En el sur de la Ciudad de México, uno de los sitios preferidos de la comunidad es El Vivero de Coyoacán –conocido coloquialmente como Los Viveros–, parte de lo que fuera el rancho Panzacola y que se sumó a otros terrenos que el gobierno federal fue adquiriendo y vecinos, a la fracción donada a nuestra capital hace más de 100 años, por el ingeniero tapatío Miguel Ángel de Quevedo.
La gestión está a cargo de la SEMARNAT con la bióloga Lourdes Hernández al frente y acompañando la comunidad con el trabajo generoso de la Asociación de Amigos de los Viveros sin fines de lucro. El presidente es Andrés Ornelas con su esposa Maru Vargas –codo con codo– como Marina Vázquez y Miguel Lara, o quien fuera su presidente Manuel Arjonilla, sumados a muchos otros voluntarios que mantienen el lugar hermoso y en constante cambio.
Cabe recordar que Los Viveros por muchos años ha sido semillero y espacio para toreros, en su área ovalada han convivido personajes de todo el mundillo taurino.
Recientemente hubo una situación con respecto al uso de los avíos de torear y recurriendo al diálogo, Paco Doddoli se reunió con Andrés y con la bióloga, llegando a una solución favorable y pragmática, para los practicantes del toreo.
Para dar una idea en los finales de los cincuenta del siglo pasado, se reunían, entre otros, Curro y César Girón, Carlos Arruza, de quien habrá que extenderse ahora que se conmemoró el centenario de su nacimiento, Juan Silveti, y de testigos lo acompañaban actores como los hermanos Junco o la inolvidable Amalia Mendoza “La Tariácuri”, quien tenía un sobrino novillero e iba a verlo entrenar.
En los sesenta, asistía Andrés Blando con su hijo Jorge, los Pepe Luis Vázquez, padre e hijo, Curro Rivera y su padre Fermín; y posteriormente en los ochenta y noventa El Pana, y en sus viajes a México, Jesulín de Ubrique, por mencionar algunos nombres de los que aún viven y otros que ya se nos adelantaron en el paseíllo de la vida.
Actualmente por ahí acuden a entrenar, El Calita y José Mauricio. Y con sus alumnos, el matador de toros en retiro José Luis Herros.
Vecina de los Viveros de Coyoacán fue la Casa Pedro Domecq, y su líder, el inolvidable Antonio Ariza Cañadilla, quien se cruzaba de cuando en cuando para convivir con los toreros, acompañado de quien colaboró por muchos años con esa empresa vitivinícola, El Calesero, el inmenso adalid del arte del toreo, en especial con su capote.
En esta ocasión la carrera fue el 23 de febrero de 2020 de 5 kilómetros, con disparo de salida a las 7 de la mañana, y entre otros muchos, los miembros de la escuela de Alfredo Gómez, quienes contribuyeron entendiendo que el dinero se invierte totalmente en beneficio del lugar, y representa un cobro pequeño –comparado con lo que se entrega por lo que se paga y lo que cuestan otras carreras– para preservar un espacio entrañable.
Con un esfuerzo plausible, 4 mil boletos se agotaron con días de anticipación a la carrera.
Recordemos que con Jorge Gutiérrez y muchos más, El Brillante entrenó muchas veces en su óvalo central, y hoy hace magisterio con aficionados prácticos, aspirantes a novilleros y con un chiquillo que apunta el cante, Salvador Santoyo.
Lo relatamos una vez que la Temporada Grande 2019-2020 llegó a su fin el domingo anterior, y Joselito Adame en su paso por La México recibió un total de siete trofeos en cuatro corridas, unos habrá que apuntar protestados, pero al final fue un saldo positivo, para quien en ese renglón fue el líder.
Antonio Ferrera también con cuatro tardes, cuatro trofeos y el indulto de un gran toro de La Joya de nombre “Tocayo”.
José Mauricio tomó un aire renovador en su ya longeva carrera, cinco trofeos a la espuerta en cinco actuaciones y El Zapata, tres en dos; como Ferrera, con la bandera del desparpajo y la creatividad.
Emiliano Gamero, en dos corridas un toro de indulto y un trofeo, y el hecho inédito de alternar en mano a mano toreando con caballos con la gran figura de la época, Diego Ventura.
Tres toros indultados, polémicos, los de Piedras Negras, faena a cargo de Gerardo Rivera y el de Vistahermosa, toreado a caballo por Gamero.
Sin obtener trofeos deja muy buenas sensaciones Antonio Mendoza, uno de los nombres menos reconocido por la afición capitalina y que abonaron a su causa.
La confirmación de Guillermo Hermoso de Mendoza a manos de su padre Pablo en el cierre de las corridas, provocó una buena entrada y aún en cocción el torero a caballo, obtuvo un trofeo y marcha a España antes que su padre al iniciar su temporada.
Ecos de un lugar maravilloso y de una plaza que el próximo año, el 5 de febrero de 2021, cumplirá 75 años de inaugurada. Larga vida a Los Viveros y a La México, se lo han ganado.
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