feminicidios

Quintana Roo disminuye su índice delictivo

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La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana informa en su reporte mensual de agosto pasado que hubo una reducción significativa en los siguientes delitos: homicidio doloso, robo de vehículo, secuestro, robo total y feminicidio.

En el informe mensual de agosto, el Gobierno de México destaca que, de acuerdo con el portal de internet de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Quintana Roo registró disminuciones importantes en delitos como homicidio doloso, robo de vehículo, secuestro, robo total y feminicidio.

 El reporte aporta estadísticas comparativas entre el periodo de enero a julio de 2019 y el presente año 2020, con variación porcentual de la tasa por cada 100 mil habitantes.

En homicidio doloso, se encuentra entre los 22 estados que registraron una disminución. Quintana Roo tuvo una variación de -13.5% considerando la tasa anterior.

En robo de vehículo en el mismo periodo, se informa que Quintana Roo disminuyó en un 20.7% . En secuestro, disminuyó un 64.2% en el mismo periodo entre enero y julio de 2019 y 2020. Y en robo total, disminuyó un 21.8%  entre enero y julio, mientras que el índice de feminicidios, de 15 entidades en donde se registró disminución, Quintana Roo registró un 14.4%.

Sin embargo, a raíz de la pandemia la extorsión aumentó 4.2% en 11 entidades, entre ellas Quintana Roo.

Sí somos guerreras

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En un informe publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), señala que las enfermedades afectan de manera diferente a hombres y mujeres, las pandemias hacen más grandes las desigualdades que existen para mujeres y niñas.

Durante una crisis, las mujeres y niñas pueden encontrarse en mayor riesgo de sufrir violencia de pareja y otros tipos de violencia doméstica debido a un aumento de la tensión en el hogar.

Las mujeres son las encargadas principales de las labores domésticas y de crianza y en confinamiento las exigencias en esos dos rubros aumentaron dramáticamente, además del trabajo formal o informal que sabemos que las mujeres también realizan y del cual ahora mismo se encuentran realizando en sus hogares.

En el sector salud son la mayoría, sabemos que hay más enfermeras que enfermeros y que son las que están cuidando en la primera línea, se calcula que el 67% de la fuerza del trabajo sanitario mundial corresponde a mujeres.

somos guerreras
Ilustración: The Atlantic.

Las mujeres queremos cambiar el mundo en el que vivimos, hace unos meses, el 8 de marzo, marchamos por un mundo más igualitario, gritando basta a la violencia de género, unidas, apoyándonos, sintiéndonos más fuertes y con esperanza de ser escuchadas.

El 9 de marzo hicimos paro nacional, “Un día sin nosotras” y queríamos seguir haciendo más cosas, ver los frutos de nuestro esfuerzo pero llegó la pandemia por el COVID-19  y la atención se fue a otro lado.

¿Y qué hicimos nosotras? Lo que sabemos mejor hacer, ser solidarias, cuidadoras, juntamos a nuestros hijos y familias, organizamos nuestras casas, acomodamos espacios, cocinamos, contamos cuentos, hicimos tarea, abrazamos a los que lloran, combatimos el miedo, hasta hicimos tapabocas.

Y no nos dimos cuenta, no lo vimos venir, que junto a la pandemia del coronavirus nacía otra pandemia, la de la violencia familiar que está dejando más víctimas que el COVID-19, las llamadas de ayuda y denuncias han aumentado un 40%.

La tensión generada por el encierro, la incertidumbre, el problema económico y el miedo a morir hace que las mujeres y niñas sean blanco fácil de violencia, los hombres se desquitan con ellas, las tienen a la mano, están vulnerables.

violencia en la cuarentena
Ilustración: Aiden Locke.

En México los feminicidios se mantienen a la alza, crecieron 1.6% en el primer trimestre del 2020. Se registraron 244 mujeres asesinadas.

Según la organización “Marea verde”, desde la entrada de la pandemia a mediados de marzo hasta el 24 de abril, se habían reportado 210 asesinatos a mujeres, así que el número es mayor.

Lo que más me llama la atención es la falta de conciencia, de solidaridad, la falta de respeto y lo fácil que es para algunos hombres lastimar a sus parejas, madres e hijas.

No se valora el trabajo de las mujeres, no se valora su persona, se considera propiedad de los hombres y creen que pueden hacer con ellas lo que ellos deseen. Sé que el problema es más profundo y que también tiene que ver con la forma en que las mujeres nos hemos parado frente a ellos, las ideas que nosotros hemos introyectado, las creencias y mandatos que creemos como reales y no nos frenamos a cuestionar.

Todos tenemos que cambiar, todos tenemos que madurar, frenarnos, pensar, construir un mundo y una forma de vivir para relacionarnos diferente.

confinamiento de mujeres
Ilustración: Andrea Gendusa.

Tenemos que entender como mujeres que nadie tiene derecho a lastimarnos, que tenemos que luchar por tener las mismas oportunidades y los mismos derechos, que sólo por el hecho de haber nacido ya merecemos respeto, que casarse con alguien no le da derecho a decidir sobre mis pensamientos y mi vida.

Los hombres tienen que saber que no son dueños de nadie, que no por ser hombres mandan y deciden, que las mujeres no están a su servicio ni para cumplir sus caprichos ni para su placer.

Venimos a este mundo a crecer, a convertirnos en la mejor versión que podamos de nosotros mismos, es un trabajo interior, profundo, individual, de conciencia, paciencia y constancia.

Te invito a reflexionar en este tema y a que cada vez seamos más los que buscamos, queremos y trabajamos por un mundo mejor.

Esto es para ti… que siempre estás del otro lado leyéndome.


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El pensamiento católico sobre la dignidad y la vocación de la mujer

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La interpretación de la Iglesia de algunos textos bíblicos y de su tradición milenaria (el aggiornamento), reconoce la aportación insustituible y la influencia de la mujer en el mundo contemporáneo, a tal grado, que la hace representante y arquetipo de todo el género humano, descubre en Dios cualidades femeninas, reconoce la igualdad esencial entre hombre y mujer en el matrimonio, así como los derechos de la mujer, incluyendo el de su desarrollo profesional, sin oponerlo y sin menospreciar su primordial trabajo en el hogar familiar y en la educación de la prole, derivado de su rol exclusivo en la maternidad.

Se sea o no creyente de la trascendencia de la vida, y se sea o no practicante de alguna religión, puede interesar al lector conocer o profundizar en la visión que la Iglesia Católica tiene sobre la dignidad y la vocación de la mujer, especialmente en estos momentos en que todos nos inquietamos ante la magnitud de los feminicidios que ocurren en el mundo entero y en nuestro país en particular.

mujer torturada
“El martirio de Santa Águeda”, Sebastiano del Piombo (1520).

Aunque la Iglesia ha producido una enorme cantidad de documentos sobre el tema, el documento principal de la época moderna es la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem de Juan Pablo II, precisamente sobre la dignidad y la vocación de la mujer, publicada en 1988. Se trata de la continuación de los documentos del Concilio Vaticano II que reconocían ya la influencia, el peso y el poder alcanzados por la mujer en el mundo y la ayuda que pueden dar a que la humanidad no decaiga.

El principio bíblico en el que se funda esa visión es el que señala que “creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó” –el humanum integrum conforme al cual los dos sexos constituyen lo humano–.  El texto reconoce la igualdad esencial entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de su humanidad. Se trata de la compañera de la vida con la que el hombre se puede unir como esposa, llegando a ser una sola carne y abandonando por esto a su padre y a su madre. El hecho de que el ser humano, creado como hombre y mujer sea imagen de Dios, significa que hombre y mujer son creados como unidad de los dos en su común humanidad, existen recíprocamente el uno para el otro, para la ayuda recíproca y complementaria, desde las diferencias que existen entre ellos.

Aunque Dios es espíritu y no posee en sí mismo cualidades masculinas ni femeninas, en el lenguaje bíblico se encuentran comparaciones que atribuyen a Dios cualidades masculinas y también femeninas. En efecto, al referirse al supuesto abandono de Yahveh, se utiliza las siguientes analogías femeninas “¿acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?”, y “como uno a quien su madre lo consuela, así yo os consolaré”, se trata del amor femenino de la madre como característica de Dios. 

primera mujer y primer hombre
“Adán y Eva”, grabado de Durero (1504).

La descripción bíblica del pecado original en el Génesis, independientemente de la distribución de papeles entre Adán y Eva, es pecado del hombre, creado por Dios varón y mujer, esto es de nuestros progenitores. Con claridad meridiana en la Carta Apostólica se sustenta la igualdad entre hombre y mujer en el matrimonio y que “la mujer no puede convertirse en objeto de dominio y de posesión masculina”, como algunos textos antiguos señalan. Se reconoce que en nuestro tiempo la cuestión de los “derechos de la mujer” ha adquirido un nuevo significado y se acepta la justa oposición de la mujer frente a lo que expresan las palabras bíblicas en torno al matrimonio de “él te dominará”, pero se señala que esto no puede conducir a la masculinización de las mujeres, pues perderían su riqueza esencial, ya que los recursos personales de la feminidad no son menores que los recursos de la masculinidad, son sólo diferentes.  

Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la dignidad de la mujer, pues era cercano a ellas, a grado tal que los fariseos lo acusaban por recibir a pecadoras y permitirles ungir sus pies con aceite perfumado. En el Evangelio aparecen gran número de mujeres de diversa edad y condición, incluso pecadoras públicas y adúlteras. Ante la mujer sorprendida en adulterio, Jesús parece cuestionar a los acusadores: “¿no es quizás también y, sobre todo, la confirmación de vuestras transgresiones, de vuestra injusticia masculina, de vuestros abusos?”, Jesús también protege la dignidad de la mujer al decir al hombre, en el Sermón de la Montaña, “todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”.

En cuanto a las mujeres cercanas a Jesús, se recuerda a aquellas que estaban a sus pies en la cruz, su madre, la hermana de su madre y María Magdalena, quienes mostraron una fidelidad más fuerte que los apóstoles. También fueron mujeres las primeras en llegar al sepulcro a constatar la resurrección, todo lo cual pone de manifiesto la importancia que la tradición dio a la mujer desde los primeros tiempos.

mujer con manto de jesus
“Santa Verónica”, Hans Memling (1475).

Con su potencial maternidad, la mujer es la que paga directamente por ese común engendrar, que absorbe las energías de su cuerpo y alma, por lo que el hombre contrae una deuda con ella. El hombre se encuentra siempre fuera del proceso de gestación y nacimiento del niño y debe conocer su propia paternidad a través de la madre. La mujer como madre y como primera educadora del hombre tiene precedencia específica sobre el hombre. El paradigma bíblico de la mujer culmina en la maternidad de la Madre de Dios y se materializa en la Carta a los Efesios al decir “maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”, “el que ama a su mujer se ama a sí mismo”.

En la Conclusión de la Carta Apostólica, la Iglesia da gracias por todas las mujeres, al genio femenino de todos los tiempos, tanto por las que velan por el ser humano en la familia y por las consagradas a Dios en su virginidad, como por las que trabajan profesionalmente, cargadas de gran responsabilidad social.

Como se podrá apreciar, no coincide con el pensamiento católico, aquél que use, abuse, se aproveche, denigre o maltrate a una mujer. Ahora todos tenemos la oportunidad de construir juntos una cultura renovada de la igual dignidad de la mujer y del hombre, aplicada en todos aquellos aspectos familiares, religiosos y sociales. Ojalá no la desaprovechemos.


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Del ruido al silencio… por la libertad de género

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Las marchas del 8 de marzo a lo largo y ancho del mundo –que no excluyeron a México ni a mi bello Zacatecas– nos han dejado grandes lecciones y aprendizajes, pero la manifestación del paro el pasado 9 de marzo ha sido, sin duda alguna, contundente. “Ya basta”, así fue pronunciado por las mujeres.

Este acontecimiento me remite a recordar que tuve dos abuelas fuera de serie; su constante y permanente quehacer dentro de la familia, economía y sociedad, fue extraordinario, al grado de que sus enseñanzas hoy permanecen y lograron hacer de mis familias algo singular. Sus aportes a la economía familiar, con “acertados consejos”, pero sobre todo con ese trabajo invisibilizado, aunque fundamental, fue determinante en lo que hoy tenemos; me estremece porque su legado perdura y sus acciones familiares son las que más se extrañan. Cómo quisiera que su ausencia fuera sólo de un día. Ahora es irremediable extrañarlas e insoportablemente difícil su ausencia; quedará su huella y contribución, fue tanto lo que dejaron que su vivo recuerdo será perpetuo.

genero femenino
Ilustración tomada de: Sushant Ahire.

Soy padre de cuatro varones, pero tengo madre, dos hermanas y una gran esposa; no puedo imaginar siquiera la idea de su ausencia en mi vida, menos que esa ausencia fuera producto de un acto violento; destruir un monumento o una iglesia, sería nada ante un reclamo a semejante falta de garantía, al elemental derecho a la vida, pues no existe iglesia o monumento que justifique su presencia por encima de la de otro ser humano. Fijarse en esta afectación, me parece a lo menos, ridículo e insultante; casi todo monumento es erguido en conmemoración a una ilustre vida, ¿cómo erguir la ausencia de vida, la falta de garantía a la misma y, sobre todo, ¿cómo comprenderlo? Argumentar que una manifestación debe ser pacífica, ante la ausencia de paz, es literal no tener madre; nada puede causarme mayor satisfacción que el que mis hijos varones vean la fiereza con la que se debe defender la vida: la entrega de las mujeres a tener un mejor mundo ya en sí mismo es asombrosamente maravilloso.

Las mujeres de manera creativa y reaccionaria están haciendo la historia; primero, al organizar una marcha fuerte, de reclamo y principalmente de exigencia a visibilizar una deuda del Estado para con ellas: se les está violentando, matando y eso debe parar y corregirse. El daño infligido a cualquier edificio o monumento estará siempre por debajo del daño que se les está haciendo a ellas; por favor, no distraigamos la atención de lo importante: la violencia de género tiene que parar.

Los grandes cambios vienen siempre de la ciudadanía; la entrega y decidida gallardía con la que las mujeres nos enseñan qué debe hacerse ante semejante afrenta, nos demuestran que defienden con entereza la vida de sus iguales, lo mucho que han logrado siempre –nos guste o no–, será en beneficio de todos, de la colectividad; vivir en un mundo de menor violencia, será el reto. La evolución del gran cambio en la paridad de género está en camino; nos guste o no, la sociedad está cambiando y cada uno sabrá del lado que quiere estar: si participando de él o tratando de detenerlo; el mundo cambiará independientemente del lado que estés.

violencia de genero
Ilustración: Ana Karen San Emeterio.

Lo ocurrido el 9 de marzo es la sensación de ausencia, es darnos cuenta cuánto aportan pero, sobre todo, es la concientización de que cualquiera puede ausentarse sin retorno; momento de reflexión: o garantizamos su seguridad o estaremos perdidos.

A mis abuelas, a mi madre, a mis hermanas, a mi esposa y a toda mujer que en conciencia o fuera de ella, de alguna manera las violenté: mis sinceras disculpas. Nada podrá equiparar tanto que me han enseñado; dijera mi compadre, “Gracias por tanto y por todo”, gracias por enseñarme que sólo así, firme y decididamente, se defiende la vida, las causas, y se realizan las transformaciones que el mundo requiere. Mujeres que no se dan por vencidas a pesar de tanto, siempre lograran un mundo mejor.

Tanta ciudadanía cuanto sea posible, tanto gobierno cuanto sea necesario.


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Vivir el miedo en silencio

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Benita era una indígena mazahua. Se había casado con un hombre de un pueblo cercano al suyo, en el Estado de México. Ahí, la gente era blanca, eso contaba Benita. Cuando salía al mercado, le gritaban: “¡India! Ven, cárgame el garrafón de agua”. O “¡India! No andes de huevona, barre mi calle”. Y Benita cargaba el garrafón, barría calles ajenas, iba al mercado y regresaba a las golpizas en su casa. Un día, su esposo le consiguió trabajo en una casa en la Ciudad de México. Él era albañil y parecía buena persona. Amable y simpático, a primera a vista. Un maldito por dentro.

Benita llegaba al trabajo los lunes con los ojos desorbitados de miedo. Para tomar el pesero que la llevaría a la central de autobuses, antes era necesario caminar más de una hora por un bosque en donde violaban a las mujeres. Ya habían matado a varias. Ella no se atrevía a denunciar, porque era india, pero las mujeres de los pueblos vecinos se habían cansado de hacer plantones en los palacios municipales de la cabecera y de Toluca. Algunos hombres las acompañaban, no muchos. Finalmente, optaron por atravesar el bosque en grupos, así se protegerían entre ellas. Benita lo caminaba sola todos los lunes de madrugada. Era india, las mujeres blancas no se juntaban con ella.

Un día, llegó al trabajo con su hija adolescente. Era una muchacha delgada, de ojos rasgados. Al principio, se quedaba en su cuarto y sólo bajaba a comer, después, se adaptó a su nueva vida. Por las tardes, ella y su madre bordaban. Y mientras creaban flores llenas de colores, platicaban en su idioma. La risa de la muchacha era alegre y espontánea. La de Benita, más baja.

benita en el bosque
Ilustración: Emma Gascó.

Pasó mucho tiempo antes de que hablaran de los asesinatos y de las violaciones en el camino al pueblo. Entonces Benita también explicó la razón por la cual su hija llegaba con ella a trabajar. En su casa, había una amenaza aún peor que atravesar el bosque. Su marido. Ese hombre simpático y amable a su conveniencia, cuando estaba borracho, seguía a su hija para violarla. Era suya, tenía derecho. Así justificaba lo injustificable, la monstruosidad.

 Me gustaría acabar esta historia con un final feliz. Me encantaría cerrar con la escena de Benita y de su hija, Marisela, despreocupadas y contentas, riéndose como lo hacían mientras bordaban. Cómo quisiera verlas libres de ir y venir sin miedo, de regresar a casa sabiendo que detrás de la puerta cerrada no corrían peligro alguno. Sin embargo, el final es distinto. Un lunes, no llegaron al trabajo. Sus pertenencias siguen esperándolas: una bolsa con ropa, dos servilletas con flores que nadie se atreve a acabar por ellas. Hacerlo sería darlas por muertas.

Cada una de las mujeres en la marcha del 8 de marzo tiene una historia de machismo que contar. “Nos están matando”, se leía en una manta. “Nos están matando”. Duele decirlo y es importante repetirlo. Tomar conciencia porque es un hecho. Un país que mata a sus mujeres nunca será un buen lugar. Cada paso en la lucha, cada grito, cada forma de expresión y de rechazo es necesario para cambiar la situación. Como Benita, miles de mujeres tuvieron miedo de salir ese día. Sin embargo, su voz también se escuchó. La marcha y el paro del 9 son el inicio de un movimiento que debe incluir a todas las mujeres, independientemente de culturas y creencias. Algunos grupos han querido desprestigiarlo con argumentos absurdos, como que detrás de todo está un movimiento mundial en favor del aborto. No nos equivoquemos. La finalidad es muy clara. No más violencia hacia las mujeres. Ni una más. No más sufrimiento silencioso.


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La ilusión de Scherezada y la realidad del 9 de marzo

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Cuando se publique esto será 9 de marzo del 2020 y espero que las calles estén vacías, ojalá que México sea testigo del “women power”, que el paro convocado por las mujeres sea exitoso y que en consecuencia los mexicanos, particularmente nosotros los varones, nos demos cuenta del valor (y lo valioso) de nuestras mujeres: de nuestras hijas, esposas, madres, amigas, jefas o directoras e inclusive desconocidas, con quienes nos topamos en la calle.

Anhelo que a partir de este lunes podamos festejar el advenimiento de unas relaciones simétricas entre hombres y mujeres. Deseo que los varones de este país, entendamos que las mujeres tienen todo el derecho a vivir en paz, a decidir qué quieren ser y como quieren lograrlo.

Espero que entendamos que somos un equipo, que entendamos que la expresión: “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer” es falsa, que lo que existe es la posibilidad de, tomados de la mano y hombro con hombro, mujeres y hombres, construir un país mejor, una mejor sociedad y un mejor futuro para nosotros y para nuestros hijos y nietos.

La situación general de violencia en nuestro país es vergonzosa y, específicamente, la violencia contra las mujeres, sólo exhibe las canalladas de muchos varones que se sienten amenazados por los espacios y privilegios que están perdiendo.

Scherezada empoderada
Ilustración: Rachel Levit Ruiz

Por un lado, deseo que no haya más violencia en contra de las mujeres, pero por el otro, advierto a mis congéneres varones, que ellas no se van a detener, de seguir golpeándolas o matándolas –lo que espero ya no suceda–, ellas apretarán el paso rumbo a esa autonomía, a la que sin duda tienen y siempre tuvieron derecho. Apretarán el paso, y como en muchas ocasiones, nos demostrarán lo equivocados que estábamos y lo estúpidos que hemos sido durante siglos.

Efectivamente, durante siglos las mujeres han dependido de los varones, pero eso ya se acabó, hoy vivimos, aunque a muchos les pese, en una sociedad en donde la mujer participa activamente, en donde la mujer asume posiciones políticas e ideológicas. En concreto, una sociedad en donde la mujer decide su destino.

Entendamos de una vez que Scherezada está muerta o, peor aún, nunca existió y sólo fue parte de un cuento. Ya no hay ni debe haber más Scherezadas, no podemos permitir que existan mujeres amenazadas de muerte cada día y que, como Scherezada, deban inventar un cuento cada noche, para salvar su vida.

Nos guste o no a los varones, o a la iglesia, o al Estado, o a quién sea, las mujeres han tomado una fuerza incontenible y con ella se han y nos han demostrado sus múltiples dotes, como esposas o compañeras, como empresarias, como investigadoras, en concreto, como ciudadanas de pleno derecho.

mansplaining
Ilustración: La Bioguia.

Recuerdo cuando dábamos por válida la siguiente expresión: la mujer debe entender la diferencia entre “libertad y libertinaje”, lo que en realidad implicaba una posición pseudo-moral con la que independientemente de cualquier cosa, las mujeres siempre y sin excepción, resultaban ser las culpables de todo. Eran culpables por usar una falda corta (muy corta), eran culpables por usar esos labiales rojo carmesí, por usar ropa entallada o, pecado capital, por sentarse y cruzar las piernas lo que exhibía su belleza.

Las hemos culpado de todo, de abrir las piernas sin usar métodos anticonceptivos, de provocar a los hombres –quienes cual débiles seres, no podemos tener autocontrol–.

Son culpables de no escuchar, de no obedecer, de cuestionar el statu quo, de responder, de tener autonomía, de ser –o pretender ser– independientes. Lo que nos duele, lo que nos molesta tal parece es que, ellas jamás debieron pensar, reflexionar, decidir.

Pero si ello fuera cierto, deberíamos quejarnos porque entonces ellas jamás debieron existir.

En este contexto, la pregunta obligada es: ¿Realmente es eso lo que queremos, mis queridos congéneres varones?

Me atrevo a aventurar la respuesta, y ésta, estoy seguro, es negativa.


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Feminicidios, ¿por qué y hasta cuándo terminarán?

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En este día tan especial, dedico estas líneas al ser más hermoso que habita nuestro planeta: la Mujer.

Creo que hoy en día hay muchas cosas que no tienen explicación, pero lo que no se puede entender, comprender ni justificar, es un feminicidio.

Nos hemos estado acostumbrando a oír, leer, comentar, ver en las noticias, que desaparecen niñas, adolescentes, jóvenes, mujeres, y posteriormente aparecen violadas, descuartizadas, asesinadas de forma vil, sin que las autoridades hagan nada. Y cómo lo van a hacer si para el presidente mismo estos son, como lo dice, “hechos aislados”, poco comunes, sólo le faltaría decir que son producto de la conducta de las propias mujeres.

Es increíble cómo un hombre que es resultado de una fertilización en una “mujer” que lo trajo en su vientre por cerca de 9 meses, que lo parió con dolor, que lo cuidó, alimentó, se preocupó por él, hable de forma tan peyorativa del ser más hermoso de la tierra. ¿Qué tipo de individuo es aquel que se toma el atrevimiento de menospreciar a la mujer?

Hagamos mejor un pequeño paréntesis y analizamos un poco más este tema. Si bien es cierto que a México se le ha caracterizado (por todos los medios) de ser un país “machista”, lo vemos en todas partes, en películas, libros, revistas, periodicuchos, etc., se le nombra el “macho mexicano”, que puede tener cuanta mujer se le cruce en su camino, golpearlas, abusar de ellas, tenerlas mal vestidas, alimentadas, o peor aún, convertidas en esclavas sexuales, sólo para que el Sr. pueda tener su dinero, ya sea para alcohol, droga, o para poder conquistar a otra ingenua y meterla al rebaño, para seguir con esa explotación que no tiene fin. Ya que mientras haya necesidad –yo sí creo que nadie puede juzgar a nadie sin conocer sus penurias y verdades–, habrá un mercado inmenso que se nutrirá por muchos medios y de quienes son más vulnerables.

maltrato a la mujer
Ilustración: Ilaria Urbinati.

Creo firmemente que la mujer, al tener los mismos derechos que el hombre, debería tener las mismas oportunidades, pero eso aún es un sueño, ya que se les sigue explotando, mostrando sus cuerpos al desnudo en los medios, que sólo alimentan y fomentan más el morbo en los afamados machos mexicanos. Considero firmemente que este tema es un súper tabú, ya que el mismo no tiene nada que ver con la educación, pues de ser así, ¿por qué los hombres adinerados, triunfadores, con empresas exitosas, buscan de alguna manera sacar provecho de ello?, ya sea con sus empleadas o con alguna de las que se dedican al baile erótico. Mientras no se consigue lo que desean, están como moscas pegadas al objetivo y una vez logrado, si les va bien a ellas, obtendrán algún regalito; habrá otras, desde luego, que sacarán más cosas, su trabajo les costará. Otras más, que hasta consigan que se termine un matrimonio, cosas peores.

Pero esto, desde mi miopía, no justifica que cada día en todo nuestro territorio nacional, aparezcan, niñas, jóvenes, mujeres, asesinadas brutalmente. ¿Qué tiene un supuesto ser humano en la cabeza para llegar a matar a una mujer?, se les olvida que ¿podría ser su hermana?, ¿qué pasaría si fuera su madre?, se quedarían muy tranquilos diciendo, “¿pues si le pasó es porque se lo buscó?”. ¿Realmente?, o es que ¿no nos estamos dando cuenta que cada día el empoderamiento de las mujeres es mayor?, las vemos triunfar como presidentas, gobernantes de países de primer mundo y si bien es cierto que algunas han caído en la tentación de la famosa “corrupción” –que no es exclusiva de nuestro país–, la mayoría ha realizado un excelente trabajo; tenemos como grandes ejemplos a la mujer de hierro la Sra. Margaret Thatcher, Primer Ministra del Reino Unido por varios periodos con gran éxito; la Sra. Angela Merkel, canciller alemán desde 2005, considerada la mujer más poderosa del mundo por undécima ocasión por la revista Forbes en el 2017 y que sigue aún de pie.

A estos simples ejemplos de líderes gobernantes, habrá que sumarles los innumerables casos de CEOs de empresas transnacionales que llevan carreras impecables y dando beneficios a los accionistas de las empresas que liderean. Pero me temo que, las que a lo mejor requieren de mayor respeto y admiración, son las que, ante el deslumbramiento de algún patán, tuvieron que salirse de su hogar y hacerle frente a la vida, sacar solas avante al hijo (a) con los mayores sacrificios y que, por ser madres solteras, tal pareciera que tienen un letrero enorme que dice, “soy fácil”, “soy madre soltera”, “te será muy sencillo conquistarme”.

mujeres asesinadas
Ilustración: Manrique, Contralínea.

He tenido oportunidad de conocer a infinidad de ejecutivas, brillantes todas ellas –por eso están ahí–, pero también a mujeres choferes de alguna de las plataformas de taxi, de gerentes de restaurantes que brindan a los comensales una atención superior, pero también a la Sra. de las quesadillas que hace una labor enorme por brindarles a sus hijos una mejor educación, posición, etc. Es justificable que ¿algún pervertido llegue y les quite la vida?, por la razón que quieran, no soy ni pretendo ser psicólogo, simplemente no entiendo, repito, cómo (viniendo de un vientre materno) existan locos, dementes, mal nacidos, que sin respeto alguno, vergüenza, dolor, pena, priven de la vida a ellas, las que dan vida.

El caso es tan grave o ha llegado a tal grado, que ahora vemos marchas en contra del feminicidio, por un lado vemos a las mujeres que salen a las calles exigiendo lo que por “derecho” les corresponde, tener seguridad, de poder salir sin el temor de ser atacadas, violentadas, asesinadas; y, por otro lado, infiltran a revoltosas para crear caos y que la opinión pública menosprecie el hecho y no se logre nada.

Lo comenté en el pasado, es increíble que teniendo como dirigente de nuestra ciudad de México a una mujer, la misma, no dé respuesta a las solicitudes de nuestras mujeres y se tenga que llegar a pensar en “Un Día Sin Mujeres”. ¿Qué rayos pasa en nuestro país?, ¿tan bajo hemos caído?, ¿será que los psicópatas se han reproducido como cáncer?, ¿qué pasa por esas mentes para llegar a ese grado de demencia?, el tema es muy complicado y no de fácil solución.

Criticar es sencillo, lo sé muy bien, pero el problema se sale de las manos del ciudadano común, no podemos –al menos NO debemos– hacer justicia por mano propia. Pero la impotencia es tal, que dan ganas de presentarse el caso, de actuar en consecuencia, ya que lo he escrito, ¿dónde terminan mis derechos y dónde comienzan los de estos delincuentes desquiciados? ¿Alguna propuesta?, tengan la seguridad de que todas serán bienvenidas.

Nos seguimos leyendo si gustan.


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El enemigo del pueblo

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El tema de las mujeres, el asunto de las mujeres, la huelga de las mujeres, la furia de las mujeres, las protestas de las mujeres… ¿Es un problema únicamente de nosotras? ¿Qué no es evidente que estamos todas y todos involucrados? Con benevolencia nos dicen desde la cumbre del poder “la causa de las mujeres es una causa justa”. ¿Es nada más nuestra? Este problema se va a resolver hasta que sea de toda la sociedad, un problema de mujeres y hombres y de todas las clases sociales. La diferencia no sólo viene de los hombres, viene de las mismas mujeres, las que dicen que ellas nunca han vivido ninguna situación de maltrato físico o verbal, las que dicen que nunca han sido marginadas.

La contradicción es más flagrante cuando hay asuntos en los que no solamente opinan, sino que hasta legislan, y dejan de ser exclusivamente nuestros, como es nuestro cuerpo, que se considera una propiedad social. Entonces el cuerpo de la mujer es de las Cámaras de diputados y senadores, es de las religiones, es del marido, es de los chismosos, es de los proxenetas, es de los que insultan en la calle, menos de ella, menos de la que lo padece, lo mantiene, de la que nació mujer. En esas circunstancias todos los poderes opinan y ejercen, y en el momento de defenderlo, ahí estamos solas, cada quién con su minúscula fuerza, cada una sin la solidaridad de nadie, ni de la familia, y menos de una pareja, que al final puede ser un asesino.

cuerpo de las mujeres
Ilustración: Katherine Staggs.

El cuerpo de la mujer es de las feministas y puritanas, que critican y criminalizan la belleza, que discriminan a las mujeres que deciden estar orgullosas de ser como son. Nuestro cuerpo es del racismo, que decide quién es más bella. Nuestro cuerpo es de la medicina y la farmacéutica que utiliza los métodos más atrasados en investigación para tratar nuestras enfermedades, porque nos consideran reemplazables y que aportamos menos a la economía. Las mujeres debemos dejar de ser una propiedad social, es grotesco lo que sucede, si asesinan a una mujer es “culpa del neoliberalismo”, y si una mujer aborta es culpa de ella y la encarcelan. Si está embarazada es porque “no se cuidó”, y si la golpean es porque se “portó mal”. Si tiene éxito es porque se acuesta con alguien, y si está histérica porque nadie “se la coge”.

Esos juicios nunca los recibe un hombre, porque su estatus no se cuestiona en la sociedad, tiene pleno derecho de existir y de actuar, las mujeres nos vemos obligadas a justificarnos ante la estructura social. El sentimiento de culpa es parte de nuestra educación, desde el mito del “nido vacío”, hasta el de las madres que trabajan o las que no trabajan, la culpa casi es genética. Nuestro cuerpo no es propiedad de la sociedad, no es el enemigo del pueblo, ni del gobierno, ni de ningún partido político, somos seres humanos, y la “causa de las mujeres” es una causa humana. La incomprensión de esto, tan esencial, es inhumano.


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