Estado actual de la pandemia de COVID-19

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Vivimos un momento único, nadie podría recordar una crisis tan generalizada, tan grave, con particularidades tan sui generis como la que nos ha venido a ocasionar la infección del nuevo virus el SARS-CoV-2. Probablemente la última ocasión parecida fue la de la gripe española que sucedió en los años 1918-1920, que también adquirió condiciones pandémicas y muchos enfermos y muertos alrededor del mundo. Las condiciones del mundo en ese momento no permitieron muchas acciones ni preventivas y menos terapéuticas, y podríamos decir que se autolimitó para tener desde entonces características endémicas, con diferentes variables en intensidad según la época del año y la región en que van sucediendo los casos.

En 2009 apareció una nueva pandemia por una mutación del virus de la gripe, pero que afortunadamente fue atajada con rapidez gracias a medidas preventivas bien utilizadas y la posibilidad de variantes en la vacunación que incluyeron la cepa que la ocasionaban. En los años 80 apareció una enfermedad que adquirió distribución pandémica, el SIDA, que además tenía como similitud que era ocasionada por un virus, el VIH, aunque al principio no lo sabíamos; la carrera con el VIH y contra el SIDA fue rápida y exitosa, se conoció el agente causal, sus medios de transmisión, e incluso se ha llegado a descubrir tratamientos que permiten a los enfermos vivir muchos años con una enfermedad asintomática y crónica, establecer programas preventivos y aunque existen áreas de nuestro mundo en donde significa un grave problema de salud, en Occidente podríamos decir que es un problema muy acotado –por cierto, con los estudios sobre su tratamiento se han descubierto muchos antivirales, cosa que no había sucedido antes–.

El Ébola (EVE) es una fiebre hemorrágica de origen viral que sucede cada tanto en algunos países de África, nunca ha pasado de graves epidemias locales a convertirse en pandemia. Recientemente ya habían aparecido algunas infecciones respiratorias graves ocasionadas por virus nuevos, pero afortunadamente, aunque tuvieron un periodo de extensión, luego se acotaron y prácticamente desaparecieron sin ocasionar un problema de salud grave y menos mundial. Pero a fines de 2019 apareció una enfermedad por un coronavirus que hasta ese momento era desconocido y que no había causado enfermedad en el humano, apareció en una provincia de China; los chinos se percataron después de unos días de la severidad de la enfermedad y de sus nuevas características.

pandemia covid
Ilustración: Mark Long.

En el resto del mundo al principio hubo una reacción de escepticismo, aunque cuando aparecieron los nuevos casos y se apreció tanto su rapidez de difusión como la severidad, hubo una respuesta acelerada de intensidad y características diferentes en cada país y continente, todo causado porque no se conocía. Aún hay muchas cosas que no se saben, como el agente causal y tampoco la enfermedad que ocasionaba. El padecimiento se nombró COVID-19 por las siglas de coronavirus disease del año 2019.

En México la epidemia ha sido devastadora; ha suscitado muchos enfermos, muertos, y ha tenido gravísimas consecuencias económicas, sociales y políticas. Ya he propuesto anteriormente llamarle sindemia porque la enfermedad no tiene sólo consecuencias sanitarias, y este concepto podría permitir afrontar todos sus aspectos simultáneamente, sin privilegiar uno sobre otro. Decíamos que en cada país la respuesta ha sido diferente, incluso con diferencias marcadas en el mismo continente y a veces aún en naciones vecinas. Observar lo que ha venido sucediendo en otros sitios y las diferentes respuestas que se han tenido, puede permitir hacer variaciones que podrán mejorar nuestra situación.

La gestión de la epidemia en México ha sido muy particular, incluso con aspectos o situaciones polémicas. El vocero de la Secretaría de Salud, el Dr. López-Gatell, e incluso el Sr. presidente López Obrador, han comentado que no se pueden hacer comparaciones con otros países porque son diferentes en número de habitantes –entre las cosas más notables–. Pero creo que sí es viable hacer comparaciones claras si realizamos indicadores epidemiológicos muy simples, como puede ser el número de casos por diez mil habitantes, el número de muertos por millón de habitantes y la letalidad –porcentaje de muertos por número de casos–; eso nos permite hacer comparaciones, con la salvedad de que la información pudiera no ser absolutamente precisa, pero también pudiéramos asumir que los errores son similares en casi todos los sitios.

Tiene la ventaja que puede realizarse por periodos de tiempo, ahora les muestro lo acontecido del 28 de junio al 12 de julio, último día con datos completos en la plataforma que utilicé como fuente datosmacro.expansion.com, una página fundamentalmente económica pero que durante la pandemia ha mantenido actualizados los datos acerca de la incidencia y la mortalidad por COVID-19. Realicé el ejercicio para intentar saber dónde estamos y quizá predecir hacia dónde vamos.  

En las tablas y gráficos que elaboré y ahora les muestro, podemos realizar observaciones interesantes y quizá sacar conclusiones válidas. Los países de Europa, Asia y América que escogí fue porque cuentan con datos a lo largo de toda la pandemia; me parece, siempre subjetivo, que muestran realidades que pueden ser dignas de comparación con nosotros y algunos de ellos son los países en donde la pandemia ha tenido mayores consecuencias.

Podemos observar que en China y Corea del Sur la epidemia está contenida, con una letalidad de 0 para China y menor de 1 para Corea del Sur, con un número de casos por cien mil habitantes y muertos por millón muy bajos. Al parecer no han bajado la defensa y siguen realizando búsqueda de casos y pruebas diagnósticas, pero de momento están solucionando un grave problema, se puede criticar el número de pruebas que realizan, diciendo que son muchas y costosas, o que sus medidas de aislamiento fueron tiránicas, pero obtuvieron resultados. En la India e Irán el problema se ha incrementado, aunque con menor intensidad a lo que algunos habíamos podido predecir, dados sus índices de pobreza y la fragilidad de sus sistemas sanitarios.

Un buen punto de comparación son los datos de Suecia y Noruega, en el primer país las medidas sanitarias fueron recomendadas pero voluntarias y el número de pruebas muy bajo, en Noruega el aislamiento fue obligatorio y vigilado, y la búsqueda de casos intensa e intencionada, las diferencias son notables; noticias recientes nos informa que Suecia ha sido aislada por sus vecinos cerrándole las fronteras. En Italia y España, que al parecer tomaron medidas tardías ante la pandemia, se ha ido logrando un control de la COVID-19 y están enfrentado casos después de la reapertura de las medidas sanitarias que, por cierto, con muchas críticas y dificultades fueron levantándose cuando existía un control de la enfermedad.

Portugal, que había tenido una gestión muy exitosa en la fase inicial, al parecer ha tenido una recaída, y ha sido interpretado como un levantamiento temprano del confinamiento, pero sus resultados no son malos. El Reino Unido no ha podido disminuir la mortalidad por millón de habitantes, aunque si la frecuencia de casos por cien mil habitantes, su letalidad a pesar de la excelencia del sistema de salud, es la más alta de la zona, ha sido todo atribuido a las medidas tardías tomadas al inicio de la crisis.

En América existen particularidades muy interesantes. Desde luego destaca que en Estados Unidos la pandemia ha ocasionado graves consecuencias; el número de casos por cien mil habitantes sigue siendo muy elevado, y que gracias a que tiene una letalidad muy baja, origina que el número de muertos no sea tan alto. Sabemos que hay estados en la Unión Americana que han conseguido mejorar la incidencia y la mortalidad, pero otros, debido a una inconsistencia a las medidas sanitarias, tienen una casuística muy mala. Los casos de Chile, Perú y Bolivia son tan malos que se ven parcialmente paliados porque tienen una letalidad baja.

El caso de México es alarmante, tenemos un número de muertos por millón muy alto, el más alto de la región, y entre los países que comparamos sólo detrás del Reino Unido. Un problema que no sabemos cómo evolucionará, es la relajación de las medidas sanitarias cuando se notifican un número de casos de contagio diariamente muy alto y una letalidad elevada. Me parece que el gobierno optó por la economía, en un falso dilema salud-economía, y levantó las medidas sanitarias precozmente. Así como la instalación de las medidas preventivas fue tibiamente impulsada, con la invitación al confinamiento y la supresión de actividades industriales; aunque con pobre respaldo desde la imagen gubernamental, el presidente y muchos de los ministros no las siguieron, la reapertura –insisto, precozmente instalada–, ha sido fuertemente impulsada; basta con ver comer en un famoso restaurante al titular del poder ejecutivo.

La respuesta de la sociedad ante las medidas sanitarias fue heterogénea, un grupo, quizá mayoritario, se confinó estrechamente, pero otro no lo hizo nunca y como era voluntario esto no tuvo consecuencia. La reapertura hecha con una frecuencia tan alta de casos por cien mil habitantes y una mortalidad por millón de habitantes tan alta tendrá consecuencias.

Emito mi opinión acerca de un marcador de la evolución de la pandemia y sobre el que se pretende tomar decisiones, y a partir del porcentaje de camas disponibles para atender a los pacientes con COVID-19. Desde luego, es un marcador fundamental para saber la capacidad de respuesta del sistema de salud, de manera que si hay cada vez más casos, más muertos y mayor letalidad, no puede tomarse en cuenta. Sería tanto como permitir una mayor velocidad en las carreteras porque los hospitales tienen camas disponibles para atender a los heridos, a los muertos ya no, producto de los accidentes automovilísticos.

 Por último, aprovecho la ocasión para recomendar un documento espléndido, “La pandemia en México: Dimensión de la tragedia”, producto de una nueva organización civil, Signos Vitales. El pulso de México, cuyo Comité Ejecutivo y Comité Asesor está constituido por brillantes profesionales de la política, la comunicación, la economía y la investigación. Tiene una visión crítica muy amplia y sustentada, y puede darnos una panorámica realista, aunque no estemos de acuerdo en todo.


También te puede interesar: Letalidad, incidencia y mortalidad por COVID-19.

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Marcela Braun

Muchas gracias Dr Ramiro si esta terrible

Pelayo Vilar-Puig MC

Es un análisis muy bien estructurado,
con datos y graficas entendibles y comparadas con países de diversos continentes. Las conclusiones para México muestran que por las características demográficas, económicas, estructurales, culturales y políticas, la enfermedad permanecerá en México por mucho más tiempo del que se estimó y esto traerá una situación de dimensiones sumamente complejas y prolongadas.

Bruno Newman F.

¡Valioso, oportuno y muy bien documentado el artículo del Dr. Ramiro!

Sofia Scholar MD

Dr Manuel me costo trabajo leerlo porque no veo la luz al final del tunnel es que si te cuidas pero no hay unidad en las decisiones eventualmente te va a tocar tu artículo es muy bueno científicamente pero es un tiempo en la historia de lo que estamos viviendo no creo que me valla tocar ver el resultado mis nietos o mis hijos. sofia

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