Los sindicatos se dieron un balazo en su propio pie

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En su origen, los gremios de profesiones u oficios que llevaron a la creación de los sindicatos nacieron para defender a sus agremiados y/o trabajadores de los patrones y las empresas explotadoras, e inclusive, voraces. Esto fue real durante muchas décadas, pero con el tiempo, la naturaleza de estas agrupaciones se fue desvirtuando y muchas de ellas, acabaron volviéndose enemigos del sector privado, incluso de la sobrevivencia de las empresas. En muchos casos, los dirigentes sindicales se dedicaron, se dedican, a velar por otro tipo de intereses, como el político, y para su beneficio personal.

En el mundo entero esto es una realidad y en los países latinoamericanos se ha llevado a niveles casi increíbles en Argentina o México, por sólo citar un par de ejemplos.

Se supone que los sindicatos y quienes los dirigían pretendían inicialmente proteger a los trabajadores, pero sus abusos y peticiones absurdas fueron a todas luces contraproducente a sus intereses. Qué paradoja. En un principio defendían a los trabajadores, pero sus excesos los hicieron perder el rumbo y acabaron afectando a quienes debían proteger.

origen de los sindicatos

Esto dio lugar a un fenómeno explicable: había que poner un alto y darle la vuelta a los abusos sindicales, por ejemplo, poniendo nuevas plantas industriales en otras ciudades, estados e inclusive países con mucho mejores costos, subcontratando servicios a terceros y contratando personal externo, con modalidades como el “outsourcing”, y más adelante, sustituyendo a los obreros de línea de producción por robots, primero por eficiencia y costos, luego por temas de seguridad industrial.

Por ello, actualmente hay una caída notable en el porcentaje de trabajadores sindicalizados en México y en el mundo. En nuestro país, en los años 80 era cercano a 30% de la Población Económicamente Activa, mientras que ahora no llega ni al 15%.

Algo que los dirigentes de estas agrupaciones -en su mayoría- no entendieron, es que, así como hay épocas de vacas gordas, existen épocas de ganado flaco. Y hay que adaptarse a las circunstancias cambiantes de la economía y de los mercados. En muchos casos no sólo puedes aspirar a pedir más y mejores condiciones, sino tienes que aceptar que es necesario ceder “conquistas” para beneficio de la empresa de corto plazo y de los trabajadores de mediano y largo plazos.  Les debe caer el veinte de que hay momentos en que resulta indispensable cambiar.

Foto: estadodealerta.com.

Otra cosa difícil de justificar es cómo muchos sindicatos protegían, protegen, o solapan, a personal flojo, incompetente, inclusive ladrón, lo cual lleva naturalmente a las empresas a pensar en ¿qué hacemos?, ¿cómo le damos la vuelta a este tema? El caso de la CNTE en México es un claro ejemplo de ello. Miles de “maestros” que no son competentes, son protegidos por sus dirigentes, jugando un papel pernicioso como factores de control político.

Algo que hemos visto en México y América Latina es la complicidad de los dirigentes con los gobernantes en un intercambio de favores, negocios obscuros, poder, votos, movilizaciones, boicots… Los sindicatos se volvieron, además, instrumentos de la clase gobernante, llámese PRI o PRD y ahora claramente MORENA, en nuestro país; el peronismo en Argentina ha usado a los sindicatos desde la década de los 40, por citar dos casos emblemáticos. La historia del sindicalismo en México consigna el ascenso de líderes a posiciones políticas como senadurías, diputaciones, gubernaturas, alcaldías, puestos en el gabinete… Nada de esto sirvió a los trabajadores, excepto a los dirigentes y sus familias. ¿Acaso estas posiciones políticas de conveniencia mejoraron las leyes laborales y las condiciones de vida de los trabajadores? Por supuesto que no.

Los dirigentes perdieron capacidad de interlocución y se debilitaron ante las empresas y ante sus bases de apoyo. En vez de cuidar a la gallina de los huevos de oro (las empresas), se la quisieron comer. Lo mismo que dio poder a los gremios los mató. Volvieron tan caros sus contratos colectivos de trabajo que las empresas tenían que repercutir sus costos, y luego, se vieron obligadas a eliminar personal, trasladar plantas a lugares más económicos, con personal menos “beligerante”, como es el caso de la industria automotriz. Todos conocemos los procesos de relocalización de manufactura de Estados Unidos o Alemania a México, de Japón a China, de Francia a Turquía, etcétera. Inclusive de plantas en algunos estados a otros, como en su momento lo hizo NISSAN con su planta de Morelos a Aguascalientes, y donde tuve la oportunidad de estar parcialmente involucrado.

poder y corrupción
Imagen: El Siglo de Torreón.

Los sindicatos y en la mayor parte de los casos, sus dirigentes, están bastante desprestigiados por su manera de actuar. En muchos casos han hasta quebrado empresas porque las hicieron inviables. Demostraron que nadie puede dispararse en el pie o morderse la cola, aunque sea con la más noble de las intenciones.

Estamos, con las reformas a la Ley Federal del Trabajo, en un momento de coyuntura para que los sindicatos, las empresas y las autoridades entiendan el momento histórico y aprovechemos para cambiar muchas de las actitudes y acciones que han beneficiados a unos cuantos en perjuicio de la mayoría.

Los dirigentes sindicales tienen que entender su nuevo rol en la sana defensa de los derechos y obligaciones de sus agremiados, en ser mucho más atentos en los temas relacionados con la democracia sindical.

Los empresarios tienen que asumir sus obligaciones como patrones y buscar el bienestar de sus trabajadores con las mejores condiciones posibles.

Las autoridades deben entender su papel como observantes y garantes de la Ley Federal del Trabajo y sus respectivas leyes secundarias.

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