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La lectura desatenta

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Nuestra mente puede dividir la atención entre diversos estímulos para realizar varias actividades al mismo tiempo. En este modo “multitarea” podemos, por ejemplo, platicar mientras manejamos o cocinar mientras escuchamos música. Sin esta capacidad, no nos alcanzarían 24 horas para terminar todo lo que debemos hacer cada día.

Por otro lado, también existen actividades que requieren de nuestra atención plena. En ellas, el modo multitarea no funciona porque para hacerlas bien debemos concentrarnos y evitar distracciones. Leer era una de esas actividades: el ambiente ideal para hacerlo era el de una biblioteca. Ahora, la presión laboral y la interconexión digital constantes han cambiado las condiciones de lectura, del modo de atención plena al modo multitarea. Es cada vez más común, en los centros de trabajo, ver a personas que leen mientras se comen una pizza, participan en juntas, escriben mensajes o piensan cómo van a responder a lo que apenas están leyendo.

La capacidad de multitarea que nos da la tecnología puede resultar contraproducente en el caso de la lectura. Tal vez podamos asimilar algunos textos de esta manera, los más cortos y sencillos, pero en otros hay una pérdida evidente de profundidad y precisión: no terminamos de entender la información con la que actuamos y decidimos, por tanto, comprometemos la calidad y la efectividad de nuestro desempeño. Es una paradoja triste: la riqueza de información disponible provoca una pobreza de entendimiento. ¿Cómo podemos responder a esta situación?

Trampa.
Imagen: Behance.

La propia tecnología puede ayudar si la usamos para fortalecer nuestra capacidad lectora. Bien utilizadas, funciones como los buscadores, los hipervínculos y la multimedia hacen posible encontrar y entender información de manera mucho más rápida y efectiva. Sin embargo, estas funciones son un arma de doble filo. Mal diseñadas o mal utilizadas, pueden dejarnos perdidos en el hiperespacio o abrumados por el exceso de información irrelevante.  

También favorece que los autores de contenido apliquen técnicas de lenguaje claro para ayudarnos a dirigir nuestra atención a lo importante y a entender mejor. Contenidos mejor organizados, presentados con un lenguaje sencillo y una estructura visible, sin duda pueden reducir los tiempos y mejorar la calidad de la lectura.

Sin embargo, ni el contenido mejor diseñado es inmune a la lectura desatenta. Creo que en la lectura, como en otros terrenos (el de la conversación, por ejemplo), tenemos que recuperar la capacidad de atención plena y contar con el tiempo y el espacio necesarios para asimilar la información, integrarla a nuestro conocimiento y producir la respuesta adecuada. La presión en el medio de trabajo y la evolución tecnológica no son factores que podamos controlar. Nuestra agenda y nuestra capacidad de concentración, en cambio, sí están en nuestras manos. Podemos evitar las actividades en las que no somos indispensables para estar más presentes en aquellas donde aportamos algo sustancial. Sólo así la información que recibimos podrá llevarnos a un mejor entendimiento y, por tanto, a un mejor desempeño.