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La tregua de Navidad

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Sin duda la Primera Guerra Mundial fue uno de los conflictos más sanguinarios del mundo. Según diversas estimaciones, la brutalidad de esta guerra dejó al menos 10 millones de muertos.

La tregua de Navidad es un acontecimiento que sucedió en diciembre de 1914, en aquella época las tropas alemanas habían invadido Bélgica con la intención de llegar a París y tomarla, mientras que las tropas británicas pretendían detener a los alemanes.

Como era de esperarse, ambos bandos se encontraban luchando ferozmente uno contra el otro, cuando de pronto, probablemente derivado del cansancio de la propia guerra, los ingleses escucharon la petición de los alemanes de un cese al fuego.

La idea de esta historia ha sido recreada por el filme francés Joyeux Noël (en México: Noche de Paz) de 2005, aunque en dicho filme se alude a tres grupos militares: escoceses, franceses y alemanes. La historia original, sin embargo, plantea que esta tregua sucedió entre ingleses y alemanes.

navidad bandos
Imagen: El País.

Según algunos historiadores como Rémy Cazals, la tarde del 24 de diciembre de 1914, los soldados alemanes decoraron su trinchera con pequeños árboles navideños, al tiempo al que pedían a los soldados británicos una tregua por Navidad.

Como era de esperarse, en un primer momento los soldados británicos pensaron que se trataba de una estrategia alemana con la intención de abatirlos. Sin embargo, pasaron las horas y ya por la noche los soldados británicos se dieron cuenta que había, de facto, un cese al fuego del bando alemán.

Ya entrada la noche, un grupo de soldados alemanes se atrevió a salir de las trincheras sin portar armamento alguno y cantando en su propio idioma un villancico que era conocido por ambos bandos: “Noche de paz”.

Finalmente, un grupo de soldados ingleses decidió tomar el riesgo y salió de su trinchera también desarmado y cantando en inglés el mismo villancico que entonaban sus enemigos alemanes. De acuerdo con la historia, en ese momento eran sólo 36 metros los que separaban a los alemanes de los ingleses, espacio que terminó siendo una zona de paz a instancias, como ya se dijo, de los alemanes.

Durante dicha tregua se acordó que ambos bandos podrían recoger sus cadáveres a fin de darles una sepultura digna. Por increíble que parezca, en dicha pausa bélica se organizó hasta un intercambio de regalos entre alemanes e ingleses, compartiéndose así entre ellos chocolates, pan y licor. Incluso, de acuerdo a los historiadores, se llegó a organizar un partido de futbol entre alemanes e ingleses.

navidad y futbol
Imagen: Infobae.

El ejemplo de esta tregua se propagó a otras zonas, lo que evidentemente iba en contra de las directivas de los rangos superiores, quienes se oponían a tales actos de parte de las tropas.

No obstante lo significativo y simbólico de este hecho, que quizá demostraba que las tropas en realidad ya no deseaban la guerra, hubieron de pasar varios años para que las actividades bélicas cesaran por completo. Recordemos que no es sino hasta noviembre de 1918 cuando se firma el acuerdo que pone fin a la guerra.

En diciembre de 2014 la UEFA (Union of European Football Associations) conmemoró el centenario de aquel histórico partido de futbol en las trincheras de Flandes, lugar en el que se afirma que tuvo lugar el partido de la tregua de navidad.

El valor del celular y la tecnología en la familia

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El acelerado ritmo de la tecnología nos está llevando a perder lo poco o mucho de humanidad que llevamos dentro de nosotros. ¿Se han percatado en sus comidas de fin de semana en algún restaurante cuando todos los miembros de una familia llevan un celular, se sientan, y siguen pegados al teléfono? Se molestan cuando el empleado que los atiende interrumpe para preguntar qué desean tomar. Contestan de mala gana y regresan al aparato, y sucede con todos invariablemente.

Si llevan a un pequeño de dos a tres años lo entretienen con un iPad, seguramente para evitar que dé lata, mientras él se comporta como lo que es, un niño, inquieto, deseoso de conocer, ver, aprender, de dar guerra, es por instinto.

Confieso que mis hijos ya casados, y con sus respectivos hijos, aplican la misma forma, el celular o el iPad. Me doy cuenta que la comunicación ya no existe, y se supone que ir a comer en “familia”, dadas las ocupaciones de todos los miembros, debería ser para convivir genuinamente y compartir cómo nos ha ido en la semana, ya sea en la escuela, el hogar, el club, el trabajo, los planes que todos tenemos y cómo los vamos a lograr, a ejecutar, etc. Es muy lamentable que nada de esto surja.

¿Acaso los niños que no tienen para un celular o un iPad, viven infelices?, ¿cómo es su vida?, ¿realmente ellos sí pueden convivir con su familia?, ¿disfrutan el tiempo juntos? No dudo que en su casa tengan una TV y que, como la mayoría de las personas, vean películas, noticias, programas o series, pero estoy seguro de que su convivencia es mejor porque se da en conjunto y todos participan de la misma.

Si pasamos a otros casos relacionados con el confort y el menor esfuerzo, sólo pensemos cuando nos invitan a una comida cualquiera, y de acabarse el hielo o los refrescos, teniendo cercana una tienda de conveniencia a 100 metros, siempre predomina la preferencia de ir en coche en lugar de caminar un poco. Hay familias, en otras circunstancias (y no sólo económicas), que caminan más para ir por cualquier cosa que haga falta sin la necesidad de sacar el auto.

tecnologia y celulares.
Ilustración: Medium

También cuando se trata de las tareas escolares, el panorama es distinto en familias que cuentan con recursos, en donde hay computadoras óptimas, una buena red de Internet, impresoras, y en general, la mejor tecnología disponible para el cumplimiento de las labores de la escuela sin salir de casa. Pero, en contraparte, ¿qué pasa con las familias de pocos recursos?, ¿tendrán computadora?, ¿Internet?, ¿impresora?, desde luego que no, y si hay dinero tendrán que acudir a un cibercafé –con mucha prisa para que no se les acabe el tiempo comprado de Internet, sacar la mayor información posible, y si les sobra, pedir que le impriman la información y cumplir con la labor escolar para el día siguiente–. Claro que también están las zonas de WiFi que ha instalado el gobierno (aunque no seguras, las hay), pero faltaría solucionar el tema de imprimir.

¿A qué voy con todo esto?, recordemos el tema toral de esta columna “desigualdad”, ¿se dan cuenta del abismo que sufre la mayoría de los niños en nuestro país?, ¿cómo podemos pedir mejor educación para nuestros hijos cuando existe esa brecha enorme de clases sociales?

Si bien es cierto, un sector de los industriales con buenas o regulares intenciones donan equipos de computo a las escuelas (sí, algunos dirán que lo hacen para no pagar impuestos, pero ¿por qué ver lo negativo todo el tiempo y no lo positivo?, están dando herramientas a los niños para evitar que esa “brecha” sea más grande cada día).

Les pregunto ahora, ¿puede realmente haber competencia entre un estudiante con la última tecnología existente a su alcance, y la de otro niño que no tiene idea ni siquiera de cómo prender una computadora?, ¿estar ajeno a las noticias no sólo tecnológicas, sino ambientales, industriales, alimenticias, etc.? Es obvio que no, luego entonces, ¿qué hacer? Desde mi opinión, promover que las empresas importantes donen (con o sin impuestos) equipos, tecnología a las escuelas, ya que está visto que el gobierno no lo hará, y si lo hacen, será porque en esas escuelas asisten conocidos, hijos de empleados del mismo gobierno, secretarias o compadres; si no se han dado cuenta, el sistema no ha cambiado y ni cambiará.

Para muestra del año que termina, si bien es cierto que existían muchas asociaciones “rémoras” que vivían del presupuesto sin hacer absolutamente nada, no todas eran iguales. Por eso se cortó de manera tajante con todas, aunque creo que se pudo haber hecho algo mejor, como realmente investigar las instituciones que eran productivas, separarlas de las deficientes, y quitarles los impulsos, desapareciendo todos los vicios. Lo que ha pasado es una pequeña muestra de que falta personal preparado, instruido, con “sentido común”; no todo estaba corrompido, ¿qué se hizo con la gran cantidad de dinero que supuestamente se ahorró?, ¿dónde está?, ¿por qué no hacer lo mismo con los partidos políticos?, reducir el número de integrantes en la Cámara de Diputados (¿la mayoría trabaja?), del Senado. Si vamos a hacer una limpia, que sea “completa” y veamos si hay voluntad política para llegar hasta allá.

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Imagen: ULCM.

De la bandera de principio de año gubernamental, el “huachicol”, ¿quiénes han caído?, ¿cuánto dinero se ha incautado?, los líderes, ¿ya se les comprobó algo?, hay miles de carpetas de investigación, cierto, pero ¿se está investigando en realidad? O, una vez más, ¿es atole con el dedo?

Se le pregunta al Ejecutivo en sus mañaneras sobre este tema, pero la respuesta va a Saturno, pasa por Mercurio, se detiene –el clásico impasse– pero no responde nada de lo que se le cuestionó… así, nadie puede.

Como mencionaba al principio, teniendo un cierto camino recorrido con sus altas y bajas –cómo todos los que trabajamos–, sugería que en las próximas reuniones propias de la bella época decembrina, hicieran el ejercicio de que a la hora de recibir a sus invitados en una reunión familiar, pusieran una cesta, y de la manera más amorosa y cortés pedir a todos que pongan sus equipos celulares dentro de la misma y se dediquen a volver a hacer lo que se acostumbraba antes de la llegada de los mismos. Les aseguro que, aunque al principio algunos se molesten, al final de la velada agradecerán que se les haya inducido amorosamente a convivir con lo más importante que hay para el ser humano, “la familia”, “la amistad”, recuerden que ninguna de éstas se compra, se podrá fingir, cierto, pero ésa se delata o reconoce muy fácilmente.

Sólo me queda agradecer sus comentarios, sugerencias y desearles que tengan unas festividades llenas de amor, y que el 2020 les traiga principalmente salud y, de ser posible, bienestar.

Si gustan, nos seguimos leyendo.

El Irlandés

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Hay que temer a la envidia, más que a la fuerza del ejército enemigo. Hay que temer a la propia codicia, más que a la codicia del enemigo y hay que cuidarse de lo aliados, de ésos que nunca mostrarán el rostro mientras sacan la espada, es la esencia de Julio César y es la escuela del Príncipe. Las ruindades y glorias del poder, sus putrefactas entrañas y el camino más certero para alcanzarlo está en los versos de Shakespeare y en la tesis de Maquiavelo.

El Irlandés, película de Martin Scorsese, la descripción de la arrogancia del poder parece inspirada en las dos obras del Renacimiento, de ese periodo de la historia en que la elocuencia y el asesinato fundaron imperios. El líder sindical Jimmy Hoffa, como Julio César, se deja arrastrar por su propia demagogia y egolatría, populista que conoce los sentimientos que desatan la lealtad de la masa, sabe que la venganza de clase es un deseo que nunca se sacia, y que prometerla genera una lealtad inquebrantable.

El personaje de Al Pacino es el líder esperpéntico y ridículo, oratoria inmediata, su constate dar y dar, en la medida en que crece la fe, aumenta su miedo. En el poder no hay lealtades, hay oportunidades, el servilismo se transforma, los privilegios no compran la seguridad de mantener la corona y la vida. Marco Bruto, leal servidor, lleva la acción, Robert de Niro, tiene encomendada la vida del líder y será él quien deba quitársela. Casio, Joe Pesci, intriga, y trama la solución que desde el Renacimiento hizo de la política el arte del asesinato, el líder que rompe con el equilibrio del poder adelanta su caída.

el irlandés ilustracion
Ilustración: The New Yorker.

El Irlandés es una narración intemporal, magistralmente contada, con momentos pictóricos en su construcción, internada en la decadencia social de la que somos incapaces de escapar por esa arrogancia que se empeña en creer en líderes mesiánicos que se convertirán, gracias a la fe ciega, en tiranos impotentes. Maquiavelo nos advierte la diferencia entre ser un príncipe temido o amado, que el príncipe demasiado benévolo deja que el reino caiga en la violencia y la rapiña, es fácil de invadir y dominar, y su pueblo terminará por perderle el respeto. El balance ideal es ser al mismo tiempo temido y amado, es muy difícil de lograr, entonces se debe elegir ser temido, el ejemplo es César Borgia, con crueldad consiguió unificar su reino.

En El Irlandés, el líder es temido y justamente lo asesinaron sus cercanos, los que él amaba. La corrupción es el gran personaje, el orgullo del gremio, la idiosincrasia folclórica de la clase que detenta la fuerza de manipular y decidir. La anécdota “histórica” que pueda ser el argumento describe cómo el Renacimiento o el sindicalismo norteamericano de la época de Kennedy, o el populismo actual, tienen la misma conducta y comparten el drama de las verdaderas motivaciones de la ideología. Dictadores, príncipes, sindicalistas, o líderes populistas, ahí están todos, cada siglo, devorando los cadáveres de sus antecesores, construyendo sus tumbas con las ruinas de sus estatuas.

Metacognición: pensar sobre el pensar o aprender a pensar

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Metacognición es un término propuesto a finales de los años 70 para indicar el conocimiento que un sujeto tiene de sus propios procesos mentales, idea a veces simplificada como el pensar sobre el pensar. Esta noción involucra una representación mental de la propia representación mental, de allí la aplicación del prefijo meta. Los propugnadores originarios consideraron a esta capacidad una forma de atribución que el sujeto hace sobre sus propias operaciones mentales, pues consistiría en leer y evaluar la propia mente, en especial los procesos psíquicos involucrados en el conocimiento; de tener conocimiento sobre el propio conocimiento.

metacognicion
Figura sobre la metacognición tomada de la página Neuroclass.

Con el tiempo la metacognición se consideró más concretamente una forma de auto-observación y auto-evaluación que opera en especial durante el aprendizaje, el desempeño de tareas y el uso de estrategias. Las operaciones metacognitivas implicarían el monitoreo de la planeación, la comprensión del aprendizaje y el uso de conocimientos prácticos. En este sentido, la metacognición consiste en un tipo de auto-evaluación que posibilita al agente para predecir acertadamente sus tareas cognitivas, por ejemplo, cómo resolver un problema o cómo recordar los datos que almacena en la memoria para emplearlos en una situación particular. Estas tareas implican capacidades para evaluar la validez de lo que el sujeto recuerda, razona, discierne o define, lo cual no sólo involucra razonamientos lógicos y prácticos, sino creencias, sentimientos y otras facultades mentales. El tema ha cobrado mucha actualidad en diversas aproximaciones pedagógicas y de aprendizaje.

pedagogia y metacognicion
La metacognición constituye un tema relevante en la pedagogía porque se aplica en estrategias de aprendizaje; en aprender y enseñar a aprender.

Esta forma de metacognición se logró estimar mediante pruebas psicológicas que miden la precisión en el rendimiento de ciertas tareas y el grado en el que el sujeto está consciente de su éxito o fracaso. De esta manera fue posible estudiar algunos de sus fundamentos cerebrales y se encontró que la corteza prefrontal lateral es crítica en la precisión de juicios de retrospectiva del desempeño, y la corteza prefrontal medial está involucrada en juicios prospectivos. Estas regiones interactúan con el cíngulo y la corteza de la ínsula para organizar juicios del desempeño. Vemos así que el mecanismo central de la metacognición parece ser la evaluación de los propios mecanismos mentales, en especial de los procesos cognitivos que involucran al conocimiento y al conocer. En este caso es importante establecer si la autoevaluación requiere que el sujeto tenga una representación de los procesos que evalúa o bien, se trate de una operación más directa sobre algún tipo de información.

Joëlle Proust, profesora de la Escuela Normal Superior de París, es una autoridad sobre la metacognición y la autoconciencia como propiedades fundamentales de las personas en tanto constituyen agentes cognitivos. En efecto, la doctrina evaluativa que defiende requiere que la metacognición se origine como una función ejecutiva, es decir, que implique una decisión activa por parte del agente para evaluar sus procesos mentales. En este sentido, propone específicamentre que un agente cognitivo debe ser capaz de realizar dos operaciones metacognitivas: (1) el agente evalúa prospectivamente o de antemano si la tarea que enfrenta es o no soluble de acuerdo a sus conocimientos, a las herramientas con las que cuenta y a las circunstancias de espacio y tiempo en las que se encuentra, y (2) el agente evalúa retrospectivamente el éxito o fracaso de las acciones que emprendió y aplicó, lo cual le permite moldear con mayor eficiencia las que requiera utilizar en el futuro.

Joelle Proust
Portada del libro La filosofía de la metacognición. Agencia mental y autoconciencia, de la filósofa francesa Joëlle Proust (2014). A la derecha, la autora.

Con base en evidencias sobre conducta y cognición en animales, sobre el desarrollo de la cognición en infantes humanos y sobre datos de las neurociencias, Proust asienta que los agentes cognitivos pueden perseguir objetivos de conocimiento e información y monitorearlos sin tener una representación de ellos de alto orden, y define a esta forma de actividad mental como procedural metacognition, una metacognición basada en procedimientos. Podemos traducir esta idea como metacognición procesal porque dependería de una actividad o de un proceso en marcha y no del desdoblamiento de una representación. Esto quiere decir que el sujeto juzga si las posibilidades con las que cuenta para atacar un problema y resolver una tarea son verdaderas y eficaces. La identificación de las posibilidades y condiciones necesarias para obtener una meta implica el reconocer los mecanismos para controlar las acciones tanto mentales como motoras. De esta manera Joëlle Proust considera que existen normas epistémicas de alto orden para guiar las decisiones para aplicar el conocimiento y así justifica la metacognición de procedimientos o procesal.

Las personas toman decisiones sobre cómo tener certeza sobre sus propios juicios. Es una forma de calibración metacognitiva que implica tanto operaciones internas del agente como evaluaciones de la situación y circunstancias externas. Tales certezas se convierten en estrategias y son éstas las que disparan ciertas acciones. El sujeto puede decidir si usar la certeza y la estrategia o no de acuerdo a las circunstancias, lo cual involucra el ejercicio de facultades tanto operativas como morales. Comento un ejemplo que ofrece la propia autora. Supongamos que una persona no encuentra la lista de compras al llegar al mercado e intenta aplicar los medios cognitivos necesarios para recordarla en el tiempo presente, pues quiere satisfacer ciertas necesidades hogareñas. La persona emplea normas de precisión, verosimilitud y coherencia que ya están incorporadas en su forma de pensar y de resolver problemas, normas que son metacognitivas pues ya están figuradas en el procedimiento que emplea. En último término, este tipo de cognición depende de un sistema cognitivo fluido destinado a detectar posibilidades epistémicas y cuyo objetivo es constituir guías y normas para la acción eficiente, es una propiedad de la inteligencia dinámica sometida al aprendizaje.

maria ranaten
Esta fotografía de María Rantanen, tomada en 2011, se titula “Metacognition” posiblemente para sugerir la capacidad de la cognición humana para desdoblarse sobre sí misma.

El sujeto adquiere certezas y juicios sobre sus propios procesos mentales y los establece como verdaderos o eficientes en diversos grados, muchas veces de maneras que no son conceptuales, es decir, que no se basan en razonamientos verbales. Los agentes cognitivos pueden equivocarse tanto en la construcción de estas normas como en su aplicación, y este reconocimiento forma parte de la capacidad para resolver múltiples requisitos de la vida diaria y también para tomar decisiones trascendentales. El tener conciencia de haber actuado mentalmente, de haber realizado tales o cuales operaciones cognitivas, posibilita al agente para juzgar sus estrategias y con ello para llegar a tener creencias válidas sobre su agencia mental, lo cual es parte esencial de la metacognición.

Es verosímil plantear que estas estrategias y creencias formen parte de la identidad del sujeto porque las valora como posesiones o caracterísitcas propias y así la metacognición procesal constituye una herramienta de la autoconciencia y un rasgo de individualidad. La metacognición es uno de los sistemas o capacidades propias de la autoconciencia en el sentido de que la autoevaluación es un proceso recursivo o reflexivo. Es posible que el aparato mental humano tenga tanto la capacidad para representar los propios procesos mentales, para pensar sobre el pensar, como también la capacidad de desarrollar esquemas para la aplicación del conocimiento, para aprender a pensar como una destreza de la inteligencia fluida.

El recalentado inconsciente de la vida

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¿Por qué el recalentado de la cena navideña sabe mejor? Expertos en gastronomía coinciden en que esto es sencillamente por una reacción química. Al colocar de nuevo los alimentos en el fuego, los líquidos que sueltan se modifican y toman mayor sabor.

De una forma sencilla, el recalentado es volver a darle la vuelta a lo mismo para saborearlo de nuevo con una mejor experiencia. ¿Cómo podemos observar el comportamiento de volver a repetir algo del pasado en nuestras vidas?

¿Quién realmente quisiera que el pasado vuelva a repetirse? Quizás sólo en los mejores momentos. En los peores sólo si fuimos conscientes de que crearon mejores tiempos, pero ¿qué sabemos nosotros del tenue encadenamiento de los acontecimientos?, ¿en qué medida unos inciden en los otros? Que el pasado no se repita es, para los que han vivido una situación límite o traumática, la mejor de las noticias. Implica una especie de liberación.

recalentado y fracaso.
Imagen: La oreja roja.

Saber que el pasado fue y no volverá a repetirse, implica un descanso para los que han sufrido. Saber que la vida es finita y breve, también implica una motivación para vivirla a fondo. Vivir como si fuéramos a morir mañana.

El filósofo Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, enseña que el ser humano logrará transformarse en el Superhumano (Übermensch) cuando logre vivir sin miedo y, por consiguiente, amar la vida, para así desear el eterno retorno. El filósofo alemán dice que vivimos la vida sin la intensidad necesaria y sin la pretensión y anhelo de convertir cada instante de la vida en algo maravilloso en sí mismo, hasta el punto de justificar la existencia. Podemos relacionar esto el día de hoy con el concepto de vivir el presente.

La evolución del ser humano es el mejor ejemplo de un recalentado inconsciente para generar el eterno retorno. Esto es, seguiremos viviendo una y otra vez nuestras experiencias del pasado hasta que asumamos nuestra vida tal cual está sucediendo en este instante. Hemos creado una serie de valores y creencias acerca de cómo es que tenemos que vivir y, por lo tanto, pasamos el tiempo renunciando a la experiencia en vez de vivirla con toda la intensidad. ¿Qué pasaría si integráramos de forma consciente a nuestras creencias que todo se repite para nuestro aprendizaje?

Nadie, de forma consciente, probaría el recalentado de una comida que no le gustó el día anterior. ¿Por qué seguimos haciéndolo en nuestras vidas? ¿Por qué no terminamos de aprender y seguimos viviendo más de lo mismo? Es probable que estemos esperando a que el mundo cambie o lo cambien otros, ya sea seres humanos o divinos, dejando la responsabilidad fuera de nuestra persona.

recalentado en mente
Imagen: Freepik.

En la obra Tractatus Logico-Philosophicus del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, dice que “hacemos figuras de los hechos”. Una figura es un modelo de la realidad. Inclusive comparte que “lo único que se puede cambiar es la mirada, no el mundo (y su finitud)”. Claro que cambiar la mirada acerca del mundo es cambiar el mundo; las ideas son sumamente poderosas sobre todo cuando están en coherencia con lo que sentimos.

El reto es entrar al “No sé” para abrirnos al aprendizaje consciente. Poder observarnos en autoreferencia para aprender desde las emociones que estamos viviendo, en vez de querer responder de acuerdo a nuestros paradigmas.

La vida continuará mostrándonos quiénes somos en un eterno retorno, y al final podemos creer que somos alguien en específico, pero el recalentado inconsciente de la vida nos regresará a nuestro lugar de origen de acuerdo a cómo vivamos cada situación. Ahí es donde las emociones se convierten en el GPS de nuestra vida. ¿Listos para disfrutar el recalentado?

Entrega Especial: La Tregua de Navidad (1914)

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La Navidad llegó cuando alcanzábamos el final de la saga de artículos sobre el Ayer, hoy y mañana de la Guerra. En principio, mi intención en estos artículos sobre el devenir de la guerra es enfatizar que en cada uno de los inventos –que surgieron a partir de las conflagraciones bélicas que se han desarrollado– se puede destacar en lo constructivo y creativo de la capacidad humana frente a la pesadilla de destrucción que representan los enfrentamientos entre las naciones, las religiones y los poderes económicos.

El tema ha dado para mucho y, en teoría, hoy deberíamos estar leyendo la cuarta entrega, sin embargo, con estas fiestas en el camino, destacar un hecho histórico único y traerlo a la narrativa actual de violencia en la que vivimos me pareció fundamental. Es un ejemplo de la posibilidad que tenemos de ser empáticos y poner a las personas por delante. En esta ocasión no hablo del ayer, el hoy y el mañana de algo, esta vez se trata de una vivencia excepcional que tocó los corazones de los hombres en el frente de batalla en la Europa de la Primera Guerra Mundial. Vamos a iniciar este cuento de Navidad basado totalmente en una historia de la vida real.

Érase una vez, hace 105 años en un algún punto de la invernal Europa, que la Navidad llegaba con toda su carga de tradición religiosa y familiar hasta las trincheras en las que peleaban regimientos de ingleses y franceses contra los alemanes, en la que entonces fue considerada como la Gran Guerra. Los ánimos estaban encendidos, las tensiones entre los dos grupos eran notorias y la animadversión evidente. El asesinato del heredero al trono de Austria-Hungría, el archiduque Francisco Fernando a manos de un nacionalista servio-bosnio durante su visita a Sarajevo en julio de 1914, servía como detonador para el enfrentamiento frontal entre la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia) contra la Triple Alianza (Alemania, el Imperio Austro-húngaro e Italia).

Navidad en trincheras.
Imagen: Pinterest.

Si lo pensamos detenidamente, parece que las guerras se luchan por atender asuntos “importantes” que usualmente afectan sólo a los grandes intereses, sin considerar la manera en que afectan a las personas, a los seres humanos. En los hogares de los combatientes, los lugares alrededor de la mesa quedan vacíos en la cena de Nochebuena o en torno al árbol de Navidad. Los corazones de padres, madres, esposas, hijos, hermanos y amigos se encuentran tristes, sensibles ante la ausencia de los seres queridos.

Podemos imaginar también la sensación de tristeza y de nostalgia de los soldados, porque a pesar del espíritu belicoso provocado por el enfrentamiento, no pasan de ser la carne de cañón que se sacrifica en la “defensa” de los principios, valores y creencias que representan a la “patria”, a la “nación”, a la “jerarquía religiosa”. Indiscutiblemente la guerra tiene que ser alienante, es necesario enajenar con la mentalidad de “defender lo propio” y atacar al enemigo, al extraño que representa la otredad, para que la guerra se justifique, para que los hombres y mujeres en la lucha estén dispuestos hasta a perder la vida. Sin embargo, esa víspera de Navidad de 1914, esta condición se modificó para bien, tocando de manera mágica y singular, los corazones de los combatientes.

Es el 24 de diciembre de 1914, la primer Nochebuena de la Primera Guerra Mundial, hace exactamente 105 años. Es la primer fiesta religiosa y familiar importante de la tradición europea que se celebra y “los chicos” están en el frente, sufriendo las inclemencias del tiempo, añorando la compañía de sus familias, del hogar, la cena navideña, los dulces y el ponche de vino caliente. Por ordenes del Káiser, las tropas alemanas recibieron raciones adicionales de pan, salchichas, licores y abetos que, iluminados, bordeaban la trinchera.

Los soldados franceses y británicos admiran emocionados los árboles luminosos, la imagen despierta su sensibilidad y, desde su trinchera, se unen a los cantos que entonan los alemanes del otro lado del campo de batalla. Por encima de las diferencias que los hacían combatir, se ven unos en otros porque pueden empatizar, saben perfectamente como se sienten los alemanes porque ellos tiene justo los mismos sentimientos. La pena de estar lejos de casa es la misma en francés, inglés o alemán. Por un instante, el deseo de bienestar y de paz, prevalece sobre cualquier diferencia real o aparente.

Navidad
Imagen: Pinterest.

Así, entre cantos y recuerdos, transcurre la noche. Cuando empieza a amanecer, agitando banderas blancas sobre sus cabezas, algunos soldados alemanes dejan sus trincheras. Están en tierra de nadie, vulnerables, desarmados. Por un momento los aliados los observan, desconcertados y vacilantes, salen a su encuentro y solidariamente todos permiten que la jornada transcurra. Ese mismo día, unas horas antes, esos hombres habían estado mátandose, y esa mañana de Navidad comparten las vituallas de las que disponen: alcohol, chocolate, tabaco, incluso recogen los cuerpos de sus compatriotas caídos en el campo de batalla y les dan digna sepultura. Se cuenta que compartieron además ceremonias religiosas y partidos de fútbol.

Ahora, la guerra es la guerra, y permitir este acercamiento entre las tropas minaba el espíritu de lucha. No se puede confraternizar con el enemigo. Cuando en los cuarteles generales de los respectivos ejércitos se enteraron de la tregua espontánea que se había sucitado, decidieron tomar fuertes medidas para sancionar a los participantes, de manera que en ningún lugar y en ningún momento se repitiera una conducta semejante.

Se dice que un número indefinido de soldados franceses fue fusilado por “amigarse” esa Navidad con los alemanes, a los alemanes que convivieron y compartieron con los aliados los enviaron al frente oriental. Las cartas de los soldados que contaban a sus familiares el extraordinario evento navideño fueron destruidas, la información fue censurada antes de que llegara a la prensa británica, los franceses confiscaron los negativos de las imágenes en las que se veía a hombres de ambos bandos posando amistosamente. Las altas esferas militares se hicieron cargo, la fraternidad de la Navidad de 1914 no podría repetirse nunca más. Jamás se entonaría nuevamente la Noche de Paz (Stille Nacht) en inglés y alemán simultáneamente como un símbolo de unión humana y espiritual. Cuando ganó la guerra, perdimos todos. La conflagración duró hasta 1918, los motivos por los que esa experiencia no tuvo el poder de detener la hostilidad son muchos y muy variados, da tristeza pensar que pueda más el odio y el deseo de poder que el amor a los semejantes.

Con esta reflexión me despido, deseando que en esta Nochebuena y Navidad prevalezcan los sentimientos de cercanía, cariño, amor y amistad. Estamos ante una gran oportunidad de limar asperezas, de iniciar diálogos y retomar afectos. Es un momento especial para abrazar a todas las personas que amamos.

¡Mis mejores deseos para todos ustedes! Reciban una gran felicitación por esta natividad y la expectativa de prosperidad y bienestar en este final de veintena del siglo XXI.

¡Bienvenidos seamos todos al 2020!

Los dos papas del solsticio de invierno: Un cristianismo austero y popular

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La Iglesia Católica Romana guía a 1,200 millones de fieles de regreso al cristianismo. El paso de Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI) a Jorge Bergoglio (Papa Francisco), como en el solsticio de invierno, significa una reversión de la tendencia de la obscuridad a la luz, de una posición conservadora a una más liberal. Ahora el Papa Francisco, el Papa Jesuita, está transformando a la Iglesia Católica Romana en una versión austera y popular de genuino cristianismo.

En contraste con las posiciones asumidas por el Papa Benedicto XVI desde que fue electo en el cónclave del 19 de abril de 2005, tales como el endurecimiento de la postura de la Iglesia en lo referente a la prohibición del aborto; la homosexualidad, la eutanasia; y el uso de anticonceptivos, hasta el 28 de febrero de 2013 cuando renuncia a la silla de San Pedro; los católicos del mundo vivimos una larga noche doctrinal: un solsticio de invierno.

Con el Papa Francisco, electo el 13 de marzo de 2013, se encendió una luz de esperanza, tramada al más puro estilo jesuita, orientada hacia la “Opción Preferencial por los Pobres”; su compromiso con el medio ambiente (Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común) y su disposición al diálogo con personas de diferentes orígenes y credos.

En Perspectiva, la postura del Papa Francisco corre sobre los ejes de la justicia y la reconciliación, entre los seres humanos; entre éstos y el medio ambiente; y todo esto permeado por una concepción activa de la justicia. Una justicia que tiende puentes entre las tensiones que desgarran el tejido social de nuestras comunidades; y donde se han desmantelado los mecanismos para el ascenso social y la calidad de vida.

Excelencia y perfección

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Desde hace tiempo ya no es suficiente decir que “estamos haciendo lo necesario”,  precisamente porque hacia donde se dirige este cambio de época, quien sólo hace lo necesario, ¡desaparecerá!

En la actualidad todo se encuentra digitalizado e interconectado. Es un hecho fehaciente. La realidad supera lo que antes únicamente era imaginable. Y los que somos y queremos ser parte de todo este avance, tenemos que prepararnos cada vez más y mentalizarnos para ello. Si eres capaz de imaginarlo, puedes lograrlo. ¿En realidad sabes si tú manejas el cambio o el cambio te maneja a ti?  ¿Tú controlas o eres controlado?

El cambio ya no es paulatino. Hoy los cambios son exponenciales, estamos viviendo una de las épocas con las más grandes transformaciones que ha vivido la humanidad, y las oportunidades son enormes. Ahora lo disruptivo es la norma, lo habitual.

Pensemos por un momento en todo lo que era aislado, de un sólo uso, meramente mecánico, clasifiquémoslo dentro de la categoría de objetos aislados y tontos. Hoy, están interconectados y se volvieron inteligentes. Piensa en los teléfonos, antes sólo comunicaban, ahora son la herramienta más cercana y necesaria en tu vida, se convirtieron en verdaderos teléfonos inteligentes. El mismo caso para el automóvil, de haberse restringido a un funcionamiento mecánico, en este momento ya se diseñan coches autónomos.

Interconectado
Imagen: My Customer.

Pero también, hoy más que nunca, todo lo que no se pueda digitalizar, masificar, cuantificar, se vuelve más valioso como la creatividad, imaginación, intuición, ética, apoyo, tenacidad y emoción.

Quizá logren ser simuladas, pero no igualadas. Ninguna máquina o inteligencia artificial podrá tenerlo. Eso nos permite con mayor oportunidad enfocarnos no sólo en cómo son las cosas, sino en cómo pueden ser o evolucionar. Comienza a pensar cómo quieres que se vean en  tres, cinco, o diez años a partir de hoy.

El ser humano es el para qué de las cosas, y la tecnología debe ser nuestra herramienta del con qué.

Pasemos de los sistemas a los ecosistemas, abracemos a la tecnología, no seamos víctima de ella. Usemos la información y los datos para lograr los avances holísticos que hoy necesitamos más que nunca. La colaboración, cooperación, sensibilidad,  solidaridad y corresponsabilidad, son actitudes positivas que nos comprometen con estos cambios. Es necesario el involucramiento y la participación no sólo para lograr mejorar, sino para tener una completa transformación.

El futuro no sucede, el futuro se crea y con tecnología. Pero el gran futuro se halla en trascender, así que comienza con emprender, imaginar, creer, ser creativo, tenaz, intuitivo, siendo una persona ética, optimista, creciendo y mejorando siempre.

Los invito a que vivamos y seamos líderes desde este comienzo.

P. D. Recuerda que esto es como andar en bicicleta, ¡nunca dejemos de pedalear!

¡Les deseo a todos felices fiestas y un sano y muy próspero 2020!