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¿En qué se han convertido las izquierdas políticas?

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Platicando con unos estudiantes, me decían que el actual gobierno representaba la izquierda en México. Sin embargo, criticaban que la izquierda tenía pretensiones equivocadas.

Me pusieron como ejemplo de capitalismo a Noruega o Finlandia y yo les discutía que, en todo caso, esos países (sé que no es así), resultaban ser mucho más de izquierda que el nuestro, allá se ha alcanzado un estado de bienestar al que todos deberíamos aspirar.

En esos países, la educación, y yo que diría “la buena educación”, es universal y gratuita, igual que la salud. Uno de ellos me habló del manifiesto comunista de Marx, argumentando que jamás se ha logrado.

Les explicaba que para todo fin práctico (advirtiendo que no soy experto en el tema) nuestras generaciones, la mía y la de mis estudiantes, no hemos podido ver en realidad ningún país latinoamericano en donde la izquierda haya florecido para bien de sus habitantes.

La referencia primera y obligada es Cuba, en su época mi padre creyó sinceramente que el experimento cubano sería un éxito, pero murió antes de ver el desenlace –para mí fatal–, del castrismo cubano.

izquierda cuba
Imagen: Alberto Caudillo.

Castro, junto con El Che Guevara, parecían al principio unos libertadores, pero al paso de los años la Revolución cubana devino, como de todos es sabido, en una dictadura.

El libertario se convirtió en dictador y lo que parecía una revolución, terminó en un gobierno déspota y autoritario que, durante años mantuvo un cerco en torno a sus propios ciudadanos, prohibiéndoles cualquier manifestación en contra del régimen.

Recuerdo que en mi adolescencia surgió fuertemente el nombre de otro “libertador”, Daniel Ortega, quien al igual que lo hizo Castro, luchó contra Flugencio Batista; Ortega lo hizo oponiéndose al régimen de Anastasio Somoza.

Cabe señalar que, en ambos casos, tanto el cubano como el nicaragüense, antes de las revoluciones de izquierda existían historias patéticas, escritas por otros dictadores que habían oprimido por años, tanto a cubanos como a nicaragüenses. El hartazgo de la población fue, en gran medida, lo que facilitó tanto a Castro como a Ortega iniciar sus movimientos “revolucionarios”.

No hay duda de que las cosas debían cambiar en ambos países, pero es evidente que a la postre, tal y como lo deja claro la historia, ambos usaron el argumento del socialismo/leninismo, el argumento de la “izquierda libertadora”, pero lo usaron para sus propios fines e intereses.

Hoy en Cuba gobierna el hermano de Fidel después de que él lo hiciera casi por 50 años. Cabe decir que Fidel entregó el mando a su hermano, sólo cuando sus condiciones de salud, derivadas de su vejez, así lo exigieron. En este contexto, desde el 2008 la isla es gobernada por Raúl Castro. O, dicho de otra forma, desde 1959 la isla es gobernada por los Castro.

Igual pasa con Daniel Ortega quien mediante diversas formas se ha eternizado en el poder haciendo incluso vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo.

En concreto, ya que mi intención no es dar cátedra del socialismo ni mucho menos, lo que yo le argumentaba a mi estudiante es que, en realidad, si tomamos los ejemplos latinoamericanos, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela, etcétera, lo que queda claro es que jamás hemos visto un gobierno socialista.

latinoamerica izquierda
Imagen: Política Exterior.

Lo que hemos visto son personajes como Castro, Ortega, Hugo Chávez, ahora Nicolás Maduro o Evo Morales que, bajo el argumento del socialismo, bajo el argumento de defender a los pobres, lo que han hecho es intentar y en algunos casos lograr, eternizarse en el poder. Son personajes que, en mi opinión, han usado el argumento del marxismo/leninismo pero para sus propios y obscuros fines.

Concluí diciendo que es en este contexto latinoamericano el socialismo jamás ha existido. Han sido populistas autoritarios con ínfulas dictatoriales, quienes usando el argumento de la “izquierda” han terminado siendo opresores de sus pueblos.

Algo muy parecido a lo que sucede en nuestro país, en donde presumiblemente el gobierno actual se dice de izquierda, pero no abandera las verdaderas causas populares.

Aquí en mi país, la historia se repite, atrás del actual gobierno hubo gobiernos malísimos, existió lo que Vargas Llosa denominó como la “dictadura perfecta”, un sistema no de líder único, pero sí de partido único. Esos antecedentes, al igual que en los ejemplos antes expuestos, son los que dieron pie a que el actual gobierno pudiera llegar.

No me parece pues, que MORENA represente ninguna ideología de izquierda, MORENA es en realidad un movimiento coyuntural, basado en el hartazgo de una sociedad, cansada de las decisiones de los gobiernos anteriores.

Creo que la opinión de Vargas Llosa fue, vista en retrospectiva, muy acertada, y ahora, aún con el cambio, México sigue siendo una dictadura perfecta, entendiendo por dictador la definición dada por la Real Academia de la Lengua Española, que a la letra dice: “En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica”.

“México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México” (Vargas Llosa).

De virus políticos y vacunas sociales

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Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades
las mayores caerían sobre las clases dirigentes.
René Gerónimo Favaloro.

Sí. Tal cual; de virus y vacunas, tema de actualidad. Sin embargo, no hablo del SARS-CoV-2, nombre oficial de la enfermedad provocada por el nuevo virus COVID-19 según la Organización Mundial de la Salud. Más bien me refiero a virus políticos y vacunas sociales.

Hace más de 15 años escribí que –no preciso en qué momento ni qué artículo; ubico sí que fue a raíz de la campaña presidencial de 2006– la única forma en que México podría tener un mejor panorama sobre los gobernantes deseados seguía siendo elegir por ensayo y error.

virus politicos
Imagen: Pinterest.

Por lo que –para que se les quitara la comezón a muchos, escribí con ironía– sería bueno que ganara la izquierda para poder contar con parámetros medibles para elegir –en adelante– con mayor propiedad por la izquierda, la derecha o el centro.

Pero no fue así, aquel entonces porque llegó Felipe Calderón Hinojosa por el Partido Acción Nacional (PAN) a la presidencia, y luego otra vez el Partido Revolucionario Institucional (PRI) con Enrique Peña Nieto.

Sin entrar en detalles por la conducta de la izquierda –Partido de la Revolución Democrática, PRD; y, Partido del Trabajo, PT– seguían en fila en tanto el país se mantenía y crecía el estado de desasosiego.

La gran mayoría estaba y está de acuerdo con el discurso, en que hay que combatir un listado temático casi interminable –que, a propósito, no es patrimonio de México, también se vive en toda América Latina–, tales como: la pobreza, un sistema de salud con poca dignidad social para las mayorías, segregación social, corrupción generalizada, falta de oportunidades reales con soluciones más permanentes, educación mediocre, alto costo de la energía, medio ambiente en peligro, las malas prácticas electorales, demagogia, abuso del poder, megalomanía, oportunismo mercantilista,  delincuencia organizada, proliferación de la inseguridad –robos, asesinatos, secuestros, etc.–.

Morena navegando
Ilustración: Nexos.

Frente a eso, finalmente –con toda la fuerza popular–, pero con exclusión del PRD, llegó la izquierda (2018) al poder formal en la alianza de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y PT, aunque también se les sumó el Partido Verde Ecológico.  

El 1 de diciembre de este año se cumplen dos años de “la izquierda en el poder”.  El discurso sigue siendo el mismo como si el PRI o el PAN estuvieran en el poder y MORENA en oposición. Aunque la vida real es todo lo contrario, sólo que la “oposición” no tiene un discurso institucional que convenza porque fueron parte de lo que hoy no se quiere –ver el listado temático en el párrafo de más arriba–.

Sin embargo, con “todo lo que se ha hecho” todavía no se logra extirpar el “virus” creado por el neoliberalismo porque tampoco se ha extirpado el propio transmisor del virus.

René Gerónimo Favaloro
René Gerónimo Favaloro (Imagen: Twitter @StoriaMedicina).

Esto significa que los resultados con todo lo dicho, con todas las acusaciones, con todas las acciones, con todos los nuevos programas, con todo y el paternalismo, el populismo de hoy, el pueblo sigue en la búsqueda de la vacuna social contra todo lo que continúa afectándole.

Esto me recuerda otra vez al doctor argentino René Gerónimo Favaloro, quien desarrolló el bypass coronario con empleo de vena safena, hombre sensible a los problemas sociales y que dijo: Estoy convencido de que, a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad.

Con lo que va del periodo, aunque falta tener más elementos objetivos, ya hay algunos parámetros para elegir a futuro. ¿Les suena?


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Los gobiernos progresistas

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El periódico El País publicó un interesante, aunque polémico, repaso del historiador uruguayo Aldo Marchesi sobre diversas experiencias sudamericanas con gobiernos de izquierda “progresista”; describe situaciones que tienen coincidencias con la izquierda mexicana de López Obrador, a la que se adelantaron y vienen de retirada.

Los gobiernos progresistas tienen plena justificación en América Latina, la región más desigual del mundo, con el agravante de que en la economía globalizada se acentúan y profundizan las desigualdades de países que no tienen manufacturas de alto valor agregado con las cuales competir.

Tal es nuestro caso: la globalización neoliberal profundizó las desigualdades de todo tipo en la región, al grado de convertirlas en severas trabas a las inversiones y a los negocios transnacionales, además de provocar conflictos políticos y sociales cada vez más agudos, como los que se registraron en Colombia y Chile el año pasado.

mapa del progresismo
Ilustración: Mariano Vior.

Es mi personal punto de vista que los gobiernos de izquierda progresista, o reformista, tienen la misión de atenuar las desigualdades para así destrabar el funcionamiento de sus mercados.

Esas políticas, como las de López Obrador, escribí en este espacio hace quince días, no están dirigidas a cambiar el modelo económico, sino a desbloquearlo de trabas como la excesiva influencia de grupos económicos, la evasión fiscal, la corrupción (incluido el auge del crimen organizado) y las desigualdades sociales.

Con esos propósitos, y medidas redistributivas como el mejoramiento salarial, de la legislación laboral o programas de transferencia monetaria directa a grupos vulnerables, hubo avances en la reducción de las desigualdades en Brasil con Cardoso y con Lula, en Uruguay con Tabaré Vázquez y José Mujica, en Argentina con los Kirchner, en Ecuador con Rafael Correa, en Bolivia con Evo Morales.

Ahora, el artículo de Marchesi; todos esos gobiernos enfrentaron, sin éxito, la reacción de las derechas nacionales y fueron derrotados electoralmente –o por vías golpistas, como lo fueron Dilma Rousseff y Evo Morales–.

¿Por qué? Los gobiernos reformistas se ciñeron pragmáticamente a lo que consideraron viable, por lo que mantuvieron sustanciales continuidades con el neoliberalismo económico y con la democracia liberal. Con entero pragmatismo habrían redistribuido el ingreso, dice Marchesi, pero sin afectar las causas de las desigualdades que derivan de la concentración de la riqueza.

(Una forma eficaz de redistribuir la riqueza es abatir la corrupción y la evasión fiscal, evitar que siga concentrándose por esos mecanismos y fortalecer la hacienda pública).

paises progresistas
Ilustración: La Nación.

Lo que no habrían previsto los gobiernos progresistas fueron dos cosas: que su limitada agenda redistributiva generaría expectativas de una movilidad social más rápida entre los sectores favorecidos, e indignación y temores entre las clases medias, las cuales no simpatizan con los llamados a la solidaridad social sino con los discursos neoliberales que exaltan la iniciativa y la suerte individual.

Segunda imprevisión: que las prácticas personalistas y clientelares de las políticas gubernamentales impidieron la construcción de asideros políticos plurales con empresarios medios y clases sociales, que no necesariamente representan a las fuerzas de la reacción ni de la oligarquía. Error que López Obrador da muestras de estar repitiendo.

Las expectativas incumplidas de los sectores pobres y el conservadurismo congénito de las clases medias, habrían sido capitalizados por los discursos de derecha basados en una construcción caricaturesca de la idea de populismo. En la mayoría de los países, los gobiernos progresistas fueron derrotados electoralmente por coaliciones de derecha; donde eran más fuertes, se recurrió al golpe de Estado. Terminó un ciclo de 20 años de gobiernos progresistas en Sudamérica y el de México apenas comienza.


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