Las personas frecuentemente expresan en palabras dichas o escritas lo que sienten, piensan, creen, recuerdan o desean y esto configura una forma de comunicación humana primordial, aunque compleja e insegura. Desde el punto de vista de la ciencia, estos discursos naturales son muestras valiosas del lenguaje utilizado en diversos sectores y poblaciones, pero son muy variables y poco sistemáticos para constituir un registro de lo que acontece en la mente de quien los emite, pues todo depende de qué fidedignas sean tanto la introspección necesaria para elaborarlos como su formulación en palabras y conceptos.
Es posible dudar de la veracidad de la introspección y de su expresión pues quien informa lo que sucede en su mente puede mentir deliberadamente o equivocarse debido a una incapacidad, a una inadecuada comprensión del significado de las palabras o al hecho de que los eventos mentales sean demasiado veloces o poco claros para ser reconocidos y puestos en palabras. Incluso los informes de experiencias tan aparentes como son los sueños, los dolores o las emociones pueden estar sesgados de diversas maneras. En un sentido similar se puede apuntar que uno de los principios de la teoría psicoanalítica es que los individuos muchas veces no tienen acceso a sus verdaderos deseos, creencias, recuerdos, emociones o decisiones por el hecho de ser inconscientes.

Otro reto al informe introspectivo concierne a la autoconciencia. En efecto, Thomas Natsoulas, psicólogo emérito de la Universidad de California, argumentó en 1993 que el informe verbal de una experiencia privada, como puede ser un simple dolor de muelas, no podría ocurrir si la persona no posee una “conciencia de segundo orden” de haber experimentado este dolor, donde la conciencia de segundo orden sería la propia descripción de la experiencia. Esta conciencia de segundo orden coincide en alguna forma con la distinción realizada por Karl Jaspers entre la auto-observación, el auto-entendimiento y la auto-manifestación de lo que ocurre en la propia mente, como hemos señalado previamente. Concuerda también con la idea de David Rosenthal de que la autoconciencia consiste en un pensamiento de mayor jerarquía sobre lo que ocurre en la propia mente. Estos análisis implican que el sistema de observación e interpretación de los propios contenidos mentales no es tan directo, inmediato y a prueba de error como se pensaba.

En los últimos años el filósofo Peter Carruthers ha argumentado que el acceso a la propia mente es interpretativo por naturaleza. Si bien los seres humanos tienen una aproximación privilegiada a sus propias mentes, la interpretación que hacen de sus contenidos puede ser errónea o estar sesgada por condicionantes que el sujeto ha acumulado y adoptado en su vida. Esto ocurre en la percepción habitual, pues las personas ven las cosas de acuerdo a una interpretación del mundo que han adquirido por costumbre. Por ejemplo, ven los relieves de una misma figura como cóncavos o convexos dependiendo si se encuentra o no de cabeza, pues asumen que la luz llega desde arriba. Existe evidencia de que la gente puede confabular respecto a su propia mente, por ejemplo, atribuyéndose pensamientos que nunca pudieron tener, una forma de auto-engaño más elemental que el convencerse a sí mismo de algo que no es verdadero.
Cuando un sujeto escucha e interpreta el discurso de alguien más llega a una representación de su actitud y condición mental porque se enfoca sobre la gramática que utiliza, la prosodia o entonación de su discurso, los gestos y otras conductas que acompañan a su expresión. El observador puede concluir que el otro es sincero o que miente, pero no hace lo mismo cuando valora sus propios procesos y contenidos mentales, pues infiere que no puede estar equivocado al registrar un recuerdo o una creencia propios. Carruthers plantea que el mismo proceso de evaluación opera cuando se trata de mentes ajenas y de la propia mente, de tal forma que el sujeto puede equivocarse respecto a lo que sucede en su propia conciencia.

La cuestión es determinar si toda descripción de lo que ocurre en la propia mente implica un acto de interpretación sujeto a errores. Las experiencias originales o primarias, como es el caso de la cualidad lacerante y aversiva de un dolor de muelas, quizá resulten imposibles de conocer fuera de ese mundo privado y prístino de la experiencia personal. Vemos ahora que este proceso primario no se puede poner adecuadamente en palabras tal cual se presenta y esto implica que el conocimiento de la propia mente es un conocimiento muy peculiar. Este ámbito, llamado noesis en la fenomenología “pura” de Husserl, no se puede negar y un observador externo no puede tener acceso directo y fidedigno a ese mundo íntimo, frágil, efímero que es la conciencia de su interlocutor. Pero también es necesario aceptar que por ahora sólo se puede inferir el proceso y el contenido consciente de una persona por sus informes verbales, y debido a esto se hace necesario examinar sus características y depurar su análisis y tratamiento. Se trata de un procedimiento indirecto que no es del todo ajeno a la ciencia; por ejemplo, los científicos infieren y modelan a los hoyos negros, los quarks subatómicos, la energía oscura, la información o incluso una cultura por sus efectos, pues se trata de sucesos o eventos inaccesibles a la observación directa.
Para determinar si los informes introspectivos en primera persona proporcionan información pertinente y válida sobre los procesos conscientes y sobre la autoconciencia, es necesario cumplir varios requisitos difíciles. Así, hay que discernir las diferentes formas en las que se formulan los informes introspectivos, también hay que contar con criterios definidos para elegir aquellos informes verbales que puedan considerarse más fidedignos y finalmente tener un procedimiento adecuado para extraer de estos textos la información pertinente para contabilizar, analizar y valorar los estados mentales involucrados en su elaboración.

Desde hace tiempo hemos propuesto un método narrativo para el análisis de los informes en primera persona que convoca a disciplinas académicas de orden cognitivo, narrativo, neurobiológico, psicológico, lingüístico y filosófico. Este método plantea criterios para la producción, selección y transcripción de textos que describen experiencias subjetivas y con ello para interpretar y representar la estructura y dinámica de la conciencia. Los supuestos centrales de este programa son los siguientes: (1) las expresiones orales o escritas de procesos conscientes pueden ser obtenidos, seleccionados y analizados de tal forma que satisfagan progresivamente varios requerimientos de un método científico en evolución, (2) ciertos tipos de narrativas denominadas textos fenomenológicos, como son las transcripciones de informes introspectivos obtenidos en entrevistas médicas, psiquiátricas o psicoterapéuticas, así como diarios o monólogos interiores en la literatura, constituyen expresiones privilegiadas de procesos conscientes; y (3) un análisis sistemático de estos textos permite establecer modelos tentativos de los contenidos y las formas de los procesos conscientes. Conforme avancen los recursos metodológicos será posible depurar la introspección y el método narrativo para comprender mejor los procesos conscientes y la autoconciencia necesaria para detectarlos y expresarlos.