Graciela Moguillansky* y Claudia Schatan.
1. Las TICS son una gran ayuda para hacer frente a la pandemia
El contar con un sistema sanitario digitalizado que permita prevenir, diagnosticar, tratar y hacer seguimiento de las enfermedades, se constituyó a nivel mundial, en una de las claves a la hora de frenar y tratar la COVID-19. Esta tecnología que recibe el nombre de eHealth o eSalud, venía desarrollándose con anterioridad sobre todo en los países de más altos ingresos, incorporando la Inteligencia Artificial (IA), incrementando el uso de la telemedicina o sacándole el máximo provecho al Big Data para el tratamiento y procesamiento de miles de datos.
En una breve reseña de las herramientas más desarrolladas durante la pandemia, destacan las Apps de pre-diagnóstico, y aquellas diseñadas para controlar la expansión del virus a través de datos de localización. Las primeras han suplido la falta de realización de test masivos a la población, permitiendo orientar al usuario sobre las posibilidades de estar contagiado y cómo deben actuar en estos casos. Por su parte, las Apps de localización han permitido trazar la ruta del virus, monitoreando a aquellas personas contagiadas, o posiblemente contagiadas, e indicando a la población qué lugares suponían un mayor riesgo de contagio. Si bien esta herramienta ha sido extremadamente útil en Corea del Sur, el principal escollo de su implantación en el resto de los países se encuentra directamente relacionado con la regulación del derecho a la privacidad y la protección de datos, ya que estas Apps se basan en la información de geolocalización de los usuarios.
Los chatbots han sido otro tipo de aplicaciones que han ayudado a transmitir información de manera más natural por medio de la conversación, llevando a cabo una función preventiva esencial. Muchos han sido los países que han apostado por esta forma de comunicación con la población para asesorar sobre la posibilidad de estar o no contagiado y sugerir recomendaciones sobre las medidas a tomar.
Por su parte, el uso de la telemedicina fue potenciada ante el colapso de los hospitales y el temor al contagio, funcionando a través de consultas telefónicas, videollamadas o plataformas web. Sin embargo, el grado de eficacia de esta herramienta ha dependido de la madurez de la interoperabilidad del sistema, idealmente permitiendo la conexión con la historia clínica previa del paciente, y la incorporación posterior al registro clínico habitual del mismo.
Por último, la tecnología 3D ha coadyuvado a suplir algunas carencias de material médico y de protección a las personas, como las pantallas de protección y respiradores o partes de ellos, entre otros elementos.
2. El estado de avance de la eSalud en América Latina y el Caribe (ALC) al momento de la pandemia
Ha habido disposiciones sobre la eSalud, por ejemplo, del Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), instando a sus Estados Miembros a generar las condiciones para que las TIC se incorporen en los sistemas nacionales de salud, pero a inicios del 2020 se había avanzado poco en esta materia.
De hecho, el desarrollo del ecosistema digital de ALC alcanza un nivel intermedio en el mundo, muy por debajo del logrado por Estados Unidos o Europa Occidental, aunque tiene mejores indicadores que los de Asia-Pacífico y África. A la vez, la tasa anual de expansión de la digitalización en ALC es menor a la de otras regiones a nivel internacional. Esta relativa lentitud dificulta el manejo y el análisis de la enorme cantidad de información proveniente del ámbito sanitario que, además, está fragmentada y almacenada en múltiples silos con datos no integrados.
Un aspecto fundamental para lograr esta integración de la información médica es la interoperabilidad de los sistemas que dan soporte al proceso asistencial. Dicho intercambio efectivo de información entre los actores y sistemas se logra por medio de la utilización de estándares comunes, siendo su adopción uno de los obstáculos para el avance de la interoperabilidad y con ello el desarrollo de la eSalud.
En la práctica, el avance en eSalud en ALC es muy heterogéneo, como lo señala la Oficina Regional de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Los datos disponibles al año 2015, mostraban que si bien el 61% de los países contaba con una estrategia nacional de eSalud, muchos aún debían pasar de la fase de la formulación de políticas y estrategias a la de implementación, estando más rezagados aquellos países de menores ingresos per cápita. Lo anterior se revela, por ejemplo, en que sólo un 26.3% de los países del continente americano cuenta con una legislación que apoya el uso de la tecnología de la información en los sistemas nacionales de salud. Al mismo tiempo, el 73.7% de esos países atribuían su incapacidad de crear historiales electrónicos de salud de los pacientes a la falta de financiamiento.
El estudio de la UIT destaca como otros retos a superar, además de la falta de interoperabilidad de los sistemas informáticos y el pobre financiamiento, la carencia de identificación electrónica (firma electrónica del ciudadano), escasez de profesionales con las aptitudes y la experiencia apropiadas para elaborar y ejecutar proyectos en torno a la eSalud, las deficiencias en la infraestructura tecnológica y la falta de compromiso político, indispensable para movilizar los recursos jurídicos, financieros, humanos y de infraestructura cruciales para adoptar y poner en marcha los servicios de eSalud. A lo anterior se debe agregar las diferencias lingüísticas, en particular en países con importante población indígena. De esta manera, la incorporación de la tecnología de la información en salud es aún un gran desafío para la región.
3. ¿Está aprovechando ALC las nuevas tecnologías digitales para enfrentar el COVID-19?
Existe una marcada disparidad en la disponibilidad de infraestructura digital entre y dentro de los países de ALC, lo cual ha sido un obstáculo para ofrecer servicios de salud digitales adecuados durante la presente pandemia. A ello hay que agregar que, especialmente durante los primeros meses del COVID-19, las redes digitales fueron sometidas a un fuerte estrés debido al aumento de las comunicaciones virtuales, con el correspondiente incremento del tráfico de información. Por ejemplo, en Argentina y Brasil aumentó este tráfico entre febrero y fines de abril de 2020, entre un 30% y 50%. Ello causó una disminución de la velocidad de descarga de las redes y entorpeció las comunicaciones digitales justo en el momento en que más se necesitaban.
Ante los problemas enfrentados, los países latinoamericanos reaccionaron de distintas formas. Entre las medidas específicas tomadas por los gobiernos para superar las limitaciones de acceso a Internet durante la pandemia se pueden mencionar: la negociación de algunos gobiernos con los operadores de redes de Internet para congelar las tarifas (Argentina); ofrecer más tiempo a los usuarios en forma gratuita (México) y evitar la interrupción de los servicios de telefonía Internet y TV por falta de pagos (Ecuador), todas iniciativas que ayudaron a mitigar algo las desigualdades de acceso. A la vez, varios países han buscado la forma de ampliar el espectro de manera temporal para mejorar la capacidad de transmisión de datos. Perú, por ejemplo, asignó espectro adicional durante un periodo de seis meses a los operadores con el propósito de garantizar la continuidad y la calidad del servicio de Internet. Asimismo, se ha apostado por aumentar la velocidad y estabilidad de las comunicaciones digitales al incorporar un mayor número de Puntos de Intercambio de Tráfico (IXP, por sus siglas en inglés). Este tipo de plataforma permite a los proveedores locales de Internet canjear su tráfico de datos sin solicitar a compañías foráneas que realicen la interconexión. En Costa Rica, por ejemplo, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), ha podido aumentar la velocidad de Internet con el ingreso a un circuito nacional de intercambio de datos, activando un IXP.
Nótese que a pesar de las medidas tomadas, de acuerdo a un estudio de CEPAL, en junio de 2020, sólo el 44% de los países de la región contaba con suficiente velocidad de descarga para permitir el desarrollo de varias actividades simultáneas en línea.
No obstante las dificultades mencionadas, prácticamente todos los países desarrollaron sitios web y/o aplicaciones descargables fácilmente desde un teléfono inteligente, a través de los cuales las autoridades nacionales de salud entregaron información actualizada de la situación de la pandemia e informaron sobre las medidas adoptadas por el sector público al respecto. Muchos proveen mecanismos para que las personas puedan hacerse un autodiagnóstico respecto a la enfermedad; proveen información sobre la ubicación de hospitales o clínicas a las cuales la población puede acudir si necesita atenderse; pueden incluso conseguir una cita virtual para atención médica; y en un par de países (Uruguay y Perú) existe el rastreo de pacientes con COVID-19 para su confinamiento y alertar a las personas con las cuales estuvieron en contacto (CEPAL).
En cuanto a la interoperabilidad, Uruguay es el país que más éxito ha tenido para crear un sistema de este tipo (Sistema Nacional Integrado de Salud), pues se encuentran digitalizados los datos clínicos del 95% de la población. Esta información, además, está protegida a través de un dictamen de protección de datos personales en una ley de telemedicina. Con la ayuda de la Inteligencia Artificial (IA), este sistema clasifica a las personas según su riesgo clínico y los médicos pueden así determinar el grado de emergencia que puede tener el tratar cada caso. Costa Rica, por su parte, también ha avanzado en concentrar la información médica de la población y el Expediente Digital Único en Salud (EDUS) cubre alrededor del 30% de la población. Los recursos digitales descritos para Uruguay y Costa Rica muy probablemente jugaron un rol importante en el control bastante efectivo de la pandemia en ambos países. Los demás países de la región están lejos de contar con una interoperabilidad semejante.
Hay otros avances muy importantes en eSalud en ALC y que están en la frontera tecnológica. Se han desarrollado plataformas sofisticadas para ofrecer otros servicios de salud que pueden ser muy útiles especialmente durante la pandemia, pero cuya aportación seguirá siendo muy valiosa en el futuro. Tal es el caso de la plataforma mexicana desarrollada por técnicos y médicos Teeb.Health, mediante sistemas operativos iOS y Android para la atención médica digital que utiliza la tecnología Blockchain. Con esta plataforma los médicos, pacientes, hospitales y farmacias, podrán contar con la expedición virtual de recetas médicas, acceder a expedientes clínicos y realizar consultas virtuales, al mismo tiempo que se protege la privacidad de los datos del paciente. Se necesitaría contar con este tipo de plataformas en forma más generalizada en los países de ALC.
Es indudable que la pandemia ha acelerado la incorporación de la tecnología de la información y la comunicación en los sistemas nacionales de salud de ALC. Sin embargo, la pandemia también deja en evidencia el atraso de la tecnología en la mayor parte de la región respecto a la de las naciones desarrolladas, así como la desigualdad en el acceso. La inclusión de eSalud, a la luz de la presente emergencia, se ve como una prioridad para poder atender un derecho esencial de la población.
*Graciela Moguillansky es economista graduada de la Universidad de Chile, consultora internacional, especialista en desarrollo productivo e innovación, fue funcionaria de CEPAL, Naciones Unidas.
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