La Instrumentación de la Reforma Energética

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Es importante que esta reforma energética se instrumente en el contexto de la transición a la sustentabilidad. En una primera fase con el pleno desarrollo del gas, y de todo el potencial de fuentes renovables que tiene México, como la solar, eólica, geotermia y pequeñas hidroeléctricas locales.

 

 

Una vez promulgada por el Ejecutivo Federal las leyes secundarias de la reforma constitucional en materia energética, aprobadas por el Congreso de la Unión, se inicia el complejo y delicado proceso de su adecuada instrumentación.

Esta reforma establece un nuevo modelo de producción de petróleo y gas natural, así como de petrolíferos y petroquímicos. De igual forma, se renueva el esquema del transporte, el almacenamiento y la distribución de hidrocarburos y sus derivados. También se establece un nuevo modelo de generación, transmisión, distribución y comercialización de la energía eléctrica.

Este cambio se da en el contexto de un profundo proceso de innovación tecnológica en el campo de la energía, que está modificando el mapa económico y político mundial.

En el caso de América del Norte se vive la creciente suficiencia de petróleo y gas en los Estados Unidos y Canadá, así como de su progresiva interconexión. Asimismo, este cambio tecnológico se da frente a la creciente problemática del calentamiento global, lo cual sin duda continuará generando acuerdos internacionales para limitar el uso de los combustibles fósiles. Asimismo, se da una dinámica innovación tecnológica en cuanto a las fuentes renovables. De nuevo, en Estados Unidos está creciendo rápidamente el uso de las energías solar y eólica. Alemania y Dinamarca se han comprometido a generar toda su energía con fuentes renovables en 2050.

En México, con estas reformas se busca lograr la seguridad energética, mayores ingresos públicos, el impulso del desarrollo tecnológico e industrial, entre otros aspectos. Los retos para su adecuada implementación son enormes. La transformación de PEMEX y CFE en eficaces empresas productivas del Estado lo cual conlleva cambios de fondo en la gestión de las mismas; la integración e instrumentación de eficaces órganos reguladores que deberán asumir responsabilidades inéditas y complejas; la tarea de supervisar y garantizar la seguridad industrial y el cuidado del medio ambiente en materia de hidrocarburos, así como la reorganización a fondo del sector eléctrico. Asimismo, es determinante el esquema financiero y fiscal que permita que la reforma energética sea la eficaz palanca para el desarrollo sustentable que demanda el país.

Es fundamental también la articulación de un eficaz sistema de transparencia y rendición de cuentas para confrontar la corrupción el mal endémico que corroe y destruye al sector y al país. Es necesario logar aplicar un eficaz Estado de Derecho, si no se logra este propósito es imposible acceder a mejores niveles de desarrollo y bienestar.

Es importante que esta reforma energética se instrumente en el contexto de la transición a la sustentabilidad. En una primera fase con el pleno desarrollo del gas, y de todo el potencial de fuentes renovables que tiene México, como la solar, eólica, geotermia y pequeñas hidroeléctricas locales.

En suma, es fundamental que el Estado no pierda el control del proceso de instrumentación de la reforma, en beneficio del interés general, con visión de largo plazo para asegurar la contribución de la misma para el desarrollo sustentable del país.

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