paz interior

La paz interior

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El ser humano para existir necesita satisfacer sus necesidades. El no solventar algunas de ellas pone en peligro su existencia como la carencia de alimento, otras, más sutiles, sólo afectan la calidad de vida que experimenta. En algunos casos se llega a adaptar a esta escasez, consigue resolver su supervivencia e incluso llega a considerar que así es y así se queda, pero en otros, se revela y lucha hasta encontrar la forma de mejorar sus condiciones.

Entre las múltiples necesidades que el ser humano requiere satisfacer para existir está la paz interior, condición indispensable para una auténtica vida de calidad; de aquí la importancia de definir en qué consiste y cómo se logra.

La paz interior es un estado de la persona posible de alcanzar por todo ser humano independiente de las circunstancias externas y que genera una profunda calidad de vida. La paz interior se cultiva intencionalmente y, por lo mismo, conviene reconocer qué prácticas y comportamientos contribuyen para su desarrollo. A continuación, están algunas de ellas:

en busca de la paz interior
Imagen: D. Sum.

∙ Vivir en el presente. Dedicar gran parte del día al pasado y/o al futuro, aun cuando estén asociados con tiempos venturosos, impide la adaptación al presente y a encontrar en éste razones de sentido, esperanza y felicidad.
Aceptar las condiciones ineludibles de la vida. En efecto, la vida implica retos y adversidades con las cuales hay que lidiar en un momento dado. La paz interior no proviene de la ausencia de conflictos, pérdidas o fatalidades, sino de la certeza de que sólo son temporales y que siempre se tienen los recursos necesarios para salir adelante.
Disminuir en la medida de lo posible el ritmo de vida. La obsesión actual lleva a las personas a intentar vivir rápida e intensamente, además, el impulso de satisfacer las demandas materiales genera pesadas jornadas y multiplicidad de actividades. Por ello es fundamental destinar tiempo libre para contemplar y gozar la existencia.
Soltar la obsesión por lo superfluo y efímero. Esto no significa renunciar a lo material, sino sólo no depender de él para atesorar en la vida aquello que el tiempo no corroe ni el ladrón hurta.

paz interior
Imagen: María Paiz.

∙ Renunciar al control de la conducta de los otros. Los demás, por cercanos que sean, sólo son lo que son, tienen sus propias historias y perspectivas de la vida. Aceptar su identidad tal y como es una significativa medida para encontrar formas sanas de relación en la que no se dañe ni se tolere la agresión.
Perdonar las heridas del pasado. No se trata simplemente de negar las heridas ni tampoco dejarlas pasar; lo pertinente es reconocer la propia vulnerabilidad ante ciertas circunstancias, la potencialidad de otros para herir y la necesidad de desarrollar criterios y habilidades concretas para evitar daños futuros tanto de las mismas personas que dañaron en el pasado como de futuros agresores.
Gozar el bien y el éxito ajeno. El verdadero bienestar proviene del bien común, que no significa solamente condiciones justas de existencia, implica también disfrutar la ventura de otros como si fuera propia para evitar la envidia y aumentar las posibilidades de alegrarse.
Compasión por uno mismo. Es decir, desarrollar la capacidad de disminuir la auto-exigencia y el perfeccionismo para reconocer y aceptar las propias limitaciones con un discernimiento claro que permita esforzarse solamente por aquello que vale la pena, empleando los pequeños logros como motivadores para continuar en esa misma línea.
La práctica de la meditación grupal o individual como práctica concreta que ayuda a concretar todos los puntos anteriores.

Encontrar, mantener e incrementar la paz interior son medidas efectivas para desarrollar una existencia gratificante y dirigir el propio devenir hacia una vida que valga la pena ser vivida.


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