Hermanos Alenda

Hermanos Alenda, cortometrajes de largo alcance

Lectura: 6 minutos

Los españoles César y José Alenda son hijos de un fallecido productor de la industria cinematográfica, José Esteban Alenda. “Ventajas y desventajas que ello represente, no se formaron en ninguna escuela de cine, pero desde niños vivieron en ese ambiente, devorando películas y revistas especializadas”, según cuenta José. En 2004 fundaron la productora “Solita”, el apodo de juventud de su madre, Soledad. Su principal motivación, dicen ellos, fue la necesidad de contar historias, y la de dar continuidad a la trayectoria de su padre, aun si a él en vida nunca le demostraron mucha vocación.

En colaboración con otras productoras, en 2018 Solita Films llevó a la pantalla grande la película, Sin Fin, opera prima de los hermanos Alenda, quienes la escribieron, dirigieron y montaron. Y en mi opinión es precisamente el montaje, que de un ir y venir en el tiempo crea un buen ritmo y continuidad, uno de los factores que inyecta interés a la narración de esta historia común sobre el deterioro en la relación de una pareja. Lo original de la versión Alenda, creo, es que narra con naturalidad y empatía el primero y el que podría ser el último día juntos de dicha pareja, incitando en la imaginación del espectador o, más bien, apostando a que éste se reconozca en la cinta, el cuestionamiento en torno a un enigma que ha perseguido a muchos: los porqué, cómo y cuándo de tal deterioro.

Baste decir que la cinta ganó tres premios importantes en el Festival de Málaga y estuvo nominada al Goya a Mejor Director Novel, para apoyar la opinión de que, a pesar de que el guion descansa en la fantasía de los viajes en el tiempo, la trama no pierde interés en ningún momento y las excelentes interpretaciones de María León y Javier Rey logran adentrarnos en un drama que se siente real. Con un final tan breve y redondo como inteligente, la película propone un rescate del amor, pero, sobre todo, una reivindicación de la individualidad de cara a la pareja: una propuesta que, pienso, a todos nos vale la pena ver.¨

Como ellos mismos lo dicen, su escuela han sido los cortometrajes. Así aprendieron a dirigir, escribir, producir, montar, distribuir, diseñar carteles, producir dvds, crear efectos digitales, notas de prensa… aun a rellenar formularios para financiamentos o concursos, que es parte de la formación necesaria para los creadores de la industria. En 2014, Solita Films había coproducido un antecedente de Sin Fin, el corto Not the End, que en vez del padre parece hijo inexperto de la cinta. Como lo explica María León, los actores no habían desarrollado la química que existiría entre ellos, apenas tuvieron tiempo “de oler” a sus personajes, tanto como los directores pudieron poner a prueba las locaciones y cada elemento del guion del largo que ya habían escrito. Sobre todo, lograron la aceptación suficiente como para financiar más tarde la película. A este respecto quizá sea pertinente recordar que un cortometraje es toda aquella producción audiovisual de duración inferior a 30 minutos (de 30 a 60 minutos se considera mediometraje, y película a partir de 61) y que, por lo tanto, su costo de producción respecto al largometraje se reduce tanto como las facilidades para realizarlo aumentan. Quizá las anteriores sean efectivamente las causas de la existencia de Not the End, aunque evidentemente no es el caso de otros excelentes cortometrajes con la firma Alenda.

María León y Javier Rey
María León y Javier Rey (fotograma: Sin Fin).

El primero de ellos fue Manolo Global. Según César, el entusiasmo por contar la historia de este técnico reparador que se pierde dentro de una inmensa red de tuberías para aire acondicionado fue el motor que los llevó a fundar su productora. Por supuesto la carrera de arquitecto que cursó César influyó en el interés de los hermanos por el tema, lo mismo que determina la manera en que a la fecha enfrentan cualquier rodaje: a detalle y con una previa planificación exhaustiva. Como en toda narración breve bien lograda, tanto en Manolo Global como en la versión animada del mismo, Manolo ®,la capacidad de síntesis y dominio de la estructura dramática de los hermanos salta a la vista. Aun sin experiencia en la animación, ellos lanzaron el proyecto a una convocatoria de la Comunidad de Madrid, aprovechando el material ya reunido para Manolo Global, “ante la desesperación durante el periodo de postproducción” del mismo. Pues no sólo ganaron la ayuda de dicha convocatoria, sino que desarrollaron a tal grado la técnica de animar dibujos que un par de años más tarde estarían ganando el premio más importante de su carrera.

Relato de época a base de dibujos en tinta coloreados al pastel, La Increíble Historia del Hombre sin Sombra (2008) ganó el premio Goya al mejor cortometraje de animación. “Había que crear la atmosfera adecuada”, explica José, “para ello recurrimos al expresionismo de principios de siglo y a una narración con planos breves de animación limitada”. La historia trata de un joven sin fortuna que para ganarse el amor de una mujer vende su sombra a un misterioso personaje a cambio de una bolsa interminable de monedas de oro. “Procuramos que todos nuestros proyectos tengan un carácter atemporal y la imagen o técnica que la historia pide, en este caso un cuento animado era la única manera tanto a nivel creativo como en términos de producción”, aclara. Los objetivos fueron los suyos de siempre, entretener tanto como provocar emociones y reflexión, logrados gracias al sello original de la visión única que imprimen en todas sus creaciones.

También merecedor de un comentario, el corto-Alenda Inertial Love (2012) retoma su antiguo proyecto Homo Asfalto, en el que los hermanos quisieron experimentar con personas la técnica del stop-motion.¨¨Años más tarde retomaron el experimento, cuando el fabricante de la cámara Lomokino buscaba promocionarla. En esta historieta, la autopista es metáfora de las relaciones amorosas y el proceso cíclico por el que el enamoramiento llega y se va. Una inercia que impulsa a seguir adelante se materializa a través del protagonista que es proyectado por el parabrisas y se desplaza a toda velocidad por el acotamiento de la carretera, en contraste con el movimiento pausado del resto de la gente: increíble que en poco menos de siete minutos los directores logren captar con humor la esencia de dicho ciclo y los accidentes de su devenir. Más increíble, su maestría para darnos la impresión de que partieron del guion para eligir una cámara que se le adaptara y no viceversa…

Nominado al Goya 2012 de Mejor Cortometraje de Ficción, Matar a un Niño es otro de los grandes recomendados de entre los cuentos que nos narran los Alenda. En éste, lo hacen a través del nítido blanco y negro de una secuencia de fotos y la voz en off de un narrador, de forma tan estética como terrible es el fondo de aquello que relatan. Un niño va a morir a una hora determinada; antes de ese momento el niño es feliz, porque sus deseos se centran en pasar tiempo con su padre, porque aún tiene la inocencia para imaginar que navega, para soñar… Con algunas referencias al cuento del mismo título del sueco Stig Dagerman, pero desde la originalidad que caracteriza su punto de vista, los Alenda hacen una excepcional crónica anunciando la pérdida de la inocencia.

La que es, en mi opinión, no sólo la mejor obra de estos hermanos sino de las existentes en contra de la violencia de género, es el cortometraje El Orden de las Cosas (entre otros reconocimientos, nominado en 2011 al premio Goya Mejor Cortometraje de Ficción). Un cinturón masculino que simboliza el régimen de tiranía que además es hereditario, una gota que cae solitaria pero constante al interior de una tina, ésta a su vez símbolo de una posible microintimidad que encima se le niega a la mujer, el juguete infantil roto que nunca nadie reparará, el anillo como recordatorio de una relación que durará “para siempre”. Y luego el mismo cinturón que aparece encadenado a la tina, el agua que desborda e inunda el cuarto de baño y el departamento… la vista del mar y el cielo abierto, alguien que va dejando huellas en la arena…  En El Orden de las Cosas el equipo Alenda hace gala de su genio probado para crear las metáforas que maneja a un ritmo perfecto. La situación que se nos presenta es atroz, y sin embargo la muestran en bellísima secuencia de imágenes, cada una bien cuidada. 

Hoy gracias a la dismunución de costos que implica la irrupción del cine digital, y la existencia de plataformas de distribución y exhbición, el público tiene acceso, incluso gratuito, a gran cantidad de material audiovisual, pero especialmente los de corta duración. Mi recomendación es que lo aprovechemos sin prejucios: hablar en corto no implica que se diga poco y mucho menos de poca importancia. En mi opinión, en el caso de los Alenda sucede justamente lo contrario.


¨ Gesto solidario por el confinamiento, al menos hasta hace unos días me fue posible obtener de los hermanos Alenda –a quienes no conozco– un enlace de acceso directo a la película, tras habérselo solicitado vía email a: solitafilms@solitafilms.com

¨¨ Se trata de aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una sucesión de imágenes fotografiadas.


También puede interesarte: Florian Henckel von Donnersmarck y la belleza de la verdad.