Todo pasa tan rápido que parece que no tenemos el tiempo para detenernos a observar qué es lo que realmente está sucediendo hoy. Buscamos un medicamento para detener el esparcimiento del coronavirus con el fin de continuar con nuestras vidas como veníamos haciéndolo, sin darnos cuenta de que cambiar ese pasado es la oportunidad para transformarnos como humanidad.
La llamada “nueva normalidad” no debe quedar sustentada solamente en las nuevas reglas de comportamiento social. Ésas llegaron para quedarse y blindarnos de cualquier otro “bicho” que quiera montarse a nuestra forma de relacionarnos socialmente. La oportunidad que tenemos es ver más allá de sacarle la vuelta a la crisis sanitaria. Es momento de hacernos responsables y enfrentarnos a lo que nosotros mismos hemos creado.
La historia tiene mucho que mostrarnos, sin embargo, no se trata únicamente de poner atención en cómo enfrentamos el pasado, también está el reconocer conscientemente el impacto emocional colectivo para la generación que lo vivió. A ese daño, miedo, trauma o herida emocional que se queda en nuestro inconsciente y que se va pasando de generación en generación se le llama Sombra Colectiva.
Este lado oculto de la naturaleza humana crea una presión psicológica sutil y condiciona nuestro comportamiento inconsciente ante lo que vivimos día a día. Hoy podemos ver las noticias y darnos cuenta de que nos enfrentamos cara a cara con los aspectos más obscuros de la naturaleza humana. El mundo se ha convertido así en el escenario de la Sombra Colectiva que reclama por doquier nuestra atención. Alza la voz desde los titulares, miente para mantenernos sumisos, nos muestra la polarización, juega libremente con nuestros bienes y deseos desde las instituciones financieras, alimenta la sed de poder de los políticos, conduce ejércitos a la guerra, contamina nuestros ríos y océanos, y envenena nuestros alimentos con pesticidas invisibles. Nuestra época nos ha enfrentado a ser testigos de este espectáculo sin precedentes.
Mientras que algunos individuos y grupos viven los aspectos socialmente más benignos de la existencia, otros en cambio, siendo la mayoría, padecen sus facetas más desagradables y terminan convirtiéndose en el foco de las proyecciones grupales negativas de la Sombra Colectiva. Ambas partes suman por igual al inconsciente colectivo para continuar construyendo situaciones que no nos gustan y nos retan una y otra vez.
Carl Jung dijo: La regla indica que cuando no se toma conciencia de una situación interior, ésta se da exteriormente como destino, es decir, que cuando el individuo no toma conciencia de sus contradicciones internas, el mundo se ve forzado a expresar el conflicto y a romperse en mitades opuestas.
Para entender cómo es que estamos viviendo hoy nuestra sombra, podemos empezar por preguntarnos: ¿Cómo es que respondemos ante la información que consumimos día a día? ¿Somos conscientes de que sin importar lo lejos que se encuentre una situación crítica todos formamos parte de la misma? ¿Qué podemos hacer ante un mundo que sistemáticamente parece que no puede transformarse?
Lo primero que podemos observar es que somos nosotros mismos los que estamos construyendo el caos. No son los monstruos de las películas, ni los alienígenas que nos atacan y muchos menos una secta que controla el mundo. Todos los días tenemos opción de no sentirnos controlados, pero salir de la comodidad y seguridad de nuestras vidas nos mantiene acorralados. Por el contrario, entregamos el control a quien quiera tomarlo y lo hacemos inconscientemente cada vez que decidimos consumir cualquier producto que la mercadotecnia nos trae como la panacea para estar mejor en nuestras vidas. Estamos lejos de un consciente colectivo.
El médico y antropólogo Melvin Konner narra en su libro, The Tangled Wing, la historia de aquél hombre que fue al zoológico y acercándose a un cartel que decía: “El Animal Más Peligroso de la Tierra”, descubrió asombrado que se hallaba ante un espejo. Más que preocuparnos, es momento de ocuparnos de la humanidad. Seguro necesitaremos años o décadas para iniciar un consciente colectivo que comience una nueva etapa del ser humano, pero es preciso iniciarla ya.
Es momento de construir lo que podríamos llamar un “Legado Colectivo”. Utilizar de forma grupal el relacionarnos profundamente para reconstruir la vida en el planeta. Por medio de ecosistemas humanos que puedan iniciar una transformación local para ir sumando hacia lo colectivo. Pareciese una utopía, pero no lo es. Alguna vez vivimos en cuevas y no teníamos ningún vehículo y hoy podemos volar entre continentes. Aunque para esto pasaron muchos años, hoy tenemos la tecnología y la información biológica de lo que ya hemos hecho por miles y millones de años. Es momento de usarla a nuestro favor.
Hagamos una sola cosa; atender conscientemente el pasado desde nuestro presente y asumamos nuestra responsabilidad ¿Ya te observaste como parte de la Sombra Colectiva?
También puede interesarte: La visita presidencial no es lo que importa.