrían topar de frente contra el muro de la nueva realidad. Para todos, es obligatorio repensar nuestra oferta de valor y preguntarnos, antes de cualquier otra cosa, si nuestro cliente sigue ahí. Si somos proveedores en una cadena, la pregunta debe dirigirse al consumidor final. Como siempre sucede, si el que me compra no vende, irremediablemente me dejará de comprar.
En ese análisis, muchos están pensando en las medidas contracíclicas. La partida de muchos competidores está abriendo espacios inéditos que darán ventaja a quienes tengan el valor de ocuparlos. En esa apuesta es claro que el tablero se moverá y muchas posiciones cambiarán de orden.
He escuchado, a lo largo de todos estos meses y más que nunca, la palabra “reinventarse”. Muchas veces el tono es a nivel personal, pero otras más se gestan en el ámbito de los negocios. Es cierto, en casi todos los casos tenemos que reinventar nuestro modelo de negocio, nuestra estructura de costos, nuestros planes de crecimiento, nuestra propuesta de servicio, nuestros criterios de éxito y fracaso, nuestros principios de respeto al medio ambiente y nuestro compromiso con los trabajadores y la comunidad.
No basta ahora generar utilidades para sobrevivir. Parece inaplazable redefinir los principios ideológicos que nos impulsaban en el pasado. Antes, lograr una empresa exitosa arrojaba suficientes beneficios sociales como para tenerse que preocupar de otros renglones. A partir de mañana tenemos que redefinir los postulados y el orden de las prioridades. Cada quien la propia, pero desde dentro de las organizaciones, para que no quede ninguna duda de qué rol queremos cumplir a partir de la nueva realidad.
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