Si bien a través de los años y por la manera en que los ganaderos mexicanos procuran la crianza y comportamiento del toro de lidia, con un sello propio en su físico y estilo de embestida, es innegable que el origen del animal es español y por ello dividirlo tajantemente, me parece inapropiado.
En los noventa del siglo pasado, después de mucho tiempo de estar prohibido, de España llegaron vacas y toros de distintas procedencias y un producto de ello fue el magnífico toro de La Joya, de nombre de lidia Tocayo del encaste Parladé vía Domecq, lidiado magistralmente por Antonio Ferrera, el 9 de febrero en el Embudo de Insurgentes.
En su origen, la ganadería poblana se formó con un lote de hembras integrado por ejemplares de José Miguel Arroyo, Enrique Martín Arranz, El Torreón, Luis Algarra y Salvador Domecq. Además de cinco mil pajillas con semen de toros aprobados en España para sementales de Salvador Domecq, Jandilla, Las Ramblas y Juan Pedro Domecq.
José Antonio González Esnaurrizar, heredero del sueño ganadero de su padre, se ha preocupado por criar un tipo de toro que lidie las plazas con trapío y que su comportamiento contenga emotividad, movilidad, codicia, nobleza y fijeza.
En general, el toro de lidia –independientemente del país en que se lidie– idealmente en el fenotipo, o forma física, debería ser físicamente bajo de agujas (del morrillo a la pezuña), largo y fuerte, delantero y armónico de encornadura.
En el comportamiento o genotipo tiene que poseer acometividad, acudiendo con fijeza a los engaños; prontitud, atendiendo a la mínima provocación, repetición y duración. De embestida humillada y coordinada con el movimiento de su cuerpo; el galope que vaya conectado al ritmo y al temple, con un recorrido entregado desde el inicio para terminar lo más largo posible.
Muchas de esas características de fenotipo y genotipo en el toro de La Joya, eran positivas, y por ello el honor del indulto concedido por el juez Jorge Ramos, fue recibido con beneplácito.
Hoy que varios toreros españoles nos alertan que cuidemos al toro mexicano, esperemos que se refieran a lo mismo que estamos anotando y no a lo que llamo toro light, que ha sido pernicioso por varias décadas y contrario a la gallardía que conlleva el espectáculo taurino, el no insistir en la total docilidad como matiz de la bravura.
Cabe recordar que de la emoción que proporcione el toro dependerá el futuro de la fiesta, y ésa es la apuesta que la preservará. Pues este animal sobrevive gracias a la lidia y depende de mil variables, entre las que destacan los gustos del público, las exigencias de los toreros y la quimera del ganadero.
El toro criado por muchos ganaderos mexicanos se inclina por cualidades que permitan faenas largas y artísticas, puliéndolas de tal manera que la agresividad y codicia (parte de la bravura), se minimizan, con base en diferentes prácticas y, claro, los toreros se inclinan por preferirlo; vale la pena, sin embargo, recordar que la emoción del toreo la aporta el toro y algunos en México que no lo hayan olvidado, es tiempo que lidien con más frecuencia que los primeros.
Por ello, celebramos la variedad de ganaderías que han lidiado en la Temporada Grande 2019-2020 en La México.
Si así se entiende, qué bueno, si no lo discutimos, que además es algo connatural a ser taurino y, como diría Manolo Martínez, “no pasa nada”. Es un tema inagotable y sería bueno ponerlo en el centro de la discusión.
Por lo pronto, la corrida combinada de Los Encinos, Santa Fe del Campo, con un toro de Bernaldo de Quirós que cerró la Temporada Grande, resultó muy interesante. El último le correspondió en su primer turno a Pablo Hermoso de Mendoza y fue muy noble en su embestida.
A Guillermo, el segundo de Los Encinos, le fue pronto y con recorrido, lo que le permitió desplegar su aún formación de toreo en altos vuelos y del que fue merecedor de un trofeo. En el primero se convirtió en el primer torero a caballo en confirmar la alternativa de manos de su padre, el nombre del toro fue “Confirmante”.
A pie hubo el antecedente de los Capea, padre e hijo en La México el 5 de diciembre de 2004.
El primero de Arturo Saldívar de Santa Fe del Campo, “Burlador”, tuvo muchos puntos positivos de acometividad, fijeza y recorrido, Arturo recibió un trofeo y el reconocimiento a su toreo que ahora práctica, bastante sedeño. Su segundo fue un toro con fuerza, que embestía intermitentemente y que se empleaba a la muleta con celo.
“Jugador” impactó al público asistente y pedían el indulto que con prudencia no autorizó el juez de plaza Enrique Braun, pero con todo y defectos, despertó las pasiones en los tendidos, ahí perdió Arturo por la suerte suprema alguna recompensa y el toro dejó la impresión de poderío mezclada con cierta mansedumbre con embestidas emotivas, ello le acarreó el reconocimiento popular, que no el de los que se creen expertos. Peccata minuta.
A “Hermosillo” le correspondieron dos toros de Santa Fe que le permitieron momentos brillantes, perdió trofeos por la mala ejecución de la suerte suprema y José María tendrá que aplicarse, pero es innegable que lo que requiere son más oportunidades, tiene muchas cualidades para sobresalir en una de las profesiones más complejas del mundo.
Así las cosas, agradable sabor de boca deja la Temporada Grande en La México, apostaron por el toro como ingrediente principal y el público acudió en mayor número, sea enhorabuena.
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