Luis Buñuel

Más de Luis Buñuel

Lectura: 5 minutos

Después de mi escrito de la semana pasada, “Él” de Luis Buñuel, recibí varios comentarios, algunos –por cierto– no fueron especialmente halagüeños, desafortunadamente nadie optó por subirlos a la página del periódico. Recibí también algunas llamadas telefónicas, una especialmente alentadora y motivadora fue la de mi amigo Bruno Estañol, compañero de generación en la Facultad, buen médico, destacado neurólogo, entusiasta profesor, hombre muy culto y además buen escritor. Me hizo notar la falta de referencia a un libro de Fernando Césarman, El ojo de Buñuel. Psicoanálisis desde una butaca. Césarman fue un destacado psicoanalista, muy culto y diverso, fue uno de los primeros mexicanos en preocuparse por la ecología y el medio ambiente. Césarman y Estañol escribieron algunos libros juntos –El telar encantado, El laberinto y la ilusión, Como perro bailarín y los Motivos de Sísifo–. Por eso me disculpé de inmediato –aunque no tiene disculpa la omisión porque tengo el libro en mi poder– lo comentamos y Bruno Estañol me hizo notar la presencia del prólogo de Carlos Fuentes, pero en la edición que yo tengo en lugar de esa presentación se incluye un escrito espléndido de Héctor Azar.

el ojo de bunuel

El libro de Césarman surge de un trabajo conjunto que tuvieron él y Max Aub, porque éste quería hacer un estudio sobre Luis Buñuel, pero durante la elaboración fallece Max Aub. Pese a que el proyecto conjunto queda trunco, afortunadamente se salvan los materiales y se publican tres obras. Las de Max Aub son póstumas, hechas con el abundante material que dejó perfectamente ordenado: uno, Conversaciones con Buñuel, el otro, Luis Buñuel una novela y, por supuesto, El ojo de Buñuel. Este escrito después del fallecimiento de Max Aub y con Buñuel vivo. El título tiene seguramente una doble referencia, al ojo del espectador que va haciendo psicoanálisis y al perro andaluz. Es un libro muy interesante e importante. Nos ofrece un punto de vista diferente de un psicoanalista experto y conocedor y contemporáneo de Buñuel. Analiza prácticamente todas sus películas y de cada una nos da una opinión profesional. Dado que las películas de Buñuel atrapan conductas humanas muy diversas, unas francamente patológicas y otras limítrofes, el punto de vista de un experto resulta siempre muy valioso. Una limitante es que la psicodinamia –el estudio que el analista hace del caso y en el que basa o puede basar las conductas terapéuticas– es siempre un hecho plenamente subjetivo (del analista) y por tanto puede resultar plenamente acertado o no. Esto nos permite a los legos diferir con Césarman en el análisis de algunas de las películas de Buñuel y al ver nuevamente alguna de ellas tener una discusión interior.

Las obras de Max Aub no las tenía, sólo pude conseguir Conversaciones con Buñuel, editada por Federico Álvarez en 1984 –aunque la novela no me ha llegado aún–. Para entonces, cuando se editó ese libro, ya había fallecido Luis Buñuel y Max Aub. Utiliza, decíamos, un material que dejó muy bien ordenado Aub y la obra está formada por la transcripción de unas conversaciones de Buñuel y Aub, por lo visto muy largas y a veces acaloradas, así como los testimonios de muchos familiares, amigos y colaboradores del cineasta; echamos de menos algunas charlas que seguramente han de estar disponibles como las de los artistas que triunfaron con él (Silvia Pinal y Catherine Deneuve), los actores (Fernando Rey, Pedro Armendáriz, quien ya había fallecido) o los productores (como Gustavo Alatriste).

migracion bunuel

Respecto al testimonio de Luis Alcoriza es muy escueto. Se nota una enorme confianza entre ellos y un vasto conocimiento de las vidas de ambos, de tal forma que va siendo una plática entrañable pero que va dejando datos, secretos, aventuras que seguramente se pueden contar de manera fraternal. Se destaca también la posición de liderazgo que siempre tuvo Buñuel, empezando por su primogenitura y su formación inicial, y que al parecer estuvo siempre bañada por el éxito. Aub enfatiza su gusto por la buena vida y su posición política, y que el mismo Buñuel defendía sin entrecortarse.

Luis Buñuel nunca pasó penurias ni sobresaltos, todo le vino rodado, siempre rodeado de trabajo, éxitos y triunfo y con el dinero suficiente para pasarla muy bien. La religión, la religiosidad, la iglesia y el pecado ocupan gran parte de las pláticas y nos van explicando el porqué del trato siempre anticlerical y preocupado por el discurso de las instituciones eclesiásticas. Se asume a lo largo de las conversaciones como un anarquista, e incluso, en una época fue admirador de Stalin. Aub también acentúa su amistad de siempre con Dalí y su desprecio y odio por Gala –que seguramente admitirían un estudio psicoanálitico más profundo–. Desde luego Conversaciones con Buñuel también nos permite observar al cineasta de manera más detallada. Estas referencias son la muestra del crisol cultural que en México existía en el siglo XX con pensadores tan intensos como Aub, Césarman y Buñuel.

En el camino de búsqueda me encontré dos biografías, ambas hechas en España, una es de J. Francisco Aranda, un crítico cinematográfico e historiador, que parece haberla desarrollado como encargo para le presentación de la reinserción de Buñuel en España. Tiene como valor especial que contiene muchos textos autobiográficos del cineasta –mientras estaba en Nueva York en el museo–, de diversas compañías cinematográficas y amplios testimonios de los hermanos Buñuel. La otra biografía es de Ian Gibson, el irlandés experto en la historia contemporánea de España, es muy detallada, amplia y precisa, pero termina en 1938, y si bien seguramente contiene los años de formación de Luis Buñuel, para entonces sólo tenía filmadas Un perro Andaluz y Las Hurdes.

libros de bunuel

Es admirable que al hablar de Luis Buñuel siga suscitando tanto interés. Él es el creador de algunas de las mejores películas que se han hecho en México, en España y en Francia, ganador de un Oscar, de varios premios en Cannes y en Venecia, e indudablemente un personaje destacadísimo de su época.

¡Ah!, si logro conseguir Luis Buñuel, la novela, y un libro que sobre Buñuel escribió Octavio Paz, se los comentaré también en esta columna.


Lecturas recomendadas:
⋅ Max Aub. Conversaciones con Buñuel. Aguilar. Madrid: 1984.
⋅ Fernando Césarman. El ojo de Buñuel. Psicoanálisis desde una butaca. Miguel Ángel Porrúa. México: 1998.
⋅ Ian Gibson. Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal. Debolsillo. México: 2015.
⋅ J. Francisco Aranda. Luis Buñuel. Biografía crítica. Lumen, Col. “La palabra en el tiempo”. Madrid: 1969.


También te puede interesar: “Él” de Luis Buñuel.

“Él” de Luis Buñuel

Lectura: 5 minutos

Leí la nota de Pablo Viñamata, escrita hace unos días en las páginas de este nuestro diario El Semanario. Viñamata, quien parece una nueva adquisición para el periódico y que estoy seguro lo enriquecerá, por la foto de su perfil parece un hombre joven que vive en Barcelona y es un experto en Luis Buñuel, su tesis doctoral fue de la película Los olvidados. Hace unos días escribió una nota sobre la conmemoración de esta película, dado que se exhibió por primera vez en octubre de 1950, por lo tanto, cumpliría 70 años. Viñamata hace un análisis extraordinario no sólo del film, sino de las circunstancias que lo rodearon, después nos habla de algunas otras de sus películas, y entre ellas no menciona a Él. El motivo de esta nota no es criticar ni cuestionar a Viñamata, quien evidentemente es un experto en Buñuel; más bien complemento su escrito incluyendo a Él entre las obras más destacadas del cineasta.

Luis Buñuel había llegado a México después de su fracaso en la industria norteamericana, salió de España en 1939 como exiliado, ante el triunfo de la insubordinación franquista, y después de haber filmado El perro andaluz (1928), un cortometraje en el más puro lenguaje surrealista; a lo largo del tiempo se ha ido convirtiendo en una obra emblemática. También rodó Las Hurdes, un documental que muestra la miseria de una zona española; tuvo éxito, aunque envuelto en la polémica por su crudeza. Su exilio lo inicia en Estados Unidos en donde se incorpora a la industria en diferentes labores, pero nunca obtiene la oportunidad de crear, de dirigir. Desde luego, es muy probable que su participación lo haya enriquecido en su oficio cinematográfico y forme parte de su bagaje para su posterior creación artística. Al final, varias deben haber sido las causas para su fracaso en el sueño americano, pero una que resultó crucial forma parte de la historia de amor-odio entre Buñuel y Dalí, ya que éste publicó su libro La vida secreta de Salvador Dalí, en donde lo acusa de ateo y comunista. Esto de alguna manera dificulta aún más su estadía.

Luis Bunuel
Retrato de Luis Buñuel (Fotografía: Hola Cultura):

No obstante, aunque no era su intención refugiarse en México, llega aquí y se ve en la necesidad de aceptar la oferta para dirigir “películas comerciales”. Una que resultó un verdadero fracaso comercial fue Gran Casino, en la que participaba Jorge Negrete, otra película, por el contrario, resultó un bombazo comercial, El gran Calavera, producida por Fernando Soler. Esto le abrió las puertas, y a partir de ese momento nunca se le cerraron. Su siguiente película fue Los olvidados –que tan bien analiza Viñamata, como muchas de sus obras, especialmente las iniciales–, y en la que su arranque fue controversial, y no es sino hasta después de su participación en Cannes, en donde obtiene el Premio a la Mejor Dirección, cuando es reconocida en México, y a pesar de que varios intelectuales habían reconocido sus méritos desde su estreno, ya que para mucha gente resultó una película sumamente polémica por la dureza de su argumento y realización; destaco que en Los olvidados, la historia y el guion son del propio Buñuel.

Unos años después, en 1953, filma Él, basada en la obra homónima de Mercedes Pinto. La escritora canaria tiene, también, una historia interesante, casada en primeras nupcias con un hombre que resultó muy patológico y de quien finalmente pudo separarse; sus hijos Pituka de Foronda y Rubén, y de su segundo matrimonio, Gustavo Rojo, tuvieron una carrera destacada en el cine mexicano y español.  Él se filmó en un tiempo muy breve, en tres o cuatro semanas en diferentes versiones; con presupuesto muy corto, con la participación de actores que eran grandes figuras del momento: Arturo de Córdova, Delia Garcés, Rafael Banquells y Luis Beristáin y Carlos Martínez Baena, éste en un papel no protagónico pero que resulta central, el del sacerdote Velasco. El guion es del propio Buñuel en conjunto con Luis Alcoriza, la fotografía es de Gabriel Figueroa, que resulta precisa, luminosa, pero no es de las muchas obras estruendosas a los que nos tiene acostumbrados, se dice que por indicaciones muy puntuales de Buñuel.

Él trata sobre varias psicopatías, la más obvia es la celotipia feroz que sufre Francisco Galván, el personaje central, pero va más allá en las imágenes iniciales que se han hecho famosas, el lavado de pies de los acólitos por el padre Velasco sugiere una gran sexualidad, una pederastia obvia, que por cierto es también tratada de manera fugaz en Los olvidados.

el de Luis Bunuel
Fotograma de la película “Él”, dirigida por Luis Buñuel (1953).

Los celos de Galván crecen a lo largo de Él, hasta llegar a niveles absolutamente psicopáticos con sugerencias de agresiones brutales, la crítica a la iglesia católica resulta obvia y descarnada y las connotaciones sexuales aparecen con una heterosexualidad totalmente reprimida, así como los intentos de acercamientos, frustrados, a la homosexualidad. La escena final se ha vuelto emblemática con un Galván psicótico, subiendo una escalera de manera diagonal. Por cierto, finalmente la esposa sí lo engaña con su amigo, ironías de Buñuel.

Su primer estreno en México fue un fracaso, desató críticas durísimas incluso de amigos de Buñuel, como Max Aub, sin embargo, una vez más es llevada a Cannes donde logró muy buena recepción, aunque no fue premiada porque no entraba en ninguna de las categorías. A su regreso es mejor recibida. En París también fue muy bien acogida. Una de las críticas principales que se le hicieron es que desataba la risa entre los asistentes en las salas, aunque teóricamente esto no es lo que se esperaba ni lo que debería suceder, al paso del tiempo ha surgido la explicación de que las conductas humanas en situaciones extremas pueden desatar  hilaridad y dolor simultáneamente, lo cual me parece que puede ser cierto.

Él es una de las películas de Buñuel que más han sido apreciadas con el tiempo, me parece que junto con El ángel exterminador muestra más claramente el espíritu surrealista de Buñuel. La crítica y el público la han ido revalorando, los intelectuales, incluido Max Aub, han ido expresando muy buenas críticas. Buñuel, cerca del final de su vida, se refirió a Él como una de sus mejores películas, una de las más personales y apreciadas.

posters de la película

Si incluimos a Viridiana en el periodo mexicano, el trabajo notable de su productor y la estrella protagónica, me atrevo a afirmar que esta etapa es la mejor y más creativa de Buñuel.

Entre las lecturas que les recomiendo destaco la obra de González Crussí, donde hace un análisis extraordinario de la celotipia y específicamente de Él.

Saludo desde aquí a Viñamata y lo felicito por tener la suerte de dedicarse profesionalmente a un aspecto del cine, del que yo sólo soy un aficionado.


Lecturas recomendadas:
Francisco González Crussí. Sobre la naturaleza de las cosas eróticas. Verdehalago. Puebla. 1999: 59-65.
 Javier Herrera. Luis Buñuel en su archivo. De los olvidados a Viridiana. Fondo de Cultura Económica. México. 2015: 185-217.
Carlos Barbachano. Buñuel. Salvat. Barcelona. 1986.
Gállego Pérez-Larraya, J., J.B. Toledo, E. Urrestarazu, J. Iriarte. Clasificación de los trastornos del sueño. Anales Sis San, Navarra. 2007; 30 (supl.1): 19-36.


También te puede interesar: Sobre Daniel Barenboim.

Los Olvidados de Luis Buñuel: 70 aniversario de su estreno

Lectura: 6 minutos

El próximo 9 de noviembre se cumplirá el 70 aniversario del estreno de la película Los Olvidados de Luis Buñuel. Un filme que fue un triunfo para la cinematografía mexicana pero cuyo camino al éxito no fue fácil, ya que antes de llegar a los cines se le calificó de ser una obra “denigrante” para México. La película mostraba las vivencias de unos niños en una barriada pobre de Ciudad de México y lo hacía de una manera descarnada y alejada de cualquier sentimentalismo, mostrando la pobreza y la violencia que había. Duró poco en los cines, pero unos meses después y gracias al apoyo de algunos intelectuales –como Octavio Paz– fue presentada en el Festival de Cannes de 1951, ganando el Premio al Mejor Director. Se reestrenó en las salas mexicanas con gran éxito, obteniendo además 11 Premios Ariel. Buñuel logró consolidar su carrera en México y se convirtió en un cineasta reconocido internacionalmente.

El pasado 9 de Julio, la Filmoteca de la UNAM ofreció el visionado gratuito de la película –en su versión restaurada– durante un día, coincidiendo con la celebración del 60 aniversario de la fundación de la institución. Por la actual emergencia sanitaria es posible que los homenajes a la película no vayan a ser muy numerosos; pero es cierto que esta obra ha sido reconocida en muchos países y aparece a menudo en la lista de las mejores películas de la historia. La UNESCO, en 2003, declaró a su negativo original “Memoria del Mundo”, siendo uno de los tres largometrajes que tienen esta distinción, los otros son Metrópolis (1927) de Fritz Lang, y El Mago de Oz (1939) de Victor Fleming, además de la obra completa de los Hermanos Lumière.

los olvidados luis bunuel
Luis Buñuel y Octavio Paz en los años 70 (Fotografía: Enfilme).

Antes de llegar a México, Buñuel era conocido en algunos círculos artísticos y por haber formado parte del Movimiento Surrealista. Sus dos primeras obras, El perro andaluz (1928) y La Edad de Oro (1930), se engloban dentro de este movimiento. Después rodó el polémico documental Las Hurdes: Tierra sin Pan (1933). Tras el fin de la Guerra Civil tuvo que exiliarse en Estados Unidos, durante algunos años trabajó en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York como productor y montador de documentales para la Coordinación de Asuntos Interamericanos, organización que presidia el filántropo Nelson Rockefeller. En 1943, Dalí publicó su libro La vida Secreta de Salvador Dalí, en el que acusaba al director de ser ateo y comunista. Debido a la presión de algunos sectores reaccionarios de Estados Unidos, tuvo que dimitir y después de un breve paso por Hollywood como supervisor de doblajes, se trasladó a México, ya que le ofrecieron dirigir una adaptación de la obra La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, aunque finalmente no se llevó a cabo. El productor Oscar Dancigers le propuso dirigir otra obra: Gran Casino (1947) con Jorge Negrete y Libertad Lamarque de protagonista. La película fue un fracaso de taquilla. Tres años después, Dancigers le invitó a dirigir El Gran Calavera (1949), la cual sí fue un éxito. Buñuel se quedó definitivamente en México y solicitó la nacionalidad. Lo curioso es que al director nunca le había atraído vivir en América Latina, y como afirma en su biografía, solía decirle a sus amigos: Si desaparezco, buscadme en cualquier parte, menos allí.

Luis Buñuel fue preparando ideas para su nueva película durante los casi tres años que pasaron entre el estreno de sus dos primeros largometrajes mexicanos; el cineasta realizaba paseos por los arrabales de la Ciudad de México y de su área metropolitana. Lugares que parecían olvidados por la ley y las autoridades y que acogían a los numerosos emigrantes que venían a la urbe desde el campo. Para documentarse, tuvo reuniones con asesores, burócratas y psicólogos infantiles. Después del segundo largometraje que realizaron juntos, Dancigers le propuso hacer una película distinta a las anteriores, y Buñuel con toda la información que había ido reuniendo elaboró el guion, junto con Luis Alcoriza y con la ayuda de Jesús Camacho Villaseñor –conocido con el nombre artístico de Pedro de Urdimalas, uno de los guionistas de las dos primeras películas de la trilogía de Pepe El Toro (1948-1952), Nosotros los pobres (1948) y Ustedes los Ricos (1948), dirigidas por Ismael Rodríguez–.

Durante el rodaje de la película hubo críticas de una parte del equipo técnico; el guionista Pedro de Urdimalas pidió que su nombre no apareciera en los créditos por una escena en la que unos niños buscaban comida entre la basura y aparecía el retrato de un “hidalgo” español, pues consideraba que era un insulto a la “Madre Patria”, es decir: España. La peluquera dimitió porque consideró que daba una mala imagen de las madres mexicanas; sobre todo por la escena en la que la madre de Pedro no le permite entrar en casa, rechazándolo. Y otros técnicos le decían que por qué no rodaba una película en un barrio rico, como Las Lomas de Chapultepec.

los olvidados luis bunuel
Fotograma de la película “Los Olvidados” (Fuente: El gabinete del Doctor Marbuse).

En un visionado, previo a su estreno, ante algunos intelectuales sufrió críticas durísimas, Lupe, la hija de Diego Rivera, se negó a dirigirle la palabra; la mujer del poeta español Luis Felipe, le acusó de haber realizado un ataque a México y de que los niños que salían no eran mexicanos y que haría que le expulsaran del país. En cambio, David Alfaro Siqueiros, presente en la proyección, felicitó a Buñuel.

Buena parte de la prensa atacó la película y eso hizo que estuviese pocos días en cartelera. La película se había estrenado en 1950, una época en la que México estaba acabando de consolidarse como un país moderno e industrial. Desde los años 30, México había entrado en un periodo de cierta estabilidad política y económica, gracias al sistema político, en el que el partido hegemónico –el Partido Revolucionario Institucional (PRI)– dominaba no sólo en el gobierno, sino también el Poder Legislativo, los diferentes gobiernos estatales, los Ayuntamientos y buena parte de la Administración Pública. El PRI gobernaba con un discurso nacionalista en el que se mostraba un país en constante desarrollo en todos sus ámbitos y donde no existían problemas de ninguna clase.

Un México con grandes instituciones educativas y culturales de primer nivel, con un turismo que empezaba a dar sus primeros pasos y un desarrollo industrial en aumento. Un lugar donde la libertad de prensa estaba controlada en muchos aspectos y en consecuencia no se hablaba de los “Olvidados” de la sociedad. Para las autoridades, parte de la prensa y muchos intelectuales era imposible que en el México moderno hubiese esos problemas que mostraba la película y afirmaban que todo era una invención del director para deshonrar el país. Incluso el intelectual y diplomático Jaime Torres Bodet –en aquellos momentos representante de México ante la UNESCO– opinaba lo mismo cuando la película estaba a punto de presentarse en Cannes.

Los Olvidados
Fotograma de la película “Los Olvidados” (Fuente: La Jornada).

El cineasta, aunque ambientase la película en México, quería hablar de las dificultades que se enfrentan en todas las grandes ciudades del mundo. En el inicio de la película, un narrador informa que muchas urbes del mundo, entre ellas, Nueva York, París o Londres, hay pobreza y niños con muchos problemas. La sociedad, a pesar de sus buenas intenciones no consigue erradicarlos, afirmando que la Ciudad de México no es la excepción a esta situación. Luis Buñuel mostraba esos problemas de una manera dura y cruel sin dulcificar la pobreza, a diferencia de muchas películas de la “Edad de Oro” en donde sus protagonistas, a pesar de su miseria y desgracia, mostraban siempre una gran felicidad y en donde los ricos tenían envidia de ellos. Un ejemplo claro es la Trilogía de Pepe el Toro.

En Los Olvidados, Buñuel no dudó en mostrar la violencia que puede surgir en lugares con mucha pobreza y marginación. La escena del grupo de jóvenes que roban y maltratan a un señor tullido, u otra donde El Jaibo mata a un chico que le había delatado, son buenos ejemplos de esto. El director español incluso consiguió poner un final más duro, a pesar de que habían rodado también un final alternativo feliz, en el que Pedro mata a El Jaibo y vuelve al reformatorio. 

A pesar de los problemas que encontró Luis Buñuel, el posterior reestreno de la película después del éxito en Cannes, afianzó la carrera del cineasta, quedándose a vivir en México, donde encontró un hogar y un lugar de trabajo. Además, fue el inicio de su colaboración con Gabriel Figueroa. Siguió realizando obras maestras como: Ensayo de un crimen (1955), Nazarín (1959), Viridiana (1961) y El Ángel exterminador (1962). Aunque también tuvo que rodar películas alimenticias para seguir manteniendo su lugar en la industria nacional: Susana (1951), Abismos de pasión (1954), Robinson Crusoe (1954), entre otras.

Los Olvidados y su director influyeron en muchos cineastas del Nuevo Cine Latinoamericano, formado por movimientos como los de la Escuela Documentalista de Santa Fe (Argentina), el Cinema Novo (Brasil) o el Nuevo Cine Cubano, y por directores como los brasileños Nelson Pereira dos Santos, Glauber Rocha, el cubano Tomás Gutiérrez Alea o el chileno Miguel Littín. En México, también surgió esta influencia en directores tan importantes como Arturo Ripstein, Alberto Isaac, Paul Leduc y, el colaborador de Buñuel, Luis Alcoriza.


También te puede interesar: La cocina mexicana en el mundo.

Gabriel Figueroa, el cinematógrafo del arte luminoso

Lectura: 6 minutos

La Época de Oro del cine mexicano transcurrió desde 1936 hasta finales de la década de 1950, consiguiendo su punto álgido en los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Hollywood se centró en la producción de películas bélicas y propagandísticas. La industria cinematográfica mexicana se centró sobre todo en rodar melodramas que tuvieron un gran éxito por toda América Latina. En este periodo tan largo, fueron muchos los directores que se hicieron famosos: Emilio “El Indio” Fernández, Ismael Rodríguez, Luis Buñuel, e intérpretes como Jorge Negrete, Pedro Infante, Arturo de Córdoba María Félix, Dolores del Río, Katy Jurado y Silvia Pinal, entre muchos otros.

Pero hubo, además, un director de fotografía que adquirió una fama similar a la de los nombres mencionados: Gabriel Figueroa (1907-1997), que debutó como director de fotografía en Allá en el Rancho Grande (1936) de Fernando de Fuentes, la obra que dio inicio a estos años de gloria del cine mexicano. Este film tuvo mucha fama fuera del país, ganando incluso un premio especial a la contribución artística en el Festival de Venecia de 1938. La carrera de Figueroa, abarcó 50 años, durante los cuales participó como responsable principal de la fotografía en 213 películas, el 75% de ellas en blanco y negro. También realizó trabajos en producciones hollywoodienses con realizadores de la talla de John Ford y John Huston.

bunuel y figueroa
Luis Buñuel y Gabriel Figueroa (Fotografía: Entorno a Buñuel).

La formación artística de Figueroa se inició en la Academia de San Carlos y en el Conservatorio Nacional donde estudió pintura y música, respectivamente; pero cuando conoció a José Guadalupe Velasco se interesó más por la fotografía. Influenciado también por el fotógrafo estadounidense Alex Phillips, empezó a trabajar en estudios fotográficos. A principios de los años 30, inició su andadura en la industria cinematográfica, como iluminador y como responsable de las fotos fijas de algunas películas, las que después se utilizaban para promocionar el filme. En 1935, la empresa Clasa Films le dio una beca para ir a estudiar a Estados Unidos con el reputado director de fotografía Gregg Toland, quien ganaría un Óscar con la película Cumbres Borrascosas (Wuthering Heights, 1939) de William Wyler y participaría en Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941). Toland estaba muy influenciado por el expresionismo alemán de los años 20, lo que también repercutió en su pupilo mexicano. De vuelta en México, y después de su exitoso debut no paró de trabajar; ya que en el inicio de su carrera, participó en una media de ocho películas al año.

En 1943 dio inició a su colaboración en 24 películas con Emilio “El Indio” Fernández como Flor Silvestre (1943) y a la que le siguieron otras también importantes: María Candelaria (1944), La Perla (1945), Río Escondido (1947) y La Bienamada (1951).En 1950 empezó otra famosa relación profesional, esta vez con Luis Buñuel, en seis aclamadas obras: Los Olvidados (1950), Él (1953), Nazarín (1958), Los ambiciosos (1959), La Joven (1960), El Ángel Exterminador (1962) y Simón del Desierto (1965). Fue una relación un tanto curiosa, ya que siempre tenían opiniones enfrentadas en cómo se tenía que hacer la película. Buñuel buscaba en muchas películas el máximo realismo posible, mientras que Figueroa era mucho más plástico y estético. Es famosa la anécdota durante el rodaje de Nazarín, cuando Figueroa estaba preparando un encuadre increíble en el que se podía ver el Volcán Popocatépetl con nubes blancas al fondo; el director español le pidió que diera la vuelta a la cámara para tomar un paisaje totalmente anodino y sin atractivo, ya que el director español creía que estaba más en consonancia con la película.  

flor silvestre
Fotograma de la película “Flor Silvestre” (Imagen tomada de Revista Código).

Figueroa tuvo un estilo muy personal en su carrera. Utilizaba a menudo, la técnica del claroscuro, debido a su admiración por Rembrandt, sobre todo al hacer primeros planos de los rostros de los intérpretes. Era una manera de mostrar los contrastes entre el paisaje y los personajes. Un ejemplo de esto lo encontramos en Los Olvidados (1950), en la escena de la pelea final entre El Jaibo y Pedro vemos cómo la cámara se centra sólo en los personajes, apenas percibimos cómo es el gallinero donde están luchando. También mostraba un claro contraste en Río Escondido (1947), en este caso, entre el paisaje y los personajes. En esa película de “El Indio” Fernández, María Félix interpreta a una maestra enviada a una aldea perdida de Coahuila, cuando baja del tren en medio de una planicie desértica, la vemos caminando por ella con un cielo cubierto de nubes; su figura se ve pequeña en este espacio, acentuando su llegada a un lugar que le ofrecerá dificultades.

También en buena parte de sus películas podemos ver la influencia del muralismo mexicano, así como del grabador José Guadalupe Posadas. Figueroa mostraba los paisajes y a la gente olvidada del país, como lo hacían los grandes muralistas, ensalzando de manera alegórica el carácter nacional del México posrevolucionario. Diego Rivera le llamó “el Cuarto Muralista”, y junto con él mismo David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Con este último vivió una anécdota durante una proyección de Flor Silvestre. Siqueiros reconoció claramente una escena parecida a su obra, El Réquiem (1928), en un momento de la película. Figueroa le confirmó que había tomado influencia de dicha pintura, el muralista quedó encantado y le felicitó por la perspectiva que había conseguido y que él no había podido conseguir al pintar dicho cuadro. Mucha gente criticaba que los artistas oficiales de la época, mostrasen siempre un México folclórico; pero lo cierto es que Figueroa mostró, durante buena parte de su carrera, la pobreza y los problemas que padecían mucha gente. Como en Los Olvidados, donde refleja un México con grandes dificultades sociales, una imagen que mucha gente quería negar siempre en esos años de desarrollo posrevolucionario.

pintura de orozco
“El Réquiem”, José Clemente Orozco, 1928 (Imagen tomada de Revista Código).

Gabriel Figueroa fue una persona muy crítica con el sistema. En 1945, siendo secretario general de la Sección II del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (STIC), el cual formaba parte de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), denunció la corrupción que había y junto con otros artistas de la época, como Jorge Negrete y Mario Moreno “Cantinflas”, crearon una nueva organización: el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC). Poco después, mostró su apoyo a muchos represaliados por la “caza de brujas” de Hollywood y consiguió que algunos pudieran residir en México.

En 1947, tuvo su primer trabajo en la industria del país vecino con la película El Fugitivo (The Fugitive) de John Ford, recibiendo críticas muy positivas; pero Figueroa centró su carrera en México y América Latina. Mostró su simpatía por los guerrilleros de Fidel Castro y rodó una película sobre José Martí, La rosa blanca (Momentos de la vida de Martí) (1954). Esto le impidió trabajar durante mucho tiempo en Hollywood, ya que fue puesto en la lista negra. Pero a Figueroa nunca le faltó trabajo y realizó obras como: Macario (1959) de Roberto Gavaldón, Pedro Páramo (1966) de Carlos Velo, o Presagio (1975) de Luis Alcoriza. Sin olvidar algunas colaboraciones con producciones estadounidenses rodadas en México: Dos mulas y una mujer (Two mules and Sister Sara, 1969), Los Hijos de Sánchez (The children of Sanchez, 1978) de Hall Barlett, y las dos colaboraciones que tuvo con John Huston, La noche de la Iguana (The night of the Iguana, 1964) y Bajo el Volcán (Under the Volcano, 1984). Por la primera, recibió una nominación al Óscar a la Mejor Fotografía.

Gabriel Figueroa fue un artista, que durante su larga carrera recibió reconocimientos por todo el mundo y en su propio país ganó ocho Premios Ariel y recibió uno Honorífico en 1987; además del Premio Nacional de las Artes en 1971. Un año más tarde, obtuvo el Premio Salvador Toscano de Ciencias y Artes al mérito cinematográfico y fue nombrado Presidente de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de México. Su obra contribuyó al desarrollo de la identidad visual de México, dejando para la posteridad imágenes increíbles.

Su carrera no sólo sobrevivió a la Edad de Oro, sino a las numerosas crisis que vivió el cine mexicano. Fue uno de los directores de fotografía más importantes de la historia del cine, siendo admirado por muchos realizadores y compañeros de profesión, como Vittorio Storaro, a quien le impactó que el nombre de Figueroa apareciese siempre en los carteles de las películas, junto con el del director y los actores, confirmando la importancia y éxito que había conseguido a lo largo de su carrera cinematográfica.


También te puede interesar: La Ciudad de los Palacios.