Luna

China se convierte en el tercer país en extraer muestras de la Luna

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Desde la década de los 70, la humanidad no había traído ningún recuerdo de sus viajes a la Luna, pero hoy la sonda espacial Chang’e-5 aterrizó con éxito en Mongolia Interior, trayendo consigo rocas y arena de nuestro satélite natural.

La nave, originaria de China, completó su misión luego de haber pisado la Luna el pasado 1 de diciembre y comenzar su viaje de regreso dos días después, informó la agencia de noticias Xinhua.

Se espera que las muestras extraídas ayuden a estudiar los orígenes de la Luna, así como la actividad volcánica que hubo en su superficie.

Chang’e-5, toma su nombre de una diosa de la Luna de la mitología china y con esta hazaña hizo de su paísn de origen el tercero en extraer muestras lunares, después de Estados Unidos y la Unión Soviética, en las décadas del 60 y 70.

El nuevo programa espacial de China, intenta equipararse con los logros de Estados Unidos y Rusia, con inversiones millonarias. A principios del año pasado, lograron alunizar un aparato  en la cara oculta de la Luna, hecho sin precedentes en la historia. Para 2022, este país planea tener una estación espacial y enviar astronautas a la Luna.

La misión robótica Luna 24, de la Unión Soviética, había sido la última en traer muestras a la Tierra en 1976, con dos kilos de rocas sacados de una perforación de dos metros de profundidad en el sitio conocido como “Océano de las Tormentas”, uno de los mares lunares hechos de lava solidificada.

Sueños para alcanzar el espacio

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A la memoria de Luis Bosch
(Un niño eterno corriendo, andando en moto,
sonriendo y abrazando al mundo).

El futuro: el universo palpable

En días pasados, en medio del encierro, salimos del planeta: despegamos y visitamos la Estación Espacial Internacional; vimos en la lejanía nuestra azulada, redondeada  y nebulosa tierra, llena de una aparente vida pacífica que entre nubes oculta la infamia y la épica de nuestra humanidad: su empatía y su lucha por la conquista del mundo y del otro. Al dejar la mesosfera, entre destellos de estrellas, descubrimos nuestra pequeña estatura en el universo infinito.

Si Julio Verne hubiera estado sentado junto a mis hijos estoy seguro que, como ellos lo hicieron, hubiera creado una nueva nave envuelta en una ficción igual de sorprendente. Los niños comenzaron a jugar con cartón y palos, cintas y papel aluminio. Elías descubrió su ingeniero aeroespacial y se envolvió con cinta plateada para protegerse de los polvos cósmicos, me dio instrucciones de cómo ir armando la nave: cada parte era un compartimento secreto. Con la naturalidad del locutor que ve lo extraordinario y lo lleva a lo cotidiano, Jerónimo narró cada momento de esa epopeya: un meteoro se estrellaba en el fuselaje y nos sacudía; un planeta a la derecha tenía anillos y polvo cósmico; un cometa por encima de nosotros elevaba la temperatura y teníamos que apretar un botón para regularla;  la fuerza de aquel planeta nos jalaba a su centro, chocábamos y veíamos colores de gases salir de sus carcomidas superficies. La suya era una obra de ingeniería perfecta, más rápida y resistente que la imperfecta maravilla de la pantalla que proyectaba Space X, pues nos llevó a Júpiter y Saturno, se metió a un hoyo negro y juntos salimos ilesos en muy poco tiempo. El tiempo del juego, al igual que el tiempo sagrado, envuelve con su luz y hace de un segundo varios años; de varios años luz de la imaginación se logra un destello de vida en el limitado confinamiento terrestre. El tiempo infinito de la magnífica aventura del juego deforma el presente: es como un telescopio que agranda la vista y nos acerca a objetos distantes o como un caleidoscopio que llena de colores una vida monótona.

la luna, julio verne
Ilustración: ABC.es.

Los niños nos lo enseñan a diario: el futuro sin sueños no existe. Somos una especie que sueña, que piensa el futuro y al imaginarlo lo crea. La historia de la humanidad es también la historia de nuestros sueños, de cómo los llevamos a cabo. Los visionarios imaginan los sueños y los hacen realidad. Si hay algo sagrado es el soñar.

El pasado: la conquista del universo distante

A mí no me tocó vivir cuando Neil Armstrong pisó la Luna. Siempre lo imaginé como un momento mágico; lo más cercano en mi niñez fue ver volar al Challenger y lo vimos desaparecer en un helicoide humeante y triste: una ilusión encendida en llamas.

Recuerdo cómo el mito del espacio se hizo más grande con el tiempo. En la alcoba de la vieja y  apacible casa de mi abuela en Tuxpan, Jalisco, ella resguardaba los libros viejos de mi tío el arqueólogo. Una vez me atreví a entrar –sin que ella se diera cuenta y tomé la llave que estaba oculta tras un frasco lleno de alacranes macerados con alcohol y marihuana (diseñados para espantar las almas y curar los males)–,me recosté en la cama de mi ídolo, abracé un Cantinflas de peluche que tenía junto a la almohada y comencé a ojear sus libros. Me sentía un pirata profesional y silencioso, asaltaba el mejor tesoro de la región. Me llamaban la atención aquellos libros de cuero, de papel ajado y pastas duras, de guardas marmoleadas y enigmáticos patrones: cafés, rojos y azules que te llevaban a un acto hipnótico al abrir el libro. Agarré uno al azar. Me atraparon una foto de un daguerrotipo lunar y una fecha remota: 1890. Tomé el libro en conjunto con una cuenta perforada, que no sabía lo que era pero que estaba acomodada con detalle sobre el librero, encima de un basalto poroso y simple, un metate. Ahí yacía esa cuenta blanca y ajada, parecida a un onix viejo y pulido pero cacarizo que semejaba a esa luna del libro que acababa de atesorar. Me pareció un acto poético tomar ambos, pues para mí la cuenta de piedra era un símbolo: como tener un pedazo de la luna en la tierra. Simplemente puse en mi ojo la cuenta y por el orificio simulé un telescopio para mirar a su madre, la luna. A ambas las guardé y atesoré. Nunca nadie supo hasta que estaba en la prepa que confesé aquel crimen a mi tío. Él sonrió y me preguntó si me había gustado el libro. 

Aprendí de la Luna con teorías viejas. Se hablaba de posibles lagos en su zona posterior, que eran pura imaginación, pues fueron los rusos en 1957 que por vez primera le tomaron una foto y le ganaron una apuesta al francés Henri Maire, el famoso productor de vinos, quien les tuvo que enviar botellas de Champagne, casi contrabandeadas para cruzar la muralla que dividía al mundo capitalista del socialista, y resarcir así su deuda con los descubridores. En el libro de la luna se describía a sus cráteres con el mismo misterio que yo veía la luna o con el mismo misterio de la foto creada en la expedición Rusa del 57, que semeja más a una radiografía del hermoso universo interior del útero de una embarazada, que al retrato escultórico de un astro galáctico.  La astronomía se quedaría en mi mente con ese viejo libro, pues de vez en cuando abría mi cofre del tesoro y lo olía y veía sus grabados.

la luna, espacio
La primera imagen de la parte posterior de la Luna, año 1959 (fuente: Museo Kosmos).

Cuando muchos años después visité Moscú (como parte de una expedición arqueológica)  me hospedaron en el hotel Cosmos y no quise desperdiciar la oportunidad: tenía un día para ir a ver a Laika. Siempre me pareció intrigante conocer su historia. La primera perra que orbitó la Tierra. Sé que fue sometida a pruebas, rescatada de la calle fría y hostil del invierno moscovita porque eso era ya prueba de su fuerza. Después de arduos entrenamientos sería lanzada al espacio. Se describió, años después, que la heroína Laika murió al sexto día, cocinada dentro de la lata intergaláctica, con temperaturas altas y sin la gravedad que la pusiera en el suelo. Una muerte volátil y gaseosa. Aquel acto fue una continuidad de la historia bíblica en la que el dios judeocristiano da permiso para jugar con los animales domésticos y salvajes. Ellos fueron creados, cuando dios dijo “quiero que haya en la tierra todos los seres vivos” y acto seguido crearía al hombre diciendo: “hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros. Que domine a los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra, y a todos los reptiles e insectos”.  Al parecer su designio dictó desde hace milenios ese poder para dominar a tal profundidad a los animales que llegaríamos a sacarlos de la tierra y jugaríamos con ellos en el espacio. La imagen de Laika es un instante de ese infame acto de imperfecta humanidad en el que la ciencia parece estar más que justificada, pues la religión le dio permiso. Los rusos lanzaron varios perros: algunos regresaron con vida a la tierra y se resguardan en el museo Cosmos.

La narrativa del museo Kosmonautiki en Moscú es una narrativa heroica y nacional heredera de finales del siglo XIX: en ella se describen los logros de la conquista espacial como una fuerza conjunta de una nación poderosa e industrial: oda a los elementos funcionales de la epopeya humana. Metal, materiales fuertes, diseños firmes, hombres estoicos. Una muestra flamante del estoicismo soviético es un electrocardiograma tomado a Yuri Gagarin 35 minutos antes de que se convirtiera en el primer hombre en orbitar la Tierra. Su ritmo cardiaco no presentaba excitación alguna. Se monitoreo su corazón antes, durante y después: la emoción no invadió a la razón.

El presente: el turismo espacial

El sábado 30 de mayo en que junto con mis hijos vimos el despegue de la cápsula Dragón de Space X, llamó mi atención su narrativa: contraria al estoicismo y funcionalidad soviéticas, la narrativa empresarial norteamericana ve al sentimiento como el cemento de la memoria. En el mundo-imagen, en el mundo streaming: no nos despegamos de la pantalla. Vivimos lo que los astronautas iban viendo en tiempo real. Sus trajes, ya no eran esas deformes lonas gruesas e impenetrables; la moderna estética diseñada por el mexicano José Fernández quien también diseñó los trajes de otros superhéroes como Batman, Superman, los X-Men– es una estética de una era espacial comercial: muestra de una nueva narrativa cósmica de la modernidad humana, llena de sensibilidad y estética.

George Méliès, la luna
Película “Viaje a la Luna”, George Méliès, 1902.

Cada escenario y comentario de la nueva narrativa espacial va dirigido a promover la conquista comercial del espacio. Las narrativas nacionales fueron rebasadas por las empresariales. Cuentan que cuando Space X se acercó a José Fernández y le habló de crear un traje espacial para la compañía, éste pensó que era para un nuevo film. Entonces el escultor de vestidos había ya diseñado varios cascos (el de Thor, algunos para el líder de los Black Eyed Peas y muchos más); el equipo de la empresa aeroespacial le solicitó terminar su propuesta en dos semanas, él sólo se comprometió a tener un casco. En la licitación otros cuatro mostraron ofertas de trajes y diseños, pero cuentan que sólo el casco de Fernández capturó a Elon Musk. Una vez creada la obra, que tardaría seis meses en ser ideada, el traje pasó un proceso de ingeniería inversa para pasar del prototipo estético a la realidad mundana de las cualidades funcionales. Un camino inverso al de los rusos. El New York Times sacaría un artículo en el que diría que esos trajes son como smokings para el espacio  (SpaceX Suit Is Like a Tuxedo for the Starship Enterprise: It also may herald the return of wearable tech). El titular se basa en el hecho de que Elon Musk dijo algo así al ver el diseño de Fernández: “Cualquiera se ve mejor con un esmoquin, sin importar su tamaño o forma… cuando las personas se pongan este traje espacial se verán mejor que sin él, como en un esmoquin, se verán heroicos”.

Por momentos, en la transmisión de la NASA pequeñas cápsulas casi de infomerciales interrumpen las imágenes para narrar los proyectos futuros. La reutilización de las partes de las naves es un pensamiento económico y no de grandeza ni de poder. Se pasa del poder como símbolo de fortaleza y monumentalidad, al poder hacer como símbolo de pequeños hitos. En el desperdicio del pasado se entierran las naciones en su lucha por la hegemonía; en la reutilización y reciclaje del presente, cada parte se conecta con la misión comercial con el mero objetivo de maximizar recursos para llegar a la meta. El primer hito es que la parte con la que despega la nave regrese a la Tierra, éste se logró ya más de cuarenta veces con el Falcon 9 de Space X.  El segundo hito fue regresar carga de la Estación Internacional: también ya se logró. El tercer hito está por ocurrir y es que la primera misión tripulada regrese de la Estación Internacional. Ya en un par de años se planea tener en la Estación Espacial Internacional habitaciones para huéspedes, sólo costará cerca de cincuenta millones de dólares el asiento o tal vez menos, pues desde la entrada de las empresas a la carrera espacial el costo por asiento se ha reducido en un 30%. La promoción comercial del espacio fomentará y subsidiará la exploración científica, las miradas de Musk y de la NASA están en Marte. La comercialización del espacio es el medio para llevar la primera tripulación humana al planeta rojo. Ese logro, se calcula, será un trayecto de entre cuatro a seis meses. El japonés Yusaku Maezawa, ya se anunció, será el primer pasajero comercial que llegará a la Luna en el 2023.

La mcdonalización  de la carrera espacial permite a una nación en declive rescatar su gran obra: las empresas globales. Detrás de las narrativas se descubre el arte de tejer símbolos y zurcir sueños; el arte de ejecutarlos. Hoy esos sueños se tejen con la urdimbre de las reglas del mercado, pues éste, ya lo ha demostrado, se mete como el agua y perfora todos los rincones de la tragedia y de la epopeya humana.

Rmedios Varo, la luna
“Papilla estelar”, Remedios Varo,1958.

¿Dos narrativas la del mundo nación y la empresa mundo?

Cada cultura imprime en sus héroes y en su historia un sello que es como una huella digital, en sus narrativas se imprimen sus valores, su tiempo, sus paradojas e ideales. Esto me quedó más claro en la clase de Antropología y Literatura, cuando mi maestro comenzó con el puño arriba, como dando un golpe en el aire pero moviéndose más lento que un perezoso. Se desplazaba hacia el frente como en una órbita de en un silencio profundo y mirada extraviada: había logrado nuestra atención, pues veíamos estupefactos su lento movimiento y pensábamos que se había vuelto loco. Entonces dijo: “La narrativa del tiempo es distinto en cada cultura, así se mueve Dragon Ball, he aquí el tiempo japonés”.

El sueño de poblar el espacio no es un nuevo destello en la imaginación humana. Es, más bien, un deseo constante que hemos tenido a través del tiempo. La historia de Friederich Arturivich Zender es una muestra pequeña inmortalizada en las salas del ya mencionado museo del Cosmos. En 1920 en una conferencia que dio Zender –uno de los ingenieros inventores de la propulsión a chorro– habló de la posibilidad de poblar Marte y de viajar a Venus. Fue un creyente de la misión espacial Soviética: llamó a sus hijos Mercurio y Astra. En aquella conferencia, su temor no era la conquista de aquellos planetas, sino llevar la miseria humana a vivir más allá de los confines de la Tierra.

Un camarada de Zender, el diseñador en jefe Sergei Pavlovich Korolyov, cuarenta años después que el ingeniero, hacía una lista de las profesiones que deberían de poblar las superficies de la Luna, de Marte y Venus. Decía que no sólo se necesitarán pilotos, ingenieros, científicos y médicos, sino también periodistas y pasajeros en el espacio. La narrativa soviética presenta los sueños atados a los presupuestos y planes nacionales. La disciplina de hierro forjó hombres con grandes sueños que siempre iban atados a un gran plan maestro. A las misiones espaciales se les llamaba conciertos, como en las sinfónicas, pues había que orquestar a toda una nación.

Elon Musk, un sudafricano brillante, emigró a Canadá a los diecisiete años. Estudioso y disciplinado, ha logrado el sueño americano. En Estados Unidos hizo su doctorado y fundó sus negocios. Sus empresas: Tesla, The Boring Company, Space X, OpenAI, Neuralink tienen algo en común más allá de que él sea su principal accionista, persiguen en conjunto un propósito: evitar que la humanidad se extinga  a sí misma. Space X es la encargada de mostrar que es posible llevar a la humanidad a una vida interplanetaria. Tesla ha demostrado que una energía más limpia y menos dañina puede salvar al planeta de la plaga automotriz con un menor impacto en el ambiente. Autos que se manejan sin conductor, autos que dejan una menor huella de carbono; The Boring Company, una empresa encargada del diseño de caminos subterráneos se enfoca en imaginar la ciudad sin tráfico, en descongestionar los centros urbanos, pues imaginar autos voladores es imaginar una humanidad estresada por la contaminación visual y auditiva.

la luna en el espacio
Imagen: Xataka.

Musk sabe que si logra el sueño de Tesla, entonces la economía de viajar en coche será más viable que el transporte público y eso creará más congestión: es un visionario que ve los problemas que crearán sus soluciones y construye las soluciones a dichos problemas. Musk es uno de los hombres más ricos del mundo y un emprendedor incansable. Su narrativa, sin embargo, aunque reitera el sueño americano, deja abierta hoy una posibilidad: la de las empresas globales y conscientes. Su mente está en la trascendencia de una humanidad que ha destruido su entorno, pero está intentando con la tecnología y la ingeniería transformar elementos de la miseria humana en una epopeya que es la ficción del presente.

En la transmisión de Space X salió el vicepresidente de Estados Unidos a dar un discurso. Trump lo nombró el presidente del Consejo Nacional Espacial. Dicen en una frase el proyecto: “America is leading again in Space”. La narrativa hegemónica de los imperios se pone nuevamente en el mapa. Pence dijo que era un honor hacer historia y poner astronautas americanos con naves americanas en el espacio. Durante décadas la misión espacial estaba dormida, pero con Trump se revive la grandeza americana. Con la ilusión de encontrar un sueño de unión que sobrepase el escenario de la pandemia social y sanitaria que se vive el día de hoy por el coronavirus y por el asesinato de George Floyd. El discurso de Pence busca encontrar un futuro común en la nación más poderosa del mundo.

Por su parte, el presidente Trump dio un discurso en el que se dibuja un mundo maniqueo entre la ley y el orden, y el caos y el desorden. Lamentando lo ocurrido en Minnesota, como un acto equívoco, revela la grandeza americana en la fuerza pública. Un discurso que intenta poner al mundo entre fuerzas de izquierda, caóticas y violentas, y de derecha, de orden y paz.

La duda que se desprende es si Musk gravita su sueño dentro de los confines de la narrativa hegemónica norteamericana, o si más bien con pragmática solidez crea la narrativa de una empresa global, liderada por inmigrantes de raíces diversas que crean hoy las nuevas narrativas de empresas globales. ¿Estamos viendo el declive de la narrativa nacional o su resurgimiento?  En política nada es casual: es año electoral. Veamos hacia dónde nos lleva la narrativa de Space X.

Elon Musk no salió con el presidente y el vicepresidente para hablar de la sociedad entre la NASA y su empresa. El silencio a veces es un gesto que comunica más que el discurso. La duda de su narrativa sigue en órbita.


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¡Y que nos roban la Luna!

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Mientras miles de millones de habitantes de la Tierra se afanan por mantener a raya a un letal y microscópico enemigo, el presidente estadounidense Donald John Trump decidió que lo suyo no es atender la catástrofe sanitaria por COVID-19 de su propio país, sino afirmar el poderío de su nación. Así, el mismo día que los habitantes de Wuhan salían de 11 semanas de riguroso confinamiento, el magnate firmaba la orden que “oficializa” la extracción de recursos naturales de la Luna. ¡Proyectó su geopolítica a 384,400 kilómetros de la Tierra!

Esa patente de corso está en la orden ejecutiva que “Promueve el Apoyo Internacional para la Recuperación y Uso de los Espacios del Espacio”; que atribuye a Estados Unidos el poder de explotar la riqueza mineral, hídrica –principalmente de hielo– y cualquier otra fuente de materiales y minerales de que dispone nuestro satélite.

También, el decreto del 6 de abril desprecia los acuerdos sobre el uso de recursos del espacio que ha firmado la superpotencia, pues dispone que los recursos de la Luna Ya no son vistos como un bien común. A la vez, ordena al ex jefe del espionaje y actual Secretario de Estado, Mike Pompeo, prohibir todo intento, de cualquier otro Estado u organización internacional, para considerar el Tratado de la Luna como reflejo o expresión del derecho internacional consuetudinario.

luna roja

Se trata del pacto de 1979 entre 18 potencias espaciales –sin firma de Estados Unidos–, que rige por el derecho internacional el uso no científico de los recursos espaciales, incluyendo los de la Luna y otros cuerpos celestes en la órbita de la Tierra. De igual forma, viola el vigente Tratado del Espacio Exterior de 1967.

Barack Obama allanó el camino a su predecesor. En 2015, el Congreso aprobó la ley que “autoriza” a compañías y ciudadanos estadounidenses a utilizar los recursos del satélite y los asteroides. Trump sólo confirma la apropiación de nuestro satélite en perjuicio de la Humanidad. 

La decisión del presidente estadounidense, parecería dejar sin alternativas no sólo a sus colegas en el espacio extraterrestre sino sin derecho a la Luna y a los asteroides, a más de siete mil millones de terrícolas. La Luna es el satélite del planeta Tierra, no mina de un puñado de corporaciones urgidas de situar sus trascavos en esa superficie para extraer, frenéticamente, recursos estratégicos para la superpotencia. Los beneficiarios del espacio son, bajo el derecho internacional, del espacio extraterrestre y la sensatez, los habitantes de la Tierra. No es casual que el capitalismo imperial hiciera esta maniobra cuando los Estados enfrentan la pandemia más lesiva de los últimos tiempos.

La prisa del multimillonario-presidente no sólo pretende reafirmar el poder espacial de su país, sino afirmar su presencia armada en el ámbito extraterrestre. Por ello, en febrero de 2019 creó la Fuerza Espacial del Ejército para conducir guerras “donde sea necesario”. Esa directiva de Política Espacial 4 “es un parteaguas militar”, pues es la primera rama que se forma en Estados Unidos desde 1947 cuando se estableció la Fuerza Aérea, describió el asistente del presidente y secretario ejecutivo del Consejo Nacional Espacial, Scott Pace, a The Guardian.

Hubo inmediatas interpretaciones en torno a ese movimiento del muy beligerante mandatario estadounidense. Para algunas potencias espaciales, esa Fuerza trastocaba a fondo la geopolítica del espacio exterior y China lo rechazó al llamarlo “Un paso hacia la militarización del espacio”. 

excavadora en la luna.

El coloso asiático consideró que esa nueva fuerza es una seria violación al consenso internacional sobre el uso pacífico del espacio exterior, mina la estabilidad y el balance estratégico global y supone una amenaza directa a la paz y seguridad del espacio exterior, reportó entonces Common Dreams.

Sin embargo, un Trump obcecado escribió el 13 de mayo de ese año: “Volveremos a la Luna, luego a Marte” y anunció un aumento de 1,600 millones de dólares para retornar al espacio “a lo grande”.

Disgustado por no consumar su codicia, el huésped de la Casa Blanca estalló en junio y criticó a la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) por planear el retorno a la Luna en 2028.

Con todo el dinero que se está gastando, la NASA no debería hablar de ir a la Luna, eso ya lo hicieron hace 50 añosy recomendó enfocarse en cosas más grandes como la Defensa y la Ciencia, incluyendo ir a Marte “del cual la Luna es parte”, escribió en Twitter. 

Ese gran error astronómico, de que la Luna es parte de Marte, recibió miles de comentarios en la red social, que iban desde la incredulidad hasta la sátira. No obstante, el neoyorquino se empeñó en su afán filibustero espacial. 

En marzo, cuando la pandemia de COVID-19 dejaba miles de víctimas en las principales ciudades de Estados Unidos, el vicepresidente Mike Pence decidió que debía actuar. ¡Y apuró a los astronautas para regresar a la Luna ‘el próximo lustro’! aunque ello significaría adelantar tres años el Plan Artemisa de la NASA. Si usted disfrutó de la mágica visión de la preciosa Luna Rosa, atesore ese recuerdo.


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Los humores de la luna

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Es difícil usar la palabra “satélite” en un poema o escribir un cuento fantástico en torno a ella. La relacionamos con algo que siempre está ahí, casi a disposición de una entidad superior. Al único satélite natural de nuestro planeta le ha sucedido lo contrario. Aun antes de conocer sus efectos sobre la Tierra, su belleza en la lejanía, las modificaciones en su forma, color y tamaño, el esbozo de sus cráteres, todo en ella ha sido fuente de inspiración. Es poderosa, esta luna nuestra. El mar, el día y la noche, los meses y los ciclos de la fertilidad dependen de ella.

Pequeñísima en comparación al sol, lo cubre por completo durante los eclipses totales. Cuando ella reina en el cielo, opacando por un momento a su hermano Helios, las mujeres embarazadas deben cuidarse de su mirada. Los campesinos saben que ese año las cosechas y los animales por nacer serán distintos. Como también saben que no es lo mismo sembrar en luna llena, menguante o creciente; que afecta el desarrollo de los cultivos. Es importante tomarla en cuenta.

locos de la luna
Ilustración: Daniel Watts.

En Gran Bretaña, todavía a mediados del siglo XX, seguían llamando “Lunatic asyilum” a lo que ahora llamamos Instituciones psiquiátricas. Asilos para lunáticos. En diversas culturas, las mujeres son especialmente propensas a sufrir ataques de histeria en luna llena, pero la leyenda de los hombres lobo muestra que no somos las únicas en estar bajo su influencia. Es aliada de los vampiros y algo de miedo debe tenerle el sol porque nunca han coincidido en el espacio. Por si fuera poco, es engañosa. Luna, la luminosa, la que ilumina, en realidad se roba la luz de su hermano mayor para hacernos creer que nos alumbra en las veredas oscuras.  

En la canción de Mecano, la vemos despiadada con la mujer que hace tratos con ella y maternal con su hijo: “Dime luna de plata que pretendes hacer con un niño de piel…” y ella se convierte en cuna para arrullarlo.  En la leyenda de “El conejo en la luna”, Quetzalcóatl graba la figura de un conejo en ella en recuerdo de la generosidad con que el animalito se ofreció al dios en alimento cuando no tenía nada que comer. Dos ejemplos de las innumerables historias basadas en ella. Qué mal le va a la luna la definición de “satélite”. Un astro que nos mantiene estables en el firmamento, que mueve las mareas y es capaz de enloquecernos. Qué bien se las ha ingeniado para reinar sin tener siquiera luz propia, para competir incluso con el magnífico Helios.

alrededor de la luna
Ilustración de la novela de Julio Verne “Alrededor de la Luna” dibujada por Émile-Antoine Bayard y Alphonse de Neuville.

Los habitantes de las ciudades miran menos el firmamento que los del campo. Las estrellas nos toman desprevenidos y es raro ver surgir a la luna en su esplendor. En el campo, lejos de las luces artificiales, el cielo en la noche nos recuerda nuestro diminuto lugar en el cosmos. Gracias en parte a la oscuridad, Copérnico descubrió que no somos el centro del universo y de no ser por ella nos perderíamos los relatos que surgen de la penumbra. Copérnico debe haber pasado horas observando a Selene y, rumbo al refugio de las cavernas, nuestros ancestros seguramente agradecían que guiara su camino.

Hace unos días tuvimos la primera superluna del año. Fue una noche de sueños agitados e insomnios. De niños inquietos, de mareas peligrosas, de poetas locos sin saberlo. En el campo, los coyotes salieron de cacería. En los libros, los hombres lobo aullaron. Me gustaría saber qué sucedió bajo la tierra, donde los árboles y las plantas estiran sus raíces. ¿Estaba de buen humor la luna esa noche? ¿Dejará que las cosechas prosperen o pedirá sacrificios a cambio?


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Eclipse solar deslumbra en navidad

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Durante la navidad parte del continente asiático presenció el fenómeno astronómico donde la Luna cubre al Sol.

El tercer eclipse solar de 2019 y último de esta década se registra este jueves a lo largo de un camino de 118 kilómetros de ancho, que cubre Malasia, Singapur, Indonesia y Filipinas.

Las personas en Indonesia pueden observar el fenómeno del eclipse solar anular, con algunos de los mejores lugares de observación, incluso en el distrito de Siak, provincia de Riau y la ciudad de Singkawang, provincia de Kalimantan Occidental, destacó la agencia Antara.

El evento astronómico tendrá una duración máxima total de cinco horas con 18 minutos, durante la cual la Luna cubre la luz del Sol, pero su fase más esperada es de poco más de tres minutos.

Durante esos tres minutos y medio la Luna está más alejada de la Tierra y, por lo tanto, se ve más pequeña que el Sol, dejando un delgado anillo alrededor del borde del disco solar, que pudo ser visto en Asia, oriente de África y norte de Australia.

El eclipse anular inició al noroeste de Al-Hofuf, en Arabia Saudita, y se podrá ver también en Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán; cruzará el mar de Arabia y volvió a tocar tierra en el sur de la India y el norte de Sri Lanka; se adentrara después en el Sudeste Asiático atravesando la isla de Sumatra (Indonesia).

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Los observadores en Jaffna, el norte de Sri Lanka y el estado indio de Tamil Nadu, fueron algunos de los primeros en Asia para presenciar el evento, con el eclipse en su punto máximo que ocurre allí durante unos tres minutos poco después de las 9:30 hora local.

El efecto del anillo durará más tiempo al este de la isla indonesia de Pulau Gin Besar, según el sitio web de noticias de astronomía Space.com, pero, si el clima lo permite, también debería ser visible alrededor de las 13:35 horas en Sumatra y Sarawak en Indonesia. En Singapur a las 1:25 hora local, y desde el sur de la ciudad de General Santos en Filipinas a las 2:20 horas.

El eclipse anular de Sol es uno de los tres tipos de eclipse que existen, los otros dos son total y parcial.

El próximo eclipse solar total tendrá lugar el 14 de diciembre de 2020. En América Latina podrá verse desde algunas zonas del sur de Chile y Argentina, así como en el suroeste de África y Antártica.

Con información de la BBC.