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La tragedia de Pasta de Conchos

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Aquel 19 de febrero de 2006, estaba desayunando en un restaurante de Saltillo, Coahuila –mi patria chica materna–, cuando me sorprendió la noticia de la explosión acaecida ese mismo día a las 2:05 horas en la mina de Pasta de Conchos, del municipio de San Juan de Sabinas, Ejido de Santa María de la zona carbonífera sita en el centro territorial de la entidad, que había dejado en sus galerías los 63 mineros atrapados, y vino enseguida a mi mente el trágico accidente en la mina de Barroterán, en la misma cuenca el año de 1969, que arrojó un saldo de 153 mineros muertos, y que abastecía de carbón denominado “coke”, a la entonces empresa paraestatal Altos Hornos de México; considerada aquella como una de las mayores tragedias mineras que rápidamente dio la vuelta al mundo.

Por coincidencia, a la salida de aquel restaurante me encontré con un viejo minero amigo mío de la Sección 14, de Rosita, Coahuila, del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos, y me dijo que la onda de la explosión de Pasta de Conchos había sido tan intensa que todos los mineros estaban muertos.

pasta de concho
Imagen: Milenio.

Hoy, a catorce años de aquel hecho trágico, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha tenido una reunión en Palacio Nacional con los deudos de los mineros caídos y firmar el compromiso de rescatar los cuerpos de los mineros y pagar una discrecional indemnización, que se hizo constar por escrito. El pago de esta última pudiera ser lo de menos, porque la empresa Industrial Minera México (IMMSA) ya pagó la pensión dispuesta por la ley, además de otras ayudas y prestaciones por el daño moral causado a las familias, pero el compromiso de rescate de los cuerpos de los mineros, o lo que resta de ellos, es bastante serio para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a la cual se le ha impuesto la obligación de rescatarlos en un término de cuatro años, es decir, en 2024, justo cuando termina el mandato presidencial del actual gobierno. Quienes comparan esto con el caso de los mineros atrapados de Chile, ocurrida el 5 de agosto de 2010 donde el rescate fue exitoso, olvidan o ignoran que la mina no era de carbón sino de cobre y oro, y hubo sólo un derrumbe que cerró la galería donde se encontraban los mineros, mientras que en Conchos ocurrió un colapso de varios derrumbes, que hacen más difícil y riesgoso el acceso al lugar.

Tanto el presidente Vicente Fox –en cuya administración ocurrió el lamentable hecho – como Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, los tres se obligaron con la trillada frase de “llegaremos hasta las últimas consecuencias”, pero no pasaron del discurso hueco y simulado, porque los responsables directos e indirectos no fueron a la cárcel por este “crimen industrial” que causó el luto de más de 150 deudos. El punto esencial del rescate de los cuerpos de los mineros fue evadido tanto por lo oneroso como por las adversidades geológicas para lograrlo. No obstante, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, cuyo titular era José Luis Soberanes, se pronunció –expediente 26/06– por violaciones a los derechos humanos , a la legalidad , seguridad jurídica, integridad física y vida de los trabajadores, pero la recomendación se fue al vacío por el encubrimiento al sindicato minero que no luchó por la seguridad y las reglas de higiene de los mineros, y de la empresa que se refugió en el argumento de que, al no conocer la verdadera causa del accidente, no podía ser considerada responsable y culpada por probables deficiencias de seguridad.

jose luis soberanes
José Luis Soberanes Fernández, abogado y jurista mexicano.

La hipótesis más socorrida de la causa de la explosión es la debida a una deficiencia en los volúmenes de aire del sistema de ventilación que ocasionó una abierta violación a la norma NOM-STPS- 023/2004, por la carencia de esta medida esencial, y provocar que el gas metano con alguna chispa produjera el estallido. Sin embargo, al no saber hasta la fecha qué sucedió exactamente en el lugar de los hechos, toda hipótesis queda sólo en eso, una suposición solamente.

Por ello, el compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador es grave, tanto por lo costoso que resulta el rescate de los cuerpos de los mineros muertos, como por los altos riesgos que corren quienes vayan a dedicarse a esta tarea. Finalmente, recuerdo las palabras de un alto directivo extranjero de Altos Hornos de México que dijo, al preguntársele su opinión, que “esto pasa siempre por trabajar en las entrañas del infierno”.


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