9 de marzo

8 y 9 de marzo. La lección de las mujeres

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La demostración de fuerza femenina del pasado fin de semana significó un rotundo triunfo para el movimiento feminista en México. Se puso de manifiesto la capacidad de organización y convocatoria, no sólo para acudir multitudinariamente a las concentraciones y marchas, sino para sustraerse de toda actividad y expresarse con el mismo radicalismo mediante su ausencia.

Tanto las masivas movilizaciones del domingo, como el paro del lunes, representan dos fases, diferenciadas pero concatenadas, de una misma estrategia de visibilización de la mujer y sus legítimas demandas de justicia y rechazo a la violencia de género, que a todas luces ha sido exitosa y aplaudida con empatía en los más amplios sectores de la población.

La abrumadora respuesta colectiva, tanto a la movilización como al paro, constituye un hecho que puede, sin exageraciones, calificarse como histórico, de trascendencia indubitable en el intercambio social y político del país, que ha de demandar, obligadamente, modificaciones sustanciales en la estructura institucional tradicional, con una orientación catalizada por la visión feminista.

movimiento feminista
Ilustración: Square Peace.

El activismo estruendoso, radical y por momentos desenfrenado mostrado con la avalancha púrpura que abarrotó y desbordó el espacio de las plazas públicas en diversas ciudades, fue seguido por la ausencia, la demostración, por demás explícita, del prominente sitio que ellas ocupan y del profundo vacío que dejan, si así lo deciden, en el corazón del conglomerado social.

La poderosa exhibición de lo que la mujer representa y la gran presión que es capaz de ejercer en lo político, económico y social, no puede ni debe ser desestimada, por el contrario, debe ser analizada y reflexionada en profundidad, con todas sus implicaciones, facetas y aristas.

El 8 y 9 de marzo, son ya un referente histórico, una lección que debe ser aprendida por sociedad y gobierno para la generación de nuevos paradigmas, no únicamente sobre la condición de la mujer y el respeto a su dignidad y derechos, sino en lo que se refiere a su aportación y relevancia en la solución de los más apremiantes problemas nacionales y en la construcción de un país más justo e igualitario, que, simplemente, no será sin ellas.

 El apabullante resultado de los días 8 y 9 de marzo, sin embargo, no puede quedar en el simple regocijo del éxito logrado, debe tener consecuencias, trascender a resultados, a lograr el cambio en el estado de cosas de manera propositiva y activa, la movilización es un medio, no el fin. Toca ahora dar impulso a políticas públicas concretas, al diseño de propuestas, mecanismos y acciones orientadas a generar transformaciones de fondo. Las demandas son explícitas, procede entonces proponer soluciones y acompañarlas vigorosamente para su implementación.

mujeres empoderadas
Ilustración: Celag.

Debe tenerse en cuenta que, abierta o veladamente, se ha sugerido la existencia de intereses abyectos que pretenden aprovecharse del movimiento feminista para fines perversos. Se ha insinuado la infiltración de grupos incógnitos para desvirtuarlo y poner en duda su legitimidad. Ambas cosas pueden suceder, los movimientos sociales, por más transparentes, siempre enfrentarán este tipo de riesgos y otras amenazas abiertas para descalificarlos y descarrilarlos.

Valor, honestidad, unidad, metas claras y, sobre todo, oídos sordos al canto de sirenas, a la tentación política y al interés personal, son factores indispensables para la sanidad y legitimidad de un movimiento que, no sólo ha despertado la simpatía popular, sino que puede ser de trascendental aporte para la reconstrucción del deteriorado tejido social en su más amplia concepción y la recuperación del Estado de derecho.


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Del ruido al silencio… por la libertad de género

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Las marchas del 8 de marzo a lo largo y ancho del mundo –que no excluyeron a México ni a mi bello Zacatecas– nos han dejado grandes lecciones y aprendizajes, pero la manifestación del paro el pasado 9 de marzo ha sido, sin duda alguna, contundente. “Ya basta”, así fue pronunciado por las mujeres.

Este acontecimiento me remite a recordar que tuve dos abuelas fuera de serie; su constante y permanente quehacer dentro de la familia, economía y sociedad, fue extraordinario, al grado de que sus enseñanzas hoy permanecen y lograron hacer de mis familias algo singular. Sus aportes a la economía familiar, con “acertados consejos”, pero sobre todo con ese trabajo invisibilizado, aunque fundamental, fue determinante en lo que hoy tenemos; me estremece porque su legado perdura y sus acciones familiares son las que más se extrañan. Cómo quisiera que su ausencia fuera sólo de un día. Ahora es irremediable extrañarlas e insoportablemente difícil su ausencia; quedará su huella y contribución, fue tanto lo que dejaron que su vivo recuerdo será perpetuo.

genero femenino
Ilustración tomada de: Sushant Ahire.

Soy padre de cuatro varones, pero tengo madre, dos hermanas y una gran esposa; no puedo imaginar siquiera la idea de su ausencia en mi vida, menos que esa ausencia fuera producto de un acto violento; destruir un monumento o una iglesia, sería nada ante un reclamo a semejante falta de garantía, al elemental derecho a la vida, pues no existe iglesia o monumento que justifique su presencia por encima de la de otro ser humano. Fijarse en esta afectación, me parece a lo menos, ridículo e insultante; casi todo monumento es erguido en conmemoración a una ilustre vida, ¿cómo erguir la ausencia de vida, la falta de garantía a la misma y, sobre todo, ¿cómo comprenderlo? Argumentar que una manifestación debe ser pacífica, ante la ausencia de paz, es literal no tener madre; nada puede causarme mayor satisfacción que el que mis hijos varones vean la fiereza con la que se debe defender la vida: la entrega de las mujeres a tener un mejor mundo ya en sí mismo es asombrosamente maravilloso.

Las mujeres de manera creativa y reaccionaria están haciendo la historia; primero, al organizar una marcha fuerte, de reclamo y principalmente de exigencia a visibilizar una deuda del Estado para con ellas: se les está violentando, matando y eso debe parar y corregirse. El daño infligido a cualquier edificio o monumento estará siempre por debajo del daño que se les está haciendo a ellas; por favor, no distraigamos la atención de lo importante: la violencia de género tiene que parar.

Los grandes cambios vienen siempre de la ciudadanía; la entrega y decidida gallardía con la que las mujeres nos enseñan qué debe hacerse ante semejante afrenta, nos demuestran que defienden con entereza la vida de sus iguales, lo mucho que han logrado siempre –nos guste o no–, será en beneficio de todos, de la colectividad; vivir en un mundo de menor violencia, será el reto. La evolución del gran cambio en la paridad de género está en camino; nos guste o no, la sociedad está cambiando y cada uno sabrá del lado que quiere estar: si participando de él o tratando de detenerlo; el mundo cambiará independientemente del lado que estés.

violencia de genero
Ilustración: Ana Karen San Emeterio.

Lo ocurrido el 9 de marzo es la sensación de ausencia, es darnos cuenta cuánto aportan pero, sobre todo, es la concientización de que cualquiera puede ausentarse sin retorno; momento de reflexión: o garantizamos su seguridad o estaremos perdidos.

A mis abuelas, a mi madre, a mis hermanas, a mi esposa y a toda mujer que en conciencia o fuera de ella, de alguna manera las violenté: mis sinceras disculpas. Nada podrá equiparar tanto que me han enseñado; dijera mi compadre, “Gracias por tanto y por todo”, gracias por enseñarme que sólo así, firme y decididamente, se defiende la vida, las causas, y se realizan las transformaciones que el mundo requiere. Mujeres que no se dan por vencidas a pesar de tanto, siempre lograran un mundo mejor.

Tanta ciudadanía cuanto sea posible, tanto gobierno cuanto sea necesario.


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El Día después de la marcha y el Paro Nacional

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El parteaguas que será el Paro Nacional de este 9 de marzo dependerá de nosotros, las ciudadanas y los ciudadanos. No fue sólo un asunto de protesta, menos de cuantificar pérdidas económicas por su ausencia, se trató de un antes y un después en las condiciones sociales, laborales y de convivencia que deben garantizar seguridad y tranquilidad a millones de mujeres, adolescentes y niñas mexicanas.

Pero lograrlo requiere un esfuerzo desde los hogares para revertir la descomposición social que han provocado años de desigualdad, discriminación, falta de oportunidades y deterioro del tejido comunitario. Restaurarnos como sociedad es una tarea que no nada más le corresponde al gobierno y, me atrevo a escribir, nos compete a nosotros.

Porque muchas mujeres se presentaron el lunes a trabajar porque no había otra forma de llevar un ingreso a sus hogares. Dudo que alguna de ellas no hubiera compartido el ideal y los motivos del paro, simplemente su situación económica y social se los impidió.

mujeres en paro
Ilustración: Pikara Magazine.

Mientras no reduzcamos la brecha salarial entre hombres y mujeres, abramos los espacios para que cualquier persona pueda acceder a un mejor puesto de trabajo, condenemos el acoso y el desprecio al desempeño de las mujeres en oficinas, públicas y privadas, no podremos evitar que miles de ellas tengan que elegir entre para o conseguir el sustento para sus familias.

Durante los últimos días hemos podido conocer historias heroicas de mujeres que luchan a brazo partido para sacar adelante sus hogares en medio de la violencia y la inseguridad; sin embargo, ésa es la constante para miles de mujeres a lo largo de años en los que el país les ha dado la espalda.

Ahora tenemos una nueva oportunidad para brindar un piso parejo a ellas y a cualquier otra persona que desee progresar de manera honesta y digna en una nación que ha premiado los privilegios, las palancas y los intereses de grupo, antes que a las y los ciudadanos de a pie.

Ninguna economía de éxito ha logrado prosperidad sin incluir a las mujeres, mucho menos una en la que son mayoría como la nuestra; de equilibrar las desigualdades cotidianas depende que tengamos más negocios, empresas y corporaciones en las que ellas lleven el timón.

Si lo logramos, lo ocurrido el domingo y el lunes será definitivo en la historia de México y nos impulsará, pero si seguimos por el mismo camino, corremos un enorme riesgo de traicionarnos como comunidad y como sociedad.

Éste es el momento de construir un tejido social distinto, más fuerte, fundamentado en el respeto, la equidad, la educación, la solidaridad y la empatía, que sea el primer frente para evitar que alguien considere que puede acosar, ofender o discriminar a una mujer, sólo por el simple hecho de serlo.

paro 8m
Ilustración: Laura Pérez.

Esa educación tendrá que dirigirse a nosotros los hombres, principalmente, para que entendamos por fin que no hay ningún espacio para la agresión, ni para la violencia en contra de una mujer. Si se nos inculca desde pequeños y lo adoptamos lo más pronto posible ahora que somos adultos, las generaciones que vienen detrás tendrán, sin duda, una vida mejor.

Y ése es el objetivo, creo, de mamás, papás y abuelos: dejar un legado de cosas buenas para nuestros hijos y nietos; hábitos, comportamientos y normas sociales que nos permitan a todos, mujeres y hombres, convivir con dignidad.

Por varias generaciones ya, hemos anhelado un México de “primer mundo”, semejante a las naciones que consideramos más desarrolladas en ingresos, derechos, condiciones de vida. No obstante, parece que perdimos la brújula hacia esa dirección cuando olvidamos que para obtener un país así, necesitamos enfocarnos en las personas, en las mujeres, en los hombres, en las adolescentes, en los jóvenes, en las niñas y en los niños que merecen ese futuro.

Estamos en el día después de un momento histórico, trabajemos para que sea el primer día de una época distinta y mejor.


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La ilusión de Scherezada y la realidad del 9 de marzo

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Cuando se publique esto será 9 de marzo del 2020 y espero que las calles estén vacías, ojalá que México sea testigo del “women power”, que el paro convocado por las mujeres sea exitoso y que en consecuencia los mexicanos, particularmente nosotros los varones, nos demos cuenta del valor (y lo valioso) de nuestras mujeres: de nuestras hijas, esposas, madres, amigas, jefas o directoras e inclusive desconocidas, con quienes nos topamos en la calle.

Anhelo que a partir de este lunes podamos festejar el advenimiento de unas relaciones simétricas entre hombres y mujeres. Deseo que los varones de este país, entendamos que las mujeres tienen todo el derecho a vivir en paz, a decidir qué quieren ser y como quieren lograrlo.

Espero que entendamos que somos un equipo, que entendamos que la expresión: “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer” es falsa, que lo que existe es la posibilidad de, tomados de la mano y hombro con hombro, mujeres y hombres, construir un país mejor, una mejor sociedad y un mejor futuro para nosotros y para nuestros hijos y nietos.

La situación general de violencia en nuestro país es vergonzosa y, específicamente, la violencia contra las mujeres, sólo exhibe las canalladas de muchos varones que se sienten amenazados por los espacios y privilegios que están perdiendo.

Scherezada empoderada
Ilustración: Rachel Levit Ruiz

Por un lado, deseo que no haya más violencia en contra de las mujeres, pero por el otro, advierto a mis congéneres varones, que ellas no se van a detener, de seguir golpeándolas o matándolas –lo que espero ya no suceda–, ellas apretarán el paso rumbo a esa autonomía, a la que sin duda tienen y siempre tuvieron derecho. Apretarán el paso, y como en muchas ocasiones, nos demostrarán lo equivocados que estábamos y lo estúpidos que hemos sido durante siglos.

Efectivamente, durante siglos las mujeres han dependido de los varones, pero eso ya se acabó, hoy vivimos, aunque a muchos les pese, en una sociedad en donde la mujer participa activamente, en donde la mujer asume posiciones políticas e ideológicas. En concreto, una sociedad en donde la mujer decide su destino.

Entendamos de una vez que Scherezada está muerta o, peor aún, nunca existió y sólo fue parte de un cuento. Ya no hay ni debe haber más Scherezadas, no podemos permitir que existan mujeres amenazadas de muerte cada día y que, como Scherezada, deban inventar un cuento cada noche, para salvar su vida.

Nos guste o no a los varones, o a la iglesia, o al Estado, o a quién sea, las mujeres han tomado una fuerza incontenible y con ella se han y nos han demostrado sus múltiples dotes, como esposas o compañeras, como empresarias, como investigadoras, en concreto, como ciudadanas de pleno derecho.

mansplaining
Ilustración: La Bioguia.

Recuerdo cuando dábamos por válida la siguiente expresión: la mujer debe entender la diferencia entre “libertad y libertinaje”, lo que en realidad implicaba una posición pseudo-moral con la que independientemente de cualquier cosa, las mujeres siempre y sin excepción, resultaban ser las culpables de todo. Eran culpables por usar una falda corta (muy corta), eran culpables por usar esos labiales rojo carmesí, por usar ropa entallada o, pecado capital, por sentarse y cruzar las piernas lo que exhibía su belleza.

Las hemos culpado de todo, de abrir las piernas sin usar métodos anticonceptivos, de provocar a los hombres –quienes cual débiles seres, no podemos tener autocontrol–.

Son culpables de no escuchar, de no obedecer, de cuestionar el statu quo, de responder, de tener autonomía, de ser –o pretender ser– independientes. Lo que nos duele, lo que nos molesta tal parece es que, ellas jamás debieron pensar, reflexionar, decidir.

Pero si ello fuera cierto, deberíamos quejarnos porque entonces ellas jamás debieron existir.

En este contexto, la pregunta obligada es: ¿Realmente es eso lo que queremos, mis queridos congéneres varones?

Me atrevo a aventurar la respuesta, y ésta, estoy seguro, es negativa.


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9M: Desmemoria e inmovilización de las mujeres

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Cedo hoy mi columna “Palimpsestos culturales” a Ana Ortiz. Escuchemos la voz de una mujer activista, de una antropóloga joven, Maestra en Estudios Mesoamericanos y Profesora en la Escuela Nacional de Antropología. Hay más voces, pero leer a Ana Ortiz es meternos a la mirada de una militante, marxista, feminista y, que me consta, conoce México en sus entrañas. Su voz es otra voz. Callemos los hombres, muchas mujeres desearán discutir con Ana. Gracias por aceptar escribir en este espacio.


Por Ana Ortiz S.R.

Desde hace algunos días, las conversaciones que he escuchado, los mensajes en mis chats y las noticias que he pescado, han estado inundados de invitaciones, consignas y proclamas hacia un solo sentido: “El nueve nadie se mueve” que va acompañado por el complemento #Un día sin nosotras. En general, en los espacios que frecuento se respira un ambiente de entusiasmo y de explosión organizativa en torno a ese día; con mi pesimismo y “sospechosismo” característico, inmediatamente me llevan a pensar en una llamarada de petate.

Al preguntarle a mis alumnas, a mis compañeras, a mis amigas, a las mujeres a mi alrededor qué piensan y qué van a hacer, encontré dos actitudes generales, una que podría denominar simplemente como la participación entusiasta –ya mencionada–, y otra que denotaba en sus respuestas confusión e incomodidad, revueltas con una dosis de desconfianza y vergüenza, de no poder dar una respuesta definitiva y contundente en este ambiente movido por una legítima indignación. Yo también me sentía así. Pero ¿por qué?

mujeres en accion
Ilustración: Clémence Gouy.

En un momento de iluminación y recurriendo a mis conocimientos históricos, políticos y antropológicos para tratar de analizar la cuestión, un pensamiento me inundó. Me quedé atónita mientras pensaba “¡Nuestras abuelas y bisabuelas se han de estar revolcando en sus tumbas!”. Esta iniciativa que prendió como yesca en la sociedad clasemediera mexicana es una regresión a lo más retrógrado del sistema patriarcal, y está cumpliendo a la perfección con el mandato más refinado e inasible, la absorción del patriarcado en las venas y en las entrañas mismas de las mujeres para perpetuarse. Ahora, y como ha sucedido a lo largo de la historia, somos nosotras mismas las que nos ponemos los grilletes y aceitamos el mecanismo de pensamiento y reproducción machista, no solamente criando machos e impidiendo los vínculos reales de sororidad y solidaridad femenina. Al reflexionar sobre “El nueve nadie se mueve”, lo que me saltó a la mente inmediatamente fue la extra recalcitrante frase machista, “Las mujeres como las escopetas: cargadas y detrás de la puerta”.

¡¿Cómo puede ser que a lo que esté invitando una gran mayoría de mujeres, muchas enmarcadas en organizaciones y grupos feministas, sea a quedarnos quietas y calladas en nuestras casas, incluso cancelando la comunicación mediante medios electrónicos?! ¿Qué hay más desvinculante e inmovilizante que eso?, perdón pero es cagarse en los cientos de luchas históricas, en los cientos de miles de mujeres reprimidas, incluso muertas por luchar y exigir un lugar digno en nuestra sociedad, en nuestro mundo; y no sólo eso, en los millones –sí, aún son millones– de mujeres que hoy no pueden salir de sus casas, ni ir a la escuela, ni a un trabajo, ni al médico, ni juntarse con amigas, o las que luchan todos los días para salir del ámbito doméstico…

Reconozco e intento sumarme a los esfuerzos por hacer un movimiento que involucre a muchos sectores de la sociedad con reclamos y exigencias tan legítimas como las que se plantean como motor del paro, pero justamente por eso la propuesta no puede ser guardarnos y callarnos. Teóricas feministas como Silvia Federici y Rita Segato resaltan la creación de vínculos como el germen creativo y la virtud de los movimientos feministas. Este paro precisamente apunta a lo contrario, al aislamiento. Una cosa es un paro activo, creativo, con acciones unitarias o dislocadas, que realmente confronte y ponga en un predicamento al poder, y otra cosa es irnos a guardar, a callar y a aislarnos por nuestra propia iniciativa y además con la venia del esposo, del patrón, del rector, de los curas y ministros misóginos, violadores y pederastas.

#Un día sin nosotras sólo plantea la ausencia de nosotras con nosotras mismas, el sistema imperante ha intentado invisibilizarnos por siglos siendo que somos parte medular de la sociedad. No nos van a ver en los ámbitos públicos, ¡qué novedad! El patriarcado lo aplaude: menos molestias con las intrínsecamente revoltosas, con las mitoteras, con las sangronas que manchan con su inmundicia.

mujeres en lucha
Ilustración: Vea Vaquero.

Como dice Rita Segato: Lo que nos dice que estamos llegando a destino es la reacción de los que nos odian. La reacción violenta de los de siempre es la medida de lo que estamos avanzando. ¿No nos dice nada que empresas, gobiernos, instituciones educativas, televisoras, partidos políticos, entre otros, den su beneplácito disfrazado de apoyo para que todas nos quedemos en casa? Un texto muy esclarecedor de la feminista Laura Mora Cabello de Alba dice: En definitiva, patriarcado, capitalismo y democracia están en profunda relación, siendo el primero el sustento sobre el que se asientan el sistema económico dominante y la forma política e institucional de convivencia del presente. No esperemos que sea legítima la preocupación y el “apoyo” de los pilares del sistema.

Yo no pienso que hay que postergar la lucha de género para cuando triunfe la revolución, esas luchas deben ir a la par, puesto que no se pueden separar patriarcado y capitalismo; Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo lo supieron. Como militante de izquierda he visto cercanamente cómo el patriarcado y el ejercicio patriarcal del poder descomponen y quitan congruencia y probidad a los proyectos políticos más nobles, carcomiéndolos desde dentro. Así como no hay una sola lucha revolucionaria tampoco hay un solo feminismo. Descalificar a aquellas que no hagan paro el 9 de marzo, así como a los esfuerzos reales hechos por muy pocos varones para cuestionar y destruir el patriarcado, únicamente nos lleva a un maniqueísmo que raya en fascismo. No les enseño a mis hijas a odiar a los hombres, les enseño a ser feministas críticas que luchen contra la opresión y la injusticia en su más amplio aspecto.

Ese lunes 9, antes de ir a dar clases, las voy a llevar a la escuela y muy especialmente ese día les voy a explicar que, gracias a la lucha de mujeres valientes, hoy tenemos ese derecho entre muchos otros, y que deben aprender para seguir luchando.


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El enemigo del pueblo

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El tema de las mujeres, el asunto de las mujeres, la huelga de las mujeres, la furia de las mujeres, las protestas de las mujeres… ¿Es un problema únicamente de nosotras? ¿Qué no es evidente que estamos todas y todos involucrados? Con benevolencia nos dicen desde la cumbre del poder “la causa de las mujeres es una causa justa”. ¿Es nada más nuestra? Este problema se va a resolver hasta que sea de toda la sociedad, un problema de mujeres y hombres y de todas las clases sociales. La diferencia no sólo viene de los hombres, viene de las mismas mujeres, las que dicen que ellas nunca han vivido ninguna situación de maltrato físico o verbal, las que dicen que nunca han sido marginadas.

La contradicción es más flagrante cuando hay asuntos en los que no solamente opinan, sino que hasta legislan, y dejan de ser exclusivamente nuestros, como es nuestro cuerpo, que se considera una propiedad social. Entonces el cuerpo de la mujer es de las Cámaras de diputados y senadores, es de las religiones, es del marido, es de los chismosos, es de los proxenetas, es de los que insultan en la calle, menos de ella, menos de la que lo padece, lo mantiene, de la que nació mujer. En esas circunstancias todos los poderes opinan y ejercen, y en el momento de defenderlo, ahí estamos solas, cada quién con su minúscula fuerza, cada una sin la solidaridad de nadie, ni de la familia, y menos de una pareja, que al final puede ser un asesino.

cuerpo de las mujeres
Ilustración: Katherine Staggs.

El cuerpo de la mujer es de las feministas y puritanas, que critican y criminalizan la belleza, que discriminan a las mujeres que deciden estar orgullosas de ser como son. Nuestro cuerpo es del racismo, que decide quién es más bella. Nuestro cuerpo es de la medicina y la farmacéutica que utiliza los métodos más atrasados en investigación para tratar nuestras enfermedades, porque nos consideran reemplazables y que aportamos menos a la economía. Las mujeres debemos dejar de ser una propiedad social, es grotesco lo que sucede, si asesinan a una mujer es “culpa del neoliberalismo”, y si una mujer aborta es culpa de ella y la encarcelan. Si está embarazada es porque “no se cuidó”, y si la golpean es porque se “portó mal”. Si tiene éxito es porque se acuesta con alguien, y si está histérica porque nadie “se la coge”.

Esos juicios nunca los recibe un hombre, porque su estatus no se cuestiona en la sociedad, tiene pleno derecho de existir y de actuar, las mujeres nos vemos obligadas a justificarnos ante la estructura social. El sentimiento de culpa es parte de nuestra educación, desde el mito del “nido vacío”, hasta el de las madres que trabajan o las que no trabajan, la culpa casi es genética. Nuestro cuerpo no es propiedad de la sociedad, no es el enemigo del pueblo, ni del gobierno, ni de ningún partido político, somos seres humanos, y la “causa de las mujeres” es una causa humana. La incomprensión de esto, tan esencial, es inhumano.


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Marcharé el 8 de marzo y me guardaré el 9 porque tenemos una deuda histórica entre nosotras

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No se nace mujer, se llega a serlo.
Simone de Beauvoir.

Estamos frente a lo que se considera una nueva ola de feminismo. Que lo que busca son los derechos de las mujeres, mayor igualdad, eliminación de la violencia de género, respeto, seguridad, protección, accesos igualitarios a la educación, al trabajo a los sueldos, salud, entre muchas e importantes demandas.

Si les preguntamos a las mujeres, no creo que haya ni una que diga que no lo merecemos, que no lo quiere, que la demanda es injusta o arbitraria, todas sabemos lo que vivimos en lo cotidiano, el trabajo que nos implica ser mujer hoy y ahora.

La violencia que viven nuestras niñas y adolescentes, les afecta emocional y físicamente, lo que más me preocupa es la normalización de ese tipo de actitudes desde edades muy tempranas, crecemos creyendo que así es el mundo y que está bien, que así nos tocó, que por ser mujeres ésa tiene que ser nuestra vida.

8 y 9 de marzo
Imagen: Pinterest.

Tenemos que educar a niños y niñas, desde la infancia, es responsabilidad de todos y todas hacerlo, ejemplificar y puntualizar el respeto, prohibir actitudes dañinas y violentas, para que no crean que están bien o que es “normal”. Es importante hablar y entender sobre las nuevas masculinidades, que rompen con las ideas tradicionales de cómo debe comportarse un hombre y qué debe esperar de una mujer.

Históricamente se ha construido la idea de que el hombre es “el sexo fuerte” y la mujer “el sexo débil” más frágil, menos capaz, e incluso, menos inteligente. Lo más impresionante es que se cree que es algo “natural” que se da desde el nacimiento.  Sabemos que es en realidad un mandato, que se ha ido desarrollando con la cultura, el tiempo y la historia y perpetuando a través de la educación.

Ésta es la razón por la que los hombres han sido protagonistas de la historia y de las decisiones que se toman en la política, el ámbito social, cultural, y se relegó por muchos años a la mujer al rol de crianza y cuidado de los hijos, a la satisfacción sexual de los hombres, así como a las labores del hogar.

Habiendo estado muy inconformes desde el siglo XVIII, las mujeres comenzamos a protestar y pedir un cambio que hasta hoy no se ha visto. Los expertos dicen que todavía vamos a tardar 100 años más para verlo, nosotras no estaremos aquí, este cambio no se va a dar si nos quedamos calladas, si no hacemos nuestra parte, si no levantamos la voz, si no lo exigimos.

protestas en marzo
Fotografía: Noticieros Televisa.

El cambio debe darse en todos los espacios, el público y el privado, porque sí es real, todavía estamos viviendo violencia de género que se refleja en que ganamos menor salario que los hombres por el mismo trabajo; también, los puestos en la política, en el mundo militar, en la economía y el sector salud, sigue siendo mayoritariamente de hombres.

Además de que muchas mujeres en el interior de sus casas siguen sufriendo violencia, desigualdad de labores, malos tratos, explotación económica, abusos sexuales y emocionales. Parecería que en los espacios públicos estamos ganando terreno, pero en los privados sigue existiendo la misma relación de poder de los hombres contra las mujeres y niñas.

Este 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, no debería de existir un día internacional de la mujer, pero existe por una necesidad real de visibilizarse, de hacer que nos escuchen, que las cosas cambien.

Cada una de las olas feministas han sido muy importantes y en cada una de ellas ha habido un avance, pero no es suficiente, es por eso que sigue el movimiento, es por eso que hoy se suman nuevos movimientos mundiales como el #MeToo que buscan impulsar acciones a favor de la igualdad de género y parar el abuso contra las mujeres.

A muchas las están violentando mientras lees este escrito, a otras las están matando, muchas están llorando por dolores físicos, emocionales, por abusos, por pérdidas, por injusticias.

protestas
Ilustración: @inned.

No todas las mujeres están pensando lo mismo, ni queremos que suceda, la diversidad de pensamiento y el respeto al mismo, hace que el mundo se mueva, cambie y mejore.

Lo que sí te pido es que apoyes, que si no entiendes, respetes, que te informes, que escuches, que leas, que estudies, que te solidarices.

Sí, sólo por el hecho de ser mujer, porque es importante hacerlo, porque tenemos una deuda histórica de solidaridad entre nosotras, porque juntas podemos, porque lo merecemos, porque ¡ya basta!, porque nos están matando, porque ¡ni una más!

Porque si te quedas callada, le das la razón a la violencia.

Yo marcharé el 8 de marzo junto a mis hijas, mis hermanas, mis amigas, mis colegas, mi género. Junto a mujeres valientes, heridas, solas, juntas, acompañadas, cansadas y esperanzadas en un cambio real.

Y pararé el 9 de marzo, para que se note, para que se escuche en la soledad y el silencio nuestra ausencia, para que nos valoren, para que nos extrañen, para solidarizarme y por sororidad con mis hermanas mujeres.

Esto es para todas nosotras, gracias a todas por leerme.


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Acción con inacción (9 de marzo)

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#AccionConInaccion #UnDiaSinNosotras #9M2020

A unos cuantos días de cumplir un año, precisamente el 8 de marzo de 2019, publiqué mi artículo “¡Viva la mujer!”. Dicho artículo lo escribí con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, además de que soy un convencido de que los seres humanos somos iguales, sin importar género, y que seguir menospreciando a la mujer denota ignorancia, falta de valores y principios y absoluta estupidez (como lo describe la Real Academia Española en su definición: “Torpeza notable en comprender las cosas”).

Hoy escribo sobre lo que harán muchas de las mujeres, a lo largo y ancho de nuestro país, el próximo 9 de marzo. Es la acción con inacción la que motivará a un paro, que consiste en que las mujeres no irán a trabajar, no asistirán a sus clases, no consumirán nada fuera de sus casas, porque simple y sencillamente, no saldrán. Un día sin nosotras, como se le ha bautizado a este movimiento, es una iniciativa impulsada por varias organizaciones sociales que ha tocado muchas fibras y que ha movido corazones. Surgió como muestra a una verdadera solidaridad en torno a la mujer, como yo nunca la había visto en mi país. La iniciativa fue escuchada y recibida con mucho interés, aunque también ha generado controversias y detractores. El resultado lo sabremos el martes.

ni una se mueve

La acción con inacción es precisamente lo que tiene a la mujer mexicana protestando. En México se han diseñado e implementado un sinnúmero de programas en atención a la mujer, ha habido muchas “acciones” para mejorar su condición, pero al final, no pasa nada. Hay inacción total. Puedo concluir eso cuando veo que una iniciativa como la que nos ocupa ha encendido a un grupo muy importante de la población que está inconforme con la forma en que se trata a las mujeres de este país. Este grupo, no sólo de mujeres, al menos están haciendo hoy un alto en el camino para revisar la condición de la mujer en México. Este país, desde sus orígenes, ha sido, por decirlo suavemente, inequitativo con la mujer. El problema hoy es que los niveles de violencia y abuso hacia la mujer han llegado al grado de ver a una niña de siete años brutalmente torturada y asesinada, detonando la indignación de millones de personas. Fátima fue la gota que derramó el vaso.

Según datos del INEGI, en México se registran 10 asesinatos de mujeres todos los días. Las mujeres indignadas, con toda la razón, se agolpan en manifestaciones sin que haya respuestas contundentes. Hay inacción ante la acción. El lunes próximo, en una manifestación que me parece a todas luces inteligente y que ha sumado cada vez más voces, la inacción de un solo día pondrá en alerta a todos sobre las acciones que vendrán después por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto, para revertir esta crisis de violencia hacia la mujer que ya tiene años viviéndose.

ni una se mueve

Yo realmente espero que con la visibilidad que dará esa manifestación pasiva a la vulnerabilidad que tienen las mujeres en México, haya una nueva conciencia y se acabe con esa dinámica de discriminación que, desde nuestra propia cultura, perspectiva psicológica, sistema de creencias o ejemplos recibidos, ha sido arraigada en la sociedad mexicana desde tiempos inmemoriales. Hombres y mujeres hemos sido corresponsables de que en México todavía no entendamos que, sin distinción de género, los hombres y las mujeres tenemos igual valía. Nuestra educación ha puesto al hombre como el eje de la familia, como la figura de autoridad y como el “fuerte”. La realidad nos ha dado grandes lecciones. La mujer es más fuerte que el hombre y, en muchísimos casos, es el eje de la familia, pero al final, la fuerza bruta se impone.

Me sumo, como hombre, a esta causa y a cualquiera otra que sirva para lograr la equidad de género, para que a la mujer se le respete y no se le agreda, y que existan consecuencias para aquellos quienes sigan violentándola.


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