Roma

Año viejo, Año nuevo

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Los antiguos romanos reverenciaban a un dios que tenía dos caras: Jano. Era en realidad una cabeza con dos rostros; por eso le llamaban Jano Bifronte. Era el dios de las puertas y a él estaban consagrados los umbrales, no sólo en un sentido arquitectónico sino en uno más profundo: el del cambio y de las transformaciones; el del tránsito y la evolución a otra etapa. Jano era el dios de las aperturas. Los días iniciales del año estaban dedicados a este numen. Por eso los romanos le llamaban “el mes de Jano”, o en latín: Ianuarius mensis. De aquí procede nuestra palabra “enero”. Cuando en 1502, el navegante portugués Gaspar de Lemos penetró en la bahía en la que desembocaba un caudaloso río, llamo a éste Río de Janeiro, o sea: “río de enero”, pues llegó ahí el primero de dicho mes, al cual, en lengua inglesa, sobra decirlo, aún se le denomina January.

Pero era doble la naturaleza de este dios romano. El rostro o cara que representaba el aspecto asertivo, afirmativo (como cuando uno está por trasponer un umbral) era denominado patulsius ( “estar abierto”); el aspecto negativo (representado por la puerta traspuesta que quedaba detrás) era designado como clusivius (de clausus, “cerrado”). En Jano Bifronte había algo que miraba al frente y algo que miraba atrás.

moneda jano brifonte

En un contexto de más familiaridad, los antiguos mexicanos de habla náhuatl designaban a los últimos cinco días del año (que en su calendario caían los últimos de enero y el primero de febrero) como nemontemi, que es una palabra que se ha traducido como días aciagos o inútiles, cuando en realidad connotaba que eran “insuficientes” para completar el año solar. Dice Bernardino de Sahagún que eran considerados de mala fortuna, y que “no usaban hacer nada en estos días”. Por su parte, en el denominado Códice Tovar se afirma que:  “en estos cinco días no hazia cosa alguna la gente ni acudia al templo, solo se ocupaban en visitarse vnos a otros, perdiendo tiempo….”.

Estas dos expresiones culturales en torno al fin de año y el principio del otro, motivan en mí sencillas reflexiones con ocasión de este 2020 que ha resultado tan ominoso para muchos en diversos sentidos: en el de la pandemia virulenta, en el de la economía global, el de la incertidumbre política, en el de los atentados a los valores de la democracia, en el de los grandes cambios en los paradigmas que se empezaron a realizar el año pasado, en la decadencia de algunos países y en la aparente ventaja obtenida por otros. Una verdadera revolución y en algunos casos una disrupción.

ano viejo

Con los antiguos romanos conviene decir que, en efecto, la puerta, la apertura señala un cambio, una transformación. Pero aún tras haber traspasado el umbral hay algo en nosotros que mira hacia atrás. O mejor dicho, para ver más allá, la prudencia requiere de la memoria de lo ocurrido, pero para no caer donde caímos, para no tropezar donde tropezamos. Por eso decía Ovidio que Jano era el numen en cuyas manos “todas las cosas eran cerradas y abiertas […] y en las que se hallaba la custodia del vasto universo”.

De los antiguos mexicanos retengo la noción no de unos días inútiles o “baldíos”, sino la de la mutua visitación pero también la de incensar en soledad: esto es, la importancia de la vida comunitaria pero también de la reflexión personal (tanto más importante esto último cuanto en muchas partes de nuestra República las tradicionales fiestas navideñas y de año nuevo se redujeron a su mínima expresión. En una analogía con los antiguos romanos, aquello fue como cerrar una puerta, pero no después de partir, ¡sino para quedarnos adentro!). Sobre todo recupero aquello de Sahagún de que en los últimos días del año la gente “se abstenía de reñir”. ¡Cuánta sabiduría la de los antiguos nahuas quienes sabían que no sólo en materia de virtudes sino también de vicios lo difícil es comenzar! Hemos visto cómo medios noticiosos dan cuenta de que la violencia ha crecido en los hogares a raíz de la frustración y forzada cercanía ocasionados por esta pandemia, violencia que sufren especialmente las mujeres y los niños. Con todo, hemos visto recientemente que en el mundo se han dado pasos en dirección de la defensa de los derechos de las mujeres y de los niños, los cuales suelen ser vulnerados.

Sahagun, cronicas Nueva España
Imagen: World Digital Library.

No somos romanos ni nahuas. Pero ciertamente somos humanos y nada de lo humano nos es ajeno, como decía Terencio. Y aun siendo mexicanos, en nosotros hay mucho de Lazio y mucho de Anáhuac. Podrá usted cuestionar que cómo puede un rostro mirar hacia adelante cuando la otra cara mira hacia atrás. Pero esto no es un atavismo. Es simplemente que no se puede iniciar un viaje sin partir de algún lugar. El sabio Pítaco de Lesbos decía, hace muchos siglos, que es dificultoso prever el porvenir; más seguro es echar una mirada al pasado. Yo pienso, dentro de esta misma idea del abrir y cerrar retratado en aquel Jano de dos rostros, que no se puede emprender un largo viaje sin primero cerrar la puerta. Después de todo, en un viaje —como decía Fernando Pessoa— “lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos”.

Deseo sinceramente que en este año 2021 que comienza emprendan usted y los suyos un viaje maravilloso, y que se le abran innumerables puertas. Que trasponga el umbral señalado por la Dicha, así como el espíritu del hombre se abre siempre al gozo, a la esperanza y a la consecución de objetivos.


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Alcalde de MH participa en Foro Alooh Live (Asociación Latinoamericana Out of Home)

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El alcalde de Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo de Vivar Guerra, aseguró que con el aprovechamiento de la tecnología ahora los miguelhidalguenses pueden solicitar y completar más de 25 servicios de manera digital.

Al participar en el Foro Alooh Live (Asociación Latinoamericana Out of Home), división alcaldes, Romo Guerra dio a conocer que en dos años la tecnología les ha cambiado la vida a los miguelhidalguenses.

Ahora los habitantes de la alcaldía pueden ejecutar y realizar servicios públicos como, por ejemplo, agendar una cita en ventanilla única de manera digital, solicitar podas, luminarias, reparación de baches y una veintena de servicios desde su teléfono celular vía la app Reporte MH.

Añadió que a través del micrositio ChecaobrasMH, los vecinos pueden hoy conocer y consultar en tiempo real en la página de Internet de la Alcaldía, cuál es el estatus, la documentación y el avance de cualquier construcción, pública y privada, en el perímetro de la alcaldía.

En su ponencia, Gobernanza y Tecnología, La experiencia en MH, Romo informó que la tecnología ha sido una aliada esencial para lograr disminuir un 47% los delitos de alto impacto en la demarcación.

Por ejemplo, con los gabinetes de seguridad y gestión de barrio digitales hemos logrado tiros de precisión para desmantelar, con ayuda de los vecinos, puntos de distribución de estupefacientes y hemos recuperado 300 espacios públicos que estaban en manos de la delincuencia.

Además, en dos años logramos instalar más de 2,600 cámaras de seguridad vecinal y conectarlas a Base Plata, el centro de monitoreo y seguridad de la alcaldía, cuando asumimos el gobierno solo había 17 interconectadas.

En el foro en el que participaron alcaldes de Argentina, Guatemala y Panamá, entre otros países, Romo planteó que con la tecnología se abate el burocratismo, se ahorra tiempo, dinero, esfuerzo y, por supuesto, se destierra el flagelo de la corrupción al evitar el contacto empleado-usuario.

Cada uno de los alcaldes expuso su experiencia en materia de Gobernanza y Tecnología. En el caso de México el miguelhidalguense Víctor Hugo Romo representó a los alcaldes de la Ciudad de México.

Durante su intervención Romo Guerra afirmó que la Alcaldía a su cargo ha hecho un esfuerzo por facilitarle la vida al ciudadano y elevar su calidad de vida con el uso de la tecnología, a la cual tiene acceso el 98% de los miguelhidalguenses.

Mencionó que su gobierno es cercano a la gente, democrático, incluyente y respeta el estado de derecho.

Explicó que a raíz de la pandemia, la forma de gobernar reclama una innovación digital, lo que ya es una realidad en la Alcaldía Miguel Hidalgo.

Con el uso de la tecnología, la AMH coadyuva a que se cumplan las medidas sanitarias y, a su vez, impulsa la recuperación económica local.

Refirió que la pandemia está obligando al mundo al desarrollo tecnológico vertiginoso y generalizado:
“Debemos ver a la tecnología como una herramienta para innovar y fomentar la creatividad en la prestación de servicios”, finalizó.

Roma y el paisaje sonoro de la Ciudad de México

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El encuadre cerrado sólo permite ver algunas de las losas del piso. Nada más. Los pájaros cantan y un perro ladra a lo lejos. Unos pasos prenuncian el gesto que sigue: el estrépito de una llave que se abre para llenar una cubeta de metal. De pronto, el sonido del agua explota en el recinto. Se apodera del primer plano sónico-narrativo para expandirse por el suelo y revelar el reflejo del cielo siendo recortado por un avión. Esta pequeña ventana que se abre mágicamente en el piso del patio también permite entrever la larga escalera de metal que conduce a la azotea de la casa. Los sonidos de las turbinas y del líquido se entrelazan poéticamente para desaparecer en un largo y ruidoso remolino que escurre por la coladera.

Así inicia la película Roma (2018), del director mexicano Alfonso Cuarón. El diseño y edición de audio de su más reciente creación encierran un trabajo preciosista y virtuoso, el cual tiene la capacidad de ubicar al público, a través del sonido, en el interior mismo de sus distintas escenas. Esta sensación es lograda de manera magistral por el equipo integrado por Sergio Díaz, Skip Vievsay y Graig Henighan, quienes con el sistema envolvente Dolby Atmos, consiguen generar una inmersión sónica tridimensional en las salas de exhibición cinematográficas. En la película podemos apreciar diferentes objetos sonoros moviéndose de manera independiente y con intensidades disímiles por el espacio acústico. Gritos, explosiones, disparos, susurros y los más variados eventos sonoros fluyen al derredor de la audiencia de una manera casi real, asemejándose a una experiencia sensorial palpable que a la vez expande y sobrepasa la bidimensionalidad de la imagen proyectada en la pantalla.

escena de roma
Escena de la película Roma (2018) (Alfonso Cuarón, director).

Juegos sónicos que inducen a una sensación acústica de fondo y superficie, con desplazamientos hipnóticos de casi 360 grados, permiten resaltar los pequeños detalles en la manufactura del audio en esta obra. La protagonista y su novio asisten a una película en el antiguo Cine Metropólitan y sorpresivamente el espectador de Roma logra “escuchar” el ruido del proyector de la época al fondo de la sala como si acompañara a los personajes en la función. En los diálogos familiares, las voces de los niños cruzan la sala del cine, reproduciendo sus desplazamientos dentro de su hogar. Las olas del mar ejecutan un crescendo furioso que acompaña a la protagonista en su irrumpir en aguas agitadas durante el clímax de la tensión dramática del filme. Detalles como estos, entre muchos otros, convierten a los asistentes en testigos espaciales de la narrativa fílmica, al mismo tiempo que fungen como metáforas de los eventos sónicos plasmados en la obra del director mexicano.

En la película no se recurre al tradicional music score. En su lugar, la banda sonora de Roma está conformada exclusivamente por sonidos diegéticos. Estos sonidos, los cuales son generados dentro del espacio fílmico narrativo, tienen una estrecha relación con las memorias de la infancia de Cuarón, pasada en la Ciudad de México, durante los años 70. Los recuerdos vividos en la casa estilo art decó de la colonia Roma se mezclan con el canto de canarios, voces de pericos, ladridos de perros, grillos en la noche, gritos de niños, la radio de pilas que reproduce los éxitos del pop de la época, la canción de cuna en idioma mixteco y el claxon del Ford Galaxy de su padre. Cada evento sonoro es desnudado en su más intimo detalle. El agua al ser servido en un vaso, brotando de la regadera, escurriendo en el fregadero, la lluvia, el granizo al caer y el crepitar de las llamaradas de un incendio. Todo es ampliado macroscópicamente y espacializado para revelar meticulosamente el desarrollo espectromorfológico de cada uno de estos objetos sonoros.

Otra dimensión del campo sónico que de manera indiscutible se convierte en uno de los grandes protagonistas de Roma, es el paisaje sonoro de la Ciudad de México de la década del 70. En su obra autobiográfica, Cuarón hace uso de sus propias reminiscencias sónicas para crear la “banda sonora” de su película, la cual enmarca de manera especial en la calle de Tepeji. A lo largo de la historia, cada vez que se abre el portón de la casa familiar hacia el espacio público, pueden vislumbrarse marcas sonoras eminentemente mexicanas. Algunas son representadas por los pregones de vendedores que vocalizan líneas melódicas peculiares con contenido semántico directo como: “Mieeeeeel de colmenaaaaaa”, “Periódicos, fierro viejoooo”. Otras tienen la complejidad de códigos específicos dirigidos a la comunidad local que los puede interpretar de manera inequívoca, como la campana del camión de la basura, el silbido del carrito del vendedor de camotes, la flauta cromática del afilador o la campana de la iglesia. Finalmente, otras marcas sonoras son reminiscencias de prácticas musicales que han perdurado hasta el día de hoy, como el trompetista de la calle y los tocadores de organillo manual portátil, o explicitan un momento histórico específico del país, como la anacrónica banda de guerra de alguna escuela secundaria cercana.

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Escena de la película Roma (2018) (Alfonso Cuarón, director).

De manera abrumadora, el elemento del paisaje sonoro que permea casi la totalidad de las escenas es el tráfico capitalino. El sonido de coches, camiones, tranvías, ambulancias, silbatos, cláxones, sirenas, motores y rechinidos de frenos van y vienen en un dinámico movimiento contrapuntístico entablado con la narrativa fílmica. En este contexto, la Ciudad de México de los 70 se traduce en un entramado sonoro textural que pulsa lleno de vida a través del territorio citadino. El diseño de audio de Roma logra proyectar rasgos sónicos capaces de definir la identidad cultural mexicana del tiempo y espacio de los que habla. Esta reproducción del paisaje sonoro de la Ciudad de México de aquella época permite inferir información sobre el entorno, sus habitantes y las complejas formas de interacción entabladas entre ellos y el periodo histórico que les tocó vivir.

En la medida en que los efectos de la industrialización en las grandes ciudades tienden a neutralizar de manera progresiva los sonidos tradicionales de determinados espacios urbanos, se desvanecen con ello, de manera análoga, los ecosistemas sonoros característicos de un pueblo. El paisaje sonoro actual de la Ciudad de México seguramente difiere mucho del retratado en la película. En un homenaje al entorno sonoro de su infancia, Cuarón nos regala en la conclusión de Roma un popurrí nostálgico de las marcas sonoras de aquel entonces. Volvemos a encontrarnos al final con las escaleras de metal que conducen a la azotea y con el cielo, que una vez más es recortado por un avión y por el ruido de sus turbinas. Mientras corren los créditos se escuchan a la distancia pregoneros, músicos callejeros, niños, campanas, pájaros y perros. Y el bordón del tránsito que arrulla incesantemente a la ciudad.

escena de roma
Escena de la película Roma (2018) (Alfonso Cuarón, director).