Pensar en lo digital, pensar digital

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La inmersión en lo digital, luego de un año de pandemia, parece ser algo natural. A las primeras dificultades y extrañamientos frente a la pantalla les ha sucedido una especie de “cotidianidad de internauta”. En las primeras semanas del trabajo en casa, de las clases a distancia y de las reuniones familiares a través de la computadora o del celular una extrañeza incómoda se había apoderado de nosotros: ante el no saber cómo abrir una cuenta en las plataformas o las dificultades para activar el micrófono o la cámara de nuestro equipo, tuvimos que experimentar un aprendizaje a contracorriente, azuzado por el cronograma y la necesidad de remontar la emergencia.

Luego de muchos meses de lidiar con la tecnología hemos encontrado un espacio, si no óptimo, sí que se acerca un tanto a lo confortable, pues ya tenemos mayor soltura en las reuniones de trabajo, sentimos más confianza a la hora de expresar nuestras emociones ante la pantalla, incluso nos parece que los lazos se han fortalecido de alguna manera. Todo parece indicar que nos hemos digitalizado. Que hemos aprendido a estar con la tecnología. Y sí. Es cierto. Los desarrollos tecnológicos que aterrizan en los hogares, las oficinas, las escuelas están diseñados para que funcionen así, para que la adaptación a la herramienta sea cada vez más fácil y breve para cualquier persona. Se dice que los gadgets tienen un funcionamiento intuitivo o que tal o cual página web tiene una navegación intuitiva, lo que no significa más que su diseño está en línea con cómo funciona el cerebro humano y cómo aprendemos las personas. Hasta ahí, todo claro y fácil.

pensar de forma digital
Imagen: Shutterstock.

Hay, sin embargo, un nivel de conocimiento, de aprendizaje y de experiencia un tanto más profundo con el que tenemos contacto en nuestra relación con los objetos digitales y que tiene impacto decidido en nuestra concepción del mundo. Le llamo a ello Pensamiento digital. Este Pensamiento digital tiene qué ver con la manera en cómo estructuramos el tiempo y el espacio y cómo establecemos relaciones entre sujetos, objetos, símbolos, hechos.

La experiencia de lo digital deviene Pensamiento digital merced a algunos elementos fundamentales. En un rápido examen anotaría los siguientes:

El crecimiento exponencial. La viralización de un contenido en la Red nos pone frente a la multiplicación del efecto dominó. No se trata de un aumento uno a uno, los fenómenos tienen una tasa de crecimiento a la que no podemos seguir en su simultaneidad. La inconmensurable disponibilidad de datos en tiempo real dibuja realidades nuevas.
Es no binario. Las oposiciones absolutas han desaparecido para dar lugar a una diversidad que va más allá de la tolerancia políticamente correcta. Desde la identidad genérica hasta la pureza disciplinar, se abre paso la transversalidad, la migración, la desterritorialización.

brecha
Imagen: Medium.

La red suple a la línea. En el trabajo, en la acción comunitaria, en el conocimiento, en la integración de información, en el trabajo colaborativo, en lo que antes fueron relaciones jerárquicas, se entretejen redes.
La hiperconectividad modela la vida cotidiana, configura perfiles on line y off line. Transitamos por la supercarretera de la información todo el tiempo.
No acumula datos, establece conexiones. Tener información ya no es el problema. El asunto tiene que ver con su calidad, pertinencia y fuente, con el impulso que genera para construir mapas de significado

Comparto apenas un bosquejo de estos aspectos del Pensar digital, vale la pena detenerse en cada uno de ellos. En próximas entregas continuaré con el ejercicio. Por lo pronto, la reflexión es deseable. Lo digital no reside en las funcionalidades de un objeto, sino en las experiencias humanas que redimensionan el mundo y su significado.


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