Los museos han empezado a abrir. Siempre, con las restricciones y los cuidados pertinentes. Las últimas entregas de Apasionarte han revelado cómo la tecnología se ha incorporado al mundo del arte. El poder caminar, de forma virtual, por distintas salas, en recintos de todo el mundo, puede resultar un descanso ante lo que estamos viviendo (o puede hacer surgir gratos recuerdos de viajes realizados). La pandemia desafió a todos; para las instituciones culturales representó un gran reto. ¿Cómo seguir ofreciendo contenidos cuando la disposición fue el cierre? Un camino fue brindarnos recorridos virtuales. Numerosas instituciones ya los tenían diseñados, pero ahora tomaron un cariz más atractivo. Otra manera fue diseñar micrositios en internet.
El Museo del Palacio de Bellas Artes había programado, para este año, una exposición con motivo del centenario del fallecimiento del pintor Amedeo Modigliani (1884-1920). Si bien en algunos diarios se promovió la idea de una “exposición virtual”, en realidad se trata de un micrositio que bajo el título de El París de Modigliani y sus contemporáneos nos invita a conocer sobre el tema y nos prepara para la visita de forma presencial cuando la contingencia sanitaria lo permita.
Durante las primeras décadas del siglo XX, París se convirtió en una ciudad que recibió numerosos artistas migrantes. Varios de ellos convivieron e intercambiaron posiciones estéticas. La atmósfera que los rodeó fue de creatividad, aunque también de problemas económicos. Las vanguardias artísticas estaban en su periodo de máxima explosión y la “Ciudad de la Luz” les abrió las puertas. A pesar de lo audaz que podían resultar algunas de las propuestas, este grupo de artistas formarían la llamada “Escuela de París”. La influencia de Picasso, Cézanne y los expresionistas rodearon al italiano Modigliani, a los bielorrusos Chaïme Soutine y Marc Chagall, al francés Maurice Utrillo. Cualquier creador que visitara París, debía recorrer las calles de Montmartre y Montparnasse, convertidos en los barrios parisinos donde vivieron estos artistas. Varios mexicanos llegarían a esas tierras como Diego Rivera y Benjamín Coria, quienes buscarían un ambiente propicio para dejar fluir su imaginación creativa.
El micrositio El París de Modigliani y sus contemporáneos nos ofrece varios motivos para entrar en él. Está dividido bajo los nombres de “Secciones”, “Publicaciones”, “Línea del tiempo”, “Biografías”, “Microhistorias” y “Playlist”. “Secciones” se refiere a las distintas “salas del museo” y sus distintos ejes temáticos que configurarán la muestra presencial. Casi todas incluyen videos que resultan joyas de la filmografía, pues en su mayoría, provienen de los archivos Gaumont Pathé, uno de los mayores bancos de imágenes de los siglos XX y XXI. Así, podemos admirar el París de esa época: el metro, la Torre Eiffel, las orillas del Sena, los carruajes que transitan junto con los primeros automóviles (el contraste en las velocidades de algunos conductores es de llamar la atención), el Arco del Triunfo, Montmartre, las cúpulas de la Basílica de Sacré-Cœur y las torres de la Catedral de Notre Dame, pero sobre todos los boulevares. El correr de la gente en esas anchas calles con sus aceras, árboles y luminarias o en los caminos con altas escaleras que dan cuenta de lo bulliciosa que era la ciudad ya desde esa época. Y, sobre todo, ver a “Modi” y otros artistas, pintando en sus talleres.
La exposición tiene su origen en la colección Jonas Netter. Sin duda, un acierto en seleccionarla. Cada “sala” nos ofrece reproducciones digitales de los cuadros que conformarán el recorrido; siempre en alta resolución que permite apreciar la pincelada del artista y evocar al original. Además, se intercala la presencia de pintores mexicanos y nos va ofreciendo paralelismos que resultan sumamente sugestivos. Artistas nacionales que estuvieron en París y que al regresar trajeron su atmósfera, pero con adaptaciones a la realidad mexicana. Es el caso de El muelle (ca. 1904) del regiomontano Alfredo Ramos Martínez (1871-1904) que de alguna manera convive con la Porte Saint-Martin [Puerta Saint-Martin] (ca. 1908) del francés Utrillo.
La sala del propio Modigliani promete un deleite para la vista, así como también la correspondiente a “Algunos compañeros de viaje mexicanos” donde se realiza el rescate de la obra del pintor Benjamín Coria, quien fue amigo del italiano junto con Rivera y Ángel Zárraga y tuvo una labor importante como maestro en la Academia de San Carlos a su regreso al país. El retrato que pintó Modigliani de Rivera y el Exvoto. Martirio de San Sebastián de Zárraga, son muestra de la convivencia que hubo entre ellos. Incluso se dice que Modigliani fue el modelo para el personaje de la obra del durangueño. En el libro y el cuadernillo, en otra pestaña del mismo sitio, se podrá leer sobre las más recientes investigaciones acerca del tema.
La muestra nos permite valorar la diversidad de tendencias que se presentaron en esta época. El mundo se encontraba en transformación. Apenas había finalizado la Primera Guerra Mundial y las obras de pintores como Picasso y Tolouse Lautrec seguían muy presentes. Modigliani forjó en sus cuadros esas influencias. Alargó y en muchas ocasiones, distorsionó la figura humana de la mano de un colorido muy peculiar que brindó contraste en muchas de sus obras e incorporó el influjo de la África Negra. Recordemos que a inicios del mismo siglo XX se había presentado una exposición sobre arte primitivo que incluyó varias esculturas y máscaras africanas que impactaron al mundo en general. Picasso lo derivó en el cubismo y Modigliani en el diseño de sus obras.
Otro género muy cultivado por la bohemia parisina fue el desnudo, que causó más de un escándalo por lo atrevido de sus representaciones. Junto con la máscara, podemos admirar varios de esos cuadros que produjeron gran revuelo y consolidaron lo que después se llamó la “Escuela de París”. Un lugar especial en la museografía es para el pintor Soutine, quien con sus trazos violentos y su paleta de colores vivos alimentó el expresionismo pictórico.
Les recomiendo visitar todas las partes del micrositio. En publicaciones, el visitante podrá leer en línea (sin poder descargarlo) tanto el libro como el cuadernillo, con espléndidos textos sobre la exposición y también con excelentes reproducciones digitales (aunque todas las veces que se quiera acceder, hay que registrarse). El playlist es recomendable, aunque cada pieza tiene una duración de 20 segundos (después se pueden buscar los títulos para escuchar la música de la época, de forma completa). También hay vínculos a YouTube con conferencias de especialistas en el tema.
Mientras se escribía esta columna, las autoridades anunciaron que la inauguración se realizará el próximo 8 de septiembre. Contará con alrededor de 164 cuadros de más de 40 artistas nacionales y extranjeros. Valdrá la pena asistir, siempre y cuando la contingencia sanitaria lo permita.
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