#MequedoenCasa

Encerrado en la mente por el COVID-19

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El 23 de marzo del 2020 inicia en México la Jornada Nacional de Sana Distancia, el resguardo para algunas personas comienza unas semanas antes o después, pero en general, una gran parte de las personas de este país ha permanecido muchas semanas o meses confinada dentro de sus casas. Este llamado significa un cambio en la rutina y hábitos de las personas, por la restricción de permanecer dentro del hogar o por la incertidumbre ante el posible contagio al salir a la calle.

Diversos estudios señalan que el aislamiento tiene efectos negativos: depresión, ansiedad, estrés, bajo estado de ánimo o la ira. Debido a que somos seres sociales requerimos la interacción para desarrollarnos, la comunicación y el trabajo conjunto son fundamentales en nuestra especie para evolucionar y mantener nuestra estructura social. Hoy vemos cómo lo anterior se manifiesta en rasgos de intolerancia y violencia en los miembros de la familia, entre otras cosas.

Las dinámicas por permanecer en casa o por salir a trabajar en escenarios diferentes implican un violento y profundo proceso de adaptación como especie y sociedad. La falta de certidumbre por la estabilidad del hogar, el trabajo y entorno, nos muestran de frente un rostro que no estamos acostumbrados a ver: la fragilidad y vulnerabilidad de la vida.

encierro en la mente
Ilustración: Tim Mack.

La fragilidad y vulnerabilidad la enfrentamos todas las especies cada día, es el rasgo más primitivo de todo organismo. “La Subsistencia de la Especie” lo hacemos adaptándonos a nuestro entorno. El virus COVID-19 pone a prueba la capacidad de nuestro sistema inmune y es parte de esa capacidad de adaptación; es el resultado de millones de años de evolución y no es algo que podamos controlar, se va construyendo en cada generación. Sin embargo, las condiciones actuales de interacción están poniendo a prueba otro de los elementos de adaptación que nos ha permitido subsistir: nuestra mente.

El verdadero encierro no sucede dentro de los muros de nuestra casa, el verdadero encierro lo estamos viviendo en nuestra mente. La forma en que decidimos y reaccionamos se construye por la acumulación de conocimiento y experiencias vividas, actuamos en función de lo aprendido, tomamos decisiones con referencia sobre aquello que nos ha funcionado y nos ha sido positivo. Hoy no tenemos experiencia o referencias positivas por estar confinados en un espacio único con el mismo núcleo social, por tanto, reaccionamos negativamente a aquello que no conocemos y es amenaza para la subsistencia. Hablamos de la parte basal de nuestras emociones, no hay expresiones de inteligencia o raciocinio, sólo emociones primitivas.

Existen varias clasificaciones para las emociones básicas, pero un buen compendio contempla las siguientes: miedo, rabia, alegría y tristeza; al ser basales se originan en las partes más primitivas del cerebro y son difíciles de controlar por las funciones superiores del pensamiento. Las emociones básicas afloran principalmente cuando el individuo sufre alguna condición de vida que afecta la estabilidad de su proceso de vida diario, lo que podemos definir como nuestra normalidad. Cuando ésta cambia nos vemos expuestos a estos impulsos que se generan en los primeros rasgos evolutivos del ser humano.

encerrado en la mente
Ilustración: Anton Finch.

Los cambios y alteración de la normalidad como la conocíamos provocan que las emociones básicas afloren sin control, al ser exacerbadas nos llevan a rangos de conductas patológicas entre las personas que conviven por periodos prolongados. El estar encerrados con nuestra mente es por mucho, más expuesto y peligroso que algunas condiciones de riesgo físicas, nuestra mente es capaz de ajustar la realidad a una ficticia y provocar que las percepciones de lo que sucede a nuestro alrededor se vea en ópticas amenazantes o surrealistas que no son ciertas. El cómo procesamos los acontecimientos puede hacernos pensar –desde una consciencia primitiva– que la subsistencia de nuestra forma de vida se ve amenazada y por eso reaccionamos instintivamente. Esto es más común de lo que pensamos, la súbita irritabilidad, depresión o euforia sin motivo forman parte de estos rasgos, son las reacciones que estamos viendo en la sociedad cada día.

Mucha información y artículos relevantes nos dan consejos sobre cómo sobrevivir el encierro, el astronauta retirado de la NASA, Scott Kelly, enumera siete importantes: seguir un horario, tomar pausas, salir del espacio de las paredes, tener un hobby, estar en contacto con otras personas, escribir un diario y escuchar a los expertos. Estos pasos o similares son importantes para llevar en forma sana el proceso de resguardo que se puede prolongar.

Sin embargo, el factor más importante que debemos considerar para poder salir avante de este gran reto social y personal que implica el encierro, es estar consciente de:

Aceptar la nueva realidad, no volveremos en el corto plazo a la normalidad como la conocíamos y tal vez nunca suceda.
Entender, racionalizar y aceptar aquellas condiciones que nos preocupan más y tratar de buscar opciones.
Adaptarse, ante un entorno cambiante las especies que subsisten son las que mejor se adaptan.
Buscar apoyo, ser escuchado y escuchar otras perspectivas nos ayudará a encontrar soluciones.
Actuar, la inacción no va a resolver nada.


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Lo que el COVID-19 nos va a dejar de herencia

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El COVID-19 está cambiando el mundo, desde la forma en que vemos a los demás, el lenguaje que estamos utilizando, la forma de viajar, hasta la manera en la que nos saludamos, yo creo que ya nada va a ser igual.

Nos estamos dando cuenta de los vulnerables que somos, un virus minúsculo tiene al mundo de cabeza, pensábamos que eran calamidades que sólo pasaban en lugares remotos donde no teníamos nada que temer, pero no es así, nos alcanzó a todos.

Esta nueva realidad nos quitó la inocencia y nos hizo abrir los ojos, todos estamos expuestos, no importa el color, la raza, el estatus social, todos podemos estar infectados, todos podemos morir.

Nuestra forma de ver y vivirnos en el mundo está cambiando, lo personal se volvió peligroso. De la noche a la mañana nos dimos cuenta que tocar a alguien, estar cerquita o en lugares cerrados con muchas personas, es riesgoso. Creo que a partir de ahora tendremos más cuidado al dar la mano, saludar de beso o dar un abrazo, seremos más selectivos y cuidadosos. Así como la influenza nos dejó la costumbre de ponernos gel antibacterial, creo que el COVID-19 nos dejará la costumbre de lavarnos más las manos.

lavarse las manos ante el covid-19
Ilustración: Unileved.

Estamos contactándonos por Skype, Zoom, WhatsApp, entre otros, y nos está pareciendo buena idea, resulta cómodo y ahorras tiempo, sobre todo en las grandes ciudades donde el tiempo que pasamos en el auto yendo de un lugar a otro es demasiado. Podemos comer en casa, aprovechar más el tiempo que tenemos, y me imagino que después de esta temporada de #MequedoenCasa, buscaremos más momentos para utilizar estas plataformas, ser más eficientes y ganar tiempo.

Parecería que conectarnos con un dispositivo nos hace sentir que estamos alejados, pero en realidad estamos cerca, ponemos mucha atención y no importa en qué lugar del mundo te encuentres, mientras tengas un dispositivo e internet es posible conectarte. Puedes también tener sesiones de terapia, médicas, de trabajo, de zumba, con amigos, hasta fiestas y bailes virtuales.

Nuestros héroes ahora serán otros, no tendrán que ver con armas, tanques y guerras, sino con batas blancas y estetoscopios, los doctores y doctoras, los enfermeros y enfermeras, y todos quienes trabajan en el área de la salud, hombres y mujeres que en estos días nos están dando un ejemplo de profesionalismo, altruismo y sacrificio que son justo las virtudes de los héroes. Espero que en lugar de hacer monumentos a generales y a la guerra, hagamos lugares, estatuas y monumentos para celebrar la vida.

Nos estamos percatando que los expertos importan y que sus voces tienen que ser escuchadas, que encontrarlas e identificarlas está siendo muy difícil en un mar lleno de noticias falsas y falsos profetas, así que cuando las encontremos las atesoraremos, las escucharemos y principalmente les daremos el valor que merecen.

lucha contra covid-19
Ilustración: Getty Image.

El tiempo en casa nos está poniendo el reto de la paciencia con nosotros mismos, nuestros hijos y entre parejas; nos estamos acostumbrando a convivir, a respetar tiempos y espacios, a vivir juntos y llegar a acuerdos, platicar, discutir y hasta a jugar en familia.

La economía se encuentra en crisis, sigue cambiando, la política se está redefiniendo y las características de nuestros gobernantes así como sus acciones, están en la mira de todos.

El COVID-19 nos causa mucho dolor, incertidumbre y miedo, pero también nos obliga a voltear a vernos, oírnos y sentirnos para valorarnos, darnos cuenta de nuestros errores, de nuestra soberbia y descuido, así como de nuestra solidaridad, paciencia, empatía y respeto. Todo esto a golpe de dolor, por eso espero que la consecuencia sea crecer y convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos, una mejor versión del mundo en el que hasta hoy hemos vivido y hemos construido juntos.


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