psicología

Atención plena en la meditación budista y la neurociencia

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En los últimos lustros se ha difundido ampliamente el concepto inglés de mindfulness, traducido como plenitud mental o como atención plena. Por ser relevante a la autoconciencia y la introspección, es imperativo tratar aquí el trasfondo de esta noción proveniente de la antigua doctrina budista y de su abordaje actual por las ciencias. En su libro sobre el tema, el monje de Sri Lanka, Henepola Gunaratana, afirma que la plenitud mental ocurre siempre que observamos cualquier cosa en detalle y sin conceptos. Ahora bien, agrega que la concentración no es una capacidad habitual de la mente y varía mucho en la vida diaria. Cuando se practica en un régimen de meditación, involucra un esfuerzo de estar alerta para experimentar con toda presencia cuanto surge en la mente, sea percepciones, emociones, pensamientos, imágenes mentales, intenciones, preocupaciones y demás procesos, incluidos los arrobamientos y otros estados inusuales derivados de la práctica. Dado que se cultiva la observación clara, precisa y cabal de lo que acontece en la conciencia sin juicio ni prejuicio, la atención reflexiva es la herramienta propia de la introspección y la autoconciencia. El objeto primario de la meditación introspectiva es ampliar, fortalecer y profundizar esta capacidad.

Bhante
Portada de la biografía del Bhante (monje de la tradición Theravada del budismo) Gunaratana titulada “Viaje hacia la plenitud mental”.

El objetivo de la doctrina budista no es asunto de fe o revelación, sino la depuración de la mente mediante la aplicación de una atención sostenida y tonificada mediante técnicas de meditación. Es una doctrina empírica porque se fundamenta en la experiencia más que en la teoría, pero también previene que no cualquier experiencia es válida, sino la derivada de la práctica de la meditación introspectiva. Conforme se entrena y refina el instrumento del conocimiento es posible acceder progresivamente a realidades y verdades relevantes para vivir con plenitud y ética. Tal comprensión no es un conocimiento intelectual, sino una experiencia que se adquiere como resultado de una práctica sostenida, diligente y capaz.

La meditación o contemplación es un método riguroso por medio del cual una mente que se encuentra en un estado disperso, se enfoca. Consiste en aplicar un esfuerzo constante para estar presente y atender alguno, varios o a cualquier contenido de conciencia. Pero esto no se logra al emprender la práctica, pues la atención es indómita, se pierde y se dispersa. Es necesario recordar la tarea y redirigir la atención al objeto estipulado, que suele ser alguna sensación corporal tan simple y constante como la respiración, para posteriormente expandirse hacia las emociones, pensamientos y demás procesos mentales. Con la práctica se fortalece la atención deliberada y sostenida que hace posible una inspección más certera y una concentración más constante.

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Monje de la tradición Theravada del budismo practicando meditación introspectiva (Imagen: https://bit.ly/2rMl1WN).

La práctica de la meditación tradicional no es nada fácil pues implica un esfuerzo y una paciencia crecientes en condiciones a veces incómodas y fastidiosas, sobre todo en los largos retiros recomendados para poner en práctica la técnica y beneficiarse de sus posibilidades. Además, la técnica de la meditación facilita la emergencia de contenidos personales penosos y confusos en ese espacio amplificado que proporciona la autoconciencia. Los mismos temas y capas más profundas de conflicto resurgen una y otra vez sobre asuntos que parecían resueltos y archivados. La antigua tradición y diversas evidencias científicas recientes confirman que estas prácticas permiten el desenvolvimiento y, a veces, la resolución de conflictos. A diferencia de las técnicas psicoanalíticas, la meditación introspectiva instruye en no detenerse en los contenidos, emprender su interpretación o entretenerse en la vivencia afectiva. La disciplina consiste en regresar al objeto de la atención independientemente de que tan atractivos, dolorosos o interesantes resulten tales contenidos, los cuales deben ser experimentados con presencia, claridad y desapego. De esta forma, el proceso se desenvuelve en un ritmo que impone su propio desarrollo, permitiendo el surgimiento y desenredo de sus causas.

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Se suele sugerir el estado de calma y ecuanimidad resultante de la meditación introspectiva con figuras de pilas de piedras superpuestas en equilibrio (Imagen: https://bit.ly/2YJtlTt).

Cuando se practica de manera continuada y diligente, la concentración meditativa tiene importantes y profundos efectos cognitivos. El estar consciente momento a momento de la experiencia actual, aplicando una actitud alerta, relajada y sin prejuicios, conlleva a un avance en el ejercicio y el dominio de la autoconciencia. En efecto, el ejercicio permite la observación y la comprensión “directas” del objeto, al tiempo que auspicia calma y ecuanimidad. Es un proceso estabilizador que a la postre puede habilitar momentos de absorción embelesada, referidos como samadhi. La propuesta existencial del budismo es muy penetrante, pues postula que una atención hábil, diligente y concentrada permite una comprensión creciente de la existencia y en consecuencia la liberación del sufrimiento intrínseco a ella. Este es el sendero de la sabiduría y el objetivo de la iluminación, pues esta depende del alumbramiento que proporciona una nueva mentalidad. Estos conceptos y métodos han hecho del budismo una doctrina atractiva no sólo para personas interesadas en fortalecer su acervo y sus facultades, sino también para la ciencia porque se ha generado evidencia diversa de los efectos psicológicos y cerebrales de la meditación a largo plazo.

En efecto, la meditación a largo plazo modifica la morfología cerebral de áreas clave para la autoconciencia (el polo frontal), la conciencia del cuerpo (corteza sensorial e ínsula), la consolidación de la memoria (hipocampo), la regulación emocional (cíngulo anterior, corteza orbitofrontal) y la comunicación interhemisférica (cuerpo calloso). Al ser comparados con principiantes o individuos que no meditan, los meditadores experimentados también presentan diferencias en varias regiones del cerebro involucradas en la valoración de estímulos externos, emociones y memorias, tales como la amígdala, como también una mayor independencia funcional del cíngulo anterior y de la corteza prefrontal. La conectividad cerebral está mas integrada en meditadores experimentados en relación con los novatos, lo cual facilita el intercambio de información entre diferentes áreas del cerebro y puede explicar la mejoría reportada en la cognición.

Jon Kabat-Zinn
Jon Kabat-Zinn y su libro sobre la atención plena en castellano.

Si bien la meditación produce cambios significativos de orden fisiológico, cerebral, conductual y psicológico, queda mucho camino para comprender los mecanismos involucrados. Uno de los estudiosos más activos y entusiastas de las técnicas de la atención plena es el médico neoyorquino Jon Kabat-Zinn, nacido en 1944 y a quien se debe una estupenda metáfora: “no puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfear”. Acaba de publicar un audaz artículo donde vaticina un renacimiento causado por la mejor comprensión de la mente, el self y la corporalidad, cuyo sostén sería la difusión de la práctica y el estudio científico de las técnicas y efectos de la atención plena. A pesar de que las prácticas introspectivas formales redundan en un beneficio tanto personal como social y cultural, en nuestro tiempo tan sombrío éste avance de la autoconciencia se antoja muy difícil. Volveremos sobre esto.

Introspección: definiciones, mecanismos, posibilidades

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La conciencia de sí, que en estos escritos identificamos como autoconciencia, se ha tomado históricamente como una especie de “mirada interior” de la que disponen los seres humanos para observar, identificar y evaluar lo que ocurre en su propia mente. La única forma de ejercer esta capacidad es mediante la introspección, y tanto en este como los siguientes ensayos, exploraremos sus características, las posibilidades de analizarla con recursos de la ciencia y sus implicaciones para los seres humanos. Para ubicar mejor el tema de la introspección, empecemos con un ejemplo ilustrativo; un fragmento del periodista y escritor español Juan José Millás, publicado en mayo de 2019 en El País, y el cual constituye un ejemplo de la capacidad introspectiva por la cual se detectan y expresan los eventos que surgen y suceden en la propia conciencia:

Me acuerdo, sin venir a qué, de la revolución cubana. Voy en el autobús, por ejemplo, observando los tristes edificios de la periferia de Madrid, y de súbito me viene a la memoria la revolución cubana. Vigílate, me digo. Me vigilo, espío mi cerebro para descubrir qué rayos ha desatado esa memoria sin hallar nada que lo justifique. Rarezas de la masa encefálica, pienso, que creemos que es nuestra, aunque tiene zonas que no nos pertenecen.

Autoconciencia.
La facultad de introspección sugiere que el sujeto es capaz de voltear hacia sí mismo y explorar el interior de su mente y su cerebro. Esta dicotomía es equívoca y puede ser evitada con la idea de que existe una función reflexiva del propio sistema mente-cerebro.

Un momento clave de este proceso de auto-observación es ese “vigílate, me digo” pues expresa de manera inequívoca la aparición de un proceso reflexivo, lo que comúnmente se concibe como un yo capaz de observar su propia mente. El “me digo” consiste en la utilización especular del pronombre en primera persona “yo”, de tal manera que en la conciencia ocurre un curioso desdoblamiento entre dos instancias propias y privadas, una es un yo lingüístico que se dirige al propio sujeto, que se toma como si fuera otra entidad. Como veremos con mayor detenimiento, el hablarse a sí mismo es un recurso característico de los hablantes humanos. Volvamos al texto de Millás: ¿en qué consiste este “espiar mi propio cerebro”? Es una imagen significativa porque implica la emergencia de un observador capaz de voltear hacia el mecanismo o al órgano que se asume responsable de la cognición, que muchas veces opera de manera espontánea y automática, como es el recuerdo de la revolución cubana. El narrador de este parlamento asume varias nociones propias de su época cultural y científica. Una es que todo contenido mental debe tener un estímulo desencadenante en el medio y que intenta ubicar sin mayor éxito en personas y objetos alrededor. También asume que el cerebro es el órgano de la cognición y que al tomar autoconciencia el narrador genera y asume una identidad más propia, equivalente al sí mismo (para traducir el self en inglés) y que supuestamente puede someter al propio cerebro a escrutinio.

Capacidad de escritura.
La auto-manifestación implica la capacidad de detectar los propios contenidos mentales y expresarlos en palabras (Figura: https://bit.ly/2NO1vS1).

Finalmente, Millás sugiere gráficamente que “hay zonas de la masa encefálica que no nos pertenecen,” lo cual implicaría que la autoconciencia está localizada en algunas regiones del seso y que otras andan por su lado sin el control de las primeras. Hay en esto último un modelo implícito del aparato mental que el narrador da por válido, pero que es cuestionable en varios puntos, en especial la dicotomía entre un observador con el que se identifica personalmente y los contenidos que surgen y cursan por sí mismos en su mente. En épocas pasadas un auto-explorador podría realizar un esfuerzo similar atribuyendo a su “alma” lo que Millás atribuye al observador de su cerebro. Estas ideas pueden suponerse como metáforas, pues no es necesario asumir un self como un ente cartesiano que pueda inspeccionar a su cerebro, aunque sí puede concebirse una función cerebral de mayor jerarquía capaz de escrutar otras funciones del mismo órgano, como veremos ahora.

Desde un punto de vista fenomenológico, la conciencia consiste en un flujo de funciones mentales explícitas tales como percibir, sentir, pensar, creer, imaginar, soñar, recordar, desear, pretender, atender, actuar y otras tantas. Tales actividades y experiencias subjetivas están usualmente dotadas de un contenido, aquello que se percibe, piensa, cree, etc. Ocasionalmente, como ocurre en la narración de Millás, surge un observador o un yo con el que el sujeto se identifica. Para evitar la falacia del homúnculo –la idea de que hay una instancia observadora de las propias actividades mentales o cerebrales– el observador de la propia mente puede considerarse un punto de vista reflexivo conformado por la operación de un vector de atención que opera sobre los contenidos de la mente. Bajo este marco, la introspección consiste en la capacidad perspicaz y reflexiva de la mente para observar e identificar sus condiciones, contenidos y dinámicas; o bien, de manera aún más verosímil, la habilidad de los individuos humanos para observar y reconocer sus estados o procesos mentales y albergar pensamientos sobre sí mismos.

Karl Jaspers
Karl Jaspers hacia 1913, cuando escribió sobre la introspección en su libro clásico Psicopatología (Imagen tomada de Wikipedia).

Esta propiedad de introspección ha sido analizada en el pasado por varios filósofos e investigadores de la mente. Uno de los más meticulosos y certeros fue el psiquiatra y filósofo existencialista Karl Jaspers en su clásico texto de psicopatología de 1913. Jaspers distinguió tres niveles o facetas de la introspección. Llama a la primera auto-observación y esta ocurre cuando el sujeto está consciente de sus propios procesos mentales. La segunda instancia es el auto-entendimiento, cuando el sujeto no sólo observa, sino también interpreta lo que pasa en su mente. Finalmente, la auto-manifestación acontece cuando el sujeto logra expresar los contenidos de estas operaciones, usualmente mediante el lenguaje sea verbal o escrito. Iremos abordando cada una de estas propiedades fundamentales de la mente autoconsciente y para empezar vale la pena considerar a la auto-observación de la propia mente. ¿Cómo opera esta extraordinaria capacidad?

Hacia finales del siglo XX varios filósofos de la cognición y del lenguaje abordaron esta cuestión. William Lycan sostuvo que la introspección involucra la operación de un monitor o un dispositivo de auto-escrutinio cognitivo y David Rosenthal argumentó que estar consciente de un estado mental consiste en disfrutar un pensamiento de nivel superior sobre ese estado. Si conjuntamos estas dos propuestas en una teoría de la auto-observación es posible explicar la aparente división entre un contenido mental y un observador como la operación de un factor o un procedimiento de auto-escrutinio, consistente en una organización cognitiva de mayor jerarquía. En consecuencia, la introspección es un estado mental encubierto, avanzado y privilegiado, y no el acceso misterioso de un yo trascendental y etéreo a los contenidos mentales.

Other theories.
Portada de la colección de artículos sobre las teorías de alta jerarquía sobre la conciencia y la conciencia de sí en un libro editado por Rocco Gennaro en 2008.

La capacidad humana de hacer introspección y reportar verbalmente los contenidos y los estados conscientes permite la auto-manifestación y con ella la comunicación de estados y contenidos mentales entre los seres humanos. En este sentido debemos tomar a estas capacidades como potencialmente fidedignas para expresar lo que ocurre en la mente, en especial si se utiliza un procedimiento estricto de introspección. Como veremos pronto, los métodos narrativos para estudiar a los informes en primera persona de los propios procesos conscientes sacan provecho de la capacidad humana para producir dichas expresiones verbales de observaciones y reportes introspectivos. Aunque por el momento parezca una idea de neurociencia ficción, se puede vislumbrar una posible neurofenomenología de la introspección basada en grabaciones de informes verbales producidos por personas entrenadas en realizar introspección durante la adquisición de imágenes funcionales de su cerebro.

¿De quién nos enamoramos?

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“El amor es un juego que dos juegan y ambos ganan”.

Eva Gabor (Actriz húngara-estadounidense).

El fin de semana pasado, una muy querida amiga me dijo una frase que me dejó pensando… “Sabes Cris, yo creo que cuando hablamos de estar enamoradas… lo que en realidad nos sucede es que nos encanta la sensación que experimentamos en nuestro ser, cuando alguien nos llama la atención y eso es lo que buscamos una, y otra, y otra vez”.

De lo que realmente nos volvemos adictos es de ese sentimiento que nos invade el cuerpo, la mente, las horas y las noches, esa sensación de sentirnos vivos, capaces de subir montañas, de cruzar ríos, de viajar kilómetros, de pasarnos las noches en vela, de buscar expresar nuestra mejor versión a cada minuto. Ese cosquilleo en la piel, en la cabeza, en todo el cuerpo.

Es hermoso experimentarlo y es muy nuestro, es solitario; podemos estar experimentando ese sentimiento y que nadie se dé cuenta. Puede estar frente a ti la persona por la que lo sientes y esa persona nunca saberlo.

Entonces, ¿de quién nos enamoramos?

Amor diverso.
Fotografía: Unplash.

Todos los estudios sobre el enamoramiento dicen que dura sólo un tiempo.  Es un estado emocional producto de una enorme alegría, provocada por sentirse poderosamente atraído por otra persona, que muchas veces no nos permite dormir, comer o concentrarnos, inclusive nos volvemos un poco torpes y no dejamos de sonreír todo el día.

Algunos estudios hablan de 2 a 3 años de duración, con un máximo tope de 7 años. ¿Por eso hablarán de la famosa cosquillita de los 7?

El enamoramiento tiene su origen en la corteza cerebral, (sí, no en el corazón como nos han hecho creer) y segregamos diferentes hormonas, la dopamina que se libera en la primer fase, la serotonina que es la responsable de la conducta del enamoramiento y la oxitocina, la hormona del apego, entre otras. Es un cocktail delicioso que nos “emborracha”.

Cuando nos enamoramos, tenemos deseos de contacto físico, queremos un abrazo, un beso, caricias, sentimos un profundo anhelo de intimidad, emocional y sexual. No queremos perder contacto con la persona que nos está provocando esos sentimientos y queremos, deseamos profundamente, que la otra persona sienta lo mismo que estamos sintiendo, que no nos rechace.

Se habla mucho de que, cuando estamos enamorados, es como si estuviéramos ciegos, esto es porque el enamoramiento es justo el estado en el que el otro me parece perfecto, sólo puedo ver lo positivo de la otra persona, busco sin cansancio los puntos en común, y en donde no existen, veo coincidencias.

Pareja.
Fotografía: Unplash.

Por eso los amigos, la familia y la sociedad nos dicen una y otra vez, “no decidas en ese estado, espérate tantito por favor”.

¡Cuántas decisiones equivocadas se toman por querer seguir sintiendo ese sentimiento! Se dice que en esta etapa, rara vez se conoce a la otra persona, muchas cosas ignoramos y sin embargo juramos haber encontrado a la persona perfecta para nosotros, ¡al amor de nuestras vidas!

Pero, ¿y si es lo contrario? Qué tal si es justamente el momento en el que soy capaz de ver en el otro, algo que los demás no ven, su potencial, su valor, como dice Viktor Frankl en su artículo “El sentido del Amor”:

El amor es la vivencia de otro ser humano, en todo lo que su vida tiene de peculiar y singular (…). El cosmos entero gana para él en extensión y en profundidad de valor; resplandece bajo la luz brillante de aquellos valores que sólo el enamorado acierta a ver, pues el amor no hace al hombre ciego, como a veces se piensa, por el contrario, le abre los ojos y le aguza la mirada para percibir los valores”.

Ancianos.
Fotografía: Unplash.

Esta atracción tiene un componente fuertemente inconsciente e inexplicable que solamente comparten las dos personas que lo están viviendo. Un momento anterior eran dos extraños y ahora no pueden vivir separados. ¿Será?

Muchos estudios sugieren que después del enamoramiento llega el amor, yo sin duda lo creo así, no siempre, pero sí es posible brincar del enamoramiento al amor.

Muchas veces, en mi consulta privada, escucho decir que después de estar enamorados, el amor parece un poco decepcionante, ¿dónde está la emoción que sentíamos? ¿Las mariposas en el estómago? ¿La convicción de cruzar los mares?

El amor llega más tarde en la relación y tiene aspectos muy positivos, por lo pronto, dejamos de parecer mensos sonriendo sin parar, y paramos de equivocarnos en todo –hasta con ojeras y chocando coches–, entre otras barbaridades, si pasamos la etapa del enamoramiento, llega una profunda calma (con el enamoramiento hay mucha incertidumbre), una constante aceptación y entrega, para llegar ahí se requiere paciencia, comprensión y apertura. Conocer a la persona y eso lleva tiempo.

El amor requiere estar aquí y ahora, vivir en un fundamento de realidad donde ya no estamos idealizando al otro, lo vemos en todo su esplendor, con sus errores y virtudes y las aceptamos, entendemos y honramos.

Nosotros somos dinámicos, siempre estamos cambiando, la vida es cambio y el amor requiere de atención y ganas de siempre ir descubriendo al otro en sus diferentes etapas y momentos, con sus cambios de humor y estados de ánimo, con sus miedos y triunfos.

Para mí, el amor es el escenario donde puedo ser testigo de la vida del otro, puedo y quiero tener ese privilegio de ser quien interpreta sus muecas, quien conoce sus gustos, sus olores y sus sabores, quien toma su mano y se ríe de sus chistes, ser quien despierta a su lado y tiene las noches resueltas.

Por siglos, se ha estudiado el amor, se intenta describirlo, entenderlo, e incluso,  meterlo a “límites controlables”, pero siempre hemos fracasado, el amor nos sigue sorprendiendo una y otra vez, y se nos escapa; nos cuesta trabajo entender que nuestro lenguaje no alcanza para describirlo, nuestro entendimiento no lo clarifica, sólo el mundo de las emociones lo contiene y el secreto (para mí) es sentirlo y disfrutarlo mientras dure.

Pareja.
Fotografía: Unplash.

Muchos han tratado de describirlo con palabras, algunas posturas me gustan:

 El día en que sea posible para la mujer amar no por debilidad sino por fortaleza, no por escapar de sí misma sino para encontrarse a sí misma, no para humillarse sino para reafirmarse; ese día el amor será para ella, como es para el hombre, una fuente de vida”.

Simone de Beauvoir

 Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos”.

Albert Einstein

 Lo mejor es enamorarse, y lo segundo estar enamorado; lo peor es desenamorarse. Pero todo ello es mejor que no haber estado enamorado nunca”.

Maya Angelou

La pregunta sigue en pie: ¿de quién nos enamoramos? Mi respuesta es, que nos enamoramos de la idea, del sentimiento, de lo que pensamos y de las sensaciones que experimentamos.

Es hasta que amamos, que en realidad amamos al otro en todo su esplendor, con defectos, virtudes, miedos, alegrías, sabores y olores. Es en lo cotidiano, en el día a día, en su mirada, su caricia, su presencia.

Nos enamoramos de nosotros, amamos a los otros.

Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome.


P.D.: Mándame tu historia de amor a mi correo:, las voy a leer (públicas o anónimas) en mi próximo podcast: “El arte de la felicidad”.