Este año de pandemia lo que nos provoca a los taurinos (que llamé conumdrum) es detenernos, recordar su historia y varios de sus hechos.
Ésta ocasión el que nos ocupa, es el sucedido el 4 de junio de 1970, día en que en la corrida de Beneficencia de la plaza de las Ventas en Madrid – uno de los festejos más emblemáticos del calendario taurino anual– se presentó actuando en solitario el genial torero andaluz, Paco Camino.
El festejo se anunció con seis toros de diferentes ganaderías y “El Sabio de Camas” además lidió al llamado sobrero en España, o sea, un séptimo, por cierto este último, de la ganadería de Arranz.
1970 fue un año de tardes memorables en Madrid; el 2 de mayo Andrés Vázquez, el conocido también como “Brujo de Zamora”, toreó en solitario seis astados de Victorino Martín que contribuyen a la bien ganada fama de la ganadería del padre de quien hoy en día, preside la Fundación del Toro.
El triunfo Andrés lo amarró en el tercero, del que obtuvo un par de trofeos.
Por cierto, él fue el primero en hacerlo en la historia de la ganadería y como remate consigno que al cumplir 80 años (hará unos ocho) lidió con gran capacidad un Victorino, al que le hizo una faena magistral y recibió los máximos trofeos.
El Cordobés en dos tardes, el 20 y 23 de mayo, obtuvo la friolera de ocho trofeos auriculares, en sus cuatro turnos con toros de Pérez Tabernero y Atanasio Fernández.
Cabe también recordar a Toño Lomelín, nuestro paisano, quien el 30 de mayo con los toros de Alonso Moreno de la Cova, logró tres trofeos y salió en hombros para gloria del toreo mexicano.
Y consigno los datos memorables anteriores gestados en el coso de la calle de Alcalá, que darán una idea de la competencia que se vivía entre las figuras por aquellos años y la dorada época que lo fue, para la tauromaquia.
Respecto a lo que refiere a Paco, las crónicas comentan que fue una lección de torería, ante diferentes matices de comportamiento en los astados que lidió de diferentes encastes y que le propiciaron la oportunidad de demostrar sus grandes cualidades; artística y técnica, etiquetadas como sabiduría. Ampliamente sustentada aquella tarde memorable, y de la cual en las redes sociales se pueden ver imágenes que nos permiten afirmar lo inolvidable que debió resultar para los afortunados testigos, que atiborraron el coso.
Provocó la locura colectiva con su actuación que fue una suerte de cachetada con guante blanco y puño de hierro, para los empresarios que por aquella época tenían disputas con el torero por sus honorarios y los de El Cordobés, pero que con las faenas realizadas y ocho trofeos en la espuerta, ratificó categoría y popularidad entre los aficionados madrileños.
Su toreo fue en aquella ocasión como lo fue en su trayectoria, la expresión de la técnica y la inspiración artística que le dieron el sello “caminista” que le permite disputar el mítico lugar de ser el mejor torero de la historia.
El día después de la fecha conmemorativa le llamé por teléfono y, como siempre, con gran generosidad charlamos de varios tópicos y disfruté de su claridad para analizar el toreo y la vida misma. Como todos en el mundo, está muy preocupado por la situación actual y en particular la del toreo.
Sin embargo, al recordar aquella tarde de hace cincuenta años, le noté la alegría y satisfacción de quien sabe que su gesta perdura tanto en la memoria de quienes lo disfrutaron y lo pueden contar, así como también por aquellos quienes a través de letras e imágenes nos imaginamos la grandeza de una corrida, que perdurara en nuestra cultura taurina a través del tiempo.
Ya pasó el aniversario de su alternativa, el cincuenta de la gran corrida de la Beneficencia en Madrid y vienen más fechas muy importantes para recordar su ejemplar trayectoria.
A través de un servidor, manda Paco un saludo a los mexicanos, nos desea salud, y al reciprocarlo para España, me dijo: “espero que pronto nos demos un abrazo en vivo”. Nada nos daría más alegría y que así sea, maestro.
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