Medio Ambiente

Legado de gigantes en la península de Baja California

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En las alturas de la Sierra de San Francisco, se pueden ver hoy miles de metros de muros de piedra que ostentan los soberbios testimonios de una antiquísima y enigmática civilización.

Esas extraordinarias pinturas manifiestan la forma de vida de un grupo humano envuelto en misterio del que sabemos muy poco.

En el pasado ultralejano no existía la Península de Baja California; esa cenefa de tierra estaba adherida al continente, era una extensión del mismo.

Los geólogos estiman que hace aproximadamente cinco millones de años, las aguas del Océano Pacífico subieron dramáticamente de nivel y cercenaron la parte occidental de lo que hoy es nuestro país.

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Imagen: INAH.

Este proceso separó una franja de tierra que mide aproximadamente 144,000 Km². Así surgió la península de Baja California y como resultado de lo anterior también el mar de Cortés.

La Península de Baja California, además de su muy particular estructura geológica, cuenta con características ecológicas y restos arqueológicos que la hacen particularmente relevante.

Durante administraciones anteriores, gracias al enorme esfuerzo del gobierno federal, a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), se crearon en Baja California 19 Áreas Naturales Protegidas, 3 Parques Nacionales, 2 Áreas de Protección de Flora y Fauna, 4 Reservas de la Biósfera y 10 áreas destinadas a la conservación.

El reconocimiento internacional por el valor natural y cultural de Baja California, lo demuestra el hecho de que allí existen dos Reservas de la Biósfera designadas “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO: “El Vizcaíno” y “Las Islas y Áreas Protegidas del Mar de Cortés”.

En la Sierra de San Francisco, la cual forma parte de la Reserva “El Vizcaíno”, se encuentra uno de los tesoros arqueológicos y artísticos más extraordinarios de México y del mundo; se trata de las inauditas pinturas rupestres.

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Imagen: SEGOB.

Algunos de estos frescos pertenecen al estilo denominado “Gran Mural”; éstas son composiciones pictóricas de enorme formato. Su preeminencia se debe a sus dimensiones, la calidad de la ejecución, y la gran extensión geográfica en la que están presentes, dado que se localizan en numerosos sitios; además, por si lo anterior fuera poco, en excelente estado de preservación.

Los estudiosos piensan que su origen se remonta a los antiguos californianos, quienes habitaron la zona antes del pueblo Cochimi o Guachimi.

Los Cochimi pensaban que los creadores de aquellas enormes pinturas habían sido individuos de gran tamaño, auténticos gigantes venidos del norte para ocupar las sierras centrales de la península; los cuales habían desaparecido debido a conflictos internos.

Las luchas armadas que aparecen en las paredes de las cuevas dan pie a esta suposición.

Las pinturas fueron ejecutadas en distintas épocas, a lo largo de más de 7000 años. Recientemente se logró determinar que la más antigua es una figura humana que se encuentra en la cueva San Borjitas, y data de hace 7500 años, por ende, es también la pintura rupestre más arcaica del continente.

Estas extraordinarias manifestaciones plásticas fueron plasmadas sobre la piedra por grupos de cazadores, pescadores y recolectores, los cuales, para nuestro beneficio, también eran artistas.

Aquellos legendarios pintores emplearon pigmentos minerales para trazar esas enormes imágenes, principalmente en el interior de las cuevas.

Los frescos describen escenas de interacción entre el hombre y la naturaleza, también ceremonias religiosas. Hay quienes piensan que algunas de esas composiciones se podrían interpretar como un intento por manifestar la existencia de fuerzas energéticas o mágicas.

Las figuras son muy variadas, aunque predomina el ser humano (hombres mujeres y niños). Además aparecen distintos tipos de armas ya sea mientras eran empleadas para la cacería o cuando se utilizaban para la guerra y, por supuesto, los animales de la región: conejo, puma, lince, venado, cabra salvaje y el gallardo borrego cimarrón.

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Imagen: Más México.

No es de sorprender encontrar también pintadas en las rocas, imágenes de tortugas, atunes, sardinas y pulpos, entre las aves están presentes: el águila y el pelícano.

Aquellos anónimos artistas plásticos de antaño, agregaron al arte figurativo, elementos abstractos: círculos, triángulos y soles policromados que a veces se yuxtaponen; plagando aún más de interrogantes a las pinturas.

En los murales se logra apreciar una enorme gama de colores, si bien, predominan el negro, el rojo el amarillo y el blanco.

El descubrimiento de este tesoro pictórico, se debe al jesuita Francisco Javier en el siglo XVIII. La Sierra de San Francisco es la zona con mayor concentración de arte prehispánico en la península de Baja California. En 1993 la UNESCO concedió a estas pinturas rupestres la nominación de “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.

Enrique Hambleton (fotógrafo autor y conservacionista) captó con su lente imágenes extraordinarias de estas pinturas rupestres; esas célebres fotografías fueron una piedra angular en la designación de la UNESCO.

Este extraordinario legado pictórico es un auténtico rompecabezas que abre una enorme ventana hacia el pasado. Pertenece al pueblo de México, su estudio y preservación deben ser prioritarios para salvaguardar este patrimonio de inimaginable valor.


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Sembrando Muerte

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Mientras el gobierno federal publicita con bombo y platillo su programa social: Sembrando Vida, como una iniciativa de reforestación que brinda empleo a los campesinos, en varias entidades del país ocurre lo contrario, pues proliferan bosques y selvas devastados. 

Un grupo de biólogos de la UNAM, quienes realizan diversos trabajos de investigación en los estados de Campeche, Yucatán, Veracruz, Tabasco, Chiapas, y Quintana Roo, denunciaron ante esta columna que los ejidatarios, con tal de recibir mensualmente los 5 mil pesos que les otorga la Secretaría de Bienestar, se han dedicado a talar y arrasar con todo tipo de vegetación para justificar ante las autoridades su ingreso al padrón de beneficiarios de dicho programa. 

Los ejidatarios han violentado el cambio de uso de suelo sin que las autoridades de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) hagan algo para tratar de evitar esa autodestrucción insulsa de los ecosistemas.

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Imagen: Perujo.

Algunos campesinos hasta han empleado maquinaria pesada para limpiar extensas superficies mayores a 200 hectáreas, para que cada propietario de la tierra justifique sus 2.5 hectáreas que les pide la Secretaría del Bienestar, como requisito para ingresar al programa donde deberán sembrar árboles frutales y maderables —caoba y cedro, caobilla, pino, principalmente—. También se les piden fomentar los cultivos en ciclo corto. 

No importa la destrucción del hábitat de decenas de especies de mamíferos, aves y reptiles, cómo ha ocurrido en las zonas de Bacalar, en Quintana Roo, así como en Calakmul, Campeche, que son los territorios más críticos de este arrasamiento que está matando grandes extensiones selváticas.  

Otro grave daño ocasionado a los ecosistemas, ocurre porque a los ejidatarios se les impone el cultivo de especies de árboles maderables, cítricos y aguacates, entre otras, que son ajenas a la región. Esto agota la tierra rápidamente, pues se requiere de gran tecnificación para conservarla. 

Y mucha de las semillas y plántulas provienen de la empresa de Alfonso Romo, ex jefe de la Oficina de la Presidencia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador

El propio presidente ha presumido que están combatiendo los cultivos de amapola y marihuana en Durango, Sinaloa y Chihuahua, con la siembra de productos agroforestales. Sin embargo, el cultivo de enervantes continúa en el llamado Triángulo Dorado, en donde hasta la población oriunda le teme enfrentarse al crimen organizado. 

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Imagen: Camacho.

Tal vez las autoridades, incluyendo al presidente, no conocen cómo se produce en la tierra y para ellos es muy fácil hablar de reforestaciones y empleos sólo por las estadísticas de los ejidatarios que se suman a un programa con dudoso éxito. 

Sin duda habrá tierras que demoren la producción por ser más secas, y otras su vida productiva termine en 5 o 6 años. Obviamente de esto no se habla en los discursos oficiales, y esto lo saben los campesinos, pero la necesidad les obliga a meterse a este tipo de programas, que tienen más tintes políticos-populistas, que intenciones de hacer más productiva la madre tierra. 

Hace unos días, las autoridades de Bienestar anunciaron que este año ejercerán un presupuesto de 28 mil 929 mdp (el año pasado fue de 27, 694 mdp), lo que les permitirá llegar a 430 mil sembradores, y alcanzar un millón 75 mil hectáreas en dicho programa, con la siembra de mil 21 millones de plantas. 

Sin duda, el millonario Romo, ex colaborador del presidente, se hará más poderoso económicamente, así como otros empresarios consentidos de este gobierno, pero los resultados en el campo no serán tan efectivos como Bienestar los presume.  

Ya veremos a mediano plazo de qué tamaño fueron las falsedades de este programa y las consecuencias de no detener los ecocidios de algunos ejidatarios con tal de recibir los exiguos recursos de “Sembrando vida”, no será más bien ¿Sembrando muerte? Usted qué opina.


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Cambios obligados

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El cambio climático tiene la profundidad sobrada para convertirse en el referente de cambios obligados, desde la economía hasta la cultura. La emergencia ambiental puede y debería lograr que las condiciones climáticas fueran un propósito estratégico en cada país a fin de apurar soluciones, en primer lugar, a la sustitución de hidrocarburos como fuentes de energía, para lo cual son necesarias muchas más inversiones e innovaciones de las que se han hecho en el mundo.

Por lo pronto, John Kerry, el nuevo encargado de Estados Unidos para el cambio climático, declaró que la reunión de Glasgow (COP26) será “la última oportunidad para que el mundo se encamine a evitar los peores efectos del cambio climático”, y el 27 de enero, el presidente Biden se refirió al tema como “un elemento esencial de la política exterior y la seguridad nacional de Estados Unidos”.

No es exagerado considerar la situación ambiental como una amenaza para la seguridad de todos los países; el 2020 fue uno de los años más calientes de que se tenga registro (como lo ha sido cada año durante el último lustro).

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Efectos del calentamiento global en Siberia (Fotografía: Sputnik Mundi).

El año pasado ocurrieron incendios extraordinarios en el oeste de Estados Unidos y en Australia; nunca, en Siberia, se había registrado temperaturas de 38 grados centígrados, ni se había visto en un mes de octubre que el hielo en el círculo polar Ártico –que abarca 16.5 millones de kilómetros cuadrados– alcanzara apenas 3.3 millones de kilómetros cuadrados, o que un huracán en el Atlántico causara tan severos daños en el sudeste asiático, que forzó a 12 millones de personas a dejar sus casas. El lunes pasado, la fractura de un glaciar del Himalaya hizo desparecer a cientos de personas y arrasó con una hidroeléctrica en la India.

Treinta y tres países ya han declarado emergencia ambiental. Refrenar el cambio climático es un elemento esencial de la seguridad del planeta. Así lo han entendido varios gobiernos europeos y ahora el de Estados Unidos.

Mientras el presidente López Obrador quiere que la electricidad generada por la CFE en termoeléctricas (con hidrocarburos), tenga preferencia en su distribución sobre la que ya generan algunas inversiones en energía limpia.

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Imagen: Hemisferios.

Es posible anticipar que el gobierno de Biden utilizará el T-MEC de “libre comercio” para convencer al gobierno de López Obrador, no de que desarrolle proyectos, sino de que se abra a inversiones estadounidenses en la instalación de energía limpia.

El desafío de frenar el calentamiento global es desarrollar fuentes de energía alternas al petróleo y carbón a precio accesible y rentabilidad atractiva para inversionistas. ¿Podría hacerlo la iniciativa privada mexicana?

Se trata de reducir y eliminar el uso de hidrocarburos en las industrias de energía (principalmente eléctrica), de las manufacturas, de otros procesos industriales y de la construcción que en conjunto son las actividades responsables del 50.9% de las emisiones de carbono y de CO₂ (datos de 2012).

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Imagen: Share America.

Hace décadas que se conoce el potencial de la energía eólica y solar, pero las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, desde el Protocolo de Kyoto (1992) hasta la COP25 reunida en Madrid en 2019, no han conseguido acelerar su desarrollo con la sola advertencia de que está en juego la sobrevivencia humana y la de gran parte de la biodiversidad.

El único lenguaje que puede motivar soluciones en el sistema económico prevaleciente, es el referido a inversiones privadas que sean lucrativas a largo plazo, y todo indica que lo serán las que provean de nuevas fuentes de energía a la planta industrial de todo el mundo.


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Estancamiento peligroso

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México no sólo tiene encima a la pandemia del COVID-19 y una severa crisis económica, también se suman asuntos de alto impacto como es el incumplimiento de compromisos internacionales en materia de cambio climático, actuar en contra de acuerdos comerciales internacionales y golpear a los inversionistas privados. 

Las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, que el presidente Andrés Manuel López Obrador envío al Congreso el pasado lunes 1 de febrero, son una clara muestra de una política cerrada, dañina y torcida que atenta contra compromisos de aumentar el uso de las energías renovables. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) resultó ser una de las beneficiadas con esta iniciativa, pues seguirá produciendo energía eléctrica con carbón, combustóleo (que ha sido retirado del sistema eléctrico en muchos países por dañar la salud y el ambiente), y gas natural. Es decir, se le premia por ser más contaminante y cara para el Estado, y se condena de paso con falsedades de que el sector privado genera energía más cara.

La oposición en el Senado, principalmente de los legisladores panistas, ha calificado la la reforma en este sector eléctrico como violatoria de la Constitución y de tratados internacionales firmados por nuestro país, y las consecuencias serán muy graves para la nación y la población.

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Imagen: Camacho.

Entre esos acuerdos internacionales se encuentra el T-MEC, en el que se estableció no privilegiar los monopolios de las empresas del Estado, y en el que dichos legisladores junto con expertos advierten que a corto plazo habrá aranceles a los bienes y servicios que se produzcan con energía sucia, de la CFE.

En el Acuerdo de París (firmado por 188 países en 2016 y con metas para 2030), el gobierno mexicano se comprometió a elevar la generación de energías limpias para lograr en 2014 un nivel del 35% del total producido. Y cuando inició el gobierno de López Obrador el índice se ubicaba en 25%, pero todo se detuvo y el odio del tabasqueño al sector privado congeló el compromiso del país con el planeta.

Desde el inicio del gobierno de López Obrador planteó una política de que todo en materia energética debe ser controlado por el Estado; el discurso agresivo y descalificador del presidente contra inversionistas privados nos hizo recordar los oscuros pasajes de las dictaduras de izquierda de los hermanos Castro, en Cuba, y de Chávez-Maduro, en Venezuela. Además, el golpe al ambiente marcó su preferencia de privilegiar el uso de combustibles fósiles –que generan el calentamiento global–, y cuya utilización a nivel mundial empiezan a marcar un claro descenso.

La empresa petrolera Pemex ha torcido esquemas legales para evitar que entren en funcionamiento normas ambientales como es el caso de la regulación de las emisiones de metano en el sector de hidrocarburos (gas de efecto invernadero más agresivo en la atmósfera que el dióxido de carbono, CO2). La llamada Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Ambiente (Asea) se ha encargado de beneficiar –desde una posición de veleta–, a Pemex con los incumplimientos. En otras palabras, la ley se ajusta al interesado sin importar los daños que provoque al ambiente, la salud y a la economía.

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Imagen: Nexos.

López Obrador presume el proyecto de la refinería Dos Bocas, en Tabasco, cuando a nivel mundial están desechando dichos bienes por el descenso en la demanda. Simplemente la producción de automóviles eléctricos e híbridos a escala internacional es cada día más elevada, así como la generación de energía eléctrica con sistemas solares y eólicos. Mientras que el gobierno federal sigue con la visión de seguir empleando los combustibles fósiles como estandarte de soberanía nacional.  

Tan mal se están haciendo las cosas en México, que hasta el editorial de un influyente medio global británico Financial Times calificó las políticas de López Obrador como una “peligrosa adicción” por los combustibles fósiles, cuando la tendencia mundial es intensificar el uso de energías limpias o renovables.

El medio inglés le reclamó al gobierno federal que las reformas a dicha ley abren una puerta a la expropiación de los 17 mil 600 millones de dólares de inversión privada en el sector eléctrico lo que traería costos a clientes y empresas, tal y como lo ha denunciado el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).

Además, la editorial advierte que la política del gobierno hacia el sector eléctrico, revertiría sustancialmente la reforma energética pionera de 2013-2014, la cual estableció a tomar primero la energía más barata.

El presidente cada vez más cerrado en su política lleva al país a escenarios de demandas y juicios de alto costo para el Estado, y lo más grave es que México contribuirá de forma agresiva con el calentamiento global y con elevados picos de contaminación atmosférica.


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Energías limpias ante una política retrógrada

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En la agenda pública de México el tema de las energías limpias (solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica y energía marina), se encuentra aislado, confuso y sin prioridad alguna. El gobierno federal le ha cerrado el paso a las empresas privadas para impulsar las energías renovables, y en cambio prefirió acelerar el uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), y de paso ignoró el Acuerdo de París (2016) en materia de cambio climático.

La política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es bloquear espacios donde la inversión privada nacional y extranjera apunta, con este caso de las energías limpias. Los ejemplos son claros se cancelan permisos de una forma brusca sin respetar marcos legales o se busca a toda costa frenarlos.

A mediados del año pasado, 172 participantes privados en el sector eléctrico, que impulsaban las fuentes de energía renovable, interpusieron amparos ante el Poder Judicial contra el gobierno federal por frenar este cambio ambiental.

En ese momento, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) advirtió que las autoridades de la Secretaría de Energía (Sener) buscaban frenar la emisión de permisos a las nuevas centrales de energía renovable. “Modifica el orden de despacho de las plantas por criterios de confiabilidad y no económicos, como se maneja hasta ahora; y busca privilegiar a algunos proyectos de la CFE”, (El Financiero, 29 de junio 2020).

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Imagen: De la Croit.

La postura del gobierno federal —cerrada y errada—, ha sido que la medida contra las empresas privadas es necesaria para mantener la seguridad e independencia energética, y para tal efecto justifica que la Constitución mexicana establece que el servicio público de transmisión y distribución son áreas estratégicas del gobierno federal.

Sin duda, el gobierno de López Obrador retrocede en la política ambiental y de sustentabilidad, pues la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) decidió comprar carbón para sus plantas generadoras de electricidad como el caso de Coahuila, y cuya combustión es altamente contaminante por las emisiones de dióxido de carbono que coadyuvan al calentamiento global. Otras plantas siguen empleando el combustóleo (generador de gases efecto invernadero y muy contaminante por su alto contenido de azufre). Vaya retroceso por la “independencia energética”, y que, además, frena la misión de México con el Acuerdo de París.

Además, a mediados de 2019 la empresa productiva del Estado, la CFE, canceló el suministro de todos los productos anticontaminantes para sus plantas, sin importar marca y género. Este tipo de productos ayudan a mitigar las emisiones tóxicas en sus calderas en todas las instalaciones de esta Comisión en el país. Y hasta la fecha no ha sido transparente sobre cómo y cuándo se resolvió este asunto. Y vale preguntar: Estuvo o está enterada la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), de este caso, pues las plantas operaron o siguen operando con altas emisiones a la atmósfera.

Para algunos expertos en cambio climático, el sector eléctrico es el que mejor ofrece la oportunidad y rapidez —mediante el uso de fuentes renovables—, para cumplir con las metas del Acuerdo de París, pues los otros sectores como el transporte y la transformación de la cubierta vegetal del suelo (con altas tasas de deforestación en el país), es más complicado y a largo plazo.

A fines del año pasado, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) envió su compromiso de reducción de emisiones de gases efecto invernadero —GEI—, al Secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y sólo refrendó el compromiso no condicionado de reducir estos gases 22% y de carbono negro 51% para 2030. 

Esta acción fue calificada por especialistas como una falta de cumplimiento de compromisos del gobierno mexicano al Acuerdo de París. 

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Imagen: Neeti Banerji.

Pero el gobierno federal mantiene su rumbo por seguir contaminando y elevando los GEI con el uso de combustibles fósiles, con su plan en la CFE, por ser omiso en la deforestación que sigue arrasando selvas y bosques, por mantener su proyecto insignia de la Refinería de Dos Bocas, entre otras políticas que van contra el ambiente y atentan contra la salud de los mexicanos.

Hasta ahora las denuncias de diversos actores sociales como las cúpulas empresariales, las ONG, líderes ciudadanos, expertos, académicos y los partidos de oposición, no han logrado frenar esta política retrógrada.

Sin embargo, ahora con el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien junto con congresistas demócratas promueven que se incluya en el Capítulo 24 del T-MEC los compromisos del Acuerdo de París, tal vez esto implique una presión fuerte al gobierno de López Obrador y entonces si tenga que girar su política hacia las energías limpias.

Mientras, la ONU clama a nivel mundial por mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados Centígrados e impulsar acciones por limitarlo a 1.5 grados.

Así o más claro…


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El medio ambiente en el cajón de los olvidos de la 4T

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Hace poco más de un año, en mayo de 2019, vivíamos un hecho inédito en la historia de nuestro país. A los pobladores de la Zona Metropolitana del Valle de México se les exhortaba a quedarse en sus casas ante la contingencia ambiental tras haberse registrado un índice de 148 puntos de partículas PM 2.5 (estas inferiores a 2,5 micrómetros de diámetro o llamadas partículas finas), estas partículas representan un riesgo mayúsculo a la salud porque pueden alojarse profundamente en los pulmones.

Este índice de partículas representaba una mala calidad de aire (101 a 150 puntos) y cercana a la muy mala (151 a 200), de acuerdo con la categorización del Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA).

La gravedad era tal que la contingencia se extendió hacia otros estados del centro del país como Puebla, Estado de México, Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, sumado a la suspensión de actividades económicas en estas entidades.

Lo que debía haber sido un soleado día de primavera se convirtió en un cielo completamente gris y no precisamente se debía a una fuerte lluvia que se avecinaba, se trataba de un cielo lleno de partículas que, al inhalarlas, penetran en lo más profundo de los pulmones y producen daños significativos a la salud.

En México, el cuidado del medio ambiente ha quedado, desde hace ya varios años, en el olvido de los principales problemas a los cuales se les debería dar atención por parte de quienes toman decisiones. Las implicaciones de la desatención no serán futuras, como siempre se ha dicho, sino que ya la estamos padeciendo actualmente.

En entrevista para El Semanario, la Fundadora y Coordinadora de la Agenda Internacional del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), Sandra Guzmán comentó que el problema climático en México es provocado, en buena medida, por el tipo de transporte que utilizamos y no sólo se refiere a la utilización de vehículos privados, sino también al transporte público que tienen más de 20 años de antigüedad y, por ende, tienden a contaminar mucho.

Igualmente, Sandra apuntó que México está muy retrasado en la calidad de los combustibles que se utilizan los autobuses del transporte público, ya que estos necesitan de Diésel el cual contiene grandes cantidades de Dióxido de Azufre (SO2), uno de los compuestos que tienen grandes afectaciones a la salud.

De acuerdo con la campaña pro-ambientalista Breathlife de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en México mueren más de 40 mil personas anualmente por contaminación ambiental, pero en las cifras oficiales no son reconocidas de esa forma.

¨El problema más grande que tiene México en este momento es que la contaminación atmosférica está asociada a problemas de salud y esto está generando grandes afectaciones en muchas ciudades en donde cada vez hay más muertes asociadas a la contaminación del aire, pero no se reconocen como tal… si alguien muere de un cáncer de pulmón se asocia más a un problema respiratorio¨, sostuvo la especialista.

LOS TEMAS AMBIENTALES NO SON PRIORIDAD DEL GOBIERNO FEDERAL

Conferencia matutina del presidente López Obrador. Fuente: Cuartoscuro.

De acuerdo con el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (Ceiba) la inversión en protección ambiental por parte del gobierno federal en 2019 fue de, a penas, el 0.12% del PIB de ese año, esto nos hace retroceder en este sentido ya que esa inversión representó sólo un tercio de lo registrado en 2012 y nos convierte en uno de los países de América Latina que menos recursos destina en conservación de la biodiversidad.

¨Lamentablemente el gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador ha tendido a minimizar la importancia de los temas ambientales por sobre otros temas que son de interés prioritario para el gobierno… pese a que el presidente, en algunas mañaneras, dijo ser ambientalista¨, dijo Sandra.

El pasado 12 de diciembre, en el marco del quinto aniversario del Acuerdo de París, México no presentó nuevas metas para disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero, sino que mantuvo los mismos compromisos de hace cinco años por otro lustro, es decir, la disminución del 22% de gases de efecto invernadero y 51% de carbono negro.

El Acuerdo de París, dentro de varias de sus políticas, establece que se deben revisar estas contribuciones cada cinco años para que cada país analice su situación y pueda proponer metas más ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

¨Pero ¿Qué ocurre con las contribuciones de México?, pues pasados estos cinco años, se revisan las contribuciones nacionales y se decide, porque fue una decisión, no aumentar la ambición¨, expresó la especialista en políticas ambientales.

Sandra comentó que el propio Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) presentó un estudio, que realizó estos últimos cinco años, en donde se revisó en cada sector del país las medidas que pudieron haberse incrementado y a pesar de contar con elementos cuantitativos para aumentar la ambición, se decidió por no hacerlo.

¨Es negligente que quienes tienen la información no la presenten en su calidad y totalidad porque es someter estas medidas…  si teníamos que aumentar la ambición cada cinco años, los próximos cinco tendremos, por lo menos, diez años de retraso¨, dijo la fundadora del GFLAC.

Lo anterior representa un retroceso en mayúsculo en materia de cambio climático ya que esos compromisos no responden a las necesidades actuales del país, sumado a que se viola el compromiso de progresividad estipulado en el Acuerdo de París y en el marco constitucional, contemplada en la Ley General del Cambio Climático (LGCC).

Al ser México uno de los principales emisores de gases de efectos invernaderos, este desinterés nos convierte en un impedimento en la contribución para evitar que la temperatura global aumente más de 2º Celsius y mucho más lejos de colaborar en la estabilización de 1.5ºC, una obligación derivada de la LGCC y del Acuerdo de París que firmó México.

¨Estas contribuciones de México no están alineadas al escenario del 1.5ºC ni del 2ºC, estas metas que puso México en la mesa están alineadas a un escenario de 3ºC o más grados centígrados¨, apuntó Sandra.

Mientras otras naciones, en este aniversario, presentaron ambiciosas metas para mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero, México intensificará su economía con proyectos concebidos a la producción de hidrocarburos y emisión de carbono, como lo es el caso de la Refinería de Dos Bocas en Tabasco que contribuye a la emisión de CO2, siendo México el principal emisor de este gas en toda la región.

Esto último es más preocupante cuando entendemos que 2030 es la fecha límite que tienen todas las naciones del mundo para reducir en un 45% sus emisiones totales de gases de efecto invernadero para cumplir con el objetivo trazado de no aumentar la temperatura global a más de 2ºC

¨Hay un problema de fondo, no sólo de interés, sino de entendimiento de lo que implica el tema del cambio climático¨, aseveró la ambientalista.

REFINERÍA DOS BOCAS: UN PROYECTO QUE NOS EMPUJA AL RETROCESO

Refinería Dos Bocas. Fuente: Cuartoscuro.

Uno de los proyectos importantes, sino el más, propuesto por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, incluso cuando era candidato al cargo, es la construcción de una nueva refinería en el estado de Tabasco para la producción de gasolina nacional y de esta forma abastecer al mercado local y no vernos en la obligación de importarla de Estados Unidos.

Bajo esa premisa pues es una idea maravillosa depender únicamente de lo que se produce en nuestro país, pero esta encierra a la economía en la producción de hidrocarburos y nos empuja hacia un retraso en cuestión de lucha contra el cambio climático, además de estar muy lejos de las necesidades actuales del país.

¨Dos Bocas no sólo es un proyecto que contribuye grandemente con las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que es un sistema que perpetúa la utilización de combustibles fósiles en el transporte, mientras en otros países se transita hacia lo que se conoce como electro-movilidad. Cada vez hay más vehículos que se alimentan de electricidad que primariamente provienen de energía renovables¨ comentó Sandra.

Por ejemplo, en el Reino Unido se anunció que, a partir de 2035, se prohibirá la adquisición de automóviles de combustión, eso incluye todos aquellos que utilicen gasolina o diésel.

Otro gran problema que representa la construcción de la Refinería Dos Bocas es su costo en las finanzas públicas del país. El proyecto estaba estimado, inicialmente, en unos US$ 8 mil millones, pero, partir de las inundaciones provocados por los huracanes que se suscitan en esa zona que afectarían la construcción de la refinería, la inversión pudiese ser el doble de lo estimado.

¨Paradójicamente todas esas inundaciones que han ocurrido en esa zona del país están asociadas al cambio climático¨, aseguró la ambientalista.

El dinero que se usará para construir esta refinería vendrá exclusivamente de las finanzas públicas, ya que el gobierno federal no ha encontrado financiación del sector privado debido a las implicaciones ambientales que rodean este proyecto.

A criterio de Sandra Guzmán, la llamada ¨Austeridad Republicana¨ es un método para recortar gastos y que estos sean inyectados en Pemex y en financiar Dos Bocas ya que el presidente no quisiere asumir el costo político de cancelar este proyecto.

¨No quiere, políticamente, aceptar que es un proyecto que no tiene viabilidad económica y en muy poco tiempo, no más de 10 años, va a dejar de ser rentable porque el sistema de transporte en el mundo va a caminar hacia la electro-movilidad donde los refinados van a perder fuerza brutalmente¨, apuntó la especialista.

Para poder dimensionar el costo excesivo que implica la construcción de esta Refinería, más allá de las graves afectaciones climatológicas que representa, Sandra explicó que en México realizó un calculo del costo de poner en marcha 30 medidas de mitigación, contempladas en las contribuciones nacionales en el Acuerdo de París, y arrojó que serían cerca de US$ 126 mil millones financiar estas medidas durante 15 años, es decir, que con el costo de Dos Bocas (más de US$ 16 mil millones) se pueden financiar dos años (US$ 8.4 mil millones por año) de medidas para mitigar la emisión de gases de efecto invernadero.

¨Con lo que van a invertir en un proyecto con una visión cortoplacista podrían financiar buena parte de las medidas, que se pueden poner en marcha, para combatir el cambio climático en los próximos años¨, aseguró la ambientalista.

La construcción de Dos Bocas también refleja una serie de incongruencias en el gobierno federal que informe llamado: Razones para la cancelación del proyecto del Nuevo Aeropuerto en Texcoco. Se precisan, en primer lugar, las implicaciones ambientales que hubiesen conllevado la construcción del NAICM y se van detallando toda una serie de factores que llevaron a la cancelación de este proyecto. Bien puede hacerse un estudio similar con Dos Bocas para conocer a detalle las implicaciones que se han venido apuntando.

Bajo esta idea del presidente de querer ¨sacar de la pobreza¨ a la zona sureste del país, con una economía sujeta a la producción de hidrocarburos, pues se olvida que las zonas más marginadas serán las más afectadas porque son quienes respirarán directamente todos esos gases nocivos, y de grandes afectaciones a la salud, que emite una Refinería de la magnitud que sugiere para Dos Bocas.

Un llamado desesperado

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La pandemia por el COVID-19 provocó a nivel mundial que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) descendieran aproximadamente un 7% durante este año, debido a la reducción económica, de la actividad industrial, en movilidad y viajes, así como en la generación de electricidad, según reportó recientemente el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Pese a la grave crisis sanitaria, esto es un signo alentador para intensificar de manera sostenida la lucha para disminuir las emisiones de los gases efecto invernadero que provocan el calentamiento global.

Sin duda, esta reducción del 7% en 2020 será de poca efectividad, en los siguientes años, si no se aplican medidas urgentes para reducir las emisiones hasta un 25% como se tienen previstas en el Acuerdo de París (en la que participaron 195 países, en 2015).

El PNUMA, en su Informe sobre la Brecha de Emisiones 2020, advierte que a pesar de este descenso en las emisiones de dióxido de carbono (por la quema de combustibles fósiles), aún el planeta se encamina peligrosamente a un aumento de temperatura de 3 grados Celsius en este siglo, pues la reducción del 7% que ha dejado la pandemia representa –según expertos–, el 0,01 grados Celsius del calentamiento global para el 2050.

calentamiento global
Imagen: Lynn Scurfield.

Recordemos que el Acuerdo de París (conocido como COP21) trazó como objetivo central acotar el calentamiento global entre 1.5 y 2 grados Celsius en el 2030, y esto sólo se podrá lograr si la reducción de los gases de efecto invernadero alcanza el 25%.

Los últimos dos años se han registrado temperaturas altas récord a nivel mundial con resultados altamente dañinos para la humanidad y la naturaleza: sequías extremas, huracanes más potentes y sucesivos, tormentas (pese a que la tendencia mundial es de menos lluvias), los glaciares se derriten y los incendios forestales son más frecuentes y prolongados. Todo lo anterior aunado a que en varios países la destrucción de bosques y selvas sigue fuera de control, y con ello las migraciones son más intensas en los llamados corredores secos donde la tierra ya no produce.

La lucha contra el calentamiento global merece la misma respuesta que las naciones han puesto con la reciente pandemia. Cada año los fenómenos meteorológicos extremos envían señales de que urge desacelerar las emisiones de gases efecto invernadero, pero los gobiernos no responden con una estrategia rápida, efectiva y enérgica.

El pasado 12 de diciembre, el secretario general de la ONU, António Guterres, lanzó un llamado a los jefes de Estado para que declaren un “estado de emergencia climática”, en el que advirtió que los compromisos no son suficientes para contener el incremento de la temperatura media de la Tierra a un máximo de 1,5 grados Celsius.

calentamiento global emisiones
Imagen: Behance.

El llamado de Guterres es histórico, tanto porque se hace en un año crítico por la pandemia del COVID-19 y porque la acción colectiva de la humanidad demostró que, en unidad, sí se puede disminuir la concentración de carbono en la atmósfera del planeta.

Los científicos han sido claros y contundentes: si no se cambian las políticas para neutralizar el carbono, un aumento de temperatura del planeta de 3 grados Celsius provocará cambios irreversibles en la Tierra. “Un país no debe emitir más gases de efecto invernadero de los que puede absorber”, han advertido. 

A nivel mundial China es el principal emisor de estos gases, y también es el que mantiene un compromiso menor para combatir el cambio climático. Ya veremos qué compromisos se tendrán en la próxima cumbre climática que será en noviembre de 2021 en Glasgow, Escocia.

Esperemos que el llamado de Guterres no se quede sólo en eso…


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El mundo es tan redondo como una dona, su economía podría serlo también

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Color y geometría. La reivindicación del verde como símbolo de una nueva concepción planetaria, primero. La asunción de que había que pensar a través de nuevas figuras geométricas, después.

Prácticas, objetos, ideas, símbolos, el orden del mundo, se ha ido cifrando en los últimos 40 años a partir de una suerte de cartografía cromo-geométrica.

Para los habitantes, en cuerpo y alma, del mundo actual y actuante, el morado guarda una irrenunciable relación con la legalización del aborto, tanto como el naranja en favor de la no violencia hacia las mujeres.

Ni qué decir, desde luego, del lugar que en el horizonte de los imaginarios colectivos representa el arcoíris o el llamado al autocuidado corporal y la lucha contra el cáncer que entraña el rosa.

Herederos legítimos del ímpetu transformador del 68 europeo, los verdes, alemanes, por supuesto, representan el punto obligado de referencia.

ecnomia ecologista
Imagen: La Izquierda Diario.

El 12 y 13 de enero de 1980, en Karlsruhe, un puñado de convencidos ecologistas se reunieron para dar vida a la primera agrupación partidaria que tomó como nombre un color, y a éste, como referencia de su programa.

No se trataba sólo de elegir qué color representaría al partido y cuál sería la cromática con la que los electores se identificarían.

La decisión estaba vinculada a un trasunto de mucho mayor calado. Es Jutta Ditfurth, fundadora de aquel Partido Verde y luego una de sus críticas más implacables.

“Los Verdes no querían ministerios, sino que querían cambiar la política de manera definitiva: clausurar las centrales nucleares de inmediato, impedir el estacionamiento de misiles en Alemania, salir de la OTAN, limitar el crecimiento económico cuantitativo, viviendas humanas, jornadas de trabajo más cortas, equiparación salarial”.

No se trata ahora, no en este texto al menos, de entrar al fondo del asunto sobre los alcances y derivaciones de la apuesta que un millar de alemanes hicieron en el invierno de 1980, nueve años antes, un poco menos, de que cayera el muro.

La cromática como ideología, de eso sí que no parece haber ninguna duda, se abrió camino hasta instalarse como un elemento tan natural como el verde lo es a la naturaleza.

Hasta antes de que la pandemia se cerniera sobre el planeta y obligara a una amplia redefinición sobre prioridades y caminos, la Europa unida tenía perfilado en un amplio pacto de cromática definición su apuesta de futuro: el Green Deal.

green deal
Imagen: Production.

De parte de la irrupción de los referentes del presente tamizados por figuras geométricas, hasta su normalización, el tránsito entre el mundo anterior y el actual, puede bien cifrarse en el paso de la línea ascendente al círculo.

Planteada inicialmente como una estrategia de carácter meramente industrial, centrada en la vida útil de los materiales, la economía circular, abreva de la figura geométrica para subrayar sus virtudes.

La muy brillante economista inglesa Kate Raworth es una de las figuras de nuestro tiempo que mejor lo ha entendido.

Incluso, Raworth ha ido más lejos para transformar la idea de la economía circular hasta llevarla a un tipo específico de circularidad: la dona.

Profesora en el muy prestigiado Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, Raworth reprocha acremente a la economía tradicional su incapacidad para prever crisis, tanto como para reducir consistentemente los alarmantes índices de desigualdad y pobreza en el orbe.

En el corazón de esta doble falencia por parte de la economía tradicional, sostiene Raworth, está la obsesión por la linealidad, por aquella linealidad de carácter ascendente, señala, representada por la idea del crecimiento incesante.

Es tiempo de pensar de nuevo, repite Raworth en las muy exitosas conferencias que imparte, en un llamado para dejar atrás la noción de que el progreso económico está necesariamente asociado con una línea ascendente de evolución.

Kate Raworth
Kate Raworth, economista inglesa (Imagen: Atlas of the Future).

Es tiempo de volver a imaginar el progreso, invita Raworth.

Crecer y prosperar, advierte la economista inglesa, deberán ser entonces dos conceptos que, si bien debemos aspirar a mirar entrelazados, no lo están de origen ni por sí mismos.

A nivel de humanidad planetaria, señala Raworth, enfrentamos dos grandes desafíos.

Satisfacer las necesidades de alimentación, sustento, esparcimiento, educación, salud de los habitantes de todo el orbe, por un lado.

Y, por otro, debemos ser capaces de emprender esta tarea colosal, agigantada aún más por el impacto de la pandemia, dentro de lo que la propia Raworth llama: “Los límites del planeta”.

Dos límites, entonces, que se pueden ver como medios círculos, si se quiere, o como un círculo dentro de otro, se engarzan: el límite de las necesidades sociales-el límite de los imperativos medioambientales.

En términos generales es a esto a lo que Kate Raworth ha llamado el Modelo Económico de la Dona.

“El desafío de la humanidad en el siglo XXI es satisfacer las necesidades de todos dentro de los medios del planeta. Los límites sociales y planetarios es un nuevo marco de ese desafío y actúa como una brújula para el progreso humano de este siglo”, ha dicho en repetidas ocasiones Raworth, segura de que humanidad y planeta son una sola y redonda cosa.

Una sola.


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