feminicidios

Asesinos

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Es indignante presenciar el espectáculo grotesco del Estado y su indiferencia ante los asesinatos de mujeres. ¿Por qué protegen a los asesinos? ¿Por qué solapan y encubren la impunidad? ¿Es un asunto ideológico, es parte de sus “creencias”, pretenden que los asesinatos se detengan milagrosamente? Es muy fácil matar en este país, la impunidad es una motivación muy grande, recomendar “jalones de orejas y rezos nacionales” debe ser para los criminales una invitación a que continúen masacrando vidas, y se deben retorcer de la risa cada vez que escuchan esos razonamientos. Pues van a seguir matando, el maltrato y el asesinato a las mujeres es parte de la idiosincrasia nacional, que se niegan a cambiar. Mientras en los pueblos originarios sigan repudiando a las mujeres que quieren estudiar y casando a la fuerza a las niñas, truncando los estudios por los embarazos adolescentes, la violencia va a continuar.

El populismo multicultural se niega a educar y condenar esas “tradiciones”. Mientras sigan culpando a las mujeres por su forma de vestir, van a seguir las violaciones. El poder de no hacer es ominoso, ofensivo, esa inacción es deliberada, no se aplican las leyes, no se investigan los crímenes, no hacen nada, la ineficiencia es encubrimiento. Las mujeres no tenemos que convencer de que somos seres humanos, que merecemos justicia, respeto y paz, eso lo debería saber el Estado, y parece que cada hora hay que recordárselos. En vez de tirar el dinero en publicaciones feministas que no leen ni las escritoras que publican ahí, en vez de pagar comisiones que viajan a los congresos internacionales de feminismo, inviertan en educación y en procuración de justicia.

violencia contra las mujeres
Ilustración: Juan Serrudo.

No están haciendo nada, no hay campañas, no hay acciones en las escuelas, las adolescentes sufren violencia con sus novios, las golpizas ya son parte de los noviazgos en todas las clases sociales. Imaginemos que desapareciéramos todas las mujeres del país, todas, incluso las que solapan al Estado y su dejadez, incluso las que mienten y dicen que nunca han padecido acoso o racismo en sus trabajos, ¿qué van a hacer los machines sin nosotras? ¿Se van a golpear entre ellos? ¿Van a ser felices gritando que ahora sí, ellos son los reyes del país, de su casa y de los trabajos? ¿Se van a sentir reivindicados, van a sentir que por fin son libres? ¿Se van a insultar y degradar entre ellos?

Lo debería responder el Estado que nos quiere asustadas, indignadas o muertas, su negligencia así lo demuestra. La denuncia es todo lo que tenemos, las mujeres que mienten y dicen que nunca ha sufrido violencia física o verbal por ser mujeres, que niegan que tenemos un lugar menor en la sociedad, las que lucran con las políticas falsas de promoción y cuotas, también son responsables de esto, y deben asumirlo, cada centavo gastado en feminismos partidistas y de enchufe político repercute en la nula administración de justicia. El Estado debería rezar por sus burócratas, sus amigos y seguidores, recen mucho, para que su dios les perdone su negligencia.


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9 de marzo ‘Un día sin mujeres’ y sin represalias

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Gobierno no sancionará a funcionarias que se una a un día sin mujeres

La convocatoria para protestar en contra de la violencia de género y los feminicidios en México es clara ‘el nueve nadie se mueve’ y propone un paro nacional para dejar al país ‘Un día sin mujeres’.

La iniciativa fue presentada por distintos grupos de activistas feministas en redes sociales y, ante la ola de violencia y asesinatos en contra de las mujeres, ha tomado gran fuerza avivando la amenaza de marchas masivas y ausentismo laboral en protesta a la falta de seguridad en el país.

Se ha invitado a que las mujeres no asistan a trabajos, escuelas, centros comerciales o realicen actividades habituales y salgan a las calles a defender el derecho a la vida, protestar en contra de los feminicidios y levantar la voz por las mujeres que han sido víctimas de violencia.

Un día sin mujeres paro nacional 9 de marzo
Foto: Redes Sociales

Ante esta situación, la jefa de gobierno de la ciudad de México, Claudia Sheinbaum, indicó que no habrá ninguna sanción ni represalias para las trabajadoras de la administración capitalina que se una al paro nacional femenil convocado para el lunes 9 de marzo.

“Hay caso 300 mil trabajadores del gobierno de la Ciudad de México, la mitad de ellos son mujeres, en mi caso yo estaré en la oficina, soy Gobierno, tampoco puedo desentender de lo que pasa ese día, pero hacemos un llamado para las trabajadoras del gobierno que se quieran unir, pueden hacerlo sin ninguna represalia” dijo Sheinbaum.

Todos somos responsables de los feminicidios

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Apuntar y diagnosticar culpables desde la pasividad e inconsciencia nos muestra claramente que todos formamos parte de los feminicidios.

El homicidio en razón del género se denomina “gendercide” en inglés. Fue acuñado por la feminista estadounidense Mary Anne Warren en su libro de 1985 El homicidio en razón del género: las implicaciones de la selección por sexo. Este término se considera neutral sexualmente hablando, en el que las víctimas pueden ser hombres o mujeres. Hay una necesidad de una denominación neutral dado que el asesinato por discriminación sexual es tan malo cuando las víctimas son varones (androcidio) como cuando son mujeres (feminicidio).

Hoy en día el feminicidio ocurre en su mayoría por un “aprovechamiento” de la fuerza física del hombre sobre la mujer. Esto genera un abuso y, por ende, estamos viviendo un sentimiento de enojo que se vuelve generalizado en un ambiente contemporáneo, en donde por décadas se ha luchado por la igualdad de género. 

feminicio y abuso
Ilustración: Isabel Gómez Guizar.

Desde este contexto podemos observar que cada vez que un hombre se aprovecha, por el simple hecho de creer que es más fuerte que la mujer, está abriendo las posibilidades de un feminicidio. Esto no sugiere que en todos los casos lo vaya a perpetuar hasta llegar a terminar con una vida, lo que sí sucede es que se genera un inconsciente colectivo de miedo y debilidad por parte de las mujeres que lo reciben y con esto se abren las posibilidades a nivel colectivo. Como sabemos, nuestros miedos y emociones polarizadas atraen las posibilidades más cercanas a que sucedan.

Desde un piropo mal intencionado, una mirada con intención sexual, o simplemente compartir una foto de una mujer desnuda que genere deseo, abre las posibilidades para fortalecer la creencia de que los hombres podemos tomar a las mujeres como objetos, fortaleciendo inconscientemente las posibilidades de un feminicidio. Claro que, si la fotografía fue generada por la mujer con la intención de que la deseen, ella estaría formando parte de todo el proceso. El hecho es que no nos damos cuenta de lo que construimos día a día hasta que nos topamos con una situación como la que hoy se presenta en México.

La jurista y activista por los derechos humanos Mónica Bayá, opinó que el feminicidio es el asesinato de mujeres por parte de hombres “por el hecho de ser mujeres” y está sustentado en el odio, desprecio, placer o en el sentido de propiedad sobre las mujeres. Este efecto paradigmático masculino, en la mayoría de los casos, viene del estado histórico de compararnos y creer que somos más fuertes físicamente.

El reto es cómo poder atender el feminicidio desde un punto centrado y no polarizado por los roles masculinos y femeninos. No es un tema que puedan sacar solas adelante. Los hombres debemos ser parte constructiva de una nueva relación entre el hombre y la mujer. Ya hay esfuerzos integrales que llevan décadas avanzando, sin embargo, hoy estamos en el mejor momento para impulsar un proyecto de consciencia colectiva que comience a liberar las creencias y comportamientos que participan como contexto de un acto como el feminicidio.

Cruz del feminicidio
Ilustración: Darío Castillejos.

Todos los eventos que se hagan para llamar la atención siempre sumarán presión social para la búsqueda de soluciones. No obstante, se debe incluir un proceso de consciencia que permita que no se queden “sólo como experiencia de las marchas” o, por ejemplo, en la gran propuesta de un día sin mujeres para el próximo 9 de marzo. Es necesario una continuidad de mensajes, actos, eventos y participación de más personas para poder lograr el cambio de consciencia. Al final todos somos actores de este escenario actual que nos muestra cómo es que hemos actuado en el pasado y del resultado que hoy reprobamos.

Tenemos la oportunidad de hacer un esfuerzo de consciencia integral. Es momento de incidir en los paradigmas de los hombres y de las mujeres. El hombre rompiendo los suyos para sumarse al respeto y acompañamiento a la mujer, y la mujer en creer que realmente puede y tiene las capacidades para liderar y atender los grandes problemas que hoy enfrentamos en el planeta. Ninguno por arriba del otro, ninguno en contra del otro.

No será corto el camino, pero sí será necesario pasar del enojo social al coraje con voluntad para hacer que suceda. Asumamos el enojo naturalmente, aceptando que no nos gusta lo que estamos viviendo, y hagámonos todos responsables en autoreferencia de lo que está pasando. Sólo así y desde ahí, encontraremos un camino que permita construir una nueva relación del hombre y la mujer para un mejor futuro juntos. La posibilidad de hacer un cambio evolutivo con un salto cuántico del ser humano será por el camino de la consciencia. 

Yo quiero muchos días de hombres y mujeres juntos, ¿y tú?


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Gritos y sombrerazos frente a la desconfianza y el hartazgo ciudadano

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La persistente falta de confianza en las instituciones políticas en México, nos muestra una alta desafección de los ciudadanos en el sistema político a pesar del proceso de democratización electoral, de la constitucionalización de los derechos humanos, de la institucionalización de un sistema de transparencia y acceso a la información y uno anticorrupción, además de la reforma del sistema de justicia penal (Monsiváis, 2020).

Mediciones como el Latinobarómetro o la Encuesta Nacional de Cultura Política muestran que los mexicanos, por una parte, confían poco o nada, en los partidos políticos, en la policía, así como en los diputados y senadores; además de que, por la otra, están poco satisfechos con la calidad de servicios públicos como el mantenimiento de calles y avenidas, el alumbrado público o el abastecimiento de agua potable. Sin duda esta lista crece con la experiencia cotidiana de cada uno de nosotros. En esta columna quisiera compartir con ustedes una reciente experiencia que tuve al asistir a una clínica del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

desconfianza politicos
Ilustración: Nexos.

Al llegar a lo que sería una segunda cita para tratar de obtener una incapacidad médica, me encontré con un derechohabiente que tuvo que dar “gritos y sombrerazos” para obtener un documento que constara su asistencia a la clínica para tratar de ser atendido; ello con la intención de que no le descontaran el día en su trabajo. Este ciudadano reclamaba no sólo el derecho frustrado de ser atendido –porque no alcanzó ficha–, sino que le dieran algún tipo de comprobante de que había ido desde tempranas horas del día al centro de salud. La persona que lo atendió no paraba de decirle que eso era “imposible”, que la “normatividad” no lo permitía, que ellos no tenían “ninguna obligación de atenderlo”, etcétera. Frente a ello el ciudadano pidió ir con la directora de la clínica.

Seguramente ahí el ciudadano siguió insistiendo en conseguir la constancia para que la infructuosa ida a la clínica no le costara un día de salario –yo ya no pude seguirlo porque en ese momento a mí me aplicaron la “normatividad” institucional: mi cita estaba cancelada porque había llegado 10 minutos tarde–. Cabe mencionar que en mi anterior visita yo había llegado 10 minutos antes y tuve que esperar dos horas para ser atendida, por lo que en la segunda ocasión no me pareció necesario llegar a tiempo –mala asunción de mi parte porque la “normatividad” institucional le permite al médico no cumplir con los horarios establecidos, pero no así al derechohabiente–.

En fin, historias como éstas seguramente le vienen a la mente al lector de esta columna. Porque todos –o casi todos– hemos padecido experiencias en las que las instituciones del Estado no logran satisfacer nuestras necesidades y, por tanto, atropellan nuestros derechos. Frente a ello los ciudadanos, obviamente, sentimos desconfianza hacia esas instituciones y hacia el quehacer gubernamental. Ésa es la tesis del artículo que antes cité (Monsiváis, 2020): la desconfianza política incrementa por experiencias negativas de los ciudadanos en su vida cotidiana –eso es lo que el autor llama la influencia del “vínculo local” en la confianza del ciudadano–.

desconfianza social
Ilustración: El País.

Pero, además de la desconfianza política, yo agregaría que el hartazgo de los ciudadanos incrementa frente a experiencias como las que narré líneas arriba. No sólo es que los ciudadanos desconfiemos de las instituciones y por ello sintamos desafección hacia el sistema político, sino que los ciudadanos estamos hartos de los malos tratos y la ineficacia de las instituciones. Ello explica los gritos y sombrerazos que tenemos que dar. Así como el ciudadano de la clínica tuvo que dar gritos y sombrerazos para ser escuchado y tratar, con ello, de que sus derechos no fueran pisoteados; así también podemos entender las manifestaciones públicas de ciudadanos y ciudadanas que protestan en la vía pública cuando sus derechos son violentados por un Estado sordo y poco eficiente. Muestra de ello son las recientes manifestaciones de padres de niños con cáncer por la falta de medicamentos; o bien, de mujeres en contra de los feminicidios y la violencia de género. En ambas manifestaciones los ciudadanos, hombres y mujeres, alzan la voz –con gritos y sombrerazos– para que, frente a la sordera institucional, sus exigencias sean escuchadas.

¿Será que en algún momento los funcionarios que ocupan puestos de decisión y atención asuman su cargo como servidores públicos, y oigan a los ciudadanos sin que tengamos que seguir dando gritos y sombrerazos? Quisiera cerrar esta columna con una nota de optimismo, esperando que así sea.


Referencias:
Monsiváis, Alejandro 2020, “El vínculo local en México: gobiernos subnacionales y confianza política”, Nexos.


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Violencia contra violencia. Terror cotidiano en el México de hoy

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Evidentemente el panorama es desolador, la violencia campea por doquier, con una variedad de rostros y formas que acusan la descomposición paulatina y creciente que aqueja a la sociedad, bajo el acecho del crimen en cualquiera de sus expresiones y con un altísimo grado de impunidad.

Se atribuye con insistencia a la decisión de declararle la guerra al narcotráfico, lo que desató el enfrentamiento armado y abierto de los cárteles e incendió regiones enteras del país con una violencia inusitada. Se ha cuestionado enfáticamente la fallida estrategia de confrontación a la delincuencia organizada empleada por gobiernos anteriores, involucrando directamente a las Fuerzas Armadas, y se ha conminado a los criminales, como nueva estrategia, a portarse bien. En contraparte, recientemente se ha instruido a la Guardia Nacional a conducirse con respeto a los delincuentes que también son seres humanos.

Pero ni las medidas de contención abierta, ni los pacíficos y amables llamados al orden, parecen haber funcionado para llevar a los violentos al camino del bien y de la moral. Los mexicanos se mueren en cantidades de miles y, no estamos en guerra.

violencia y saldo rojo
Ilustración: Vanguardia.

A ese rostro de la violencia, al que parece nos fuimos habituando cual rana en agua hirviendo, al del enfrentamiento entre grupos rivales, con miles de balazos por el control de plazas, que al fin y al cabo “se mataban entre ellos”, se fueron sumando, poco a poco, otras formas de agresión a la convivencia social, no nuevas, pero sí en una cuantía en constante aumento: el asalto a mano armada en la vía o en el transporte públicos, la violación y homicidio de mujeres, feminicidios, secuestro y extorsión, entre los más comunes, que, vistos en conjunto, dan forma a un ambiente de pavor que se antoja imparable, implicando con más frecuencia a mujeres y niños como víctimas del terror cotidiano.

La impunidad ha producido, de manera consecuente, incentivos para los delincuentes. La miseria de sanciones legales, que no llega al diez por ciento de los delitos denunciados, tiene un efecto directo sobre el comportamiento criminal. A la falta de efectividad del sistema de procuración y administración de justicia, tradicional en nuestro país con la corrupción asociada, debe añadirse el efecto adverso de las reformas de 2008 que introdujeron el sistema de oralidad; y que a la fecha no ha terminado de cuajar, además de ser seriamente cuestionado por ofrecer la llamada “puerta giratoria” a los delincuentes, que encuentran facilidades en las fallas de procedimiento de los abogados, reales o artificiales, para evadir la acción de la justicia y pretendió ser subsanado por las nuevas reformas que no tuvieron paternidad ni denominación de origen.

El reclamo por el aumento sensible en la incidencia de homicidios comunes o por razones de género en contra de mujeres pasó, en breve tiempo, del activismo mesurado de colectivos feministas, a la protesta abierta, recurrente y agresiva, que en no pocos casos ha rayado también en extrema violencia y ha debido ser contenida por la fuerza pública con el empleo de contingentes policíacos integrados por mujeres, situación que ha abierto el debate sobre la pertinencia de la movilización violenta para exigir, precisamente, acciones contundentes contra la violencia.

impunidad y corrupcion
Ilustración: Nueva Tribuna.

Sin embargo, el clima de inseguridad y de violencia que se padece en prácticamente todo el territorio, con su hemática cauda depredadora, se erige como razón suficiente para justificar los modos y los medios que diversas organizaciones han elegido para visibilizar sus demandas y exigir respuestas. Los abundantes casos sin resolver y los atroces asesinatos de fechas recientes de una joven mujer y una pequeña de apenas siete años, son más que suficientes para justificar la indignación, no sólo de los colectivos, sino de toda la sociedad.

México padece una enfermedad profunda, una epidemia que se expande, contaminando perceptiblemente todos sus órganos y su sangre, un cáncer perverso y contagioso que, a medida que crece, hace más difícil su tratamiento y extirpación. Los antídotos prescritos en el pasado, es verdad de Perogrullo, no han surtido efecto y hasta hoy, tampoco las nuevas recetas. Se llama corrupción, las evidencias están a la vista y no requieren de mayor demostración. El Galeno debe aplicarse.

 La criminalidad se nutre de la tolerancia, de la indiferencia, de la ambición, de la connivencia, de la omisión de la autoridad, pero también de la indolencia, de la pasividad, del miedo y de la distracción de las sociedades.

El horno no está pa’ bollos, prudencia y acción.


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Justificar lo injustificable: ni una más, alto a los feminicidios

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Hace unos días, oí por casualidad parte del discurso de una diputada. No sé de qué partido era ni cómo se llamaba. Ahora me arrepiento de haber cambiado de canal para no seguir escuchando palabras que me amargaban la tarde. Sin embargo, lo poco que oí fue suficiente para romper el pacto que había hecho conmigo misma de evitar escribir sobre política y cosas peores en esta columna. En el pedazo del discurso que me hizo cambiar de opinión, la diputada defendía la postura del gobierno federal en el caso de los feminicidios.

No se puede defender lo indefendible. Basta de utilizar el pasado para justificar lo injustificable. Los feminicidios no surgieron con este gobierno. De acuerdo. La descomposición social ha sido un proceso de años. De acuerdo. Las voces de las mujeres han sido silenciadas durante décadas. Cierto. Pero no se trata de historia, se trata de lo que está sucediendo hoy en nuestro país. Del riesgo que implica ser mujer en México hoy. No es necesario ver, escuchar o leer noticias para saber que los medios no exageran. Todos conocemos a una –o varias– mujeres que han sufrido algún tipo de violencia. En el medio de transporte, en el trabajo, en la escuela, en la calle, en casa. De día, de tarde o de noche.

Las estadísticas pueden manipularse, la realidad está ahí. Los feminicidios deberían estar a la cabeza de las prioridades del gobierno. La discusión sobre los derechos de los delincuentes es válida, pero no si opaca el tema de fondo. Las víctimas se acumulan, ése es el fondo. ¿Y la primera dama, no tiene nada qué decir al respecto? ¿O a ella también la han silenciado?


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Un día sin mujeres; el nueve ninguna se mueve

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Convocan a paro nacional de mujeres contra feminicidios

Un grupo de colectivos feministas convocó a paro nacional de mujeres contra feminicidios los próximos 8 y 9 de marzo.

En México, al día son asesinadas 10 mujeres y el 99.9 por ciento de los casos permanecen en total impunidad.

Ante las cifras de feminicidios en México al alza, grupos activistas han lanzado distintas iniciativas en México y otros países del mundo, convocando a un paro nacional y marcha masiva en contra de las violencias de género que ha dejado miles de mujeres asesinadas en el país.

Paro Nacional 2020 mujeres contra feminicidios
Foto: Twitter

Para el 9 de marzo, un día después de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, grupos feministas llaman al paro nacional bajo el lema ‘un día sin mujeres’, en donde piden a empleadores y académicos solidarizarse y no tomar represalias contra las mujeres que por cumplir con el paro no asistan a colegios o lugares de trabajo.

En la Ciudad de México, la marcha ha sido convocada por por la Asamblea Feminista Juntas y Organizadas. Partiría a las dos de la tarde del Monumento a la Revolución al Zócalo capitalino, con una parada intermedia en la Antimonumenta que se localiza frente al Palacio de Bellas Artes.

Hombres también participan en paro nacional

Convocan a paro nacional de mujeres contra feminicidios
Foto: Twitter

Los movimientos feministas se avivaron en México tras darse a conocer el caso del feminicidio de Ingrid Escamilla, una joven de 25 años víctima de violencia intrafamiliar e imágenes de su asesinato fueron expuestas en redes sociales.

A este caso se sumó el feminicidio de Fátima, una niña de siete años víctima de maltrato y cuyo caso sigue siendo investigado por las autoridades de la Ciudad de México.

Primero Fátima, ahora Karol Nahomi

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Karol Nahomi otro caso de feminicidio contra menores de edad en México

Primero fue el asesinato de Fátima, ahora se suma Karol Nahomi, otro caso de feminicidio contra menores de edad que conmociona a México.

El cuerpo de la bebé de cinco meses Karol Nahomi, fue encontrado en las cercanías de un arroyo en Santillo, Coahuila. La menor había sido robada a su madre por una pareja.

La Fiscalía General del Estado de Coahuila informó que un cuerpo con las mismas características de Karol Nahomi, pequeña reportada como robada por lo que la Fiscalía de Personas Desaparecidas por lo que se activó la Alerta Amber.

“Peritos y agentes de Investigación criminal adscritos a la Unidad de Investigación y Litigación de Homicidios Violentos de la Delegación Sureste recaban indicios, mismos que serán incorporados a la carpeta de investigación para llevar a él o los responsables de este crimen ante la justicia”, dijo la Fiscalía en un comunicado.

La ficha de Alerta Amber indicó que Karol Nahomi fue arrebatada de los brazos de su madre el martes 18 de febrero por una pareja que viajaba en un auto Tsuru color amarillo, en la misma colonia donde fue encontrado su cuerpo sin vida.

El caso de Karol Nahomi se registra una semana después del caso del feminicidio de Fátima, una niña de siete años y cuyo caso sigue en proceso de investigación.

La incidencia de feminicidios contra menores de edad en México se duplicó en 2019, cuando hubo 98 casos, con relación a 2015, cuando fueron 50, revelan datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Respecto al número de feminicidios infantiles en 2018 (88 casos), el alza en 2019 fue de 11.3 por ciento.

La incidencia de este delito ha mantenido un incremento constante, de enero de 2015 a diciembre 2019, se contabilizaron 356 casos, promedio anual de 71 casos, un evento cada cinco días.