Después de mi escrito de la semana pasada, “Él” de Luis Buñuel, recibí varios comentarios, algunos –por cierto– no fueron especialmente halagüeños, desafortunadamente nadie optó por subirlos a la página del periódico. Recibí también algunas llamadas telefónicas, una especialmente alentadora y motivadora fue la de mi amigo Bruno Estañol, compañero de generación en la Facultad, buen médico, destacado neurólogo, entusiasta profesor, hombre muy culto y además buen escritor. Me hizo notar la falta de referencia a un libro de Fernando Césarman, El ojo de Buñuel. Psicoanálisis desde una butaca. Césarman fue un destacado psicoanalista, muy culto y diverso, fue uno de los primeros mexicanos en preocuparse por la ecología y el medio ambiente. Césarman y Estañol escribieron algunos libros juntos –El telar encantado, El laberinto y la ilusión, Como perro bailarín y los Motivos de Sísifo–. Por eso me disculpé de inmediato –aunque no tiene disculpa la omisión porque tengo el libro en mi poder– lo comentamos y Bruno Estañol me hizo notar la presencia del prólogo de Carlos Fuentes, pero en la edición que yo tengo en lugar de esa presentación se incluye un escrito espléndido de Héctor Azar.
El libro de Césarman surge de un trabajo conjunto que tuvieron él y Max Aub, porque éste quería hacer un estudio sobre Luis Buñuel, pero durante la elaboración fallece Max Aub. Pese a que el proyecto conjunto queda trunco, afortunadamente se salvan los materiales y se publican tres obras. Las de Max Aub son póstumas, hechas con el abundante material que dejó perfectamente ordenado: uno, Conversaciones con Buñuel, el otro, Luis Buñuel una novela y, por supuesto, El ojo de Buñuel. Este escrito después del fallecimiento de Max Aub y con Buñuel vivo. El título tiene seguramente una doble referencia, al ojo del espectador que va haciendo psicoanálisis y al perro andaluz. Es un libro muy interesante e importante. Nos ofrece un punto de vista diferente de un psicoanalista experto y conocedor y contemporáneo de Buñuel. Analiza prácticamente todas sus películas y de cada una nos da una opinión profesional. Dado que las películas de Buñuel atrapan conductas humanas muy diversas, unas francamente patológicas y otras limítrofes, el punto de vista de un experto resulta siempre muy valioso. Una limitante es que la psicodinamia –el estudio que el analista hace del caso y en el que basa o puede basar las conductas terapéuticas– es siempre un hecho plenamente subjetivo (del analista) y por tanto puede resultar plenamente acertado o no. Esto nos permite a los legos diferir con Césarman en el análisis de algunas de las películas de Buñuel y al ver nuevamente alguna de ellas tener una discusión interior.
Las obras de Max Aub no las tenía, sólo pude conseguir Conversaciones con Buñuel, editada por Federico Álvarez en 1984 –aunque la novela no me ha llegado aún–. Para entonces, cuando se editó ese libro, ya había fallecido Luis Buñuel y Max Aub. Utiliza, decíamos, un material que dejó muy bien ordenado Aub y la obra está formada por la transcripción de unas conversaciones de Buñuel y Aub, por lo visto muy largas y a veces acaloradas, así como los testimonios de muchos familiares, amigos y colaboradores del cineasta; echamos de menos algunas charlas que seguramente han de estar disponibles como las de los artistas que triunfaron con él (Silvia Pinal y Catherine Deneuve), los actores (Fernando Rey, Pedro Armendáriz, quien ya había fallecido) o los productores (como Gustavo Alatriste).
Respecto al testimonio de Luis Alcoriza es muy escueto. Se nota una enorme confianza entre ellos y un vasto conocimiento de las vidas de ambos, de tal forma que va siendo una plática entrañable pero que va dejando datos, secretos, aventuras que seguramente se pueden contar de manera fraternal. Se destaca también la posición de liderazgo que siempre tuvo Buñuel, empezando por su primogenitura y su formación inicial, y que al parecer estuvo siempre bañada por el éxito. Aub enfatiza su gusto por la buena vida y su posición política, y que el mismo Buñuel defendía sin entrecortarse.
Luis Buñuel nunca pasó penurias ni sobresaltos, todo le vino rodado, siempre rodeado de trabajo, éxitos y triunfo y con el dinero suficiente para pasarla muy bien. La religión, la religiosidad, la iglesia y el pecado ocupan gran parte de las pláticas y nos van explicando el porqué del trato siempre anticlerical y preocupado por el discurso de las instituciones eclesiásticas. Se asume a lo largo de las conversaciones como un anarquista, e incluso, en una época fue admirador de Stalin. Aub también acentúa su amistad de siempre con Dalí y su desprecio y odio por Gala –que seguramente admitirían un estudio psicoanálitico más profundo–. Desde luego Conversaciones con Buñuel también nos permite observar al cineasta de manera más detallada. Estas referencias son la muestra del crisol cultural que en México existía en el siglo XX con pensadores tan intensos como Aub, Césarman y Buñuel.
En el camino de búsqueda me encontré dos biografías, ambas hechas en España, una es de J. Francisco Aranda, un crítico cinematográfico e historiador, que parece haberla desarrollado como encargo para le presentación de la reinserción de Buñuel en España. Tiene como valor especial que contiene muchos textos autobiográficos del cineasta –mientras estaba en Nueva York en el museo–, de diversas compañías cinematográficas y amplios testimonios de los hermanos Buñuel. La otra biografía es de Ian Gibson, el irlandés experto en la historia contemporánea de España, es muy detallada, amplia y precisa, pero termina en 1938, y si bien seguramente contiene los años de formación de Luis Buñuel, para entonces sólo tenía filmadas Un perro Andaluz y Las Hurdes.
Es admirable que al hablar de Luis Buñuel siga suscitando tanto interés. Él es el creador de algunas de las mejores películas que se han hecho en México, en España y en Francia, ganador de un Oscar, de varios premios en Cannes y en Venecia, e indudablemente un personaje destacadísimo de su época.
¡Ah!, si logro conseguir Luis Buñuel, la novela, y un libro que sobre Buñuel escribió Octavio Paz, se los comentaré también en esta columna.
Lecturas recomendadas:
⋅ Max Aub. Conversaciones con Buñuel. Aguilar. Madrid: 1984.
⋅ Fernando Césarman. El ojo de Buñuel. Psicoanálisis desde una butaca. Miguel Ángel Porrúa. México: 1998.
⋅ Ian Gibson. Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal. Debolsillo. México: 2015.
⋅ J. Francisco Aranda. Luis Buñuel. Biografía crítica. Lumen, Col. “La palabra en el tiempo”. Madrid: 1969.
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